Opinión
Ataque brutal contra la corrupción
No cabe la menor duda. Durante esta Cuarta Transformación realmente hay un ataque brutal en contra de la corrupción y no payasadas. En otros sexenios, la mafia del poder (el PRI) lanzaba un pequeño ataque contra alguna figura pública y, con eso estaba contento. Esa era su gran acción anticorrupción.
Miguel de la Madrid se fue contra Jorge Díaz Serrano, quien fuera director de PEMEX en el sexenio de López Portillo por un fraude de 34 millones de dólares y lo encarceló. También contra del general Arturo “El Negro” Durazo quien estuviera al frente de la policía del entonces Distrito Federal y fuera el emblema más significativo de la gran corrupción que se vivió en el sexenio de José López Portillo.
En el siguiente sexenio, el mismísimo líder de la Mafia del Poder, Carlos Salinas de Gortari, se fue sobre Joaquín Hernández Galicia “La Quina”, dirigente del Sindicato de Trabajadores Petroleros y lo puso tras las rejas por posesión ilegal de armas de fuego por 35 años, aunque en 1997 fue puesto en libertad.
Ernesto Zedillo, sin el menor miramiento, se fue contra el hermano de su predecesor, Raúl Salinas, mejor conocido como “El Hermano Incómodo”; se le acusó de ser el actor intelectual del asesinato de su excuñado, José Francisco Ruiz Massieu. También se le acusó de enriquecimiento ilícito. Le llamaban “El Mister diez por ciento”; por que cobraba un 10% en todos aquellos asuntos que intervenía para hacer negocios con en el gobierno de su hermano. Después de varios años en la cárcel, sus abogados lograron ganar los casos, salió libre y se le regresó su fortuna.
Cuando por fin viene el cambio tan anhelado por los mexicanos; por fin después de 71 años, sale el PRI del poder y asume la presidencia Vicente Fox del PAN. Se esperaba que finalmente pusiera un alto a la corrupción y metiera a la cárcel a los corruptos. Grande fue nuestra desilusión al ver que no hizo nada, ni siquiera “el teatrito” como sus antecesores.
Luego llegó Felipe Calderón de quien, después del fracaso en esta materia del sexenio anterior, ya no se esperaba gran cosa. Y así fue: en materia de corrupción no hubo grandes cambios, no se persiguió a nadie; él se dedicó a combatir el narco.
Regresó el PRI al poder y Enrique Peña Nieto se fue sobre quien fuera la líder de los maestros, la poderosísima Elba Esther Gordillo y se le acusó de lavado de dinero y delincuencia organizada. Dicen que realmente nunca estuvo en prisión, que con ardides legales y médicos se la pasó de hospital en hospital hasta que le fue concedido el arraigo domiciliario. Fue liberada a finales del mismo sexenio de Peña.
Sin embargo, ¡qué gran diferencia con esta Cuarta Transformación! Ha lanzado un brutal ataque a la corrupción. Entre sus grandes logros destacan: la cancelación de un aeropuerto; el retiro de presupuesto a estancias infantiles y casas de apoyo a mujeres maltratadas; se dejó de comprar medicinas a los corruptos distribuidores de las mismas y los dejó de invitar a las licitaciones; ya no hay viajes al exterior si no los aprueba el propio presidente -así no andan de paseo los que no deben-; concentró las compras en una sola dependencia y así acabó con la corrupción en las licitaciones; incluso le quitó el contrato al compadre que lo ganó en una licitación pública (no vaya a ser que hubiese algo en lo oscurito).
¿Quién, en su sano juicio, puede negar que hay un ataque brutal en contra de la corrupción? Así lo creo. Al igual que nadie en su sano juicio puede decir que este brutal ataque no es a lo bruto.
¿No es una brutalidad cancelar un aeropuerto que ya se estaba construyendo? Porque el aeropuerto llevaba un avance significativo, cuenta con proyectos, estudios, avales internacionales, permisos ambientales, etcétera. Y fue cancelado simplemente por la creencia que ahí había corrupción. Lo peor es que meses después tuvo que salir el Secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, a decirnos que no se encontró corrupción. Dijo que la cancelación fue por motivos de costo, aunque, al parecer, el programa aeroportuario de esta Cuarta Transformación saldrá más caro y será de menor envergadura que el cancelado.
