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Opinión

La “caída” del sistema en 1988 y la autocensura de la prensa

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Sobre la caída del sistema electoral en 1988, suceso tras el cual Carlos Salinas de Gortari fue electo presidente de la República para el periodo 1988-1994, todavía falta mucho por escribir y revelar. Se trata de una historia en donde hay mentiras oficiales, secretos de Estado y hasta muertos. De ciencia ficción.

Algunos de los personajes centrales han muerto, de otros se sabe poco o nada y otros más cuentan su versión de los hechos de acuerdo a como todavía hoy les interesa.

La realidad es que contrario a lo que ahora se dice y se acusa, muchos actores de la elección de 1988 conocieron la misma noche de la “caída” del sistema los detalles y propósitos no confesables en ese momento.

Hoy casi 30 años después ya no causa tanto estupor el hecho -increíble pero cierto- pero se podría decir que quienes crearon y alentaron los hechos de la llamada “caída” del sistema, eufemismo político del presunto fraude electoral que ungió a Carlos Salinas de Gortari, fueron los propios opositores al sistema, del PAN para ser más específicos, con la complicidad de los hombres del sistema.

Un personaje clave en toda esta historia es José Newman Valenzuela, quien en 1988 fungía como director del Registro Nacional Electoral, operador de Manuel Bartlett, entonces Secretario de Gobernación del Gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado.

Del poblano Manuel Bartlett se dijo durante muchos años que él era el único hombre del sistema que sabía lo que realmente pasó esa noche electoral. La realidad es que no eran más de cuatro los que guardaban celosamente el secreto e incluso algunas pruebas en archivos digitales de aquél entonces.

Por eso llama la atención que el hoy senador del Partido del Trabajo – ¿quién se imaginaría que el todopoderoso Bartlett terminaría en la chiquillada partidista? – haga pública su denuncia del supuesto fraude y señale que todo pudo ocurrir, cuando en realidad fue el eje de la trama que costo el paso de México a un proceso de democratización política.

La información periodística más precisa de lo que fue y representó para el otrora todopoderoso PRI la caída del sistema, la documentó puntualmente en varias entregas el columnista político Félix Fuentes, uno de los hombres más enterados en México, por muchos años.

Información que en su momento Félix Fuentes obtuvo y verificó en diversas oficinas -tuve la gran oportunidad de ser su colaborador en esos años- señalan que el “chivo expiatorio” del sistema sería José Newman Valenzuela, quien tuvo que huir de México ante el temor de ser asesinado puesto que nunca permitió que se le inculpara por la supuesta manipulación del sistema de cómputo electoral que procesaba la información de las elecciones presidenciales de 1988.

Él en todo momento dijo que el sistema de cómputo, el “sistema” cibernético que había dejado de emitir información de los resultados en las casillas la noche de la elección, no estaba en las oficinas del Registro Nacional de Electores, a su cargo, en un inmueble de la avenida Insurgentes Sur, sino en el sótano de la Secretaría de Gobernación, donde el control absoluto lo tenía Manuel Bartlett Díaz, quien tenía como colaboradores cercanos al Subsecretario Fernando Elías Calles y a Fidel Herrera Beltrán.

Aún más, documentó el periodista Félix Fuentes a través de El Universal: Fue el propio candidato presidencial del PAN, Manuel J. Clouthier, “Maquío”, quien fue informado que los primeros resultados de la elección presidencial, de acuerdo con datos de casillas instaladas en el centro del país: Distrito Federal, Estado de México, Morelos y Michoacán, el candidato que iba ganando era Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, a la sazón candidato del Frente Nacional Democrático (FND).

Clouthier habría consentido, según la información del columnista de El Universal y nunca fue desmentida, que el sistema electoral dejara de emitir la información sobre los resultados, de tal manera que la llamada “caída” del sistema derivó no de un fallo del sistema, sino de la determinación de que dejara de emitir información de los resultados de las votaciones.

En un principio Manuel Bartlett, la noche de julio de 1988, señaló a los consejeros de los partidos políticos reunidos en las instalaciones de la Secretaría de Gobernación (no existía el IFE ni el INE, sino que el órgano electoral dependía de la Secretaría de Gobernación) que tenía información de que el sistema de cómputo “calló”, de callar, inherente a guardar silencio, no de caer o de caída, no era que el sistema cayó -.

