México
Semana Santa, entre la tradición y el simbolismo
Ciudad de México.— Cada año, los católicos conmemoran la Semana de la Pasión de Cristo comúnmente llamada Semana Santa, la cual inicia el Domingo de Ramos y concluye el Domingo de Pascua o de Resurrección. Son los días conclusivos de la larga preparación que los cristianos hacen durante la Cuaresma para poder vivir la experiencia de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor con un espíritu abierto a los Misterios de la Redención.
Para fijar la Semana Santa en el calendario se sigue la tradición lunar hebraica de los tiempos de Jesús para la celebración de la Pascua (la fiesta judía que celebra la liberación del pueblo hebreo del dominio del faraón egipcio). La fórmula es la siguiente: primero se fija el domingo de Pascua de Resurrección que es el domingo siguiente a la primera luna llena que sigue al equinoccio de primavera. A partir del domingo se fija el triduo pascual que son del jueves al sábado inmediatos anteriores y el Domingo de Ramos, con el que inicia formalmente la Semana Santa. Del Domingo de Ramos se cuentan cuarenta días hacia atrás para fijar el Miércoles de Ceniza con el que inicia la Cuaresma que es ese periodo de preparación en el que se recomienda a los católicos renueven su compromiso cristiano a través de la conversión, arrepentimiento y de las obras de caridad.
En el marco de esta semana, los católicos expresan varios de los memoriales de la vida de Jesús a través de tradiciones que en cada país o cultura van adquiriendo. Por ejemplo, en México aún se conserva la tradición del Altar de Dolores, colocado el viernes anterior al domingo de Ramos, en el que se recuerda la profecía que el anciano Simeón hace a María sobre el destino doloroso de su hijo y las ‘siete espadas que atravesarán su corazón’. En algunas iglesias y casas particulares se erigen altares con la imagen de la Virgen Dolorosa, con banderitas doradas, naranjas agrias, retoños de trigo, esferas de cristal y vitroleros con agua de sabor que representan las lágrimas de la Virgen. En la Ciudad de México, los altares de Dolores más famosos y tradicionales se montan en el Barrio del Carmen, en San Ángel, al sur de la capital.
Comienza la Semana Santa
El Domingo de Ramos, los católicos acuden a su templo parroquial en procesión con las tradicionales palmas para que sean bendecidas y colocadas en sus hogares. Es un recuerdo de cómo recibió el pueblo de Jerusalén a Jesús, en medio de vítores y de alegría, aunque aquel iba montado en un burro. A los católicos esta escena les recuerda que el Salvador “no tiene una corte que lo sigue, no está rodeado por un ejército… quien lo acoge es gente humilde”, dice el papa Francisco en su meditación sobre este día y los símbolos que lleva.
Este domingo en la misa, se narra la parte central de la Pasión de Jesús. Desde la llamada Última Cena con sus apóstoles donde instituye la Sagrada Eucaristía hasta la muerte del propio Jesús en la cruz. Y a partir de este día, los católicos y las personas que profesan diferentes expresiones de credo cristiano conmemoran la Semana Santa con diferentes recomendaciones de sus obispos o pastores.
Luis Artemio Flores Calzada, obispo de Tepic, explica en entrevista que los católicos tienen la oportunidad, durante la Semana Santa, de recordar el triunfo de Cristo sobre el mal y el pecado: “Que no se sientan sólo espectadores sino partícipes de esta experiencia, saber que son portadores de paz y amados por un rey que no impone, sino que conquista por el amor”. En parroquias y catedrales de México, por ejemplo, del lunes al miércoles santos se realizan meditaciones, rezo del Rosario y pláticas de formación sobre los Misterios de la Redención y la Pascua de Resurrección. El órgano oficial de la Arquidiócesis de México recomienda a los fieles católicos: “Cuando se habla de Semana Santa por lo general se piensa sólo en jueves, viernes y sábado santos, pero la llamada Semana Mayor también abarca lunes, martes y miércoles. Estos tres días nos dan la oportunidad de disponer nuestro espíritu para vivir la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo con verdadera fe y recogimiento. ¿Qué se recomienda hacer en estos días? Disponer nuestro espíritu y abrir el corazón para escuchar la Palabra de Dios. Reflexionar sobre la vida que nos ha regalado Dios. La meditación nos debe ayudar a entender dónde nos encontramos y hacia dónde debemos caminar, según la voluntad del Señor. Y aprovechar estos días para acercarnos al sacramento de la Reconciliación, donde se experimenta el gran amor misericordioso del Padre bueno que nos espera para darnos el perdón”.
