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Análisis y Opinión

La armadura vacía de un gobierno que se cansó de soñar

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Entre algunos dones, es claro que el presidente López Obrador siempre ha guardado cualidades de idealismo. Quizá algunos no coincidan con su perspectiva, pero sería necio negar su empecinado sueño. A dos años de ejercer el gobierno de la República, sin embargo, parece haber signos de que su ilusión se agotó, que ha caído en el cieno del pragmatismo y que la ‘constitución moral’, la ‘cartilla moral’ o la ‘guía ética’ son apenas la cascarilla de una semilla que renunció a germinar.

El sueño siempre tuvo un protagonista, el pueblo; y un horizonte, su liberación. La andadura política del hoy presidente de la República comenzó justo en lo que ahora desprecia, cuestiona, regatea y sospecha: la oposición. La extraña e indomable actitud del ciudadano inconforme, de aquel que se manifiesta, el que exige respuestas, el que reclama derechos, el que visibiliza la injusticia, del que clama desde la angustia por su bienestar y futuro.

La elección de López Obrador, su rotundo y aún interpelante triunfo en las boletas, fue la expresión más radical del hartazgo de un pueblo que llevaba décadas sin ver reflejada su esencia en el poder político. No lo intuyeron entonces los analistas que no distinguían esta categoría entre los candidatos y hoy el propio Andrés Manuel parece no reconocerlo, aunque literalmente se le ponga enfrente.

Apenas dos hechos sintetizan esta hipótesis. La primera sucedió en Mexicali, con la imagen de una anciana que se refleja en la ventanilla de la camioneta detrás de la cual el presidente le extiende una mirada que rezuma entre compasión y desdén. Según el propio fotógrafo, Víctor Medina, López Obrador quería establecer contacto con la gente pero que la situación de pandemia se lo impide. El presidente lo confirmó en la conferencia mañanera del 2 de diciembre, prefiere la distancia a usar cubrebocas. Así que, a esta mujer, le mostró distancia.

El segundo evento también sucedió en Baja California, pero en las playas de Rosarito. La joven Irais García se manifestó ante la caravana presidencial para obtener una respuesta ante la carencia de medicamentos para cáncer. La chica se colocó frente a la camioneta para detener el convoy e incluso cacheteó a un hombre de logística con tal de hacerle ver a López Obrador su reclamo. El presidente, nuevamente en conferencia, felicitó al estoico servidor que no respondió a la bofetada y prácticamente desdeñó el clamor de la joven por que creció -y se politizó- bajo un gobierno panista.

López Obrador parece ya no mirarse a sí mismo cuando contempla al pueblo; ni aquel que clama compasión ni el que reclama justicia. Sus palabras, aunque llenas de valores de un cristianismo laicizado, son armaduras vacías de un idealista que se cansó de soñar.

Quizá se le pueda conceder su perspectiva de atender la acción social como empresa espiritual para un país cuyos márgenes de valor y moral han cambiado radicalmente en los últimos treinta años y cuyo horizonte está dominado por el enemigo invisible; pero esa mística no es parecida a aquella liberadora planteada por José Vasconcelos porque, el filósofo contemplaba la riqueza de la derrota mientras Andrés Manuel parece haberla olvidado.

Dejemos que el propio Vasconcelos nos explique esta dura lección de congruencia en su libro ‘La Flama: Los de arriba en la revolución, historia y tragedia’: “Narrar la inquietud es ya una manera de combatirla. Soltaste Señor, mi lengua, en airado clamor de redención. Antes que yo, profetas tuyos más dignos fallaron también en el empeño inútil de restaurar la justicia. Esto sigue siendo el destino: relámpago fugaz y en seguida la soledad y el pavor de la tiniebla”.

Ojalá aún nos quede algo para contemplar de los últimos fulgores de un relámpago que brilló -y brilló en serio- hace dos años.