¿Acaso tampoco lo es dejar a las familias sin estancias infantiles en lo que levanta el padrón de beneficiados para ahora darle el dinero directo a los padres? ¿No hubiera sido mejor primero levantar el padrón y después cancelar el apoyo? Y, aun así, ¿quién les garantiza ahora a los padres de familia que el recurso en efectivo que les va a entregar les alcance para contratar este servicio?
Y lo mismo pasa con el apoyo que recibían las asociaciones o grupos que se dedican al apoyo a las mujeres maltratadas. Ellas necesitan apoyo, cariño, comprensión y protección, cosa que el dinero que les van a dar ahora directo a las víctimas de esta barbarie no les da. Es más, a lo mejor les va peor porque tendrán que entregar al golpeador el dinero recibido, porque no dejará de haber quienes, por una lanita, le peguen a la señora…
De las medicinas, qué decir: Mientras se ataque a la corrupción, hay que aguantar. Así lo dijo el presidente. Tenemos que resistir mientras se lucha contra la corrupción, sin importar que las personas con cáncer se mueran por falta de medicamentos, la salud de los VIH-positivos se deteriore por falta de antivirales, que en los hospitales públicos no existan medicinas. Mientras el cuerpo aguante: que se acabe con la corrupción. Y cuando el cuerpo ya no aguante, muy fácil: QEPD, el fin justifica los medios.
¿Tendrá tiempo nuestra cabecita de algodón de revisar y autorizar la incalculable cantidad de viajes internacionales que se requieren? Si bien hay una bola de diputados y senadores que viajan a su contentillo y sin la menor razón, existen muchísimas más personas para quienes estos viajes son indispensables en su trabajo. ¿Cuántos viajes se necesitarán en la Secretaría de Relaciones Exteriores, desde auditorías, capacitación, apoyos a las embajadas en funciones, comerciales o de turismo (que estas últimas deberán de ser exitosísimas para evitar el debacle de la cancelación de ProMéxico)? ¿Dónde van a exponer y retroalimentarse nuestros científicos e investigadores? ¿En la Feria de la Flor más Bella del Ejido? Nuestras eminencias médicas tendrán que conformarse con el Congreso contra el Dengue en Xcunya, Yucatán.
Podemos darle una revisadita por encima y veremos que una sola persona no cuenta con el tiempo para atender todas estas solicitudes, amén de entender el concepto de los viajes. ¿Acaso el aprobador de estos sabrá si realmente es necesario asistir a Suiza a ver la malformación gamo-genética del cromosoma 43 durante la epífisis mononuclear en los recién nacidos bajo los efectos de mercurio con marte en el cuadrante? (Yo creo que este sí se autoriza… suena muy importante…).
Y sin profundizar más me gustaría conocer el perfil del funcionario público que va a realizar las compras consolidadas. Sin duda es un genio. Sabe de medicina, comunicaciones, tecnologías de la información, mecánica, química, ingeniería, arquitectura y un sinfín más de conocimientos -y a profundidad todos- ya que comprar no es cosa fácil. Además, ya no se pueden contratar asesores, así que este funcionario no podrá apoyarse en terceros. Todo queda en sus sabias manos.
Esta brutalidad no queda ahí. En franca violación a la ley, solicita que ciertas empresas no participen en las ya de por sí pocas licitaciones públicas, ya que más del 80% de las compras en esta Cuarta Transformación son por asignación directa. Quita un contrato a una empresa que aparentemente ganó legalmente un concurso -sin pruebas de lo contrario- y mire usted nada más por qué: “Es mi compadre”. ¿Qué acaso su compadre no es honrado? ¿No nos dijo que la honestidad se propaga a los cercanos y por eso su honestidad va a limpiar de corrupción a nuestro gobierno cubriéndonos con su manto poco a poco desde la cúspide presidencial?
Y estas sólo son algunas. Si buscáramos más a fondo encontraríamos que este brutal ataque es de una dimensión incalculable y sus efectos no son inmediatos; en tres o cuatro meses empezaremos a ver los brutales logros de esta estrategia anticorrupción.
Sólo nos queda esperar que, siguiendo la tendencia de lo realizado a raíz de la declaración del Secretario de Educación -que afirma que hay cien mil maestros fantasmas, nos avise cuándo van a cerrar las escuelas públicas y cuánto nos va a tocar por hijo para seleccionar la escuela que queramos. O bien: Que los abuelos les enseñen.
