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Opinión

Ataque brutal contra la corrupción

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No cabe la menor duda. Durante esta Cuarta Transformación realmente hay un ataque brutal en contra de la corrupción y no payasadas. En otros sexenios, la mafia del poder (el PRI) lanzaba un pequeño ataque contra alguna figura pública y, con eso estaba contento. Esa era su gran acción anticorrupción.

Miguel de la Madrid se fue contra Jorge Díaz Serrano, quien fuera director de PEMEX en el sexenio de López Portillo por un fraude de 34 millones de dólares y lo encarceló. También contra del general Arturo “El Negro” Durazo quien estuviera al frente de la policía del entonces Distrito Federal y fuera el emblema más significativo de la gran corrupción que se vivió en el sexenio de José López Portillo.

En el siguiente sexenio, el mismísimo líder de la Mafia del Poder, Carlos Salinas de Gortari, se fue sobre Joaquín Hernández Galicia “La Quina”, dirigente del Sindicato de Trabajadores Petroleros y lo puso tras las rejas por posesión ilegal de armas de fuego por 35 años, aunque en 1997 fue puesto en libertad.

Ernesto Zedillo, sin el menor miramiento, se fue contra el hermano de su predecesor, Raúl Salinas, mejor conocido como “El Hermano Incómodo”; se le acusó de ser el actor intelectual del asesinato de su excuñado, José Francisco Ruiz Massieu. También se le acusó de enriquecimiento ilícito. Le llamaban “El Mister diez por ciento”; por que cobraba un 10% en todos aquellos asuntos que intervenía para hacer negocios con en el gobierno de su hermano. Después de varios años en la cárcel, sus abogados lograron ganar los casos, salió libre y se le regresó su fortuna.

Cuando por fin viene el cambio tan anhelado por los mexicanos; por fin después de 71 años, sale el PRI del poder y asume la presidencia Vicente Fox del PAN. Se esperaba que finalmente pusiera un alto a la corrupción y metiera a la cárcel a los corruptos. Grande fue nuestra desilusión al ver que no hizo nada, ni siquiera “el teatrito” como sus antecesores.

Luego llegó Felipe Calderón de quien, después del fracaso en esta materia del sexenio anterior, ya no se esperaba gran cosa. Y así fue: en materia de corrupción no hubo grandes cambios, no se persiguió a nadie; él se dedicó a combatir el narco.

Regresó el PRI al poder y Enrique Peña Nieto se fue sobre quien fuera la líder de los maestros, la poderosísima Elba Esther Gordillo y se le acusó de lavado de dinero y delincuencia organizada. Dicen que realmente nunca estuvo en prisión, que con ardides legales y médicos se la pasó de hospital en hospital hasta que le fue concedido el arraigo domiciliario. Fue liberada a finales del mismo sexenio de Peña.

Sin embargo, ¡qué gran diferencia con esta Cuarta Transformación! Ha lanzado un brutal ataque a la corrupción. Entre sus grandes logros destacan: la cancelación de un aeropuerto; el retiro de presupuesto a estancias infantiles y casas de apoyo a mujeres maltratadas; se dejó de comprar medicinas a los corruptos distribuidores de las mismas y los dejó de invitar a las licitaciones; ya no hay viajes al exterior si no los aprueba el propio presidente -así no andan de paseo los que no deben-; concentró las compras en una sola dependencia y así acabó con la corrupción en las licitaciones; incluso le quitó el contrato al compadre que lo ganó en una licitación pública (no vaya a ser que hubiese algo en lo oscurito).

¿Quién, en su sano juicio, puede negar que hay un ataque brutal en contra de la corrupción? Así lo creo. Al igual que nadie en su sano juicio puede decir que este brutal ataque no es a lo bruto.

¿No es una brutalidad cancelar un aeropuerto que ya se estaba construyendo? Porque el aeropuerto llevaba un avance significativo, cuenta con proyectos, estudios, avales internacionales, permisos ambientales, etcétera. Y fue cancelado simplemente por la creencia que ahí había corrupción. Lo peor es que meses después tuvo que salir el Secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, a decirnos que no se encontró corrupción. Dijo que la cancelación fue por motivos de costo, aunque, al parecer, el programa aeroportuario de esta Cuarta Transformación saldrá más caro y será de menor envergadura que el cancelado.

