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AMLO, López Obrador, 2018, México AMLO, López Obrador, 2018, México

Opinión

Los mandamientos de Morena

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Cuenta la leyenda que por allá del 31 de enero de 2018, en un mitin en el Club Casino Bellavista en La Paz, Baja California Sur, apareció en publico el redentor de México y líder de Morena y comunicó la trilogía que había recibido y la cual prometió cumplir: no mentir, no robar y no traicionar al pueblo. 

Andrés Manuel debe de saber perfectamente lo que este México necesita, estuvo 18 largos años de campaña, dice haber recorrido más de 4 mil 500 municipios (según él) de los 2 mil 473 (según INEGI) que tiene nuestro país y asevera que nadie los conoce como él. En este recorrido conoció a fondo las necesidades de nuestro país y encontró cuales eran los mas arraigados deseos del pueblo sabio, y esto aunado a su profundo conocimiento del sector publico sirvió para que formulara sus promesas de campaña. 

Algunas de estas son más de forma que de fondo, ya que realmente en que nos afecta donde viva el señor presidente da igual si vive en Los Pinos o en Palacio Nacional, los gastos son los mismos, solo tendremos un museo mas que visitar, y así pasa con el avión, la desaparición de EMP y otras más, pero había que hacerlas ya que eran reclamos del pueblo sabio. 

Otra promesa que realizó, ya que el pueblo la exigía ahora más que nunca ante la gran corrupción en el sexenio de Peña, fue combatir esta, acabar con la Mafia del Poder y todos sus negocios truculentos, llámese NAIM, Estafa Maestra, Jabidú entre algunas, afirmando que durante su mandato todo seria tan transparente como el aire, esperemos no se esté refiriendo al de la CDMX que cada día está más opaco. Dejo en claro que la corrupción se combate barriendo de arriba para abajo y que de igual manera su ejemplo permearía hacia abajo y con esto lograra acabar con ella. 

Ofreció al pueblo sabio la desmilitarización de las calles, el Ejército ya no combatiría el crimen organizado y los carteles de la droga, reconoció que no están preparados para eso, eso lo deberá hacer la policía. Bajaría los índices de violencia en base al empleo y la buena voluntad del pueblo. 

Prometió dar reversa a las reformas energética y de educación que tanto daño le han causado al país, no más gasolinazos, esta bajaría de precio, la reducción a los impuestos en la zona fronteriza y así podríamos seguir enlistando sus promesas de campaña, de las cuales esperemos que no cumpla con todas, hay unas muy absurdas y sin fundamentos. 

Mientras esto sucedía, los medios corruptos de la mano de la Mafia del Poder empezaron a querer descalificarlo diciendo que ya había pactado con el presidente Peña, no perseguiría la gran corrupción de su sexenio a cambio de no obstaculizar su carrera por la presidencia, se decía que si el PRI no opero y otros más decían que el PRI opero a favor de AMLO y en contra de Anaya, hubo guerra sucia y aparentemente si el PRI ataco más a su archirrival el PAN que a Morena. Se decía que en este paquete incluía también que a cambio del voto del magisterio se ayudaría a Elba Esther Gordillo, que se encontraba en prisión. 

Y con estas tres reglas a cuestas realizo su campaña, Andrés Manuel López Obrador, convenció al pueblo sabio de que con estas lograría la tan anhelada Cuarta Transformación, tan lo convenció que obtuvo 30 millones de votos, un 33% del padrón electoral, más del doble que su más cercano seguidor, Ricky Rickin Canallin. 

Una vez siendo presidente electo ni tardo ni perezoso, eso sí siempre ha sido muy madrugador, dio el madruguete y empezó a gobernar ante el vacío de poder que dejo el presidente Peña, ya sea por descuido o flojera o tal vez venia en el paquete de acuerdos de amnistía negociado en la campaña. 

Lo que si es bien cierto es que una de las primeras noticias fue la liberación de Elba Esther Gordillo, quien por obra y gracia de quien sabe quien, salió de prisión en un estado envidiable, muy repuesta de todas las dolencias que la mantuvieron en hospitales durante el tiempo que estuvo en prisión, salió rejuvenecida, se caso con su abogado y está en plena recuperación de su sindicato amado por el que tanto ha luchado. 