Domingo Días
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Columna Invitada
Violencia a la Mujer
La semana pasada se conmemoró el Día Internacional Contra la Violencia a la Mujer. Más allá de los individuos, tenemos un problema en nuestra cultura. La cual influye en todos los aspectos de la nación, incluso en las leyes, en las costumbres, en las prioridades, en el nivel de exigencia para los miembros de la Sociedad.
Es difícil que yo, como varón, pueda tener una total comprensión de lo que significa vivir esta violencia contra una mujer. Tenemos también el problema de que lo que consideramos violencia son únicamente los casos más graves, sin considerar muchos otros modos de violentar, desde las bromas pesadas, violencia económica, acoso sexual o violaciones, llegando hasta crímenes atroces con tortura y asesinato. Es algo muy engranado en nuestra cultura, por desgracia.
La reacción de la Sociedad, incluyendo los hombres, por supuesto, pero también ciertos grupos de mujeres, es la de ignorarlas, en el mejor de los casos. En el peor, atacar a quien denuncia. Las ven como personas que estorban, que molestan a una Sociedad que se siente muy tranquila con lo que está ocurriendo. Quisieran víctimas silenciosas, usando la frase machista, tan manejada: “Calladita te ves más bonita”. Están aceptando el falso sentido de superioridad del varón, basado en la fuerza bruta, la capacidad de dañar al débil. Se sostiene el rol subordinado que se les asigna a ellas y los obstáculos legales para poder ejercer su papel cívico. Se ha vuelto una costumbre.
Hay expertos que ven la raíz de esta violencia contra la mujer en la debilidad del hombre. Entre más débil es el hombre, más violento se vuelve para afirmarse, para poder sentir que, verdaderamente, en algo es poderoso. Porque, generalmente, en su mundo es alguien poco importante, con pocas capacidades. Eso funciona porque las culturas tienen un modo de mantenerse y de reproducirse, a través de muchos elementos: ceremonias, vestimentas, celebraciones, el sentido de lo fundamental. Así se sostiene la misma, y por eso es complicado, lento, difícil cambiar la cultura. Lo cual no quiere decir que debamos rendirnos.
De fondo, la solución más completa es el reconocimiento de que tenemos la misma dignidad. Debemos recibir el mismo respeto, independientemente de nuestro sexo. La mejor respuesta es la colaboración plena, más allá de las cuotas de género, aunque estas pueden ser consideradas útiles como un paso intermedio. Pero esa no es la solución completa. Hay que evitar radicalmente que esta causa tan importante, tan humana, se vuelva un botín político. Porque puede haber grupos y partidos que traten de lucrar con este justificado enojo de una gran cantidad de mujeres.
La solución está en la colaboración. Si no logramos encontrar una manera de que hombres y mujeres trabajemos por mejorar en este tema, el resultado será temporal. No se trata de sustituir el patriarcado por un matriarcado; lo que importa es crecer en adultez. Tenemos que pasar del infantilismo, en los aspectos de relaciones entre los sexos, a la madurez. Entre más fuertes seamos, mejor nos podremos coordinar, colaborar, reconociendo y valorando nuestras diferencias.
Necesitamos una ciudadanía fuerte que adopte esta bandera, se la arrebate a la clase política y se dedique a desarrollar desde la raíz, desde la infancia, desde la escuela más básica, esta relación de madurez y de entendimiento entre unos y otros. Y no estar confiados en que las soluciones vendrán con el tiempo, en el muy largo plazo. Nos urge, lo necesitamos. Amigas, hay hombres que están de su lado. ¡Ánimo! Nuestra colaboración beneficiará a nuestra Sociedad.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx
Columna Invitada
Pirotecnia: una tradición que exige conciencia, no indiferencia
Cada diciembre en México se enciende algo más que pólvora: se enciende la conversación eterna entre tradición y seguridad. Nadie niega que los fuegos artificiales han acompañado nuestras celebraciones por siglos; forman parte de la memoria colectiva y de la estética festiva del país. Pero también es cierto que, detrás de ese brillo, siguen existiendo riesgos que ya no podemos minimizar.
No se trata de atacar a quienes aman la tradición ni de convertir en villano a quien recuerda su infancia con un “cuetito en la mano”. Esto no va de nostalgia. Va de responsabilidad. Va de preguntarnos, como adultos, como padres y como sociedad: ¿cuánto dolor ocasiona lo que seguimos normalizando?