El obispo Flores Calzada secunda: “Los que tengan oportunidad, pueden participar en la Eucaristía porque ahí se meditan los últimos días de Jesús antes de su Pasión; y los que no puedan asistir, les recomendaría empezar a leer la Pasión del Señor en cualquiera de los Evangelios. Y, finalmente, los que puedan acercarse al sacramento de la Penitencia, la confesión, es buen momento para hacerlo”.
Turismo sí, pero con reflexión y devoción
Del jueves al domingo santos se realiza el llamado Triduo Pascual y se siguen los pasajes bíblicos que más se representan en pueblos y parroquias como en el Santuario de la Cuevita en Iztapalapa que llega a convocar a más de un millón de turistas por año para ver la escenificación y representación de la Pasión de Cristo. Sin embargo, a lo largo de México, la gran mayoría de poblados realiza procesiones, representaciones con actores o con efigies de Cristo. Estas actuaciones o representaciones pueden estar acompañadas o no por los sacerdotes de cada localidad y, por ello, hay discordancias entre los textos bíblicos y los que emiten los actores; llegando en ocasiones a confundir entre lo tradicional y la palabra de las sagradas escrituras.
En las últimas dos décadas se ha incrementado la presencia de turistas y visitantes que, buscando experiencias de religiosidad popular, admiran y acuden a las representaciones del Viacrucis. Alex Pérez Cevallos, director general de la agencia de turismo Ideas Tours, revela: “Existe un despunte del turismo religioso. Las agencias de viajes en el exterior hoy organizan grupos bajo la denominación de peregrinaciones, las mismas que vienen acompañadas de un sacerdote. Desde nuestra experiencia, los países que nos han solicitado estos paquetes son Ecuador, Costa Rica, Colombia y Brasil”.
De los 47 mil 613 millones de pesos que en promedio deja como derrama económica la Semana Santa en los distintos destinos turísticos en México, una buena fracción de turismo acude a destinos de experiencia religiosa: “El 70% de los turistas latinoamericanos que recibimos y que visitan México vienen por la Virgen de Guadalupe; en los últimos años también el 2 de noviembre se ha convertido en una fecha emblemática pues atraen mucho las tradiciones. Desde nuestra experiencia cada vez más se dan a conocer otros destinos que ya son solicitados con más frecuencia, como el Cerro del Cubilete, San Juan de los Lagos y Zapopan”, explica el director de agencia turística.
Y es que la experiencia religiosa y el turismo no están peleados. El obispo Luis Artemio Flores es pastor de una amplia zona turística del país (Puerto Vallarta, Riviera Nayarita y San Blas) y recomienda: “En mi diócesis tenemos muchas zonas de vacacionistas; primero le digo a la gente de aquí que los atiendan y los reciban bien. Y a la gente que viene a las playas les diría que disfruten pero que, así como se dan tiempo para ellos mismos, para descansar, que se den tiempo para ir a los oficios litúrgicos, que son en la tarde. Sí podemos vivir la Semana Santa como turistas y también desde nuestro lugar”.
Entre el martes y jueves santo, los obispos celebran en sus catedrales con todo su clero el ritual de la bendición de los óleos y la renovación de promesas sacerdotales. Pero la celebración central del día es la Misa de la Cena del Señor donde se conmemora la institución de la Eucaristía y simbólico lavado de pies que representa el principal servicio de los cristianos a los necesitados: la caridad. El papa Francisco insiste: “Entre nosotros, no es que debamos lavarnos los pies todos los días los unos a los otros, sino que debemos ayudarnos los unos a los otros. Esto es lo que Jesús nos enseña”.