Orquesto la no profesional, pero para nada improvisada, encuesta del NAIM para darle reversa, si bien no efectivo al momento ya que aún no puede cancelarlo, si prometió hacerlo en cuanto se siente en la silla el 1 de diciembre. A pesar de las criticas y aun cuando él reconoció públicamente las carencias de la primera, se lanza por otra más, igualita a la primera, igual de mal realizada y con un resultado igual, si a todas sus propuestas, poco importo la falta total de información sobre estas propuestas a diferencia del NAIM donde abundo. Pero al final de cuentas lo de menos es la información el resultado ya se sabía.  

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Andrés Manuel no tiene la más mínima congruencia, al más puro estilo Foxista ya anda prometiendo obras publicas sin licitación, a los mismos que llamaba corruptos en el NAIM, ninguna elección le satisfacía todas eran amañadas y realiza 2 que él nunca hubiera aceptado, se molestó con el fiscal carnal y ahora es propuesta de los suyos, ahora alaba a las televisoras que antes criticaba, debido a tener madre española siempre dijo que la candidatura de Fox no era posible y ahora pide modificar la ley para que un extranjero dirija el Fondo de Cultura Económica, siempre critico que los diputados y senadores bailaran al son del presidente y ahora los hace bailar al son del Presidente Electo y así podemos seguirle con los ecocidios, recortes salariales y muchas cosas más, ente ellas la militarización del país echa por Calderón. 

De esta ultima cabe decir que fue uno de los pilares de su campaña, regresar al ejercito a sus cuarteles, lo prometió en varias ocasiones, aunque lo negó en el programa estelar noticioso de Televisa, actualmente orgullo nacional que antes decía que era un nido de corruptos y chayoteros, ahí retó a Joaquín López Doriga a desmentirte, y o sorpresa ya circulan en las redes varios videos donde se recopilan las múltiples ocasiones que como candidato y como presidente electo lo decía.   

Al día siguiente Ciro Gomez Leyva le pregunta que va a hacer si 129 organizaciones y 542 personas a través de un manifiesto le están solicitando que detenga la militarización del país que pretende realizar a través de la famosa Guardia Nacional, y al mas puro estilo Morenista, por no decir Cantinflista, les dice que tienen y tendrán el derecho a disentir y que respetara este derecho, que tienen sus libertades a salvo para expresarse y manifestarte y que no se preocupen. Y como no le quedaba más que responder afirmo que esta ley porque va, que es su responsabilidad y no puede garantizar la paz y la tranquilidad de los mexicanos si no se lleva a cabo esta reforma constitucional, por fin reconoce que tiene responsabilidades y no todas son decisiones del pueblo sabio, un aplauso. Cree que con un simple cambio de nombre a los militares que están en la calle va a cumplir su promesa, que mentirota al pueblo sabio. ¿Dónde quedo el no mentir? 

En esta misma entrevista en Tercer Grado, dijo aplicar el borrón y cuenta nueva, la famosa amnistía, dice que si no lo hiciera nos meteríamos en un pantano, y sería un acto de confrontación, que hay que iniciar una etapa nueva dejando atrás la pesadilla. Tanto nos vendieron que era para los pobres campesinos obligados a sembrar droga, perseguidos políticas y gente que no debía estar en prisión y ahora resulta que en el paquete del Buen Fin incluye a los políticos, a los que nos han robado a todos nosotros.  

Y también con Ciro Gomez Leyva habla de este tema y reitera que es mejor para el país un punto final a esta triste historia y ante la afirmación del periodista de que va a decepcionar a muchísima gente que voto por el responde: ¡No le hace ¡y ¡No me importa!, porque son mis convicciones. Que manera de traicionar al pueblo, mas claro ni el agua, el pueblo no le importa primero están son sus caprichos, perdón convicciones. ¿Y el no traicionar al pueblo donde quedo? 

Y para concluir este primero de diciembre cuando tome protesta, daría a los cuatro vientos: “Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión; y si así no lo hiciere que la Nación me lo demande.” 

Una obligación constitucional del presidente es salvaguardar los bienes de la nación, y resulta ser que cadena nacional Andrés Manuel  ante los políticos corruptos declara: “ Yo voy a perdonar pero no quiero que me perdonen a mí”, para empezar usted no es nadie para perdonarlos, debe cumplir cabalmente la protesta que va a realizar, permitir que quienes nos robaron no sean juzgados, esto en mi pueblo se llama complicidad, como dice el dicho tanto peca quien mata la vaca como quien le jala la pata.  

