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Columna Invitada

Empiezan los ataques

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Por Antonio Maza Pereda

Hasta ahora, ciertamente de modo ilegal pero totalmente real, los ataques a las “corcholatas”, han sido fundamentalmente de fuego amigo. Es decir, la mayor parte han sido, como dice el pueblo, “patadas debajo de la mesa”. Pero ahora, con la posibilidad de una candidata a la presidencia por la oposición, qué parece haber ganado la agenda pública con la colaboración del señor Presidente, y que se ha vuelto “la nota” para los medios tradicionales, es de esperarse que empiecen los ataques entre los contrincantes. O, dicho de otra manera, veremos verdadero fuego enemigo.

Sin embargo, estos ataques han tenido una característica muy peculiar. Andrés Manuel ha logrado convencer al electorado, a los medios y a la propia oposición de que las elecciones del año 2024 son en realidad un plebiscito en cuanto a la administración del señor Presidente. Es de esperarse que las llamadas “corcholatas” hayan comprado ese concepto. Lo curioso es que la oposición esté manejando el tema de la misma manera. Porque hasta ahora han manejado su narrativa bajo la idea de que pegarle a Andrés Manuel es lo mismo que pegarle a las “corcholatas”. Su narrativa sigue estancada en la demostración de que la presente administración no está haciendo las cosas bien, no está cumpliendo lo prometido, tratando de demostrar que son ineptos o peor.

Con ese mismo enfoque, las “corcholatas” parecen estar pasmadas. Están dedicadas a defender la administración actual y ha habido pocos ataques directos a los personeros de la oposición. No así el señor Presidente: su ataque ha tratado de basarse en acusar a la oposición y en particular a Xóchitl Gálvez de haber sido comprados por dedazo de los empresarios.

La oposición sigue mayormente con la seudológica que supone que, sí demuestran que Andrés Manuel está equivocado, quiere decir que ellos tienen la razón. Lo cual no necesariamente es cierto: ambos podrían estar equivocados en sus propuestas a la Nación y también todos podrían tener parte de razón en sus posiciones políticas. La oposición lleva cinco años atacando al señor Presidente y no han logrado disminuir su popularidad. Evidentemente están jugando al cansancio: por alguna rara razón piensan que los ataques que han sido infructuosos durante cinco años, de alguna manera se van a volver fructíferos al llegar el año número seis.

Supongamos que la ingeniera Gálvez quedara como la candidata de la oposición. Sus partidarios tienen que encontrar la manera de convencernos de que ella puede hacer las cosas mejor que las “corcholatas” e incluso mejor que el señor Presidente. Tienen que convencernos de que sus propuestas son las correctas y que le convienen a la Nación más que las propuestas de las “corcholatas”, que hasta ahora son las mismas que las de Andrés Manuel.

No es que no hayan atacado a la ingeniera. Pero hasta ahora los ataques han sido más bien débiles: que si no fue verdaderamente pobre, que no es tan india, que no vendía gelatinas y cosas por el estilo. El tema es que ella debe demostrar que tiene ideas que nos permitan tener un gobierno mejor que el actual y sus contrincantes tendrían que demostrar que ella no tiene la capacidad de gobernarnos de mejor manera. Pero hasta ahora ninguno de los bandos ha encontrado nada para convencernos que ella lo hará mejor o en su caso peor que la actual administración. La narrativa de las “corcholatas” hasta ahora ha sido tratar de demostrarnos que ellos son los seguidores más fieles del señor Presidente y quiénes garantizan que tendremos un gobierno que no se desviará de la línea de nuestro presidente actual. Pero no basta esto para convencer al electorado. Hay pocas propuestas concretas: el libro de Marcelo Ebrard, algunos artículos periodísticos, algunos tweets y muy poco más.

Los medios tratan de simplificar las cosas, Más o menos ven la misma propuesta y no han podido diferenciar las distintas posiciones. Todos los precandidatos, “corcholatas” o como usted les quiera llamar, nos están proponiendo algo muy parecido: prosperidad, paz y tranquilidad, apoyo a los más necesitados y otras cosas más. De fondo nadie está radicalmente en contra de esas propuestas. Lo que nadie nos dice es el cómo. Se están centrando en la mercadotecnia política, están pensando en términos de imagen, pero no conocemos su lógica ni mucho menos su estrategia para poder alcanzar esas propuestas. Que lo fácil es ofrecer, lo difícil es decir el modo cómo se va a lograr.

