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Políticas públicas para la paz

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Por Antonio Maza Pereda

El pasado 11 de marzo, como se comentó en estas líneas, hubo una reunión de obispos, miembros de la orden jesuita, religiosos y religiosas, así como seglares católicos organizados, junto con la prensa y una gran variedad de invitados. Reunión diseñada para recibir a los candidatos a la presidencia de México. En el evento se le pidió su adhesión a un programa para lograr la mejora de la paz en nuestro país. A los candidatos se les entregó con anticipación un diagnóstico y un amplio documento titulado: Compromiso por la paz, estrategias de políticas públicas para la paz. El diagnóstico se creó por los asistentes a una gran cantidad de foros sobre el tema, con más de veinte mil participantes, y el documento que en este artículo se comenta, fue elaborado por cincuenta expertos. Ahí se presentan ciento diecisiete estrategias de políticas públicas sobre la cuestión.

Es un documento valioso. Para el ciudadano normal, requiere de amplia difusión, debate y, posiblemente, habrá que aceptar que pudiera haber algunas ideas para enriquecer su contenido. Un buen trabajo, ciertamente esperanzador, que habrá que cuidar y vigilarlo, si es que queremos dejar a nuestros hijos una situación de paz sostenible.

De un análisis somero, cómo puede hacer un ciudadano común, se ve que se proponen algunas políticas de corto plazo, entendiendo por ello las que se cumplirían en un plazo de dos años. La mayoría de las propuestas son de mediano plazo, que se cumplirían dentro de un sexenio o de largo plazo, que requieren dos sexenios o más. Y un número interesante de planteamientos son de muy largo plazo, sobre todo aquellos que requieren de un cambio cultural de fondo, por ejemplo: lograr un Estado de derecho, o construir confianza entre ciudadanos y las fuerzas del orden. Cambios que podrían llegar a requerir, en algunos lugares, hasta una generación.

Para esas políticas de largo y mediano plazo deberían diseñarse logros de corto plazo, que puedan mantener el entusiasmo de la población en un asunto tan importante como este. A esta altura del asunto, no hay todavía un programa con tiempos, metas e indicadores de desempeño. Eso debería ser la primera actividad, una vez que se haya definido la sucesión presidencial y estas propuestas, esperamos, se hayan convertido en políticas.

Algo importante y realmente básico es que para varias de las estrategias se recomienda la participación ciudadana y de organizaciones intermedias no gubernamentales. Este es un punto fundamental. Si se pretende tener este tipo de apoyo en los tres niveles de gobierno, es bastante claro que un número muy importante de ciudadanos se requerirán, para hacer una vigilancia efectiva del cumplimiento de estas políticas. Además, habrá que considerar que se requeriría su capacitación, el apoyo para evitar que puedan ser violentados y, de manera considerable, dar soporte a estos organismos ciudadanos, de manera que no puedan ser cooptados por los partidos políticos o por la delincuencia.

Claramente, se necesita discutir y debatir a fondo estos planteamientos. La firma de los documentos no es una garantía suficiente para asegurar su cumplimiento. Y también es cierto que estas propuestas para la reconstrucción de la paz deberían considerarse como una obra en proceso. Tener en cuenta que este ha sido un esfuerzo titánico, pero que requiere todavía mucha clarificación. Sobre todo, establecer con precisión, hasta donde sea posible, cuál es la secuencia para su implementación, cuáles serían los indicadores de gestión que permitan saber si se está avanzando y poder intervenir a tiempo si la ejecución se está estancando. Así como establecer las prioridades que, casi con total certeza, dependerán de la disponibilidad de los recursos que, en este momento del proceso, aún no se han definido. Pero que seguramente serán cuantiosos. Habrá que ver cuál será el origen de estos recursos.

Probablemente, lo más importante de este punto es el hecho de que diferentes miembros de la sociedad civil han dado un paso al frente y se están haciendo responsables de participar activamente en el diseño de soluciones para un problema tan grave como este. Esto es algo único. Generalmente, la ciudadanía se ha limitado a señalar deficiencias, esperando de los políticos que ofrezcan soluciones. Un largo período de inoperancia de la clase política para contener el crecimiento de la violencia ha hecho que la ciudadanía ya no confíe en que ofrecerán diagnósticos y políticas suficientes.