—¿Qué hay que comprender de los símbolos de los días santos señor obispo?
— El jueves santo tenemos la Cena del Señor y participamos de la institución de la Eucaristía, también tenemos el lavatorio de los pies que es otro signo que indica que aquel que quiera ser el primero, no debe ser dominador sino servidor de sus hermanos. El viernes participamos del Viacrucis meditando cuánto nos ama el Señor que aceptó la Pasión, la traición, los golpes y la muerte porque nos ama, reconocemos que esto que Jesús pasó es porque nos ama y para liberarnos de lo que nos hace daño y también para descubrir que también debemos entregar la vida, que podemos encontrar momentos duros difíciles en nuestra vida, pero debemos permanecer fieles como Cristo. Y, sobre todo, la liturgia de la tarde nos invita a meditar en la Pasión del Señor, en el trofeo, la Cruz. Porque la cruz, que era considerado un signo de maldición, se convierte en un signo de bendición porque Cristo con su cruz destruyó el mal.
La Vigilia Pascual (el sábado por la noche) con todos sus símbolos como el fuego, que significa a Cristo emergiendo de la tierra, de las tinieblas venciendo la muerte y el pecado. Él surge como una luz que viene a disipar todo lo negativo. Y allí, al encender nuestro cirio pascual, significa que participamos en el triunfo de Cristo y con él disipamos las tinieblas e iniciamos una etapa nueva. El domingo de Resurrección debemos meditar qué hace el Señor desde la Creación hasta la Nueva Creación; es decir: de la esclavitud a la libertad, de la muerte a la vida. Esta creación es un mundo mejor, que pasa de la violencia a la paz, de los odios al amor. Es el significado de una Pascua que debemos realizar y después renovar nuestro bautismo como hijos de Dios. Es el triunfo y el encuentro con Cristo el Resucitado, por ello debemos ser actores no sólo espectadores de la Semana Santa.
Las autoridades eclesiásticas han insistido en los últimos años que la participación de los fieles en la Semana Santa no sólo debe ser tradicional sino que debe transformar las vidas de los creyentes y sus semejantes; a propósito, el sacerdote Rogelio Alcántara, director de la Comisión para la Doctrina de la Fe en la Ciudad de México, explica: “Quien más participa en la Redención, no es el que materialmente asiste a los oficios de Semana Santa, sino el que se une vitalmente al Misterio Pascual del Señor; y es que alguien puede ir a todo lo que organice su parroquia pero no por mera costumbre, incluso hay quien acude con deseos de protagonismo de fama y prestigio o para sacar ventajas personales… quien no rectifique su intención le aprovechará poco ir a la iglesia”.
—Señor obispo Luis Artemio, ¿qué decir a las personas que, aún queriendo, no pueden participar de los ritos de semana santa por su trabajo o sus responsabilidades?
—Pienso que si en un ratito tienen la oportunidad lean algún pasaje de la Pasión del Señor. Ahora se pueden hacer lecturas en los teléfonos inteligentes. Que ojalá mediten los días santos, que lean un pasaje pequeño de la Biblia y que, si no tienen oportunidad por su trabajo o labor, que sepan que en esta Semana celebramos el triunfo de Jesús, que sepan que haciendo bien su papel y su trabajo están atendiendo a Cristo. Y, finalmente, que ofrezcan al señor su trabajo al Señor: que pongan en práctica el amor.
Algunas tradiciones populares
Además de los actos religiosos litúrgicos y oficiales, los creyentes católicos viven con diferentes tradiciones estas fechas. Por ejemplo, el jueves santo se distribuye y come el “pan bendito con manzanilla”. Según la liturgia católica, el viernes santo no se celebra misa y, por tanto, los creyentes no pueden tomar la Eucaristía; por ello, el pan y la manzanilla bendecidos el jueves suelen consumirse como sacramentales al día siguiente. También el jueves permanece la tradición de la Visita de las Siete Casas, los fieles visitan siete templos en los cuales está expuesto el Santísimo Sacramento en sus Monumentos adornados; este gesto recuerda el recorrido que hizo Jesús la noche que fue aprehendido y llevado a las autoridades romanas y judías para ser juzgado.