¿Acaso tampoco lo es dejar a las familias sin estancias infantiles en lo que levanta el padrón de beneficiados para ahora darle el dinero directo a los padres? ¿No hubiera sido mejor primero levantar el padrón y después cancelar el apoyo? Y, aun así, ¿quién les garantiza ahora a los padres de familia que el recurso en efectivo que les va a entregar les alcance para contratar este servicio?

Y lo mismo pasa con el apoyo que recibían las asociaciones o grupos que se dedican al apoyo a las mujeres maltratadas. Ellas necesitan apoyo, cariño, comprensión y protección, cosa que el dinero que les van a dar ahora directo a las víctimas de esta barbarie no les da. Es más, a lo mejor les va peor porque tendrán que entregar al golpeador el dinero recibido, porque no dejará de haber quienes, por una lanita, le peguen a la señora…

De las medicinas, qué decir: Mientras se ataque a la corrupción, hay que aguantar. Así lo dijo el presidente. Tenemos que resistir mientras se lucha contra la corrupción, sin importar que las personas con cáncer se mueran por falta de medicamentos, la salud de los VIH-positivos se deteriore por falta de antivirales, que en los hospitales públicos no existan medicinas. Mientras el cuerpo aguante: que se acabe con la corrupción. Y cuando el cuerpo ya no aguante, muy fácil: QEPD, el fin justifica los medios.

¿Tendrá tiempo nuestra cabecita de algodón de revisar y autorizar la incalculable cantidad de viajes internacionales que se requieren? Si bien hay una bola de diputados y senadores que viajan a su contentillo y sin la menor razón, existen muchísimas más personas para quienes estos viajes son indispensables en su trabajo. ¿Cuántos viajes se necesitarán en la Secretaría de Relaciones Exteriores, desde auditorías, capacitación, apoyos a las embajadas en funciones, comerciales o de turismo (que estas últimas deberán de ser exitosísimas para evitar el debacle de la cancelación de ProMéxico)? ¿Dónde van a exponer y retroalimentarse nuestros científicos e investigadores? ¿En la Feria de la Flor más Bella del Ejido? Nuestras eminencias médicas tendrán que conformarse con el Congreso contra el Dengue en Xcunya, Yucatán.

Podemos darle una revisadita por encima y veremos que una sola persona no cuenta con el tiempo para atender todas estas solicitudes, amén de entender el concepto de los viajes. ¿Acaso el aprobador de estos sabrá si realmente es necesario asistir a Suiza a ver la malformación gamo-genética del cromosoma 43 durante la epífisis mononuclear en los recién nacidos bajo los efectos de mercurio con marte en el cuadrante? (Yo creo que este sí se autoriza… suena muy importante…).

Y sin profundizar más me gustaría conocer el perfil del funcionario público que va a realizar las compras consolidadas. Sin duda es un genio. Sabe de medicina, comunicaciones, tecnologías de la información, mecánica, química, ingeniería, arquitectura y un sinfín más de conocimientos -y a profundidad todos- ya que comprar no es cosa fácil. Además, ya no se pueden contratar asesores, así que este funcionario no podrá apoyarse en terceros. Todo queda en sus sabias manos.

Esta brutalidad no queda ahí. En franca violación a la ley, solicita que ciertas empresas no participen en las ya de por sí pocas licitaciones públicas, ya que más del 80% de las compras en esta Cuarta Transformación son por asignación directa. Quita un contrato a una empresa que aparentemente ganó legalmente un concurso -sin pruebas de lo contrario- y mire usted nada más por qué: “Es mi compadre”. ¿Qué acaso su compadre no es honrado? ¿No nos dijo que la honestidad se propaga a los cercanos y por eso su honestidad va a limpiar de corrupción a nuestro gobierno cubriéndonos con su manto poco a poco desde la cúspide presidencial?

Y estas sólo son algunas. Si buscáramos más a fondo encontraríamos que este brutal ataque es de una dimensión incalculable y sus efectos no son inmediatos; en tres o cuatro meses empezaremos a ver los brutales logros de esta estrategia anticorrupción.

