Análisis y Opinión

Las reglas crean cultura

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El Mundo Interno de las Organizaciones

La semana pasada les compartí mi opinión con relación a la reforma laboral recién emitida por el gobierno de México, y algunas personas se extrañaron por mi posición al respecto. Es por ello que en este espacio quisiera profundizar en el tema, no en cuanto a la reforma laboral, sino en la manera en que las reglas o normas son las que determinan el comportamiento de las personas y son las que se arraigan con el tiempo como parte de nuestra cultura.

Mencionaba que más allá del beneficio inmediato y temporal para los trabajadores, esta reforma refuerza la mentalidad de que los patrones son los villanos que explotan y se enriquecen a costillas de sus empleados. También, desde mi punto de vista, fomenta la mentalidad de pedir y no de contribuir, de exigir y no de colaborar para hacer equipo con nuestra organización buscando un ganar para todos. Esta mentalidad impulsada desde el gobierno ha caracterizado la cultura laboral en México y, en mi opinión, se ha convertido en un freno para nuestro desarrollo.

Efectivamente, así como en nuestros hogares los padres definen las reglas para los hijos y son esas reglas las que forman sus valores, en las organizaciones las políticas y los reglamentos de trabajo también tienen un papel fundamental en la creación de la cultura organizacional. En este sentido, las leyes de un país determinan gran parte de la cultura del mismo.

Los reglamentos de trabajo, las políticas y normas, escritas o no, determinan el comportamiento del personal en una organización ya que definen de manera intrínseca lo que es importante para la la misma. El simple hecho de tener pocas o muchas políticas ya determina el tipo de cultura organizacional que se genera.

Ahora bien, existe un elemento inseparable de la normativa: el sistema de consecuencias y lo efectivo que sea. De nada sirven las políticas y las reglas en el trabajo si cuando alguien las cumple o incumple, no pasa nada.

Las consecuencias pueden ser positivas (reconocimientos, premios, bonos, ascensos) o negativas (castigos, reportes, despidos, freno al plan de carrera). Esto es lo que realmente hace que una regla o política sea efectiva.

En muchas organizaciones existen políticas escritas que no se cumplen porque no hay ningún tipo de consecuencia al respecto; sin embargo, hay reglas no escritas que son las que tienen consecuencias directas y que, por lo tanto, son las que rigen el comportamiento y por ende la cultura de la organización. Reglas como “quedar bien con el jefe”, cuyas consecuencias en algunas organizaciones son más claras y efectivas que las propias políticas oficiales.

En países más desarrollados, sus leyes se cumplen porque sus ciudadanos sufren consecuencias directas al no hacerlo. En los aspectos laborales, las leyes que rigen el funcionamiento de las empresas también se respetan por su sistema de consecuencias. En México, tenemos reglas como la famosa Nom-35 a la que nadie le da importancia porque hasta el momento, no ha pasado nada.

Emitir leyes, reglas o políticas sin dar seguimiento a su cumplimiento y ligarlas a un sistema de consecuencias es, en sí, fomentar una cultura de no respeto a la regulación.

Así es como hemos venido desarrollando en México una cultura en la que, por un lado, las leyes, los reglamentos, las políticas y la normativa son simplemente decorativas; y por el otro, quién implementa consecuencias hacia el comportamiento es quién logra tener el poder real.

Si queremos evolucionar nuestra cultura como país, debemos iniciar desde nuestros hogares con la educación de nuestros hijos y ser firmes en la implementación de las consecuencias por su comportamiento. En nuestras organizaciones debemos no solo contar con políticas y reglamentos sino que debemos respetarlos y tener consecuencias positivas o negativas para ello.

Solo así podremos evolucionar la cultura de nuestro país y lograr que, de verdad, las instituciones estén por encima de cualquier persona sin importar su rango en el modelo de gobierno.

ebv

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