Y no es que la violencia sea algo nuevo. Hay quienes dicen que el problema viene de los tres sexenios anteriores, pero claramente en nuestro país ha habido este problema desde mucho antes. Ya en 1909, se publicó en la prensa de los Estados Unidos una colección de artículos titulada “México Bárbaro”, donde se pintaba crudamente este tema en nuestro país. Ensañamiento que se ha incrementado por el desarrollo de armamento mucho más letal y el crecimiento importante de la venta de este. Ya en los finales del siglo XX, el gobernador de uno de los estados con mayor criminalidad en ese tiempo, dijo públicamente: “El problema no es la delincuencia organizada, sino la delincuencia desorganizada”. Con lo cual estaba haciendo referencia al hecho de que había una relación entre la policía judicial y los delincuentes, con lo cual se les establecían límites y territorios a cambio de no hacerles un combate frontal.

La crudeza del asunto lleva a la sociedad civil a dar un paso al frente. Y no es que sea el único tema. Problemas como la salud, la corrupción y la educación son probablemente tanto o más importantes que el asunto de la violencia y seguramente su solución contribuiría a la reducción de esta. Esos asuntos, siendo tan relevantes, no tienen un efecto tan agudo sobre el ánimo de la población. La solución de estos podría requerir seguir un proceso similar: diagnóstico y propuesta de políticas, así como el seguimiento social a su implementación.

Claramente, la clase política nos queda a deber. Ya no bastan declaraciones, descalificaciones y mecanismos similares para paliar el descontento de partes importantes, probablemente mayoritarias de la ciudadanía. La política es demasiado significativa para que sea el monopolio de los políticos. En esta situación de la paz, la ciudadanía está dando un paso al frente. Ojalá sea el primero en muchos de otros asuntos de los que adolece nuestra sociedad.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx



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La Seguridad en Sonora: Tejido Complejo de Soluciones Resilientes

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En Sonora, hablar de seguridad pública es adentrarse en un ecosistema de factores interconectados, donde cada acción y cada decisión impactan profundamente la vida de la comunidad. La seguridad no se define solo por la presencia de cuerpos policiales o medidas de fuerza; se encuentra enraizada en un entramado social que se ve afectado por la falta de oportunidades, el rezago en infraestructura y una ubicación geográfica compleja que amplifica los desafíos. Estos elementos crean un entorno de tensiones y carencias que no pueden resolverse únicamente con enfoques de control, sino que exigen soluciones que profundicen en las causas sociales, fomenten valores esenciales y fortalezcan la economía desde el individuo hacia la comunidad.

La resiliencia comunitaria, entendida como la capacidad de una sociedad para adaptarse, resistir y recuperarse ante adversidades, se convierte aquí en el pilar fundamental. Construir un Sonora seguro requiere la activación y el empoderamiento de los ciudadanos, promoviendo una participación donde cada persona, familia y sector asuma un rol en la creación de paz social. Este proceso debe sustentarse en valores sólidos y en la responsabilidad compartida, donde la prevención y la cohesión social sean las fuerzas que lleven a la autosuficiencia de las comunidades.

Los patronatos de policía representan una dimensión de compromiso y participación que va más allá de la vigilancia; son espacios donde la ciudadanía y las instituciones trabajan juntas para cultivar una cultura de respeto, responsabilidad y protección mutua. Aquí, la educación y el trabajo colaborativo emergen como herramientas esenciales. Pero esta reconfiguración del sistema no puede sostenerse sin una integración de todos los factores clave: el empleo digno, los valores familiares, la educación integral, la seguridad patrimonial y el cuidado del medio ambiente. Estos son los cimientos sobre los cuales se debe edificar una región capaz de hacer frente a los desafíos de seguridad.