Regresando a la trilogía, pues resulta que ya mintió y ya traiciono al pueblo, solo le queda no robar, he aquí el dilema: ¿cumple lo declarado y se convierte en cómplice de robo, tal como parece ser el pacto con Peña y sus secuaces o cumple con sus deberes constitucionales de acuerdo con lo protestado ante todos los mexicanos?, no solo los que votaron por él, este primero de diciembre. 

 

 



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Felipe Monroy

Ni meme ni expresión religiosa: es tedio pendenciero

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A cuarenta días de las votaciones, las campañas electorales deberían estar en un momento álgido de discusión, de confrontación y debate, incluso se permitiría una dura invectiva entre contendientes; y, sin embargo, no son los perfiles de las candidaturas ni sus discursos o sus acciones de campaña las que generan la conversación social. A falta de una discusión entre personajes que representan proyectos, tenemos episodios –más o menos– estériles que evidencian mera provocación e ignorancia.

Es claro que el episodio de la tristemente célebre playera que muestra la representación de la muerte en actitud de silenciar a alguien mientras un mensaje sentencia que “un verdadero hombre nunca habla mal de López Obrador” es una provocación para generar toda una conversación que, paradójicamente, se aleja de la necesaria discusión en torno a los proyectos centrales en disputa.

Las reacciones parecen más abundantes de lo necesario: Los obispos de México emitieron un extraño comunicado en cuyo discurso se mezcla la cultura de la muerte, el juicio de amparo y el año jubilar por la vidente del Sagrado Corazón para cuestionar indirectamente la exótica propaganda de la playera; los comunicadores, analistas y hasta el presidente de la República rascaron en lo profundo las esquizofrénicas relaciones entre el poder político y el religioso en el país para explicar si este episodio habla de libertad religiosa, de exaltación de la violencia o de apología del crimen; los propagandistas de ocasión aprovecharon para infundir miedo a través de interpretaciones histéricas; y una vocera de la administración federal intentó convencer que todo fue un meme mientras insulta la inteligencia de todos, junto a la suya propia.

Se podría escribir un libro entero sobre las interpretaciones simbólicas, antropológico-religiosas, políticas, crítico-discursivas o histórico-contextuales de la playera en cuestión; se podría reflexionar intensamente sobre los elementos fascistoides subyacentes que se conjuntan bajo la mera existencia de un instrumento comunicativo así y, por supuesto, se podría analizar con seriedad el juego de la propaganda, la comunicación política, el fetichismo de los símbolos del poder y las instituciones ideológicas en pugna al respecto de este episodio. Pero de lo que no habla, paradójicamente, es del modelo de país que se encuentra en disputa: No parece haber ningún hilo conductor interesante entre los contendientes políticos, su personalidad y temple, sus fundamentos político-ideológicos o sus habilidades técnico-operativas con la transversalidad de sus proyectos en la realidad y el escenario deseable de la administración y la política pública.

En síntesis. Por supuesto no es un tema de fe ni de religión, mucho menos un asunto de ministros de culto o asociaciones religiosas registradas ante el Estado mexicano. La playera en cuestión no emite un mensaje religioso concreto; aunque claro que puede haber interpretaciones sobre que la calavera encapuchada y amenazante sea efectivamente una representación de la “Santa Muerte”. Si la efigie en cuestión estuviera reconocida ante el Estado mexicano como el símbolo de una asociación religiosa, el uso de dicha imagen por parte de un partido político y un funcionario federal sería objeto de sanción. Pero las expresiones populares de dicha cultura han sido tan menospreciadas e infravaloradas, proscritas de las relaciones formales religiosas que justo han sido catalogadas como ‘desviaciones sectarias’ u otros apelativos con los que se busca invisibilizar en lugar de comprender ese extraño fenómeno que alcanza a diversos sectores sociales.