Hermosillo es un ejemplo claro del reto. Durante muchos años, Protección Civil decomisaba alrededor de 200 kilos de pirotecnia clandestina cada temporada. Con la regulación más estricta y la prohibición de pirotecnia sonora, el año pasado se decomisaron solo 25 kilos. Un avance enorme, sí, pero también una señal de alerta: el problema no desapareció, solo se hizo más pequeño… y más disperso.
Basta un artefacto para causar una tragedia
Y aquí es donde debemos ser honestos sin ofender a nadie:
¿Quién compra la pirotecnia? Los adultos.
¿Quién pone el dinero? Los padres.
¿Quién la manipula la mayoría de las veces? Los hijos.
La ecuación está desequilibrada desde el origen.
No es un tema de prohibición; es un tema de decisión familiar.
Durante años me tocó ver de cerca lo que muchos prefieren no imaginar: niños con quemaduras en las manos, en la cara, en los ojos; adolescentes que pierden movilidad o audición; casas enteras consumidas por un globo de Cantoya que cayó donde no debía.
La estadística nacional coincide:
- El 60% de los lesionados por pirotecnia son menores entre 5 y 14 años.
- Las zonas más afectadas son manos (30%), ojos (28%) y rostro (15%).
Ante esos datos, cualquier argumento romántico se queda corto.
La tradición es valiosa, pero ninguna tradición debería sostenerse sobre el sufrimiento de los más pequeños. No es coherente que como sociedad hayamos avanzado en temas de equidad, salud mental, educación y seguridad vial, pero sigamos aceptando prácticas que lesionan a quienes más deberíamos proteger, porque curiosamente, la regulación avanzó porque algunas personas se preocuparon más por los perritos que por los niños o las personas autistas.
El riesgo de la pirotecnia no es una exageración. Tampoco es una persecución. Es una realidad que cada año se cobra vidas en todo el país: explosiones en talleres clandestinos, incendios en viviendas, abarrotes con venta ilegal, menores lesionados por artefactos defectuosos. Hablar de esto no es ser aguafiestas; es ser sensato.
Y aquí la reflexión indispensable:
¿De dónde sale el dinero para comprar pirotecnia?
Del bolsillo de los padres.
Por eso la decisión es profundamente familiar.
No importa si el niño insiste, si “todos los vecinos compraron”, si “es nomás tantito”.
Lo que para un menor es un juego, para un adulto debe ser un análisis de riesgo.
Celebrar, sí.
Poner en peligro a los hijos, jamás.
La regulación actual en Hermosillo demuestra algo importante: cuando la autoridad actúa, el riesgo disminuye. Pero el cierre definitivo del círculo depende de la familia. No de la policía, no del municipio, no de los inspectores, no de las campañas: de la decisión del adulto que entrega o no el billete.
El mayor acto de amor en diciembre no es comprar luces que explotan, sino garantizar que tus hijos regresen a casa sanos, completos y sin cicatrices.
La tradición puede continuar, pero la inconsciencia no.
Hoy Hermosillo está dando pasos. Falta que cada hogar dé los suyos.
Pasemos unas felices posadas y disfrutemos el Guadalupe – Reyes que ya se aproxima.
Mtro. Guillermo Moreno Ríos
Ingeniero civil, académico, editor y especialista en Gestión Integral de Riesgos y Seguros. Creador de Memovember, Cubo de la Resiliencia y Promotor del Bambú.
[email protected]

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx
Felipe Monroy
Claridad, ante la complejidad
El debate sobre el papel de los obispos de México ante los múltiples desafíos nacionales se ha intensificado en recientes días tras la divulgación de una “Carta abierta a la Conferencia del Episcopado Mexicano”, firmada por el grupo denominado ‘Teología Latinoamericana: Volviendo al Evangelio’. Esta misiva, publicada en la icónica e histórica revista eclesial Christus, no es una crítica marginal, sino un espejo de las profundas tensiones que recorren el catolicismo mexicano ante una realidad nacional marcada por la violencia, la polarización política y el vertiginoso cambio cultural.
Entre varios asuntos, el documento cuestiona si el liderazgo eclesiástico ha caído en un “discurso confrontativo y politizado” que se aleja de la misión profética de analizar la realidad no sólo con rigor sino en clave evangélica o que impide la promoción de una pastoral creativa de encuentro, desprovista de sesgos nostálgicos. Este cuestionamiento toca un nervio sensible de la actitud católica contemporánea pues algunos movimientos religiosos y políticos continúan fomentando doctrinas de pretendida ‘restauración’ histórica o de supuestos estados previos idealizados; mientras se desprecian o subestiman los nuevos contextos sociales y los cambios culturales irreversibles. Es decir: lo que ya ha cambiado debido al famoso ‘cambio de época’.