El concepto de cubo de la resiliencia de tomarse en seis pilares interdependientes: identificar, proponer, actuar, prevenir, mitigar y analizar. Debe tratarse como lo que es, un fenómeno perturbador socio organizativo, es decir con la visión de la gestión integral de riesgos de desastres. Esta estructura reconoce que cada elemento es parte de un sistema mayor, donde nada funciona de manera aislada y cada pieza sostiene a las demás. No basta una sola iniciativa; todos los componentes deben articularse para generar el impacto necesario. En esta visión integral, el trabajo digno y el ingreso estable son cruciales para combatir la vulnerabilidad económica, mientras que los valores, cultivados en el hogar y reforzados en la comunidad, funcionan como un escudo social que previene la desintegración.

La educación debe ser la plataforma que permita a cada ciudadano desarrollar una conciencia activa sobre su entorno, mientras que la seguridad patrimonial protege el esfuerzo de las familias y asegura que su bienestar no sea vulnerado. Y en el centro de todo, el medio ambiente necesita ser protegido y revitalizado, ya que es el marco en el cual toda esta dinámica social y económica se desenvuelve. Este enfoque sistémico de seguridad busca reequilibrar las dinámicas de poder en las comunidades, reduciendo la dependencia económica y alejando las amenazas que genera el crimen.

En última instancia, enfrentar los problemas de seguridad en Sonora implica redefinir el mismo concepto de paz. Este objetivo demanda la participación activa de cada sector: desde los ciudadanos y sus familias, hasta los líderes empresariales y las instituciones educativas. La paz, entendida como un producto del compromiso compartido, no es algo que se otorgue desde afuera, sino que se construye desde adentro, a partir de una red de valores y principios compartidos. Solo así, con cada actor cumpliendo su rol y aportando su esfuerzo, se podrá ver emerger un Sonora fuerte, resiliente y próspero, donde el desarrollo económico y la paz social sean los pilares de un bienestar que perdure y se transmita a las futuras generaciones.

Este esfuerzo conjunto se parece al vuelo coordinado de las aves en una migración: una sola golondrina no hace verano, pero el movimiento armonioso de todas puede transformar el paisaje. Así, Sonora será un reflejo de una sociedad cohesionada, donde el trabajo, los valores, la educación, el cuidado del entorno y el compromiso compartido crean un entorno seguro y esperanzador para todos sus habitantes.

Mtro. Guillermo Moreno Ríos
Ingeniero civil, académico, editor y especialista en Gestión Integral de Riesgos y Seguros. Creador de Memovember, Cubo de la Resiliencia y Promotor del Bambú.
incide.guillermo@gmail.com

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Triunfa Trump

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Triunfa Donald Trump en su campaña para volver a ser presidente de los Estados Unidos. Logra el resultado de lujo que él quería tener. Ahora es, no solo presidente de los EE. UU. sino que tiene, además, mayoría en ambas cámaras del Congreso, sin contar con que ya en su gestión anterior había nombrado a varios jueces de la Suprema Corte. Con lo cual, él se encuentra en una situación donde no tiene prácticamente contrapesos que le puedan impedir cumplir todas sus promesas de campaña.

A nivel mundial, algunas consecuencias que se pueden esperar son: un freno importante a los esfuerzos para reducir el calentamiento global. Por otro lado, el remedio a los daños que se le están haciendo a la ecología, no va a ocurrir de manera rápida, de manera que vale la pena empezar lo antes posible a reducir esos impactos. Contrariamente a lo que propone Trump.

Habrá efectos importantes para las alianzas de los Estados Unidos, sobre todo con la Organización de Tratado del Atlántico Norte, (OTAN), a la cual propone el señor Trump dejar con muy pocos fondos para su operación. Lo cual debilitará o impedirá el apoyo a Ucrania, que ya estaba teniendo resultados importantes en su defensa frente a Rusia. Pero no solo es el caso de Ucrania: están en riesgo la situación de Taiwán, que ha sufrido algunos intentos de amendrentarlos por parte de China, la situación de Corea del Sur y, por supuesto, los aspectos que tienen que ver con el apoyo a Israel.