Nosotros, los ciudadanos de a pie, los que tenemos que sostener a nuestro Gobierno, nos importa poco cuál sea su signo ideológico. Nos toca exigir a todos los bandos definiciones claras, tenemos que asegurarnos de que tengan una lógica que nos convenza. Porque ahora tanto los representantes de la 4T como los de la oposición sólo están predicando, tratando de convencer a los que ya están convencidos. Y esa es la parte fácil: de lo que se trata es de convencernos a los que no somos parte de su núcleo duro. Se trata de convencer al votante que tradicionalmente ha sido despreciado y se le ha tratado como si fuera alguien infantil a quien se puede convencer a través de photoshops, slogans, pasacalles y bardas pintadas. De no haber algún cambio fundamental, es muy difícil tratar de pronosticar cuál de los bandos triunfará. A nosotros, los ciudadanos, nos toca exigir más sustancia y más lógica en sus propuestas.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx



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Gobernar para todos

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Por Antonio Maza Pereda

Una frase hecha, frecuentemente usada por todos los políticos, en el momento en que toman posesión de su cargo. Pero que, desgraciadamente, no siempre se cumple. La realidad es que, casi siempre, los triunfadores gobiernan para quienes los eligieron y, a veces, ni siquiera para ellos.

Gobernar para todos es trabajar para las necesidades de toda la Sociedad. Es entender que ganar la elección no significa abandonar a los que no les dieron el voto. Aceptar que las elecciones es únicamente un modo de ponerse de acuerdo en la Sociedad, pero no significa que, durante el período de gobierno, no se tome en cuenta más que a un grupo de los electores.

Hay que crear mecanismos que hagan visibles las opiniones de la sociedad, sin que se olvide a nadie. Desgraciadamente, en el Congreso, donde se deberían armonizar las diferencias entre distintas tendencias, casi siempre las discusiones ocurren “en lo obscurito”, con poca participación ciudadana. Sin amplia difusión.

Muchas veces falta el interés ciudadano en la discusión. Incluso a los más interesados no les queda más que conocer la opinión publicada. Más allá del sesgo de los medios para destacar únicamente lo noticioso y olvidar lo demás, también falta un nivel de discusión más elevado. La tecnología de comunicación permite armar grupos de discusión y difundirlos ampliamente. De manera que ya no hay pretexto.

Depende de nosotros, los ciudadanos sin partido, asegurar que, en las discusiones del gobierno, se tome en cuenta el bien de todos, que todas las voces sean escuchadas, más allá de diferencias ideológicas o políticas.

¿Es cierto que nuestros funcionarios gobiernan para todos? ¿Tenemos mecanismos para recoger ampliamente las opiniones de los ciudadanos? ¿Cómo se puede aumentar el interés de los electores por los asuntos públicos?

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Otros contrapesos

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Antonio Maza Pereda

Comentaba anteriormente los contrapesos en la democracia y su papel en la política. Es claro que, sin límites, un sistema de gobierno fácilmente puede convertirse en una tiranía. La democracia prevé tres poderes que se deben supervisar mutuamente para evitar caer en una dictadura.

Hay, sin embargo, otros limitantes al poder del Gobierno. Muchos de ellos son organismos intermedios u organizaciones no gubernamentales. Solamente a manera de ejemplos, sin intentar agotar el tema, podríamos hablar de los siguientes:

Autoridad electoral, Auditoría del Estado, Comisión de derechos humanos, Banco Central, que generalmente son nombrados por los propios poderes del Gobierno. Desgraciadamente, cuando son nombrados por el partido gobernante, se cae con frecuencia en una simulación, porque el dirigente tiende a servir al partido que lo nombró y pierde imparcialidad.

La prensa y los medios de comunicación deberían ser un lugar crítico, que informara imparcialmente a la población. Sin embargo, el poder del Gobierno para cooptar a los medios, mediante presupuesto de publicidad y amenazas de quitar permisos de operación, limita su libertad.

Sindicatos, obreros y patronales, actúan como defensores de sus gremios. Cámaras empresariales tienen el mismo objeto. Un contrapeso poco mencionado tiene que ver con la información y la academia. Cuando el único dueño de la información es el Gobierno, y no se toman en cuenta otras opiniones, cualquier reclamo ciudadano es fácilmente ignorado.