Para ese momento, ahora se sabe, Clouthier sabía e incluso habría consentido que el sistema “callara” para no alentar un triunfo de Cárdenas. También el posteriormente llamado “Jefe” Diego Fernández de Cevallos habría tenido conocimiento de que se haría “callar “al sistema para que no siguiera emitiendo votos favorables al candidato de la izquierda.

Hay dos hechos más en torno a esa historia.

Una es que “Maquío” acusó ante la Procuraduría General de la República a José Newman Valenzuela, quizá el único hombre que conoció y reveló en su oportunidad la verdad de la caída del sistema.

El panista lo responsabilizó de esa falla y de manipular las computadoras que contabilizaban los votos de las elecciones del 6 de julio de 1988, cuestión que el entonces director del Registro Nacional de Electores rechazó, según publicó en su columna “En la Línea”, Félix Fuentes.

Newman tuvo que declarar varias ocasiones ante la PGR e incluso un Ministerio Público Federal -que cobraría fama post mortem- fue a realizar diligencias de inspección a las oficinas de la CFE en las que documentó y reportó oficialmente que no encontró nada anormal.

El entonces director del Registro Nacional de Electores tuvo que salir huyendo de México ante el temor de que lo privaran de la vida. Luego fue nombrado Embajador, lo cual le dio un poco de protección, pero nunca estuvo del todo tranquilo.

El Ministerio Público Federal que documentó que en las oficinas del Registro nacional de Electores no había computadoras o algún aparato electrónico a través del cual se pudo haber manipulado el sistema de cómputo electoral la noche del 6 de julio de 1988 se llamaba Gerardo A. Zamora Arrioja, cuyo cadáver apareció un 10 de enero de 1989 frente a la casa de Joaquín Hernández Galicia “La Quina”, el día que fuerzas Federales, el Ejército incluido, llevó a cabo un operativo para detenerlo acusado de diversos delitos, entre ellos el de acopio de armas de uso exclusivo del ejército e incluso de homicidio del propio juez Zamora Arrioja.

Sin embargo, se supo en su momento, Zamora Arrioja fue muerto en un operativo en Chihuahua, en enero de 1989 cuando participaba en unas diligencias antidrogas. Pero su cadáver apareció el 10 de enero de 1989 frente a la casa de La Quina, en Ciudad Madero, Tamaulipas, muerte que se le pretendió imputar al entonces “líder moral” del gremio petrolero.

En los reportes oficiales de la captura de Joaquín Hernández Galicia incluso se asentó que el cadáver del MP estaba dentro de la casa del exlíder petrolero y no frente a su casa, como documentaron algunos testigos de esos acontecimientos.

Iniciaba el sexenio de Carlos Salinas de Gortari y con ello la demostración de la fuerza del poder. Durante mucho tiempo se dijo que Salinas cobraría las cuentas, uno por uno, de quienes se opusieron y obstaculizaron su llega da a la Presidencia de la República, algo para lo cual se había preparado toda su vida. Comenzó, se dijo, con “La Quina”. Luego seguirían otros y otras.

Muchos de esos episodios y denuncias la prensa las minimizó, las ocultó o las tergiversó a petición expresa.

No. No se trata de ficción, sino de algunos pormenores de lo que encierra el capítulo” de la caída del sistema y que, durante muchos años la gran prensa mexicana, la que hoy se dice abierta, plural y comprometida con la verdad callaron para proteger sus propios intereses. Mucha de esta información, insisto nunca desmentida, fue publicada en su oportunidad por el periodista Félix Fuentes “En la Línea” de El Universal.

 

La opinión emitida en este texto es responsabilidad del quien lo emite y no representa la opinión ni la postura de Siete24.mx ni de deportes.siete24.mx

 

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Columna Invitada

PAN salado

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TU DECIDES

Por Pablo Mier y Terán

Hubo un tiempo en que el PAN sabía a pan. Pan recién horneado, con corteza firme y migajón reconocible. Uno podía estar de acuerdo o no con su receta, pero al menos identificaba los ingredientes: doctrina, oposición clara, un aire de congruencia moral y política. Hoy, en cambio, muchos ciudadanos muerden el PAN y hacen el mismo gesto que cuando el bolillo salió salado, duro o, peor aún, con sabor a otra cosa.