Esto, por otro lado, también tiene consecuencias para la industria del armamento, que realmente ha sido la beneficiaria de muchos de esos apoyos de los Estados Unidos a sus aliados estratégicos, tanto en el tema nuclear como en el tema del armamento tradicional.

A nivel de los Estados Unidos, se reducirán los frenos que se ha dado al armamentismo de la población civil. Se dice que en Estados Unidos hay mayor número de armas en manos de civiles, que de habitantes. Y buena parte de esas armas terminan en manos de los traficantes de drogas en México y de otros países. Lo cual hace más difícil el control de dichas mafias que ha propuesto el presidente Trump y que le está exigiendo al Gobierno de México.

A otros niveles, se propone un proteccionismo interno, y la expulsión de inmigrantes, lo cual tiene resultados difíciles de medir. Entre estas consecuencias, su propuesta causará un problema de crecimiento económico. Ciertamente, es creíble que, al tener menor importación, la industria local va a crecer. Pero también es un hecho que los acuerdos y las inversiones requeridos, no ocurren de manera inmediata. De modo que sí habría dificultades por ese freno a la economía.

Si se cumple con la expulsión que se ha prometido de muchos millones de inmigrantes ilegales, habrá, en consecuencia, un aumento importante en el costo de los alimentos. Porque una buena parte de esos inmigrantes se dedican a labores del campo, que ahora no son absorbidos por la población local y a los que habría que pagar salarios sustancialmente mayores que a los inmigrantes ilegales.

En cuanto a México, claramente tenemos dificultades con varios de los ofrecimientos que hace el señor Trump. La expulsión de un número importante de mexicanos traerá consecuencias inmediatas con las remesas, que es una de las fuentes de ingreso más importantes que tiene en este momento el país. Porque, generalmente, los que hacen estas remesas son, precisamente, los inmigrantes ilegales que le están mandando fondos a sus familias que están viviendo todavía en México. Aquellos que ya tienen una situación legal, tienen la posibilidad de tener con ellos a su familia y por lo tanto no tienen necesidad de enviar remesas.

Por otro lado, tenemos que temer y esperar una reducción fuerte en las exportaciones mexicanas, porque Trump ha ofrecido reducirlas. Se exigirán medidas al gobierno mexicano muy difíciles de cumplir. Por ejemplo, reducir la exportación de drogas a cambio de no recibir castigos en la reducción de ingresos por exportaciones. Igualmente, es difícil tener rápidamente una reducción de la inmigración ilegal. Si los EE.UU., con su potencial económico, no ha logrado evitar esa inmigración, no es creíble que México, con una capacidad económica mucho menor, pueda lograrlo.

Además, lo que propone el señor Trump es la muerte del famoso concepto de Next Shore. En los noventa se crea el concepto de Off Shore, que quería decir una maquila en países lejanos los Estados Unidos. Después, recientemente, se creó el concepto de Next Shore: seguir maquilando partes importantes de la producción de Estados Unidos, pero en países cercanos, para reducir costos de supervisión y de logística. La propuesta de Trump podría llamarse el No Shore, o sea, no tener producción basada en maquila fuera los EE. UU. Esta, que es una de las grandes esperanzas que tiene México, casi seguramente no ocurrirá.

La idea de Trump es que México puede evitar fácilmente la emigración. Pero, si se expulsan a gran una cantidad de inmigrantes mexicanos, y se colocan castigos a las exportaciones de los productos mexicanos, van a bajar los ingresos del país, habrá mayor pobreza y, por lo tanto, habrá mayor incentivo para emigrar. Las medidas propuestas por la administración Trump, tendrían un efecto contraproducente. Y por supuesto, para poder evitar realmente la emigración, sólo podría hacerse en un plazo corto mediante olvidar el respeto a los derechos humanos de quienes quieren emigrar.