En el viernes santo es común que la gente participe del Vía Crucis que es acompañar a Jesús en su camino hacia el Calvario cargando la cruz; atender la reflexión de las “siete palabras”. Por la tarde-noche, dar el Pésame a la Virgen, realizar la Procesión del Silencio y hacer el Vía Matris, que es acompañar a la Virgen María en su doloroso camino de vuelta del Calvario.
El sábado santo ya no se llama sábado de gloria por una adecuación de la fiesta pascual en el siglo XVI por ello no es recomendable que los fieles se mojen recordando el bautismo; las autoridades tampoco promueven ya otra tradición de este día como es la Quema de Judas. Ambos actos afectan directamente al medio ambiente y no ayudan a reflexionar en este día que simboliza la espera de la Resurrección de Jesús.
Finalmente, el Domingo de Pascua o Domingo de Resurrección, se vive la fiesta más importante para todos los cristianos. La fiesta litúrgica dura ocho días y el tiempo pascual cincuenta días a partir de este domingo. Es tan importante esta fecha para los católicos que las autoridades eclesiales promueven entre los fieles que se celebre, además de acudir a Misa, con una reunión familiar donde se comparta la alegría y, en lo posible, el pan de la unidad. Dice el papa Francisco: “El cristianismo no es una doctrina filosófica, no es un programa de vida para sobrevivir, para ser educados, para hacer las paces. Esas son las consecuencias. El cristianismo es una persona, una persona alzada en la Cruz”.
ebv
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Mascotas hacen más sociables a los jóvenes
Ciudad de México.- Vivir con un perro cambia el día a día de muchos jóvenes y hoy la ciencia ofrece nuevas pistas sobre este vínculo.
Un estudio reciente, publicado en iScience y realizado por instituciones científicas de Japón, analizó cómo la presencia de un perro influye en la salud mental y en la sociabilidad de adolescentes.
hallazgos muestran un impacto positivo que se refleja en menos estrés, mayor interacción social y un bienestar emocional más estable.

El equipo encabezado por Takefumi Kikusui, de la Universidad de Azabu, estudió el microbioma bucal de 345 adolescentes que vivían con un perro y lo comparó con el de jóvenes sin mascota.
El análisis mostró diferencias claras en la composición microbiana pese a tener una diversidad similar. Estas variaciones se relacionaron con mejores puntuaciones psicológicas en quienes compartían su hogar con un perro.
Kikusui explicó que la investigación nació tras trabajos previos que mostraron un mayor bienestar mental en adolescentes con perro.
El equipo sabía que la microbiota influye en el comportamiento a través del eje intestino-cerebro, así que decidió explorar si este vínculo se reflejaba también en los jóvenes.

Los participantes con perro mostraron menos problemas sociales y menos señales de soledad o ansiedad.
El estudio destacó que los perros ofrecieron seguridad, compañía y oportunidades naturales para socializar.
La adolescencia es una etapa de profundos cambios emocionales y sociales.
El cerebro y las hormonas influyen en la toma de decisiones, la regulación de impulsos y la forma en que los jóvenes construyen vínculos. Por ello, encontrar factores que favorezcan el bienestar en esta etapa resulta esencial.
El estudio mostró que tener perro a los 13 años se asocia con una mejor salud mental.
Kikusui señaló que este efecto no explica todo el bienestar del joven, pero forma parte de un conjunto de influencias positivas que pueden marcar una diferencia.
Los científicos ampliaron la investigación usando ratones de laboratorio.
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Tras inocularles microbiota de adolescentes con perro, observaron que los animales mostraron más interés social hacia sus compañeros y más disposición a ayudar a un ratón atrapado.
Este comportamiento sugirió que el microbioma podría desempeñar un papel en la conducta prosocial.