Sólo nos queda esperar que, siguiendo la tendencia de lo realizado a raíz de la declaración del Secretario de Educación -que afirma que hay cien mil maestros fantasmas, nos avise cuándo van a cerrar las escuelas públicas y cuánto nos va a tocar por hijo para seleccionar la escuela que queramos. O bien: Que los abuelos les enseñen.

Domingo Días
domingo.dias@yahoo.com.mx



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Felipe Monroy

Ni meme ni expresión religiosa: es tedio pendenciero

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A cuarenta días de las votaciones, las campañas electorales deberían estar en un momento álgido de discusión, de confrontación y debate, incluso se permitiría una dura invectiva entre contendientes; y, sin embargo, no son los perfiles de las candidaturas ni sus discursos o sus acciones de campaña las que generan la conversación social. A falta de una discusión entre personajes que representan proyectos, tenemos episodios –más o menos– estériles que evidencian mera provocación e ignorancia.

Es claro que el episodio de la tristemente célebre playera que muestra la representación de la muerte en actitud de silenciar a alguien mientras un mensaje sentencia que “un verdadero hombre nunca habla mal de López Obrador” es una provocación para generar toda una conversación que, paradójicamente, se aleja de la necesaria discusión en torno a los proyectos centrales en disputa.

Las reacciones parecen más abundantes de lo necesario: Los obispos de México emitieron un extraño comunicado en cuyo discurso se mezcla la cultura de la muerte, el juicio de amparo y el año jubilar por la vidente del Sagrado Corazón para cuestionar indirectamente la exótica propaganda de la playera; los comunicadores, analistas y hasta el presidente de la República rascaron en lo profundo las esquizofrénicas relaciones entre el poder político y el religioso en el país para explicar si este episodio habla de libertad religiosa, de exaltación de la violencia o de apología del crimen; los propagandistas de ocasión aprovecharon para infundir miedo a través de interpretaciones histéricas; y una vocera de la administración federal intentó convencer que todo fue un meme mientras insulta la inteligencia de todos, junto a la suya propia.

Se podría escribir un libro entero sobre las interpretaciones simbólicas, antropológico-religiosas, políticas, crítico-discursivas o histórico-contextuales de la playera en cuestión; se podría reflexionar intensamente sobre los elementos fascistoides subyacentes que se conjuntan bajo la mera existencia de un instrumento comunicativo así y, por supuesto, se podría analizar con seriedad el juego de la propaganda, la comunicación política, el fetichismo de los símbolos del poder y las instituciones ideológicas en pugna al respecto de este episodio. Pero de lo que no habla, paradójicamente, es del modelo de país que se encuentra en disputa: No parece haber ningún hilo conductor interesante entre los contendientes políticos, su personalidad y temple, sus fundamentos político-ideológicos o sus habilidades técnico-operativas con la transversalidad de sus proyectos en la realidad y el escenario deseable de la administración y la política pública.

En síntesis. Por supuesto no es un tema de fe ni de religión, mucho menos un asunto de ministros de culto o asociaciones religiosas registradas ante el Estado mexicano. La playera en cuestión no emite un mensaje religioso concreto; aunque claro que puede haber interpretaciones sobre que la calavera encapuchada y amenazante sea efectivamente una representación de la “Santa Muerte”. Si la efigie en cuestión estuviera reconocida ante el Estado mexicano como el símbolo de una asociación religiosa, el uso de dicha imagen por parte de un partido político y un funcionario federal sería objeto de sanción. Pero las expresiones populares de dicha cultura han sido tan menospreciadas e infravaloradas, proscritas de las relaciones formales religiosas que justo han sido catalogadas como ‘desviaciones sectarias’ u otros apelativos con los que se busca invisibilizar en lugar de comprender ese extraño fenómeno que alcanza a diversos sectores sociales.

Tampoco es un meme cuya naturaleza carece de fuente y propósito; son evidentes tanto el origen como la utilidad política de su discurso. Ahora bien, sin duda será necesario hablar de la histórica asociación simbólica de la calavera y la muerte con discursos de agresividad y violencia, de superioridad y de sacrificio individual por el bien colectivo; ahí, sobre la playera, también hay trazos de machismo y conservadurismo rancio, de ‘calificación de actitudes masculinas’ y disciplinarismo dogmático.