Y hay más contrapesos. Algunos incluso con una vida transitoria, pero muy importantes en su momento. Un gobierno poco democrático tratará de influir o dominar esos límites. Es función del ciudadano apoyarlos y sostenerlos.

¿Son suficientemente fuertes los contrapesos al gobierno en nuestro país? ¿De qué modo puede la Sociedad evitar que sean absorbidos y anulados por los partidos políticos? ¿Cómo desarrollar la conciencia ciudadana sobre la importancia de estos limitantes?

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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¿De dónde…?

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Por Antonio Maza Pereda

Si quiere usted un rápido resumen del segundo debate presidencial, para las próximas elecciones mexicanas, se puede sintetizar en dos grandes rubros: abundancia de ataques personales y una feria de ofrecimientos, mayormente enfocados a apoyos sociales, aunque no exclusivamente.

Nada nuevo en el frente de los ataques. Nuestros políticos manejan un dogma laico: “Si yo demuestro que tú estás mal, quiere decir que yo estoy bien”, nos dicen. Y, por asociación, “si quien te apoya estuvo mal hace años, quiere decir que tú estás mal”, agregan.

El tema de las múltiples falacias que usan en estos y otros debates, ya ha sido muy tratado en otras ocasiones. En cambio, el de los ofrecimientos que, por cierto, no fueron muy novedosos, casi no se cuestionan. Y valdría la pena hacerlo. Hay poca variedad en estos. Todos los contendientes ofrecieron beneficios similares. La diferencia estuvo en la prioridad que, a cada oferta, le asignó cada contrincante, generalmente por aspectos ideológicos. La candidata de la izquierda, como era de esperarse, considera necesario poner todo en manos del gobierno o casi. Mientras que la opositora, que difícilmente es de derecha, sí ve la necesidad de descentralizar el poder y dar más participación a la sociedad civil y a la iniciativa privada. El candidato también ve un fuerte papel para el gobierno y casi no elabora sobre el tema de la participación privada y ciudadana en sus propuestas.

Lo que no se respondió es la pregunta que el ciudadano, y en particular el contribuyente, tiene en mente: “¿De dónde…?”. Todos estos ofrecimientos tienen un costo. ¿Cómo se van a pagar? Entiendo que los políticos no quieran contestar estas preguntas. Responderlas tiene algo de tóxico. Si nos dicen que lo pagaremos los contribuyentes, a nadie le va a gustar. Y en este debate, solo el candidato mencionó como de pasada la necesidad de una reforma fiscal. Solo una vez y solo dedicando al asunto un par de segundos.

Tristemente, nada es gratis. ¿Queremos paz? Habrá que gastar en equipamiento, capacitación, comunicaciones, planeación y muchas cosas más. ¿Queremos mejor educación? Habrá que gastar en capacitación, dignificación de las instalaciones, mejor remuneración de los profesores para que no estén en el pluriempleo, y más. ¿Queremos más y mejor calidad de agua? Habrá que gastar en tecnología, recuperación de agua, potabilización, nuevas presas y más. Y la lista sigue y sigue. La gran pregunta es: ¿de dónde? Todas estas ofertas de apoyos sociales, ¿cuánto nos van a costar? ¿De dónde van a salir los recursos? Aun en los sistemas más primitivos de administración, ningún plan está completo si no se consideran los recursos y cuál será su origen.

La réplica facilona y que la mayor parte de los políticos y muchos en la Sociedad dan por respuesta es: “que lo pague el gobierno”. Y aquí se está haciendo la suposición de que el gobierno tiene recursos inagotables. No se dan cuenta de que todo el dinero que tiene el gobierno es porque lo extrajo de los sufridos contribuyentes. No hay de otra. Sí, puede haber ahorros, puede ser que se logre reducir o eliminar la corrupción. Pero eso claramente no basta, como ha demostrado el gobierno actual, que ha necesitado endeudar al país a un nivel nunca antes alcanzado.