La escena frente a la sede nacional del partido fue reveladora. No llegaron adversarios ni militantes de otros colores, sino guanajuatenses y organizaciones civiles que, durante décadas, fueron clientela fiel del horno panista. Gente que no fue a pedir candidaturas ni puestos, sino algo más básico: que el PAN vuelva a parecer PAN. Su reclamo fue simple y devastador: en Guanajuato el partido está entregando el estado, electoral e ideológicamente, a Morena, traicionando los principios que decía defender, libia es tibia se quejaron los manifestantes; Romero, no queremos tu mugrero, decían a gritos.

Traducido al lenguaje de la panadería: cambiaron la receta sin avisar al cliente. Prometían pan artesanal y ahora sirven un producto industrial, hecho con moldes ajenos y sabores importados. Vida, familia y libertades fundamentales —los ingredientes estrella del PAN durante décadas— aparecen hoy en la etiqueta, pero ya no se sienten en el paladar. Y cuando el sabor no coincide con el discurso, el consumidor deja el pan en la mesa.

El problema no es solo local. Mientras en Chile la derecha, por ser coherente con sus principios y su carisma fundacional, acaba de ganar una elección presidencial con un discurso duro pero reconocible, aquí el PAN presume formar parte de un “resurgimiento derechista” continental sin decidirse a serlo de verdad. Quiere la foto internacional, pero no el compromiso interno. Quiere decir “somos oposición”, mientras vota, gobierna o legisla como si pidiera permiso para no incomodar a la 4T.

El contraste es brutal. En Chile, el péndulo político se movió porque la izquierda gobernante se moderó hasta perder identidad, y la derecha supo capitalizar el hartazgo. En México ocurre algo inverso y más triste: la izquierda gobierna sin moderarse y conserva el poder, mientras la oposición se diluye, se acomoda o se mimetiza. El resultado es un PAN que ya no confronta, no propone con claridad y, peor aún, no se reconoce a sí mismo.

Por eso el reclamo de Guanajuato duele más que cualquier encuesta. No es un ataque externo, es una crítica desde la mesa familiar. Los manifestantes recordaron que el PAN nació de una doctrina, no de una coyuntura, y que un partido fundado por uno de los Siete Sabios de México no puede sobrevivir solo a base de cálculo electoral y silencios convenientes. Cuando un partido olvida a quién representa, termina representando a nadie.

El PAN de hoy parece ese pan que nadie pidió: ni suficientemente conservador para quienes creían en su ideario, ni auténticamente liberal para atraer nuevos comensales. Salado, desabrido y con una textura rara, como si hubiera pasado demasiado tiempo en el anaquel del poder local.

La política, como bien dijeron los propios manifestantes, se sostiene con coherencia entre doctrina, plataforma y representación. Cuando eso se rompe, el pan se echa a perder. Y no importa cuántos logotipos o slogans se le pongan encima: si no recupera el sabor original, la gente buscará otra panadería. O, peor aún para Acción Nacional, dejará de consumir pan.

Pablo Mier y Terán @pablomieryteran

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Columna Invitada

México en movimiento, un país que acoge historias de tránsito, destino y retorno migratorio

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Por: Malcom Aquiles

Durante décadas, México se ha convertido en un territorio de intensa movilización de personas dentro y fuera del país, éstos flujos se integran de manera diversa y hacia distintos destinos, por ello es considerado como un país de origen, tránsito, destino y retorno de migración. 

La vecindad geográfica con Estados Unidos, coloca a México como el principal corredor migratorio del mundo, lo que implica un reto en la búsqueda por garantizar los derechos de todas las personas que se encuentran en el territorio. En el 2023, las autoridades registraron un incremento en el volumen de personas provenientes de Honduras, Colombia, China, Cuba e incluso Estados Unidos, equivalente al 44% de las Tarjetas de Residencia Temporal (TRT) emitidas ese año.