LEE Y hubo templos sobre el llano

*Director VCNoticias.com
@monroyfelipe

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Paz desarmada y desarmante para desactivar la violencia

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Ciudad de México.– México y el mundo ansían paz. Pero la paz no tiene el mismo significado para todos. Mientras algunos sectores, grupos y personajes consideran que las armas y la militarización de la vida cotidiana es una respuesta frente a las diversas violencias; la Iglesia católica y en especial el papa León XIV consideran que la paz debe ser “desarmada y desarmante”.

Por fortuna, hay ejemplos de cómo se construye ese esfuerzo de paz. Desde 2001, la Conferencia de la ONU sobre el Comercio Ilícito de Armas convocó a esfuerzos internacionales para destruir las armas de fuego; hace un cuarto de siglo, la idea era que la búsqueda de paz global se expresara mediante un desarme voluntario entre las naciones. Evidentemente, aquello no ocurrió; pero sí hay muestras importantes de ese anhelo.

La preocupación de dos pontífices.

Fue el papa Francisco quien en la última década enseñó que la búsqueda de paz exige reconocer “el potencial desarmado de la vida” –como expresó en su último mensaje pascual–; Bergoglio insistió en que “la paz auténtica no es posible sin un verdadero desarme.

La exigencia que cada pueblo tiene de proveer a su propia defensa no puede transformarse en una carrera general al rearme”.

El pontífice argentino aseguró que la misericordia y el amor tienen una “fuerza desarmada y desarmante” que ofrecer en medio de las grandes dificultades actuales; por ello también urgió a la sociedad global a seguir este principio para encontrar vías alternas a la “Tercera Guerra Mundial a pedazos” como llamó a los conflictos bélicos y humanitarios en varias regiones del orbe. Posteriormente el papa León XIV recuperó esa idea también para hacer un llamado al mundo entero a ser perseverantes en la paz desarmada y desarmante en medio de un mundo en “policrisis”, la polarización y la conflictividad sociocultural.

Un mundo cada vez más armado.

No obstante, la industria armamentista y la proliferación de armas de fuego en el mundo continúan creciendo. A pesar de esfuerzos institucionales a nivel mundial (como la destrucción de más de 800 mil armas anuales), la industria fabrica hasta diez armas nuevas por cada una eliminada.

Este desequilibrio evidencia un problema sistémico: los gobiernos de los Estados priorizan el desarrollo militar (o paramilitar) sobre el bienestar humano y la justicia social.

Mientras los Estados en conflicto desarrollan y ponen en uso armas de alta tecnología y de gran capacidad de destrucción; la mayoría de los países tienen problemas serios con la proliferación de armas pequeñas que mantienen amenazas críticas para civiles y la vida comunitaria, especialmente a mujeres y niños.

México: Iglesias para el desarme.

En 2024, casi 22 mil personas fueron asesinadas por armas de fuego en México; muchas de ellas por revólveres y armas pequeñas en manos de criminales. Sin embargo, la presencia de armas en el hogar también es un factor alto de homicidios imprudenciales y accidentes. Por ello, en diversas ocasiones, gobiernos locales y federales han implementado programas de desarme voluntario. El más reciente, “Sí al Desarme, Sí a la Paz” del gobierno federal, busca hacer partícipe a la Iglesia católica y a otras denominaciones religiosas para que atrios de parroquias, santuarios y catedrales sean puntos de canje anónimo de armas.

A través de este programa, los ciudadanos pueden recibir hasta 26 mil pesos por armas cortas que el ejército mexicano destruye.

Sin embargo, hay otro propósito: fomentar una cultura no violenta desde la infancia; de hecho, los menores de edad pueden sustituir los juguetes bélicos por materiales educativos en esos mismos puntos de canje.

A lo largo de este 2025, la estrategia recolectó 420 armas cortas y 218 granadas en el Estado de México. Es la entidad que lidera el desarme voluntario nacional.

En el arranque del programa de esta administración, la presidencia de la República eligió a la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe como primer espacio de canje. El sacerdote Efraín Hernández Díaz, rector de la Basílica, respaldó la iniciativa al asegurar que “los atrios inspiran confianza para intercambiar armas. Como Iglesia, apoyamos iniciativas que promuevan el respeto a la vida”.

¿En qué consiste la paz desarmada?