La carta, por ejemplo, aborda directamente el delicado manejo de la memoria histórica en el mensaje de noviembre pasado de los obispos. Señala que, al conmemorar el centenario de la Guerra Cristera, existe el riesgo de establecer una “equivalencia indebida” entre la persecución religiosa de los años 20 y el contexto actual, donde —según los firmantes— no existe persecución por creencias.
En efecto, el mensaje episcopal mencionado parece ser intencionalmente ambiguo respecto a la “causa sagrada” de “dar la vida” contra “el Estado totalitario… opresor… del dictador en turno” que sucedió durante la persecución religiosa del siglo pasado. Aunque hay que mencionar que dicho mensaje y su jiribilla retórica sin duda estuvo motivado por los recientes abusos discursivos y legislativos de no pocos liderazgos políticos (siempre amparados por el partido en el poder) que legitiman aquella rancia alergia a la libertad religiosa que, paradójicamente, institucionalizaron los fundadores del partido hegemónico del siglo pasado al que enfrentaron hasta arrancarle el poder.
La carta, sin embargo, sostiene que los argumentos episcopales podrían incurrir en “falacias” al apelar más a la emoción que al análisis objetivo. Y por ello, la pregunta crucial que subyace es si el episcopado está construyendo un relato emocional de confrontación con la autoridad civil electa y si, involuntariamente está procurando la exaltación de las identidades religiosas sacrificando el diálogo y la precisión fáctica.
Contra lo que el episcopado afirmó en su mensaje, la carta sí reconoce los avances sociales que las autoridades federales han divulgado en los últimos años y que los obispos consideran parte de una retórica propagandística falaz: la reducción de la pobreza, el aumento del salario mínimo y algunas políticas de nivelación a través de la justicia social. Y aunque, al igual que el episcopado nacional, los firmantes advierten una crisis profunda en seguridad ciudadana, la carta pide a los obispos que las críticas a la violencia sean claras y específicas, y eviten generalizaciones sobre “discursos” o “narrativas” cuyo origen no fueron capaces de identificar.
Este llamado al rigor tiene una dimensión pastoral profunda. La realidad mexicana, con casi el 70% de la población que aún percibe sus localidades como inseguras, exige un análisis que debe ir más allá de la mera confrontación política. Por lo cual, la denuncia concreta de las “estructuras del pecado” que someten a la población al miedo y a la incertidumbre, a juicio de los firmantes, deben hacerse con nombre y apellido, y no sólo sembrar con guiños sutiles los destinatarios de una crítica velada.
Sin duda, lo que revela esta singular y espontánea carta abierta para la comunidad católica mexicana es que hay una alta exigencia para los fieles ante la compleja realidad nacional. Urge abordar con profundidad analítica y sin simplificaciones las causas estructurales del dolor nacional; se requiere expresar con valor profético la denuncia del mal dondequiera que se encuentre; es necesario sostener un diálogo auténtico con toda la sociedad, incluyendo a quienes piensan distinto; y se debe mostrar una actitud sinodal para escuchar, respetar y valorar la reflexión que surge desde desde las comunidades religiosas, los laicos, las comunidades de base y los marginados. En concreto, se necesita una Iglesia que, lejos de encerrarse en la queja, salga a encarnar la esperanza en las fronteras y periferias existenciales.
*Director VCNoticias.com @monroyfelipe
Columna Invitada
Un México que pierde su humanidad… y cómo recuperarla
Por Alessandra García Villela
En medio de los avances tecnológicos, la hiperconexión y el ritmo acelerado con el que vivimos, pareciera que México –y el mundo– ha comenzado a perder algo esencial: su humanidad. Cada vez es más común ver cómo decisiones públicas, conversaciones sociales e incluso debates cotidianos olvidan un principio fundamental: la dignidad de la persona humana. Cuando ese valor se desplaza del centro, todo lo demás se distorsiona. Y entonces, cualquier cosa parece negociable.