Lo dicho, ante perfiles políticos insulsos y anecdóticos en las campañas electorales, el tedio pendenciero sustituye la confrontación política con símbolos que no se entienden pero se usan para incendiar la conversación: la playera de la muerte que manda silenciar es un ejemplo, pero también está la falsa fotografía de supuestos tatuajes diabólicos que tiene una contendiente de origen judío a la que también le agrandan artificialmente la nariz con consabidas connotaciones racistas y discriminatorias.

La única pregunta que vale la pena ahora hacerse es: ¿Quién realmente podría tener el carácter para meter en cintura a tanto lenguaraz?

*Director VCNoticias.com @monroyfelipe

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Columna Invitada

Cuando el Búho canta, la huelga muere

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Por Guillermo Moreno Ríos

Veo con tristeza, como ciudadano, como egresado y como maestro de horas sueltas que soy de la Universidad de Sonora, de la carrera de ingeniería civil, como se desmorona la esperanza de los estudiantes con el temor ante la afirmación insensible de quienes promueven la huelga de que se perderá el semestre.

Creo como hombre de bien y respetuoso del derecho, que es legal la huelga a la que acuden los sindicatos universitarios, apelando por sus derechos, los cuales considero deben de ser escuchados y tomados en cuenta; pero, ¿quién ve por los derechos de los estudiantes para tener una educación de calidad? a la altura de las mejores universidades del país; ¿quién ve por el derecho que tienen los padres de familia? sobre todo foráneos que con mucho esfuerzo y la buena de Dios, mandan a sus hijos a prepararse académicamente y fincar sus esperanzas en los futuros profesionistas.

Veo con tristeza, que las autoridades estatales, encabezadas por el gobernador del estado y aún con un secretario de educación que fue un rector de la Universidad y que contó con muchísimo apoyo del gobierno estatal de entonces; sea tan pasivos e indolentes.

Veo con tristeza, a un rector que no da la cara, que se esconde ante una realidad de conflictos no resueltos, que cada día que pasa cuesta y con tranquilidad afirma, al menos en medios de comunicación, pues que el semestre se alargue el semestre hasta junio o julio.

Es probable que reciba respuestas misivas con bastantes argumentos legales sobre los derechos de huelga, incluso tachándome de ignorante o de falto de sensibilidad política, pero no puedo quedarme callado, no puedo quedarme inerte ante esta injusticia respaldada en una legalidad que confunde un bien público, un futuro prometedor, con una empresa.

Sé que de ambas partes, existen argumentos válidos, que han hecho que sus posturas sean rígidas y no dudo, que con un dejo de razón; pero los invito a que recapaciten; que se busque otro tipo de presión, su derecho se pierde cuando pisoteas el derecho de otros, como en este caso sucede con el derecho a la educación de nuestros jóvenes.

No he dejado de dar clases, veo con firmeza el carácter de mis alumnos, recios y constantes, sacrificando el trasladarse a otra sede para poder tomar su clase. Agradezco a quienes me han permitido desde ahí trasladar esta protesta silenciosa y pacífica ante la injusticia que vivimos la mayoría de la comunidad universitaria y la comunidad en general.

Soy maestro, soy exalumno y me duele ver que como sociedad seguimos pasivos, me pregunto cuántos de los que me leen en este momento, no fueron víctimas de alguna huelga o perdieron un semestre.

Hago un llamado a todos quienes quieran y puedan hacer posible que ante la intolerancia y falta de diálogo, nuestros estudiantes no pierdan el semestre, a ti maestro; a ti que puedes prestar tus instalaciones, a ti medio de comunicación que puedes con tu influencia social lograr establecer un ambiente armónico y a las autoridades, tanto sindicales, universitarias y de gobierno, hacer un alto en el camino y recapacitar; por el bien de Sonora y de su gente.

Hago un llamado a los estudiantes, máxima libertad dentro de un máximo de orden; manifestarse y exigir de manera pacífica la apertura de la universidad, también es un derecho al que no se ha acudido; el orden social debe de prevalecer, manifestémonos tomando clases extramuros, demostremos que nuestro corazón de búho no se opaca ante el nido tomado, aprovechemos y extendamos las alas y cantemos, porque cuando el búho canta, la huelga muere.