Los resultados describen la relación humano–perro y como un vínculo que acompaña, sostiene y promueve empatía en momentos decisivos de la vida.
La convivencia diaria impulsa rutinas más activas, conversaciones espontáneas y conexiones que fortalecen la confianza de los jóvenes.
El efecto positivo no depende solo del perro, destacan los investigadores, pero su presencia puede convertirse en un puente hacia relaciones más sanas y una vida emocional más equilibrada.
El equipo ya inició un nuevo estudio sobre microbioma y bienestar en personas mayores.
Su objetivo es entender cómo estas dinámicas influyen a lo largo de la vida y cómo la compañía de un perro puede seguir sumando bienestar en distintas etapas.
La ciencia abre un camino para comprender un vínculo conocido desde siempre: un perro no solo acompaña, también impulsa crecimiento, empatía y salud emocional.

Un recordatorio de que, en muchos hogares, el afecto y la compañía pueden transformar vidas jóvenes cada día.
ARH
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Invierno y gripe: proteger a los más pequeños
Ciudad de México.- La temporada de gripe 2024-2025 llegó con fuerza, golpeando más a los más jóvenes y a sus familias. En EE.UU., los datos oficiales muestran que la tasa de hospitalización por influenza alcanzó los niveles más altos desde al menos 2010-2011.
En este escenario, proteger a bebés y niños pequeños se convierte en prioridad para padres, cuidadores y autoridades.
Durante el periodo de octubre de 2024 a abril de 2025, la Centers for Disease Control and Prevention (CDC) identificó una tasa acumulada de hospitalización por gripe de 127.1 por cada 100 mil personas, cifra que superó con creces el mediano histórico de 62.0 en temporadas anteriores.

Esta temporada se clasificó como “de alto riesgo” para todos los grupos de edad.
Los niños menores de 2 años registraron los índices más elevados de hospitalización por gripe, ya que su sistema inmunitario aún se encuentra en desarrollo.
Los bebés menores de 6 meses presentan la mayor vulnerabilidad, pues no pueden ser vacunados directamente.
El contagio de los más pequeños no es solo estadística: implica mayor riesgo de internación, complicaciones y angustia familiar.

El sistema inmune en desarrollo y la baja exposición previa a virus de la influenza explican en buena parte esa situación.
Al mismo tiempo, organismos como la American Academy of Pediatrics (AAP) y la CDC recomiendan la vacunación anual a partir de los 6 meses, y que los familiares cercanos también se inmunicen para crear una “burbuja” protectora.
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Cuando los padres o cuidadores enferman, pueden contagiar al bebé.
Si los adultos inmunizados evitan la infección, reducen la exposición en el hogar.
Además, la vacuna no sólo previene el contagio sino que disminuye la gravedad del cuadro.
Vacunar al niño (a) a los 6 meses o más y, de ser su primera vez o haber recibido sólo una dosis antes del 1.º de julio del año previo, aplicar dos dosis con cuatro semanas de diferencia.
Cada adulto immunizado protege al bebé que aún no puede recibir vacuna.
Expertos recomiendan consultar al pediatra ante síntomas como fiebre alta, dificultad para respirar o decaimiento; los antivirales son más eficaces si se administran dentro de las primeras 48 horas.

Mantener limpias las manos, ventilar espacios y, en lo posible, aislarse si se presentan síntomas para evitar contagiar al niño pequeño.
ARH
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“No hay descanso emocional”: así afectan las redes sociales al desarrollo adolescente
Ciudad de México.— Sin importar la hora miles de adolescentes entran en un universo digital donde no existe pausa posible. Conversan sin hablar, comparten sin mirar, conviven sin presencia. Entre pantallas y notificaciones se juega una parte decisiva de su desarrollo emocional un territorio donde especialistas alertan sobre una tendencia que crece: mayor ansiedad y menor autoestima.
El artículo “Cómo afecta el uso de las redes sociales a adolescentes” de Child Mind Institute reporta los desafíos de una generación que crece en un entorno de interacción permanente. Las redes sociales modifican la convivencia y el desarrollo emocional, generan tensiones nuevas y exigen acompañamiento cercano.