Pero, ¿qué provoca estos movimientos de población? La mayoría de ellos se derivan de la búsqueda de oportunidades laborales y mejora económica, aunque también hay casos de reunificación familiar, así como desplazamientos relacionados con la huida derivada de la inseguridad, violencia y desigualdad.

Cada vez son más los casos de personas que acuden a México en la búsqueda de protección internacional, como refugiados, para lo cual, nuestro país se rige por la Ley sobre Refugiados, Protección Complementaria y Asilo Político (LRPCAP), en la que destacan seis principios: no devolución, no discriminación, interés superior de la niñez, unidad familiar, no sanción por ingreso irregular, y confidencialidad.  

De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en el primer trimestre de 2024 se registró un récord histórico de 360,146 eventos de personas en situación migratoria irregular. De estos, el 60% correspondió a hombres adultos, el 28% a mujeres adultas y el 12% a niñas, niños y adolescentes (NNA), en igual proporción entre ambos sexos. Además, uno de cada cuatro eventos involucró a personas de Venezuela, mientras que el 30% se distribuyó entre ciudadanos de Honduras, Guatemala y Ecuador.

Ante este contexto de movilidad, debemos agregar la cantidad de personas que han sido devueltas de Estados Unidos, que conforme a datos de la Unidad de Política Migratoria (UPM), en enero de 2025, se trató de 14,309 mexicanas y mexicanos. Las entidades receptoras de estas personas, fueron Tamaulipas (4,182), Sonora (3,031) y Baja California (2,756).

Una situación lamentable y alarmante, tiene que ver con las 1,302 niñas, niños y adolescentes que fueron devueltos en el mismo periodo, de los cuales 674 viajaban solos. La situación podría incrementarse al considerar que existen alrededor de 12.2 millones de mexicanos de primera generación viviendo en el país vecino y otros 13.6 millones de segunda generación.

Con motivo del Día Internacional del Migrante, el 18 de diciembre, vale la pena preguntarnos: ¿por dónde empezar? La respuesta pasa por la sensibilidad, por asumir que las personas migrantes no son cifras ni amenazas, sino vidas en tránsito que necesitan seguridad, empatía y oportunidades. Una de las claves está en fortalecer la capacitación de las y los funcionarios públicos en materia de movilidad humana, con especial atención a la niñez y la adolescencia.

Además, existen diversas organizaciones, como World Vision México, que brindan ayuda humanitaria en diferentes sentidos, partiendo de la entrega de paquetes de alimentos básicos, artículos de higiene y limpieza, insumos de higiene menstrual y kits de higiene personal y familiar.

Dejemos de mirar con recelo a las personas en situación migratoria, de señalarnos como quienes vienen a arrebatarnos las oportunidades laborales y fomentemos un espacio de unión y confianza con ellos, pues la calidez con la que recibamos a quienes llegan puede marcar una diferencia profunda en sus vidas. Cuando se les ofrecen herramientas socioemocionales, oportunidades educativas y espacios seguros, especialmente a las niñas, niños y adolescentes, la frontera entre un futuro esperanzador y uno marcado por la vulnerabilidad se transforma.

Al final, cada gesto importa, porque detrás de cada movimiento migratorio hay un corazón que late, una historia que se sostiene y una esperanza que busca dónde echar raíces.

Malcom Aquiles Pérez
Director de incidencia en Políticas Públicas y Movilización World Vision México

Antropólogo social de formación, cuenta con más de diez años de experiencia en gestión de proyectos y desarrollo de capacidades a equipos para las etapas de diagnóstico, diseño, monitoreo y evaluación.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Columna Invitada

Cuando la política es resiliente

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Cada quien habla desde su experiencia. Yo hablo desde lo que he visto y lo que me ha tocado vivir. En el caso de Maloro Acosta, mi testimonio no nace ni de la adulación ni del pleito político, sino de muchos años de observar, coincidir, disentir y, sobre todo, reconocer.