Escrito originalmente el 2 de abril de 2014

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Columna Invitada

La decisión

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Por Antonio Maza Pereda

Estamos cerca de una de las decisiones más importantes que puede tomar un ciudadano: las elecciones federales. Poco menos de seis semanas y todo el proceso electoral que nos ha tenido entretenidos por más de un año, finalmente culminará.

Para la mayor parte de la ciudadanía, la decisión no será fácil. Claro, siempre habrá los núcleos duros de los partidos que ya tienen hecha su decisión o, mejor dicho, otros la han tomado por ellos. Pero el ciudadano común, el que no tiene compromisos previos, todavía está en situación de incertidumbre. Sí, hay tendencias de investigaciones y estadísticas. Claro, habrá quienes hayan contestado esas encuestas sinceramente. Pero también hay quienes todavía no desean contestarlas o las contestan a la ligera. Por lo que esos pronósticos no son de confiar, sin tomar en cuenta que, con frecuencia, son contradictorios.

Tenemos obstáculos que nos impiden tener una decisión clara. Muchos de ellos vienen de nuestros temores. Por ejemplo: nos dicen que los errores que cometamos, si es el caso, ya no habrá manera de corregirlos. Y eso pone una tensión muy particular en el ánimo de los ciudadanos. Otro temor muy importante: no tenemos claridad sobre la información que estamos recibiendo. Nos han mentido tanto, que ya no nos queda claro: ¿en dónde está la realidad? Y en esas condiciones siempre será muy difícil tomar una decisión con tranquilidad.

No es que sea algo novedoso. Hace poco menos de 2000 años, nos relatan los evangelios, Poncio Pilato tenía esta misma pregunta: “¿qué es la verdad?” Y era tal su escepticismo, que ni siquiera se quedó a esperar cuál era la respuesta. Así estamos actualmente: en un mar de confusión. Personas muy conocedoras, expertos académicos y de otros tipos nos dan análisis completamente contradictorios. En esas condiciones, ¿a quién creer? ¿Cuál es la base de mis decisiones? Winston Churchill, hablando del tema de la guerra, decía que en esa situación la primera baja es la verdad. Esto es cierto de un conflicto bélico, y es aún más cierto en confrontaciones políticas. Basándose en el dicho de que el fin justifica los medios, todas las mentiras, los embustes y los engaños se consideran válidos; siempre y cuando sirvan para empujar el triunfo de nuestra causa.

Por otro lado, estamos viviendo la cosecha de muchos años de sembrar el odio entre los mexicanos. Se ha perdido lo que se llama la amistad social. Y esto no es algo único de nosotros, los mexicanos. Hace ya algunos años que el papa Francisco, un hombre muy respetado, en un documento dirigido a toda la humanidad hablaba de este tema y nos decía de la necesidad de qué, en todas las naciones, se reconstruya la amistad social. Porque no es posible estar viviendo continuamente en la sospecha, el odio, la falta de colaboración.

¿Será que, quienes creemos en la posibilidad de una sociedad armónica, estamos siendo unos ingenuos? Bueno, no falta quienes nos quieren convencer de esto. Ciertamente, con mucho éxito. Posiblemente, uno de los elementos de esta amistad social es aceptar la posibilidad de que puedan existir errores de buena fe. Porque no hay posibilidad de tener decisiones totalmente a prueba de error. Si esperamos decisiones que nunca fallen, en eso sí realmente seríamos ingenuos. Por otro lado, a ninguno de nosotros le gusta equivocarse y siempre tendremos en cada decisión el temor a cometer errores. Ciertamente, eso nos puede paralizar.

Hay quienes nos están convenciendo de que esta es nuestra última oportunidad de enmendar las fallas que puedan tener nuestros gobiernos. “No habrá otra”, nos dicen. “Si nos equivocamos, ya no habrá remedio”, agregan. Quien ha comprado esta idea, seguramente estará paralizado por el temor. Ante ese miedo, la única solución es abstenerse, siguiendo el consejo que ya se decía en tiempo de los romanos: en la duda, abstente. Que al final del día, bien puede ser que ese sea el propósito de quiénes nos quieren indecisos. Apuestan a nuestra abstención.