Una generación que interactúa sin señales visibles
Las expertas clínicas Catherine Steiner-Adair, EdD, y Donna Wick, EdD, explicaron a Child Mind Institute que los adolescentes están formando vínculos con menos herramientas sociales que generaciones anteriores. La comunicación digital elimina gestos, miradas y matices que antes funcionaban como guía en la convivencia presencial.
La ausencia de señales no verbales provoca malentendidos y eleva la ansiedad social. Cada interacción ocurre con un distanciamiento que vuelve más difícil interpretar emociones. El intercambio deja de ser directo y se convierte en mensajes breves que cada persona elabora sin la tensión propia del encuentro cara a cara.
Comparación constante y los efectos en la autoestima
Explican que cuando un adolescente tiene una percepción negativa de su apariencia o de su vida cotidiana, pasar por redes sociales puede profundizar ese malestar. Las imágenes perfectas —producidas, filtradas o retocadas— crean un espejo distorsionado que afecta la autoestima.
Una encuesta de la Royal Society of Public Health aplicada a jóvenes británicos de entre 14 y 24 años muestra que plataformas como Instagram, Snapchat, X y Facebook incrementan sensaciones de ansiedad, tristeza, soledad e insatisfacción corporal. En un entorno donde la aprobación se mide con “me gusta”, muchos adolescentes invierten tiempo ajustando su identidad digital.
Amistad bajo nuevas reglas
Catherine Steiner-Adair, detalla que la amistad exige habilidades que se fortalecen con práctica real. Expresar emociones, resolver conflictos y escuchar requieren un aprendizaje que no se desarrolla en conversaciones intermitentes por texto. Cuando la interacción se traslada a pantallas, los adolescentes enfrentan menos riesgo emocional inmediato y tienen menos oportunidad de experimentar esas dinámicas.
Señala que muchos jóvenes perciben una llamada telefónica como un acto intenso. La conversación directa impone un nivel de presencia que se ha vuelto difícil de sostener para quienes rara vez la practican.
Crueldad, presión social y el temor a no ser suficiente
Donna Wick, EdD, observa que adolescentes escriben mensajes que jamás dirían cara a cara. En el caso de las niñas, esta tendencia aparece con más frecuencia, debido a la presión social por mantener armonía en círculos de amistad.
Catherine Steiner-Adair, EdD, señala que la autoestima se consolida cuando una persona reconoce quién es. La multiplicación de identidades digitales confunde ese proceso y alimenta la sensación de impostura, un fenómeno que Wick identifica como similar al “síndrome del impostor”.
Hiperconexión y silencios que pesan
Para Donna Wick, EdD, esta hiperconexión genera ansiedad porque no permite descanso afectivo. La tecnología elimina momentos de pausa. Aplicaciones que muestran ubicaciones, actualizaciones continuas y expectativas de respuesta inmediata crean un estado de alerta emocional permanente.
El silencio digital también adquiere un significado doloroso. Si una respuesta no llega, el adolescente interpreta el silencio como rechazo. Las relaciones pueden diluirse sin explicación, sin confrontación y sin oportunidad de cierre.
Papel de los padres en medio de la avalancha digital
Steiner-Adair como Wick coinciden en que el ejemplo adulto es el punto inicial del acompañamiento. Reducir el uso personal de dispositivos abre la puerta a que los adolescentes entiendan límites y prioridades.
Steiner-Adair recomienda establecer espacios y horarios sin tecnología en casa. La entrada al hogar después del trabajo, el trayecto a la escuela y los momentos designados para conversar deben mantenerse libres de pantallas. Esos espacios fortalecen el vínculo familiar.
Wick sugiere retrasar lo más posible el inicio en redes sociales y acompañar de forma respetuosa. Revisar mensajes sin motivo claro daña la confianza. Monitorear con apertura, sin invadir, permite preservar la comunicación.