Las consecuencias de largo plazo son muy difíciles de evaluar. Ya tenemos dificultades para sostener un sistema democrático. Un problema que, además, no es solamente mexicano: está ocurriendo en muchos otros países. A largo plazo, la solución para el mundo entero, es un cambio en la política. El sistema de partidos, que es la base del modelo de democracia que hemos intentado en muchos países, está prácticamente agotado. El problema fundamental hoy en día es: ¿cómo lograrán los países que están intentando tener una democracia plena, tener los ingresos suficientes para poder sostener su situación frente a estas condiciones durísimas que está proponiendo el nuevo gobierno de los Estados Unidos de América?

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Consejo INCIDE: 25 Años de Compromiso, Liderazgo y Futuro

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El Consejo Integrador de la Construcción, la Industria y el Desarrollo, INCIDE, A.C. (INCIDE), nació en 1999 como una iniciativa gremial en el sector de la construcción, que o rápidamente se transformó en un motor de cambio y crecimiento para Sonora. Lo que comenzó como una revista especializada para conectar a los actores del sector, evolucionó hacia una organización de gran trascendencia regional, impulsando el desarrollo integral de la infraestructura, la sostenibilidad y la resiliencia en el noroeste de México.

Los Primeros Años: Desafíos y Oportunidades

Los primeros años fueron un periodo de consolidación y búsqueda de relevancia en el sector. Un hito importante fue la crisis del agua en Hermosillo de 1997 a 2003, que se convirtió en uno de los principales desafíos a los que INCIDE respondió activamente. Con el impulso gubernamental del proyecto de la planta desalinizadora, una solución innovadora que enfrentó obstáculos políticos, INCIDE demostró su capacidad para asumir un papel social más proactivo. Pasó de ser un medio de comunicación gremial a un órgano consultivo y de proposición, generando soluciones integrales para los problemas del entorno.

Expansión y Diversificación (2001-2006)

En ese periodo INCIDE consolidó su estructura y amplió su misión, posicionándose como un referente en construcción, urbanismo y resiliencia. La creación de un consejo formal, compuesto por líderes del sector privado, académico y gubernamental, permitió diversificar sus actividades y reforzar su influencia en el diseño de políticas públicas. Fueron los inicios donde INCIDE también integró a más de 300 jóvenes estudiantes en programas de servicio social y prácticas profesionales, impulsando una nueva generación de profesionistas comprometidos con el desarrollo de Sonora.

El Periodo de Mayor Impacto (2006-2011)

Entre 2006 y 2011, INCIDE consolidó su rol como un organismo clave para el desarrollo de Sonora. En esta etapa, se extendió su influencia a diversas áreas de la gestión pública y privada. Uno de los mayores logros fue la creación del programa “Mayor Infraestructura Local”, que permitió a INCIDE trabajar directamente con pequeñas y medianas comunidades para desarrollar proyectos que mejoraran la infraestructura y la calidad de vida. Este programa tuvo un fuerte impacto económico y social, atrajo más de 360 millones de pesos en recursos y benefició a más de 57 municipios, convirtiéndose en finalista en Iniciativa México.

Innovación y Formación Profesional

INCIDE ha apostado por la capacitación y formación profesional como uno de sus pilares fundamentales. Por ello fortalece su enfoque al formalizar la creación del primer colegio de profesionistas multidisciplinario. INCIDE también ha sido pionero en la profesionalización de la protección civil en el país, así como la virtualización de cursos y eventos internacionales, como el Foro Juvenil de Ingeniería y Resiliencia en 2020, que reunió a miles de participantes de toda Latinoamérica, durante la pandemia.

Resiliencia, Sostenibilidad y Colaboración

Uno de los principios fundamentales de INCIDE es su compromiso con la resiliencia, entendida como la capacidad de las comunidades para enfrentar y superar situaciones adversas, desarrollando su propio modelo a través de un enfoque integral y cúbico, jugando un papel crucial en la creación de políticas públicas. Entre sus logros más destacados está la creación de la Alianza por la Cultura de la Resiliencia antesala de la Asociación Nacional de Profesionales en Resiliencia (ANPROGERI), lo que le ha permitido ser líder en la gestión de riesgos y desastres.