La noción de paz “desarmada y desarmante” –atribuida al papa Francisco y reforzada por León XIV– propone en primer lugar el desarme físico que es eliminar instrumentos de violencia; pero también un “desarme espiritual” que implica erradicar la hostilidad en relaciones humanas.

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Esta propuesta católica contrasta con los fundamentos de la “Guerra Justa” y la ética de los conflictos bélicos. Desde esta perspectiva, ningún conflicto o problema puede justificar la eliminación de la vida humana. Así, la “paz desarmada” no legitima el uso de instrumentos bélicos en la defensa ante agresiones (propone, por el contrario, el diálogo, la diplomacia y la negociación); tampoco justifica la famosa “respuesta proporcional” (que en el fondo es un ‘ojo por ojo’ entre naciones o colectivos en conflicto) y no ‘deshumaniza’ a los agentes militares como una categoría humana distinta de los civiles (prescindibles o calculados como ‘bajas esperadas’).

La propuesta de paz desarmada y desarmante exige compromisos individuales, comunitarios e institucionales; desde el canje voluntario y la educación no violenta, hasta sostener compromisos contra la proliferación de armas.

Como apunta la ONU: “La paz no se afianza en ausencia de confianza mutua”, la actitud ‘desarmada y desarmante’ obliga a fortalecer dicha confianza. Pues una sociedad que evita resolver con armas sus conflictos, se encamina a una potencial reconciliación.

Director VCNoticias.com @monroyfelipe

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Rabbuní, del turismo religioso a la experiencia transformadora

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Ciudad de México.- El pasado 25 de marzo, un simbólico día para la comunidad católica puesto que celebra la Anunciación del Señor, se realizó una premiere del filme Rabbuní, un documental que sigue la singular experiencia de un grupo de mujeres peregrinas a Tierra Santa interrumpida por las intempestivas acciones bélicas entre Hamás e Israel en octubre de 2023.

La elección del día para su premiere no pudo ser más acertada porque el mundo católico conmemora el Misterio de la Encarnación de la Palabra en el seno de una mujer (la Virgen María), momento en el cual se inicia una nueva historia para la humanidad.

El documental sigue la experiencia de un grupo de mujeres participantes del taller de oración en Tierra Santa impartido por la predicadora y guía Marian Reynoso, y acompañadas espiritualmente por el sacerdote Legionario de Cristo, Juan Solana, director y fundador del Centro Magdala, un espacio que es al mismo tiempo casa de huéspedes, destino bíblico arqueológico y santuario espiritual a las orillas del Mar de Galilea.

Tierra Santa es, ante todo, un gran destino de turismo religioso. Según el ministerio de Turismo de Israel, hasta antes del inicio de la guerra de 2023 (y de la pandemia de 2020), se alcanzaron picos de hasta 5 millones de visitantes internacionales por año, de los cuales el 20% aseguró que su ingreso al país se debía a un peregrinaje espiritual o a un ‘tour’ basado en la fe.

En materia de credos, 1.5 millones de los turistas religiosos refirieron tener una identidad cristiana y el resto se reparte entre creyentes judíos y musulmanes.

El Centro Magdala y los Talleres de Oración por supuesto buscan captar e incentivar algo del inmenso volumen de turistas y peregrinos que año con año (incluso en situaciones tan adversas como la pandemia o los conflictos bélicos) llegan a estos destinos espirituales y trascendentales para las tres principales religiones monoteístas: cristianos, judíos y musulmanes.

Sin embargo, en palabras tanto de Reynoso como de Solana, la intención de sus servicios es que el turismo religioso sea oportunidad de una experiencia auténticamente transformadora. Y el documental refleja justo esa singularidad.

A la mitad del peregrinaje de estas mujeres a Tierra Santa para participar del taller de oración de Marian Reynoso junto al Centro Magdala en octubre de 2023, estalló el conflicto bélico entre Israel y Hamás.

Fue entonces que la producción audiovisual que se realizaba sobre los talleres, que seguía los recorridos turísticos-espirituales de las mujeres en Israel y que tenía sentido de registro y divulgación publicitaria se convirtió en un pequeño documental de espiritualidad, oración, confianza, abandono y resignificación del peregrinaje a los lugares sagrados de la fe.