Tampoco es un meme cuya naturaleza carece de fuente y propósito; son evidentes tanto el origen como la utilidad política de su discurso. Ahora bien, sin duda será necesario hablar de la histórica asociación simbólica de la calavera y la muerte con discursos de agresividad y violencia, de superioridad y de sacrificio individual por el bien colectivo; ahí, sobre la playera, también hay trazos de machismo y conservadurismo rancio, de ‘calificación de actitudes masculinas’ y disciplinarismo dogmático.

Lo dicho, ante perfiles políticos insulsos y anecdóticos en las campañas electorales, el tedio pendenciero sustituye la confrontación política con símbolos que no se entienden pero se usan para incendiar la conversación: la playera de la muerte que manda silenciar es un ejemplo, pero también está la falsa fotografía de supuestos tatuajes diabólicos que tiene una contendiente de origen judío a la que también le agrandan artificialmente la nariz con consabidas connotaciones racistas y discriminatorias.

La única pregunta que vale la pena ahora hacerse es: ¿Quién realmente podría tener el carácter para meter en cintura a tanto lenguaraz?

*Director VCNoticias.com @monroyfelipe

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Columna Invitada

Cuando el Búho canta, la huelga muere

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Por Guillermo Moreno Ríos

Veo con tristeza, como ciudadano, como egresado y como maestro de horas sueltas que soy de la Universidad de Sonora, de la carrera de ingeniería civil, como se desmorona la esperanza de los estudiantes con el temor ante la afirmación insensible de quienes promueven la huelga de que se perderá el semestre.

Creo como hombre de bien y respetuoso del derecho, que es legal la huelga a la que acuden los sindicatos universitarios, apelando por sus derechos, los cuales considero deben de ser escuchados y tomados en cuenta; pero, ¿quién ve por los derechos de los estudiantes para tener una educación de calidad? a la altura de las mejores universidades del país; ¿quién ve por el derecho que tienen los padres de familia? sobre todo foráneos que con mucho esfuerzo y la buena de Dios, mandan a sus hijos a prepararse académicamente y fincar sus esperanzas en los futuros profesionistas.

Veo con tristeza, que las autoridades estatales, encabezadas por el gobernador del estado y aún con un secretario de educación que fue un rector de la Universidad y que contó con muchísimo apoyo del gobierno estatal de entonces; sea tan pasivos e indolentes.

Veo con tristeza, a un rector que no da la cara, que se esconde ante una realidad de conflictos no resueltos, que cada día que pasa cuesta y con tranquilidad afirma, al menos en medios de comunicación, pues que el semestre se alargue el semestre hasta junio o julio.

Es probable que reciba respuestas misivas con bastantes argumentos legales sobre los derechos de huelga, incluso tachándome de ignorante o de falto de sensibilidad política, pero no puedo quedarme callado, no puedo quedarme inerte ante esta injusticia respaldada en una legalidad que confunde un bien público, un futuro prometedor, con una empresa.

Sé que de ambas partes, existen argumentos válidos, que han hecho que sus posturas sean rígidas y no dudo, que con un dejo de razón; pero los invito a que recapaciten; que se busque otro tipo de presión, su derecho se pierde cuando pisoteas el derecho de otros, como en este caso sucede con el derecho a la educación de nuestros jóvenes.

No he dejado de dar clases, veo con firmeza el carácter de mis alumnos, recios y constantes, sacrificando el trasladarse a otra sede para poder tomar su clase. Agradezco a quienes me han permitido desde ahí trasladar esta protesta silenciosa y pacífica ante la injusticia que vivimos la mayoría de la comunidad universitaria y la comunidad en general.

Soy maestro, soy exalumno y me duele ver que como sociedad seguimos pasivos, me pregunto cuántos de los que me leen en este momento, no fueron víctimas de alguna huelga o perdieron un semestre.

Hago un llamado a todos quienes quieran y puedan hacer posible que ante la intolerancia y falta de diálogo, nuestros estudiantes no pierdan el semestre, a ti maestro; a ti que puedes prestar tus instalaciones, a ti medio de comunicación que puedes con tu influencia social lograr establecer un ambiente armónico y a las autoridades, tanto sindicales, universitarias y de gobierno, hacer un alto en el camino y recapacitar; por el bien de Sonora y de su gente.