La historia reciente nos lo demuestra. Cuando olvidamos la dignidad humana, dejamos de proteger a quienes más lo necesitan: a las mujeres que enfrentan violencia todos los días, a los niños que crecen sin oportunidades, a los adultos mayores sin acompañamiento, a quienes viven en pobreza extrema, a los enfermos sin acceso a atención digna, a los migrantes que arriesgan todo por sobrevivir y, también, a quienes aún no nacen. Lo mismo ocurre con el medio ambiente: cuando dejamos de reconocer que el ser humano tiene un valor intrínseco, se vuelve más fácil destruir aquello que sostiene su vida.
No es casualidad que los países con mayores niveles de desarrollo sean justamente aquellos donde la dignidad humana es la base de sus políticas públicas. México no será la excepción. Para aspirar a un país más justo, más seguro, más próspero y más unido, necesitamos regresar a ese principio elemental.
Duele profundamente ver un país dividido, enfrentado, roto en bandos que parecen imposibles de reconciliar. Duele porque cuando dejamos de reconocer la dignidad del otro, lo convertimos en enemigo, en alguien “cancelado”, en alguien que —según algunos— ya no tiene derecho a opinar, a cuestionar, a participar. Pero un México así no puede avanzar. La dignidad humana nos recuerda que cada persona, incluso quien piensa distinto, merece ser escuchada y respetada. México nos necesita unidos, no idénticos; unidos en reconocer el valor irrenunciable de cada uno. Solo así podremos construir un país donde la diferencia sume, no divida, y donde la esperanza tenga más fuerza que el miedo.
Desde la Red de Jóvenes Activadores en Actívate, una plataforma que impulsa la participación ciudadana para transformar nuestro entorno, el mensaje es claro: si queremos un México mejor, no basta con quejarse, hay que actuar. Y actuar desde convicciones firmes.
Los primeros pasos en el activismo a veces provocan miedo, pero debe prevalecer la determinación. Un país más humano solo es posible si reconocemos, defendemos y promovemos el valor de cada persona, sin excepciones. Esa certeza me llevó a alzar la voz, a comprometerme con causas sociales y a trabajar con jóvenes de todo el país que comparten el mismo anhelo: construir un México más digno.
Cuando la dignidad humana está en el centro, todo cambia. Luchamos por una educación de calidad, porque sabemos que transforma vidas. Impulsamos el emprendimiento y el empleo digno, porque reconocemos la capacidad creadora de las personas. Defendemos los derechos humanos, porque no hay progreso posible sin justicia. Protegemos a los niños y a los no nacidos, porque su valor no depende de circunstancias externas. Cuidamos del medio ambiente, porque entendemos que el bienestar humano está ligado al equilibrio ecológico. Y acompañamos a los más vulnerables, porque su dignidad es tan grande como la de cualquiera.
Esta visión no es teórica; es práctica y transformadora. En Actívate lo hemos comprobado. Un ejemplo es la campaña del Cangrejo Azul, un proyecto que logró movilizar a miles de ciudadanos para proteger una especie en peligro de extinción y su ecosistema. ¿Por qué funcionó? Porque lo hicimos con convicción, con creatividad y partiendo de un principio sencillo: si cuidamos la vida –toda vida–, cuidamos nuestro futuro.
Hoy México necesita recuperar esa mirada humanista. Necesita líderes, ciudadanos y autoridades que recuerden que cada decisión pública tiene rostro, historia y consecuencias reales en vidas concretas. Necesita jóvenes que no se cansen de participar, de cuestionar y de proponer.
La pregunta que nos queda es simple pero urgente: ¿qué pasaría si, como país, decidiéramos colocar nuevamente la dignidad humana en el centro de todo? Tal vez descubriríamos que las respuestas que buscamos –seguridad, justicia, desarrollo, unidad– comienzan justamente ahí.
Porque un México más humano no es un ideal lejano: es un proyecto posible, y empieza con cada uno de nosotros.
El objetivo es que cada mexicano se reconozca responsable del otro, que entendamos que nuestro país no se sostiene solo con instituciones, sino con personas que deciden involucrarse, acompañarse y construir juntas. Si asumimos que todos somos corresponsables de un mejor México —desde lo que hacemos en casa hasta lo que impulsamos en lo público— entonces podremos transformar realidades. Un país verdaderamente humano nace cuando cada uno de nosotros reconoce que su vida está ligada a la dignidad y la esperanza del que tiene a lado.

Alessandra García Villela
Coordinadora Jr. de la Red de jóvenes activadores
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