Gerardo Medina Romero
Algunas industrias han muerto pero otras están naciendo
El Mundo Interno de las Organizaciones
Las empresas nacen con el propósito de satisfacer una necesidad en su entorno a través de la oferta de productos y/o servicios con determinadas características. A lo largo del tiempo, las necesidades van cambiando y las empresas deben evolucionar su oferta para adaptarla al mercado.
Si bien algunos productos y servicios pueden cambiar y mantenerse más tiempo en el mercado, otros terminan por desaparecer al no tener ya hacia dónde evolucionar, ni necesidades que satisfacer.
El problema es cuando la empresa no es capaz de innovar su oferta a la par de la evolución del entorno y termina no solo por descontinuar un producto o servicio, sino cerrando y desapareciendo.
En esta evolución constante de la humanidad, también llega el momento en que no solo una empresa tiene que cerrar sus puertas sino que toda una industria se encuentra ante un mundo que ya no requiere ni de sus productos o servicios, por lo cual la industria o sector industrial termina por desaparecer.
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Así es la ley de la vida y de la evolución; por supuesto que las empresas no están exentas. Sin embargo, generalmente había sucedido de manera paulatina, dando oportunidad para que algunas empresas cambiaran de giro y entraran a otras industrias y así lograr sobrevivir.
Ante los cambios profundos que ha sufrido el mundo a raíz de la pandemia, las necesidades se han modificado de un año al otro de manera dramática, aunque algunos todavía piensan que es algo temporal. La realidad es que los cambios son permanentes y en mi opinión –como lo comenté la semana anterior– debemos reconocer de una vez que no solo algunas empresas sino algunas industrias han muerto ya, aún y cuando sigan operando.
Lo primero que tienes que hacer es reconocer que el mundo ya cambió y no dará marcha atrás aún y cuando se logre la inmunidad ante el covid19. Las cosas no volverán a ser como antes.
Ya comentaba el caso de los ecosistemas alrededor de las zonas de oficinas corporativas y toda la economía que giraba a su alrededor que, en mi opinión, ya desapareció para no regresar. Todas las empresas que daban servicios corporativos — inmobiliarias, seguridad privada, limpieza, mensajería, transporte, alimentos y todos los negocios aledaños– deberán entender que el mundo cambió y tratar de encontrar un nuevo enfoque para sus negocios o reconocer entonces que todo se acabó.
Aferrarse a algo, por muchos años que nos haya costado construirlo, no tiene sentido.
Pero, así como algunas industrias están viviendo sus últimos meses de vida, muchas otras están naciendo o por nacer en el mismo período. Si analizamos con detenimiento la nueva realidad e identificamos en ella las nuevas necesidades en el corto plazo, podremos encontrar también nuevas oportunidades para reenfocar nuestros esfuerzos.
La gente trabajará desde casa la mayor parte del tiempo. Entonces, ¿qué nuevas necesidades tendrán de productos y servicios? Los empleadores se han dado cuenta de que ya no importa dónde trabaja el talento y, por lo tanto, el mercado laboral se abre no solo a nivel nacional sino incluso a nivel mundial. Hay que preguntarse: ¿Qué nuevos productos y servicios van a necesitar esas empresas para reclutar y gestionar personal en cualquier parte del mundo?
La manera de interactuar entre compañeros de trabajo ha cambiado: ¿Qué nuevos mecanismos tendrán las personas para satisfacer sus necesidades sociales? Y así, podríamos seguir identificando cambios en el entorno, producto de las nuevas necesidades, con lo cual se requerirán de la oferta de productos y servicios nuevos, que alguien tiene que satisfacer.
Si tienes la suerte de continuar en tu trabajo actual, no importa la industria en la que te desarrolles, debes identificar lo antes posible el impacto del cambio que ha sufrido. Algunas deberán cambiar menos, otras radicalmente y algunas reconocer que fue todo. Identifica los cambios que debes implementar y prepárate para esta nueva realidad; haz los cambios necesarios en tu trabajo y/o en tu empresa, o identifica alguna oportunidad nueva y enfócate con todo para ser de los pioneros de esas nuevas industrias que están naciendo.