Hago un llamado a los estudiantes, máxima libertad dentro de un máximo de orden; manifestarse y exigir de manera pacífica la apertura de la universidad, también es un derecho al que no se ha acudido; el orden social debe de prevalecer, manifestémonos tomando clases extramuros, demostremos que nuestro corazón de búho no se opaca ante el nido tomado, aprovechemos y extendamos las alas y cantemos, porque cuando el búho canta, la huelga muere.

Escrito originalmente el 2 de abril de 2014

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Columna Invitada

La decisión

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Por Antonio Maza Pereda

Estamos cerca de una de las decisiones más importantes que puede tomar un ciudadano: las elecciones federales. Poco menos de seis semanas y todo el proceso electoral que nos ha tenido entretenidos por más de un año, finalmente culminará.

Para la mayor parte de la ciudadanía, la decisión no será fácil. Claro, siempre habrá los núcleos duros de los partidos que ya tienen hecha su decisión o, mejor dicho, otros la han tomado por ellos. Pero el ciudadano común, el que no tiene compromisos previos, todavía está en situación de incertidumbre. Sí, hay tendencias de investigaciones y estadísticas. Claro, habrá quienes hayan contestado esas encuestas sinceramente. Pero también hay quienes todavía no desean contestarlas o las contestan a la ligera. Por lo que esos pronósticos no son de confiar, sin tomar en cuenta que, con frecuencia, son contradictorios.

Tenemos obstáculos que nos impiden tener una decisión clara. Muchos de ellos vienen de nuestros temores. Por ejemplo: nos dicen que los errores que cometamos, si es el caso, ya no habrá manera de corregirlos. Y eso pone una tensión muy particular en el ánimo de los ciudadanos. Otro temor muy importante: no tenemos claridad sobre la información que estamos recibiendo. Nos han mentido tanto, que ya no nos queda claro: ¿en dónde está la realidad? Y en esas condiciones siempre será muy difícil tomar una decisión con tranquilidad.

No es que sea algo novedoso. Hace poco menos de 2000 años, nos relatan los evangelios, Poncio Pilato tenía esta misma pregunta: “¿qué es la verdad?” Y era tal su escepticismo, que ni siquiera se quedó a esperar cuál era la respuesta. Así estamos actualmente: en un mar de confusión. Personas muy conocedoras, expertos académicos y de otros tipos nos dan análisis completamente contradictorios. En esas condiciones, ¿a quién creer? ¿Cuál es la base de mis decisiones? Winston Churchill, hablando del tema de la guerra, decía que en esa situación la primera baja es la verdad. Esto es cierto de un conflicto bélico, y es aún más cierto en confrontaciones políticas. Basándose en el dicho de que el fin justifica los medios, todas las mentiras, los embustes y los engaños se consideran válidos; siempre y cuando sirvan para empujar el triunfo de nuestra causa.

Por otro lado, estamos viviendo la cosecha de muchos años de sembrar el odio entre los mexicanos. Se ha perdido lo que se llama la amistad social. Y esto no es algo único de nosotros, los mexicanos. Hace ya algunos años que el papa Francisco, un hombre muy respetado, en un documento dirigido a toda la humanidad hablaba de este tema y nos decía de la necesidad de qué, en todas las naciones, se reconstruya la amistad social. Porque no es posible estar viviendo continuamente en la sospecha, el odio, la falta de colaboración.

¿Será que, quienes creemos en la posibilidad de una sociedad armónica, estamos siendo unos ingenuos? Bueno, no falta quienes nos quieren convencer de esto. Ciertamente, con mucho éxito. Posiblemente, uno de los elementos de esta amistad social es aceptar la posibilidad de que puedan existir errores de buena fe. Porque no hay posibilidad de tener decisiones totalmente a prueba de error. Si esperamos decisiones que nunca fallen, en eso sí realmente seríamos ingenuos. Por otro lado, a ninguno de nosotros le gusta equivocarse y siempre tendremos en cada decisión el temor a cometer errores. Ciertamente, eso nos puede paralizar.

Hay quienes nos están convenciendo de que esta es nuestra última oportunidad de enmendar las fallas que puedan tener nuestros gobiernos. “No habrá otra”, nos dicen. “Si nos equivocamos, ya no habrá remedio”, agregan. Quien ha comprado esta idea, seguramente estará paralizado por el temor. Ante ese miedo, la única solución es abstenerse, siguiendo el consejo que ya se decía en tiempo de los romanos: en la duda, abstente. Que al final del día, bien puede ser que ese sea el propósito de quiénes nos quieren indecisos. Apuestan a nuestra abstención.