El propio productor audiovisual, Ramiro Martínez, refiere en el documental: “Nos cayó de sorpresa que, en ese momento, estábamos en un país que empezaba a entrar en guerra”. A pesar de las comprensibles limitaciones técnicas, el filme refleja cómo cambió el panorama en el territorio usualmente acondicionado para comodidad de los turistas, tras las incursiones guerrilleras de Hamás y el despliegue de la masiva maquinaria bélica israelí.

Un cambio de ambiente que supuso afectaciones logísticas para las peregrinas y para los facilitadores de los servicios de acompañamiento. Sin embargo, esas nuevas condiciones, al mismo tiempo, ayudaron a profundizar la actitud espiritual de las participantes ante la adversidad.

Finalmente, el documental quizá involuntariamente refleja dos aspectos de reflexión relevantes para nuestra época: la revaloración de ciertas cualidades atribuidas tradicionalmente a la feminidad y la resolución entre la propiedad y la apropiación de la Tierra Santa.

Sobre el primero: El documental muestra aspectos poco valorados en nuestros días de la singularidad y autenticidad del genio femenino, cualidades que son verdaderas fortalezas ante la incertidumbre. Más allá de las fuerzas físicas, políticas o económicas, la feminidad muestra valor y carácter en el consuelo, el acompañamiento, en la cercanía y la confianza, en compartir la esperanza, en la expresión de amor incondicional, en el respeto y en el cuidado de lo que es bueno, justo y bello.

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Sobre lo segundo: El histórico conflicto sobre la propiedad de los territorios en los que se asientan los centros espirituales y religiosos de Tierra Santa, así como todas las estratagemas políticas y económicas que utiliza el poder para avasallarlos, dominarlos, robarlos y usufructuarlos, tienen una frontera simbólica de inevitable derrota: la fe de los creyentes y peregrinos.

Dentro de la identidad, conciencia y libertad religiosa de los fieles no hay dominio de ningún poder temporal; para ellos, Dios es el dueño de la tierra, de los hombres, del destino y de la salvación de lo que en su voluntad está predicho. Y así lo experimentaron las peregrinas del documental pues, cuando el mundo estalló en guerra, la auténtica paz se mantuvo en sus corazones.

*Director VCNoticias.com

@monroyfelipe

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Carta pastoral para un continente con miedo

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Europa se hunde vertiginosamente en el miedo y la incertidumbre; el sistema político que le dio brillo y relevancia global se agota, y la crisis se hace evidente porque los liderazgos ya no hablan con eufemismos. Y todos sabemos que, cuando escasea la creatividad, refulge la fuerza bruta; pero también crece la soberbia, la autorreferencialidad, la agresiva autopreservación y el desprecio por el extraño.

Sin embargo, un breve pero profético texto católico en castellano y euskera desde el Cantábrico oriental ofrece esperanza para un continente sumido en el miedo.

Hoy los líderes europeos ya no esconden su más claras ambiciones en sus discursos y emiten epítetos contra fuerzas ajenas que categorizan como amenazas: Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, quiere “ReArmar Europa” para reforzar militarmente al continente, invertir en armas y en defensa para “los tiempos peligrosos”; Emmanuel Macron, desembolsó la carta nuclear para ponerla en una aparente mesa de unidad europea; el aún canciller alemán Scholz habla sobre la “disuasión nuclear” pero también respalda lo que el canciller electo, Friedrich Merz, ya prometió: “aumentos masivos en gastos de defensa”.

Esto que declaran los líderes europeos confirma la máxima política: “El poder que se critica es el poder que no se tiene, pero que se desea”. El problema, sin embargo, es que la comunidad europea no sabe qué es lo que desea. El líder de la izquierda francesa, Jean-Luc Mélechon lo sintetiza así: “Europa, como nunca en la historia, está humillada”.