Vivamos el duelo del mundo organizacional tal como lo conocíamos y reconozcamos los nuevos paradigmas sobre los que construiremos el nuevo. Algunas industrias morirán, sí, pero muchas otras están naciendo y seguramente necesitarán de tu talento, experiencia, creatividad y energía para crecer.
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Gerardo Medina Romero
¿Resultados o clima laboral?, he ahí el dilema
El Mundo Interno de las Organizaciones
Por: Gerardo Medina Romero
Recientemente conversé con algunos colegas y clientes sobre un tema que hoy es muy común en algunas de las empresas en las que trabajamos: la disyuntiva de apostar por lograr resultados de negocio aún y cuando se tenga que sacrificar el clima laboral.
Me he topado con algunas empresas que manifiestan que, durante los últimos años, han logrado resultados increíbles con crecimientos récord en cuanto a ventas y rentabilidad; sin embargo, reconocen también que el clima laboral que viven en sus empresas no es para nada el mejor e incluso que se ha ido deteriorando. Ante esta situación, los responsables de capital humano se preguntan cómo poder justificar una inversión o esfuerzos para mejorar el clima laboral, si “aparentemente” el tener al personal descontento no influye de manera negativa en su desempeño, sino al contrario. Pareciera que los trabajadores en México dan mejores resultados y son más comprometidos trabajando en empresas con culturas laborales de alta presión, con un estilo de liderazgo más coercitivo y basado en el miedo para exigir más y mejores resultados al personal.
En mi opinión, para tener resultados de negocio extraordinarios se requiere que la gente trabaje con el mejor clima laboral posible. Lo que vemos hoy en día es en realidad un espejismo muy engañoso.
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Me explico:
Con base en lo que he observado a lo largo de mi carrera profesional, cuando aceptamos trabajar en empresas con condiciones difíciles y aun así hacemos nuestro máximo esfuerzo, es por nuestra misma cultura como mexicanos, donde históricamente hemos sido un pueblo sumiso, manipulable y acostumbrados a actuar más por miedo que por motivación. Aunque algunos hayamos tenido la oportunidad de contar con un nivel de estudios y de educación más alto que la media, seguimos cargando en nuestro ADN cierto grado de sumisión porque eso es lo que quizá aprendimos de nuestros abuelos.
También estoy convencido de que hoy específicamente influye la coyuntura mundial que hemos vivido derivado de la pandemia del COVID-19 en este último año, en donde muchas empresas han tenido que hacer reducciones importantes en sus plantillas, y la oferta de empleo en México se ha reducido de manera importante, según cifras oficiales. Creo que la gente decide esforzarse el doble y soportar ritmos de trabajo más pesados por un tema de seguridad laboral, pero que una vez que las cosas se estabilicen, van a sacar esas facturas que tienen guardadas y las van a cobrar todas en una sola exhibición, moviéndose a otras empresas en la primera oportunidad que tengan.
Es aquí donde se puede explicar cómo una empresa ha incrementado sus resultados de negocio y al mismo tiempo descuidado su clima laboral. Al final esta situación no será sostenible, aún y en culturas como las de México, donde el nivel de aceptación y sumisión del trabajador hacia su patrón puede ser algo tan arraigado.
Pienso que las empresas que se ven beneficiadas en sus indicadores de negocio por toda esta situación, son las que con mayor razón deben buscar la manera de compartir parte de esas ganancias con sus empleados y retribuirlos con mejoras en aquellos aspectos internos que les afectan más, o en aquellos que puedan incrementar el sentido de pertenencia del personal y sanar de alguna u otra manera ese sacrificio que la gente ha hecho no tanto por la empresa, sino por mantener una estabilidad individual y familiar.
Lo deben hacer cuanto antes y no esperar a que todas esas facturas que se ha guardado el personal clave comiencen a cobrarse. Es hoy el momento justo en el que tienen que identificar cuáles son las principales causas de descontento entre el personal y destinar recursos para atenderlas y resolverlas.
Hoy es momento de retener a todo ese talento que, en las buenas y en las malas, demostró su capacidad para obtener resultados extraordinarios y comenzar a sanar cualquier herida que se haya generado en el pasado inmediato antes de que sea demasiado tarde y esas pérdidas sean tan costosas que provoquen nuevos resultados con récords históricos, pero ahora en sentido contrario.