Lo que sí es cierto es que, tal vez más que en ninguna otra época, el ciudadano ya no puede conformarse con una actividad política, enfocada únicamente al momento de las elecciones. Posiblemente, siempre ha sido así, pero también es cierto que una parte importante de la clase política nos quiere ver omisos en nuestra actividad ciudadana, una vez que se haya llegado al resultado electoral. Porque, aun en el caso de que nuestros candidatos fueran los ganadores, no podemos abstenernos de nuestro papel de conocer y vigilar el desempeño de aquellos que hemos escogido. Y con mayor razón en el caso de que los nuevos gobernantes no hayan sido aquellos que preferimos.

No cabe duda de que una parte importante de la clase política nos quiere ver ausentes una vez que las elecciones hayan ocurrido. Esta temporada de turbulencia por la que hemos pasado, ha generado un despertar ciudadano sin precedentes. Se habla y discute de política, nos mantenemos informados y comunicados, debatimos y damos opinión para poder tomar nuestras decisiones. Esto ha sido algo extraordinario, sumamente importante. Este interés público, este deseo de participar, no debe perderse. Como se dice muchas veces, la política es demasiado relevante como para dejársela en exclusiva a los políticos. Es nuestro campo, el campo de los ciudadanos, que no somos exclusivamente electores, sino también mandantes. Que debemos opinar, y vigilar a aquellos a quienes hemos hecho mandatarios.

Las catástrofes naturales, muy en particular la pandemia, y el efecto del crimen sistematizado y organizado, la gran campaña de mentiras procedente de todos los grupos políticos en mayor o menor medida, nos afectan y preocupan. Esto ha generado una gran cantidad de grupos ciudadanos que, aprovechando las ventajas de las nuevas tecnologías de información, hemos estado participando, muchas veces de manera cotidiana, para conocer y opinar sobre los asuntos públicos. Esto es un gran bien y hay que protegerlo como un tesoro. Sería una verdadera tragedia que, terminando las elecciones, regresáramos a nuestros hogares a vivir en nuestra feliz ignorancia. Cómo vivimos por muchas décadas.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Felipe Monroy

Itinerario 2024: El juego del lobo

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En la cultura popular existen tres fábulas clásicas que involucran a un niño y a un lobo; pero todas nos enseñan algo distinto que ahora resulta pertinente recordar en medio de este proceso electoral. Porque, en el fondo, para los propagandistas políticos es más sencillo retomar viejas historias, que forjar nuevas en torno a sus paladines o a sus adversarios.

La más antigua historia, habla de un pequeño que estaba encaramado en el techo de una casa cuando ve pasar a un lobo y comienza a llamar “asesino y ladrón” a la criatura; el lobo, flemático, le responde que es muy fácil ser valiente desde una distancia segura. Toda la propaganda política se basa en este principio. El juego electoral en un país democrático se realiza en cierto “espacio seguro” donde se pueden decir muchas cosas –no siempre verdaderas– sobre los adversarios sin tener consecuencias directas ni proporcionales. En una dictadura, no existe ese espacio seguro.

Este juego democrático lo asumen como natural los bandos politizados incluso en su apelativo más agresivo: hacer propaganda negra (o “guerra sucia, en serio” como dijera Jorge Castañeda) es parte casi obligada en una campaña electoral pues, al tiempo de construir una imagen propia más atractiva, se debe contaminar e incluso hasta mancillar discursivamente la honra del adversario. En México, ha habido campañas tan cargadas hacia esta agresividad con el propósito de insuflar miedo a los votantes a través de ataques personalizados que lo que se termina afectando es ese “espacio seguro” hasta volver el juego democrático literalmente en un conflicto absoluto y sin cuartel. Por si fuera poco, un gobierno emanado de una campaña de tal agresividad puede aparentemente legitimar a otras fuerzas no políticas (o fácticas) a recurrir a medios igualmente agresivos o incluso violentos.