Construir presencia y acompañamiento
Finalmente, concluyeron que limitar el tiempo de pantalla no busca prohibir la tecnología, sino equilibrar su peso. Cuando los adolescentes acuden a Internet para aclarar dudas o buscar consuelo, hallan información sin contexto y sin sensibilidad. La presencia de los padres permite ordenar emociones, aportar perspectiva y mantener estabilidad.
Son esos momentos cotidianos y constantes los que refuerzan la seguridad emocional y brindan herramientas para que los adolescentes enfrenten la presión digital.
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Tecnología y violencia: factores que condicionan la salud mental en jóvenes
Ciudad de México.— El uso de tecnología en niñas, niños y adolescentes en América Latina se ha convertido en un elemento central de su vida cotidiana. La ausencia de supervisión y la concentración en actividades de entretenimiento revelan un fenómeno con implicaciones para su salud emocional y para la forma en que construyen su relación con el entorno.
Uso de tecnología sin acompañamiento
María Elena Medina-Mora Icaza, coordinadora de la Unidad de Apoyo a la Salud Emocional y Psicológica de la UNAM, señala que los jóvenes utilizan la tecnología principalmente para actividades recreativas y no para estudio. La población juvenil emplea dispositivos móviles durante seis horas al día en promedio, lo que indica una reorganización de su rutina diaria donde se reduce el tiempo de descanso y alimentación. La especialista plantea que el reto consiste en orientar el uso de tecnología de modo que no interfiera con actividades esenciales.
Efectos de la violencia en etapas tempranas
Medina-Mora explica que la exposición a la violencia produce diversas consecuencias dependiendo de la etapa de desarrollo. Menciona conductas inmaduras, estrés o miedo en bebés, así como agresividad y bajo rendimiento escolar en infantes. Entre adolescentes se observan dificultades conductuales, escolares y participación en robos. También recuerda que los trastornos más frecuentes en el mundo son ansiedad, depresión y fobia específica.
Las encuestas muestran que 51 por ciento de quienes presentan un problema mental lo experimentó durante la adolescencia o en los primeros años de la edad adulta. Sin embargo, la salud mental no se encuentra incluida en el sector salud como enfermedad crónica no transmisible y no recibe recursos equivalentes a su incidencia.
Edad de inicio y necesidad de prevención
Según la especialista, los quince años representan el momento más habitual para la aparición inicial de estos padecimientos, coincidente con la etapa de bachillerato. La mediana de inicio se ubica en 19 años para hombres y 20 para mujeres. Medina-Mora subraya la importancia de la prevención y la atención oportuna para evitar complicaciones posteriores.
En estudios cualitativos realizados en varios países se observó que 50 por ciento de los estudiantes que habían tenido intención de quitarse la vida nunca lo comunicó a otra persona, lo que refleja ausencia de canales de diálogo en su entorno cercano.
Condiciones de vida y entornos inseguros
La investigadora indica que generar ambientes seguros durante la infancia y la adolescencia influye en el desarrollo posterior. Afirma que América Latina concentra algunos de los niveles más altos de violencia delictiva, asociada en buena parte al negocio de las drogas, situación que impacta de forma directa a la población joven.
Reclutamiento de menores por grupos delictivos
La organización Reinserta informa que niñas, niños y adolescentes participan en actividades de delincuencia organizada desde edades tempranas. Entre los 9 y 11 años realizan funciones como llevar mensajes, informar o sustraer objetos. A los 12 años transportan drogas. A los 16 manejan armas y participan en secuestros y asesinatos. En ciertos grupos delictivos se les asignan armas antes de los 12 años cuando observan habilidades específicas. Este proceso reduce de manera considerable su expectativa de vida.
La relación entre desventaja socioeconómica y uso de drogas aparece documentada en diversos países. En México, Medina-Mora señala que la inseguridad en las colonias donde viven los estudiantes es uno de los factores que condiciona su experiencia cotidiana.
Consecuencias en la vida emocional y social
La especialista indica que entre estas poblaciones se reportan sentimientos de soledad, enojo, episodios de estrés, ansiedad y depresión, además de adicciones, dependencia al juego e hiperconectividad. También refiere que existe poca vida en comunidad.
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