El tema que ha estado en la agenda pública en las últimas semanas, muy a disgusto de nuestro actual gobierno, es el asunto de la incautación de los fondos de las AFORES no retirados por los mayores de 70 o 75 años. Este asunto se justifica diciendo que con ello se podrán tener más recursos para las pensiones. Pero hay algo que no está considerado. En 25 años de existencia de las AFORES, se ha acumulado una cantidad de varios miles de millones de pesos que no han sido reclamados por sus dueños. Pero esos son ingresos que ocurren una sola vez. Si la totalidad es gastada en este año, el año próximo solamente habrá una proporción, creemos, del 4% anual de lo disponible en 2024. Esto, suponiendo que los jubilados dejen su dinero sin recoger. Lo que sería muy raro: con todo el escándalo en torno a esto, la mayoría de la gente ya está enterada y seguramente estarán acelerando los trámites para cobrar el dinero que tienen en las AFORES.

Se podrá recuperar una cantidad importante de lo desviado por la corrupción, en 30 años o más. Pero una vez que se ha logrado recuperarlo, cada año la cantidad que se puede obtener es menor. Mucho menor. Eso, suponiendo que fallen los programas contra la corrupción; si de veras son exitosos, cada año habrá menos por recuperar. Y hay muchos ejemplos más.

No se pueden pagar apoyos permanentes, con ingresos que no se repiten de la misma manera año con año. Y eso nos deja dos soluciones. A corto plazo, una reforma fiscal que aumente las recaudaciones. En los países que nos ponen como modelo de servicios sociales, los países nórdicos, por ejemplo, los impuestos llegan a ser superiores al 50% de los ingresos. Por supuesto, ningún candidato va a proponer tal cosa. Otra solución es un esfuerzo enorme para mejorar la economía del país. Algo que es la solución de fondo, pero de largo plazo.

A nosotros, los ciudadanos sin partido, nos toca exigir cuentas claras de cuáles son los costos de todos esos ofrecimientos y de qué manera se va a obtener el dinero para poder pagarlos. Ciertamente, necesitamos un gran debate público, qué habrá que iniciar antes de las elecciones, pero claramente tendrá que continuar por un largo tiempo. Será necesario que los ciudadanos nos acostumbremos a vigilar el desempeño de los gobiernos que elegimos y exigirles un mínimo de sentido común en temas tan importantes como el gasto público. Una gran tarea.

No podemos permitir que las imágenes desarrolladas por los expertos en mercadotecnia política nos hagan pensar que todo saldrá bien, que nuestros candidatos siempre cumplirán con lo ofrecido y tendrán un gasto público responsable. Si pensábamos que la participación ciudadana terminaba con las elecciones, la noticia es que todavía hará falta mucha intervención del electorado.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Origen de la autoridad política

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Por Antonio Maza Pereda

La legitimidad de la autoridad política procede de su origen y la manera como se mantiene fiel al modo como se generó. Esta autoridad procede de la Sociedad, que es la titular de su soberanía. La cual se transfiere a sus representantes de diferentes maneras: en la antigüedad, a las familias reales y ahora, en la mayor parte de los países, a través de mecanismos democráticos. Aunque todavía sigue siendo muy válido que en algunas Sociedades esa soberanía se transfiere a través de sistemas de usos y costumbres.

Pero al transferir esa soberanía a sus representantes, la Sociedad conserva el control de las acciones de los gobernantes y también tiene el derecho de sustituirlos, en el caso de que no cumplan con lo que se les ha encomendado. En otras palabras: la Sociedad tiene la facultad de pedir cuentas a los gobernantes que ha nombrado y exigirles el cumplimiento de sus obligaciones.

La democracia proporciona procedimientos y modos de control, a través del voto directo, libre y secreto. También controla mediante el concepto de la división de poderes y la creación de balances y contrapesos. Es un mecanismo bastante adecuado, pero que claramente está sujeto a una mejora continua.

¿Se está cumpliendo esto nuestra Sociedad? ¿Nuestros representantes tienen claro que tenemos el derecho de exigirles cuentas y que no pueden pasar por encima de mecanismos de control, adicionales a las elecciones? ¿Se sujetan al control de la Sociedad? Cuando usted, ciudadano, toma su decisión de votar, ¿toma en cuenta si los candidatos tienen claro que no tienen un poder absoluto y que están sujetos al derecho de sustituirlos, si no cumplen lo que la Sociedad les ha encomendado? ¿Están sujetos a la división de poderes, o buscan centralizar todas las decisiones?

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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