La segunda historia habla sobre la mentira. La historia clásica de Pedrito y el lobo relata cómo el pequeño pastorcillo, cuando estaba aburrido, alertaba falsamente al pueblo sobre la llegada de un lobo. El pueblo, engañado y movilizado, creyó varias veces su mentira pero, al final, cuando la amenaza era real y la alarma del niño también, el pueblo ya no hizo nada y el lobo arrasó libremente con todo. Aquí la comunicación política de campaña también debe ser cautelosa porque si recurrentemente utiliza una falsa amenaza para convencer a sus electores, al final es probable caer en descrédito cuando realmente se necesita.

Esta segunda historia tiene una variación desde la comunicación política, en ella Pedrito no nombra al lobo con el nombre de “lobo” sino que se vale de recursos retóricos para hablar del lobo indirectamente. Este es un juego propagandístico sumamente importante porque permite al pueblo “deducir” por sí mismo la identidad del lobo. Como el acertijo exige el razonamiento del oyente es más fácil que se valide la premisa (aunque sea errónea) como recompensa al acierto mental propio.

Por ejemplo, la campaña de Claudio X. González apela a esta estrategia al asegurar que “Lo que está en juego el 2 de junio es: Democracia o dictadura, libertad o sumisión… unidad o división”. Estrictamente no están ni siquiera mencionados los proyectos políticos en colisión sino que, con el uso de la metonimia (designar algo con el nombre de otra cosa) exige al lector ubicar en cada categoría al menos a alguno de los tres proyectos políticos en contienda.

Por paradójico que resulte, este recurso retórico no sólo busca hacerse de partidarios y oponentes. Pues si se coloca en los negativos a sus adversarios, gana adeptos; y si se coloca en los negativos a sus aliados, de cualquier manera logra validar un falso argumento. El falso argumento es que la “democracia”, la “libertad” o la “unidad” se reducen al mero sufragio y no a las amplias complejidades del fenómeno político como son la soberanía popular, la igualdad política, la libertad individual y colectiva, el sistema legal imparcial e igualitario, el pluralismo político, la rendición de cuentas y transparencia, la tolerancia y respeto a los derechos humanos, la participación y corresponsabilidad cívica, la deliberación y representatividad popular, etcétera.

Esta retórica de reduccionismo político es particularmente útil a las fuerzas que guardan poder y privilegios; y es que sin duda las jornadas electorales, las elecciones y el voto son esenciales en la construcción democrática de un Estado pero no son ni el único ni quizá el más importante ejercicio cívico-democrático. La participación ciudadana democrática en la vida pública no puede reducirse a condiciones propias del juego electoral que se manifiestan mediáticamente casi siempre en polarizaciones (“A sólo se expresa como B vs C” por ejemplo: “Sólo hay dos proyectos a elegir” o “En esta elección sólo hay dos sopas”) o en dicotomizaciones (“la integralidad de A sólo puede ser B pero no C; todo A puede ser C pero no B” por ejemplo: “La democracia sólo es posible con nuestro partido pero no con el de enfrente”).

El problema es que se erige al ‘voto’ como una respuesta casi mágica frente a problemas más profundos que no se resuelven sólo votando ni apoyando con propaganda a alguna opción política. Por ello, es una propaganda utilitaria el sugerir que el voto resuelve o remedia problemas como la desigualdad, la influencia ideológica, la corrupción, el cobro de piso, la impunidad, etcétera. Un discurso así es cómodo porque interpela a quien escucha a tomar una sola decisión para sentirse en paz. Como haciéndolo pensar: “Si ya voté por B o por C, ya cumplí en la lucha contra la corrupción, los moches, la transa, el abuso…”).

Lo más importante es motivar a participar transversalmente de la vida pública a través de la educación, la formación, la acción solidaria, la promoción social con honestidad, respeto y diálogo visibilizando realidades subyugadas o sometidas, dando voz a los sin voz, construyendo entendimiento desde la crítica pero principalmente desde la pluralidad. Tal como enseña la última historia de Pedro y el lobo, de Prokofiev: el valiente niño comprende que no todos los problemas son iguales y que se requiere de la cooperación y el talento conjunto de sus amigos animales para someter al temible lobo. La fábula enseña que la audacia y el trabajo en equipo pueden vencer adversidades mayúsculas; además, si se escucha con cautela, nos enseña que, a pesar de las desgracias, no todo está perdido para siempre.

*Director VCNoticias.com @monroyfelipe

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