El Futuro de Sonora y de INCIDE

En 2024, al celebrar su 25 aniversario, INCIDE reafirma su papel como actor fundamental en el desarrollo de Sonora y el noroeste de México. Nuevos desafíos conjuntos se presentan, como la inseguridad, la escasez de agua, la dependencia de la minería, la falta de mano de obra calificada, la contaminación y la insuficiencia de infraestructura. Sin embargo, INCIDE está preparado para enfrentarlos con modelos disruptivos e integrales, como el uso del bambú, que promete convertirse en el “acero verde” que Sonora necesita.

Te invitamos a unirte a nosotros el 14 de noviembre en Los Lagos para hablar sobre la resiliencia que Sonora requiere y continuar trabajando juntos hacia un futuro más sostenible y próspero.

Mtro. Guillermo Moreno Ríos
Ingeniero civil, académico, editor y especialista en Gestión Integral de Riesgos y Seguros. Creador de Memovember, Cubo de la Resiliencia y Promotor del Bambú.
incide.guillermo@gmail.com

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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La difícil paz

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Dentro de las primeras semanas del nuevo gobierno de la presidenta Sheinbaum, nos encontramos que la percepción de la paz no mejora. Han crecido los crímenes de alto impacto: asesinatos de alcaldes, intento de asesinato de una diputada federal, los hechos en Sinaloa, que aparentemente no tienen fin y carros bomba además del asesinato de un sacerdote.

Parecería que la paz se aleja, a pesar de anuncios de nuevos esfuerzos por lograrla. Es de esperarse, por otro lado, que cuando empieza una nueva administración, ciertos grupos de poder o que pretenden influir en el poder, tienen la idea de que “hay que tomarles la medida a los nuevos gobernantes”. Y para ello, desarrollan actos para probar la resolución de la presidenta, su fortaleza, qué tanto puede lograr, qué se puede esperar de esta nueva gobernante. Y no tendría nada de raro que esto se repita. La cuestión es: ¿cómo reaccionará esta nueva administración, ante estos embates?

¿Cómo podemos construir una paz aceptable para nuestra Sociedad? Por supuesto, esto requiere de varias cosas. Se ha anunciado un proceso estratégico para el desarrollo de la paz. Pero se ha centrado, sobre todo, en el aspecto de la seguridad, que no necesariamente es lo mismo. Aquí la pregunta sería: ¿a qué le estamos llamando paz?

Más allá de los discursos, de las definiciones, hemos tratado de medir la seguridad con la ausencia de homicidios dolosos, lo cual no es lo único a lograr, porque hay otros tipos de ataques a la seguridad de la población que no tienen que ver necesariamente con los homicidios. Por ejemplo: los asaltos, las violaciones, las extorsiones y otros ataques que tienen un alto impacto sobre la población. Por ahí tendríamos que partir. ¿Cuál es el concepto de paz? ¿Y de qué manera podemos asegurarnos de que efectivamente se está mejorando?

Habría que tener claridad en otro aspecto: diseñar objetivos estratégicos. Pero, desgraciadamente, en todos los campos, no solamente en el de lo político, sino también en el de las organizaciones, en el de lo empresarial o de lo económico, se confunde el concepto de objetivo estratégico.

Los objetivos estratégicos son aquellos que son sistémicos y de largo plazo. Al hablar de los objetivos para la paz, lo sistémico es lo que abarca todos los aspectos que conciernen a la Sociedad. Tendríamos que hablar, no de hechos aislados de paz, sino de un sistema de paz. Y que esto, además, sea sostenible a largo plazo.

No quiere decir esto que no pueda haber en el sistema otro tipo de objetivos. De hecho, además de los objetivos estratégicos, es importante que existan también objetivos tácticos. Es muy necesario tener buenos objetivos tácticos, porque lo estratégico se lleva a cabo a través de una variedad de tácticas. La diferencia es que, esos objetivos tácticos, suelen ser de corto plazo y no necesariamente sistémicos, sino parciales. Necesitamos resultados, buenos resultados de largo plazo. La suma de logros de corto plazo, va construyendo el largo plazo y, muy importantemente, genera impulso y entusiasmo para sostener el esfuerzo.