Lo que sí es cierto es que, tal vez más que en ninguna otra época, el ciudadano ya no puede conformarse con una actividad política, enfocada únicamente al momento de las elecciones. Posiblemente, siempre ha sido así, pero también es cierto que una parte importante de la clase política nos quiere ver omisos en nuestra actividad ciudadana, una vez que se haya llegado al resultado electoral. Porque, aun en el caso de que nuestros candidatos fueran los ganadores, no podemos abstenernos de nuestro papel de conocer y vigilar el desempeño de aquellos que hemos escogido. Y con mayor razón en el caso de que los nuevos gobernantes no hayan sido aquellos que preferimos.

No cabe duda de que una parte importante de la clase política nos quiere ver ausentes una vez que las elecciones hayan ocurrido. Esta temporada de turbulencia por la que hemos pasado, ha generado un despertar ciudadano sin precedentes. Se habla y discute de política, nos mantenemos informados y comunicados, debatimos y damos opinión para poder tomar nuestras decisiones. Esto ha sido algo extraordinario, sumamente importante. Este interés público, este deseo de participar, no debe perderse. Como se dice muchas veces, la política es demasiado relevante como para dejársela en exclusiva a los políticos. Es nuestro campo, el campo de los ciudadanos, que no somos exclusivamente electores, sino también mandantes. Que debemos opinar, y vigilar a aquellos a quienes hemos hecho mandatarios.

Las catástrofes naturales, muy en particular la pandemia, y el efecto del crimen sistematizado y organizado, la gran campaña de mentiras procedente de todos los grupos políticos en mayor o menor medida, nos afectan y preocupan. Esto ha generado una gran cantidad de grupos ciudadanos que, aprovechando las ventajas de las nuevas tecnologías de información, hemos estado participando, muchas veces de manera cotidiana, para conocer y opinar sobre los asuntos públicos. Esto es un gran bien y hay que protegerlo como un tesoro. Sería una verdadera tragedia que, terminando las elecciones, regresáramos a nuestros hogares a vivir en nuestra feliz ignorancia. Cómo vivimos por muchas décadas.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Felipe Monroy

Itinerario 2024: El juego del lobo

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En la cultura popular existen tres fábulas clásicas que involucran a un niño y a un lobo; pero todas nos enseñan algo distinto que ahora resulta pertinente recordar en medio de este proceso electoral. Porque, en el fondo, para los propagandistas políticos es más sencillo retomar viejas historias, que forjar nuevas en torno a sus paladines o a sus adversarios.

La más antigua historia, habla de un pequeño que estaba encaramado en el techo de una casa cuando ve pasar a un lobo y comienza a llamar “asesino y ladrón” a la criatura; el lobo, flemático, le responde que es muy fácil ser valiente desde una distancia segura. Toda la propaganda política se basa en este principio. El juego electoral en un país democrático se realiza en cierto “espacio seguro” donde se pueden decir muchas cosas –no siempre verdaderas– sobre los adversarios sin tener consecuencias directas ni proporcionales. En una dictadura, no existe ese espacio seguro.

Este juego democrático lo asumen como natural los bandos politizados incluso en su apelativo más agresivo: hacer propaganda negra (o “guerra sucia, en serio” como dijera Jorge Castañeda) es parte casi obligada en una campaña electoral pues, al tiempo de construir una imagen propia más atractiva, se debe contaminar e incluso hasta mancillar discursivamente la honra del adversario. En México, ha habido campañas tan cargadas hacia esta agresividad con el propósito de insuflar miedo a los votantes a través de ataques personalizados que lo que se termina afectando es ese “espacio seguro” hasta volver el juego democrático literalmente en un conflicto absoluto y sin cuartel. Por si fuera poco, un gobierno emanado de una campaña de tal agresividad puede aparentemente legitimar a otras fuerzas no políticas (o fácticas) a recurrir a medios igualmente agresivos o incluso violentos.