Es en este contexto en el que nace una singular carta pastoral titulada ‘El contraste paciente’ de los obispos del País Vasco y de la Provincia de Navarra en España; el documento parte de una importante autocrítica a las lecturas que desde la modernidad y la razón instrumental se hacen de la crisis antropológica y cultural contemporánea porque, aunque comparten la convicción de que “la herencia cristiana ha perdido capacidad para interpretar el presente y orientar el futuro” y constatan el fin de la alianza “entre el trono y el altar”, también advierten que la visión que reduce la complejidad de la misión cristiana a un mero enfrentamiento contra las fuerzas del mal, alimenta las guerras y la lógica de la confrontación. Recupero un fragmento iluminador:

“La mentalidad del ‘nosotros contra ellos’ se sustenta en una convicción fundamental: nuestro bando posee la razón y cuenta con la bendición divina para justificar el combate. Es una fe que se alimenta de la confrontación y que necesita caricaturizar al adversario y sostenerse en tensiones reales o imaginadas, en enfrentamientos sucesivos, algunos justificados o inevitables. Su núcleo es la certeza de que Dios –o la razón, o la verdad, o todo a la vez– está de nuestra parte y ello justifica combatir al adversario por cualquier medio… En esta perspectiva, pertenecer al bando divino debería garantizar la victoria” (26-29).

Los obispos recuerdan en este texto que la relación entre la comunidad creyente y el mundo, a lo largo de la historia y en diferentes contextos políticos y culturales, ha tenido que oscilar entre la denuncia que confronta y el testimonio que transforma; y, para el momento agudo de conflicto que vive Europa (aunque seguro aplica para otras realidades contemporáneas) es necesario un “testimonio paciente”.

El mensaje es profundamente contraintuitivo a las tensiones epocales que vivimos: es necesario trascender a los bandos, a veces con el silencio elocuente, procurando un testimonio coherente de vida, sin fomentar confrontaciones entre ‘justos’ e ‘injustos’, siempre buscando amar al enemigo y recordando que “en el llamado a la conversión, elverdadero enemigo lleva nuestro nombre”.

Los obispos comprenden que es más fácil simplificar, que no es sencillo cambiar de convicciones ni dejar el bando de quienes alimentan la confrontación; pero exhortan a dar un primer paso: a optar por los márgenes, a construir fraternidad desde la cercanía a los más vulnerables, integrando su voz y necesidades a la sociedad que los olvida, los desprecia y los instrumentaliza en sus narrativas bélicas en pos “del poder que se desea” y que los líderes políticos sienten que se les esfuma entre los dedos.

Como en otras crisis epocales, en el que los poderes buscan el dominio por vía de la guerra o la hegemonía; el testimonio humilde y paciente de los pueblos guarda un poder trascendente, transformador por vía de la paciencia y del habitus (prácticas y costumbres); son esos testimonios los que al final contrastan auténticamente con las sociedades construidas sobre el miedo, el resentimiento y la autopreservación. Ojalá a Europa le quede esa reserva de virtud y paciencia.

*Director VCNoticias.com @monroyfelipe

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Nada es gratis

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Por Antonio Maza Pereda

A veces la ciudadanía espera demasiado de los gobiernos. Partimos de un sofisma: que tenemos un gobierno rico. Y, por lo tanto, podemos seguir exigiendo cada vez más del Estado. Continuando el argumento, decimos que el ciudadano ya no puede dar más al gobierno. Claramente, no estamos dispuestos a contribuir en mayor medida. La realidad es que al gobierno no le alcanza para pagar lo que la sociedad le requiere. Aun en el supuesto caso de que se pudiera reducir la corrupción drásticamente. Lo cual requeriría mucho tiempo. Vamos a pensar en algunos temas que preocupan al ciudadano:

• Tenemos una educación deficiente. Las mediciones internacionales nos señalan que ocupamos un lugar muy bajo en las mediciones de la educación entre los diversos países. Si queremos mejorar nuestra capacidad educativa, hay que hacer un gran esfuerzo para capacitar a centenares de miles de profesores y mejorarles sus sueldos, para que no necesiten trabajos adicionales, sea en el sector educativo o en otros sectores, para poder cubrir sus gastos. Equipar las escuelas y mejorar sus instalaciones. Pagar a los profesores el tiempo fuera del aula, para que se actualicen, preparen sus clases, rediseñen y califiquen los exámenes, de modo que requieran al alumno pensar con mayor profundidad, en vez de tener evaluaciones por opción múltiple o similares, que requieren poco tiempo del maestro. Eso, en cuanto a gasto en dinero.