Gerardo Medina Romero
¿Los directores y vicepresidentes se capacitan?
El Mundo Interno de las Organizaciones
Por: Gerardo Medina Romero
No podemos dudar que los factores políticos, sociales, económicos, tecnológicos, ambientales y de salud de hoy en día han acelerado el ritmo en que las necesidades, gustos y preferencias de los consumidores y clientes están cambiando. Por esta razón, las empresas han tenido que desarrollar mecanismos más ágiles para ajustar sus estrategias de negocio y su oferta de valor, alineando sus productos y servicios a las necesidades del entorno.
Por supuesto que esto demanda que todo el personal, sin importar su nivel y función, se mantenga en un contaste aprendizaje, adquiriendo conocimientos y desarrollando nuevas habilidades para operar los nuevos modelos de trabajo y utilizar adecuadamente los nuevos equipos y sistemas informáticos.
Sin embargo, dentro de esta vorágine de cambios y aprendizaje, he podido observar cómo muchas de las empresas para las que trabajo no contemplan esfuerzos para incluir en sus estrategias de capacitación a los niveles más altos de la organización. Difícilmente he podido observar a directores o vicepresidentes acudiendo a tomar una capacitación derivada de algún proyecto de cambio; es más, ni siquiera los he visto dedicando tiempo para capacitarse en algo, lo que sea.
¿Qué hace que un ejecutivo joven, cuando es promovido a un nivel directivo, automáticamente deje de considerar en su agenda tiempo para seguir capacitándose y actualizándose? Platicando con algunos ejecutivos, clientes y colegas, he llegado a la conclusión de que en México los ejecutivos ven a la capacitación como un vehículo para escalar posiciones, pero no para aprender o desarrollar habilidades. Es decir, es más importante hacer currículo y obtener la mayor cantidad de credenciales para candidatearnos a una mejor posición ya sea interna o en otra empresa.
Quizá por eso es tan importante para muchos el logotipo que viene en el diploma y no tanto el contenido del programa o la capacidad de los instructores. Tal vez por esta razón, tienen más éxito los programas que se denominan a sí mismos como “Certificación en…” que los que no. Incluso, ahora entiendo porqué los ejecutivos jóvenes prefieren una certificación de tres días a una similar que les lleva varios meses, porque en realidad lo que les importa es el papelito y no tanto aprender.
¿Qué pasa cuando finalmente llega la tan ansiada promoción o contratación para un nivel directivo? Que los ejecutivos sienten que ya llegaron a donde querían y por lo tanto la capacitación ya no les hace falta, porque solo era el vehículo para llegar.
Lamentablemente el mundo sigue cambiando a diario y con mayor velocidad, y los responsables de analizar lo que está pasando para mandar directrices al resto de los empleados, son precisamente los que pueden quedar más desactualizados de lo que está sucediendo allá afuera.
Me ha tocado ver a ejecutivos a nivel dirección, vicepresidentes o incluso directores generales que no sienten la necesidad de leer un libro sobre las nuevas tendencias o de inscribirse a cursos para tomarlo con sus mismos empleados y conocer los nuevos modelos de trabajo.
Conozco también a directores que llevan más de diez años en su posición y que durante todo ese tiempo no han asistido a ninguna capacitación formal. Observo la manera en que analizan las situaciones y toman decisiones y me doy cuenta de que en realidad no tienen los conocimientos ni las habilidades necesarias para ser directores, pero llegaron ahí por diferentes circunstancias, entre ellas un currículo lleno de cursos y certificaciones de las que no aprendieron en realidad nada.
He convivido con responsables de proyectos estratégicos con los que hablar de capacitar a los directores, es casi casi decirles que vamos a pedirle a los directores que limpien las oficinas.
Debemos dejar de considerar a la capacitación como créditos para llegar a ser director y tomar en serio la necesidad de aprender y fortalecer nuestras competencias para tener un desempeño acorde a las necesidades del entorno actual.
México necesita directivos con conocimientos y habilidades necesarios para enfrentar los retos actuales y dirigir a sus equipos de trabajo a lograr los objetivos de negocio; además, esos conocimientos y habilidades requieren un reforzamiento y actualización constante que nunca para. Ese es el precio de ser un buen directivo.