La segunda historia habla sobre la mentira. La historia clásica de Pedrito y el lobo relata cómo el pequeño pastorcillo, cuando estaba aburrido, alertaba falsamente al pueblo sobre la llegada de un lobo. El pueblo, engañado y movilizado, creyó varias veces su mentira pero, al final, cuando la amenaza era real y la alarma del niño también, el pueblo ya no hizo nada y el lobo arrasó libremente con todo. Aquí la comunicación política de campaña también debe ser cautelosa porque si recurrentemente utiliza una falsa amenaza para convencer a sus electores, al final es probable caer en descrédito cuando realmente se necesita.

Esta segunda historia tiene una variación desde la comunicación política, en ella Pedrito no nombra al lobo con el nombre de “lobo” sino que se vale de recursos retóricos para hablar del lobo indirectamente. Este es un juego propagandístico sumamente importante porque permite al pueblo “deducir” por sí mismo la identidad del lobo. Como el acertijo exige el razonamiento del oyente es más fácil que se valide la premisa (aunque sea errónea) como recompensa al acierto mental propio.

Por ejemplo, la campaña de Claudio X. González apela a esta estrategia al asegurar que “Lo que está en juego el 2 de junio es: Democracia o dictadura, libertad o sumisión… unidad o división”. Estrictamente no están ni siquiera mencionados los proyectos políticos en colisión sino que, con el uso de la metonimia (designar algo con el nombre de otra cosa) exige al lector ubicar en cada categoría al menos a alguno de los tres proyectos políticos en contienda.

Por paradójico que resulte, este recurso retórico no sólo busca hacerse de partidarios y oponentes. Pues si se coloca en los negativos a sus adversarios, gana adeptos; y si se coloca en los negativos a sus aliados, de cualquier manera logra validar un falso argumento. El falso argumento es que la “democracia”, la “libertad” o la “unidad” se reducen al mero sufragio y no a las amplias complejidades del fenómeno político como son la soberanía popular, la igualdad política, la libertad individual y colectiva, el sistema legal imparcial e igualitario, el pluralismo político, la rendición de cuentas y transparencia, la tolerancia y respeto a los derechos humanos, la participación y corresponsabilidad cívica, la deliberación y representatividad popular, etcétera.

Esta retórica de reduccionismo político es particularmente útil a las fuerzas que guardan poder y privilegios; y es que sin duda las jornadas electorales, las elecciones y el voto son esenciales en la construcción democrática de un Estado pero no son ni el único ni quizá el más importante ejercicio cívico-democrático. La participación ciudadana democrática en la vida pública no puede reducirse a condiciones propias del juego electoral que se manifiestan mediáticamente casi siempre en polarizaciones (“A sólo se expresa como B vs C” por ejemplo: “Sólo hay dos proyectos a elegir” o “En esta elección sólo hay dos sopas”) o en dicotomizaciones (“la integralidad de A sólo puede ser B pero no C; todo A puede ser C pero no B” por ejemplo: “La democracia sólo es posible con nuestro partido pero no con el de enfrente”).

El problema es que se erige al ‘voto’ como una respuesta casi mágica frente a problemas más profundos que no se resuelven sólo votando ni apoyando con propaganda a alguna opción política. Por ello, es una propaganda utilitaria el sugerir que el voto resuelve o remedia problemas como la desigualdad, la influencia ideológica, la corrupción, el cobro de piso, la impunidad, etcétera. Un discurso así es cómodo porque interpela a quien escucha a tomar una sola decisión para sentirse en paz. Como haciéndolo pensar: “Si ya voté por B o por C, ya cumplí en la lucha contra la corrupción, los moches, la transa, el abuso…”).

Lo más importante es motivar a participar transversalmente de la vida pública a través de la educación, la formación, la acción solidaria, la promoción social con honestidad, respeto y diálogo visibilizando realidades subyugadas o sometidas, dando voz a los sin voz, construyendo entendimiento desde la crítica pero principalmente desde la pluralidad. Tal como enseña la última historia de Pedro y el lobo, de Prokofiev: el valiente niño comprende que no todos los problemas son iguales y que se requiere de la cooperación y el talento conjunto de sus amigos animales para someter al temible lobo. La fábula enseña que la audacia y el trabajo en equipo pueden vencer adversidades mayúsculas; además, si se escucha con cautela, nos enseña que, a pesar de las desgracias, no todo está perdido para siempre.

*Director VCNoticias.com @monroyfelipe

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