Pensando en este diseño de una paz, alcanzable y suficiente para que sea aceptable para la población, tenemos que pensar en tener indicadores precisos de que tanto nos estamos acercando a tener una paz como la que deseamos. ¿Qué tan cerca estamos de ella? ¿Qué tanto hemos avanzado? Esto no es nada simple. Es algo importante, algo que tiene que diseñarse con sumo cuidado.

Vamos a pensar en algunos de ellos y estoy seguro de que debería haber otros más. Hay que empezar por decir, como ya se comentó anteriormente, ¿a qué le llamamos paz? Porque la paz va más allá de la reducción de la criminalidad. Ya se ha comentado en estas páginas que a veces se puede tener reducción del crimen a cambio de una falta de libertad, de participación ciudadana. Tener sometida a una minoría a quien se le impide manifestarse, podría parecer cierta clase de paz. Pero no, la paz no es únicamente la ausencia de crimen. Algún clásico decía que la paz es la tranquilidad en el orden. Tranquilidad, ciertamente, pero dentro de un orden como el que la Sociedad requiere, lo que necesitamos para realizarnos como seres humanos.

Tal vez uno de los indicadores más importantes sería cuál es el nivel de confianza que se tiene en el Gobierno, en particular en el manejo de la seguridad y el combate al crimen. ¿Realmente podemos hablar de que, en este país, la población tiene confianza en que el Gobierno está haciendo todo lo posible para que el crimen no crezca? ¿Verdaderamente, se avanza para que la paz esté cada día más cerca?

Otros indicadores parciales: podría medirse cuál es el número de crímenes o de ataques a la paz que ocurren y que producen una acción judicial. Hay quien dice que en México se denuncian menos de la décima parte de los crímenes cometidos, lo cual es muy dudoso. Por definición, si no hay denuncias, es muy difícil decir cuántos delitos ocurren. Pero supongamos que sea cierto. Es una cantidad extraordinariamente pequeña. Luego, de estas que verdaderamente se denuncian, ¿cuántas generan investigaciones que puedan ser llevadas ante un tribunal? Y de estas, ¿cuántas se convierten en una sentencia?

También se dice, y otra vez, es muy dudoso que, por cada diez denuncias, solamente una produce un dictamen, absolutorio o condenatorio. Algo bien importante, que deberíamos poder medir. Otro indicador significativo: ¿cuánto tiempo pasa desde que se da una denuncia hasta que exista una sentencia? No es raro que haya personas que están en la cárcel por un tiempo extraordinariamente largo, en espera de que reciban una absolución o condena. Esa rapidez de los procesos, lo que se llama una justicia pronta y expedita, es algo que se puede medir con bastante facilidad.

Por otro lado, ¿qué tan importante es la participación ciudadana en la construcción de la paz? No solamente que tantas denuncias se hacen sino, también, en qué se participa, qué mejoras propone la población. Realmente, deberíamos estar esperando que la ciudadanía haga su parte. Que recomiende soluciones creativas. Que las innovaciones no vengan únicamente de los partidos políticos, de la clase política, sino de la ciudadanía en pleno. Que todos sugieran ideas para mejorar nuestra situación.

¿Qué tanta libertad siente la ciudadanía para poder recomendar ideas en este aspecto? Parece que el ciudadano no se siente en la libertad de participar, sea por comodidad o por temor. ¿Comunicamos a nuestros gobernantes si estamos aceptando la paz que estamos recibiendo? ¿Estamos contentos con sus resultados?

Tendríamos que considerar de quienes deben venir las propuestas para esta construcción de la paz. No únicamente de los partidos, no solamente de la prensa, no nada más de los medios de comunicación sociales. Hay que lograr que diferentes grupos de la sociedad, sociedades intermedias e individuos, participen en este asunto. Algo, tan importante, que no podemos dejar únicamente al Gobierno y a sus funcionarios.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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