• Otros gastos: los padres y madres de familia deben gastar tiempo en colaborar con los profesores y supervisar la labor de sus hijos. Lo cual les reduciría su tiempo laboral, y disminuiría su ingreso, o acortaría su descanso, lo que les limitaría su productividad y, a mediano plazo, sus ingresos. Además, el gobierno debe pagar a especialistas en educación que diseñen y supervisen nuevos métodos de enseñanza. Y nada de eso es gratis.

• Otro ejemplo: el asunto de la seguridad ciudadana. Tenemos un número muy bajo de policías. Japón, uno de los países con más alto sentido cívico y respeto por el Estado de derecho, tiene 2.1 agentes por cada mil habitantes, mientras que, en México, donde no podemos presumir de respeto por la ley, tenemos solo 0.8 policías por cada mil habitantes, menos de la mitad por persona que en Japón. Eso, solamente en el número de elementos. Hay que considerar el equipamiento, entrenamiento e instalaciones de la policía, más su remuneración, que hace que cada agente pueda ser más eficaz. Y todo eso, por supuesto, cuesta. Al ciudadano le cuesta el tiempo y esfuerzo dedicado a denunciar las transgresiones a la ley y colaborar con los agentes del orden. Además del esfuerzo de vigilancia y auditoría ciudadana, que cuesta en tiempo y preparación del ciudadano. De nuevo, eso no es barato.

• El asunto de la salud: otro campo donde tenemos deficiencia. Hay un severo déficit de especialistas qué ha hecho que, en ocasiones, se inauguren hospitales y después no se puedan operar por no tener el personal necesario. Poner al día la infraestructura es un tema recurrente. El costo de medicamentos más avanzados, que todavía no se usan en México, es otra área. Otros aspectos como la logística de abastecimiento, el personal de apoyo de enfermería y mantenimiento de las instalaciones, deficiente en muchos casos, hacen que no haya una actividad eficaz. Además de la programación de cirugías que, en ocasiones, es excesivamente tardada. Por otro lado, es necesario que la población contribuya con hábitos de higiene, prevención de las enfermedades y apego a los tratamientos, para que la labor del médico pueda ser eficaz.

Se podría continuar con más ejemplos. Todos ellos tienen algo en común: nada es gratis. Todo va a costar en términos de recursos gubernamentales y también en esfuerzo de la población. Si, como ciudadanos, no estamos conscientes de esto, nos vamos a encontrar con que no hay recursos suficientes para dar atención mínima a la población. Desgraciadamente, es muy difícil que se mejore la situación en estos y otros temas sin una reforma fiscal y un cambio de fondo en la actuación de los gobiernos, apoyada por una participación mucho más activa de los ciudadanos.

Curiosamente, como lo vimos en las campañas electorales recientes, ninguno de los candidatos quiso tratar el asunto de que el gobierno requiere de mayores recursos, tanto en dinero como en apoyo ciudadano. Por un lado, los políticos no quieren dar un papel más importante a la ciudadanía, más allá de su participación con el voto. Por el otro, ninguno se arriesga a volverse impopular al dejar claro el hecho de que se necesitan, y se seguirán necesitando, mayores recursos.

Ustedes y yo, ciudadanos, ¿estamos dispuestos a tomar la iniciativa de exigir más, pero también estar dispuestos a dar más? ¿Estamos preparados para pasar de una actitud de adolescente, que siempre está dispuesto a pedir algo más, pero poco dispuesto a tomar sus responsabilidades, para pasar a una actitud de adultos? Claramente, estamos en el momento de hacernos responsables, en mucha mayor medida, de las necesidades de nuestro país. Si no estamos dispuestos a hacerlo, no tendremos derecho a quejarnos.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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