No es la primera vez que refiero su trabajo en materia de derechos humanos desde el plano internacional, ni su participación en espacios de liderazgo con jóvenes universitarios. Lo he hecho a lo largo de más de siete años escribiendo estas columnas, y como lo he hecho también con distintos actores de la vida pública de Sonora, de diversas fuerzas políticas.

Lo hago porque he sido testigo de su trayectoria y de su transformación: de aquel joven inquieto y arrebatado —a veces impulsivo, a veces indomable— al hombre que hoy intenta caminar desde un punto de mayor equilibrio. Muchos lo han visto únicamente en la tormenta; pocos han observado cómo se mantiene de pie cuando el viento arrecia. Quizá por eso Maloro ha sido siempre un “ave de tempestades”: no rehúye el clima adverso y suele encontrar en él una oportunidad de replantearse, con una personalidad intensa, frontal y apasionada.

No lo niego: en su camino hubo episodios que no fueron miel sobre hojuelas, ni para él ni para otros. También he visto errores, tensiones y desacuerdos. Pero he visto, igualmente, injusticias y señalamientos sin sustento. Y aunque es cierto que nadie es monedita de oro, una cosa es la crítica legítima y otra muy distinta convertirse en piñata comunitaria.

Lo que sí reconozco es que, con esas mismas piedras que le arrojaron, hoy se ha dedicado a reconstruirse. Esa capacidad de levantarse, revisar, corregir y reconfigurar el rumbo es la que distingue a quienes solo resisten de quienes verdaderamente evolucionan. En ese proceso, su familia —Martha y sus hijos— ha sido un eje de estabilidad y un soporte emocional evidente.

Por eso, cuando hoy lo veo aceptar la invitación para integrarse a una plataforma política distinta a aquella en la que militó por años, no me resulta extraño. Ocho años de ausencia local y de apartidismo lo respaldan. La vida le ha puesto nuevas tormentas y nuevos retos, y él ha sabido avanzar dentro de ellos. No siempre al ritmo que habría deseado, pero siempre hacia adelante.

Lo he visto actuar en otros escenarios: participar en procesos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, impulsar comisionados, mover discusiones, debatir, convencer y generar cambios. ¿Por qué no hacerlo ahora en su propia tierra? Eso, en lo personal, lo reconozco. Sé que él sabía que no sería sencillo, pero también sabía que era necesario.

Cada quien habla desde su experiencia. La mía es clara: lo he visto cambiar, tropezar, reconstruirse, crecer y avanzar. Y eso, para mí, en lo personal y en lo profesional, tiene un nombre preciso: resiliencia.

Hoy, con la perspectiva que da el tiempo, digo que me siento orgulloso de haber colaborado con él en el pasado y honrado de seguir haciéndolo ahora desde otra trinchera. No siempre hemos coincidido, y precisamente ahí radica la fortaleza. Visiones distintas, estrategias distintas, talentos y defectos distintos.

Pero con una meta común: el bien común, la familia y, siempre, de cara a Dios.

Mtro. Guillermo Moreno Ríos
Ingeniero civil, académico, editor y especialista en Gestión Integral de Riesgos y Seguros. Creador de Memovember, Cubo de la Resiliencia y Promotor del Bambú.
[email protected]

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Felipe Monroy

Trump, Sheinbaum et al: símbolos religiosos por encima del Estado

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No podrían provenir de situaciones más disímiles e incluso sus respectivas plataformas políticas son antitéticas, pero casi de forma sincronizada, varios liderazgos políticos han revivido una declarada predominancia de ciertos símbolos religiosos por encima de los considerados ‘valores tradicionales’ del Estado moderno. 

En la misma semana, Trump, Sheinbaum, Melenchón y otros referentes políticos han echado mano de representaciones materiales religiosas que transmiten específicos conceptos sagrados en sus respectivos pueblos como fundamentos estructurantes de sus correspondientes naciones, incluso los han erigido como activos precedentes y prevalentes a la misma constitución del Estado. La Inmaculada Concepción, la Virgen de Guadalupe, el velo coránico y otros símbolos religiosos en voz de representantes políticos abren un fenómeno inédito que obliga a un análisis serio sobre cómo se dinamiza hoy la política y cuáles son las fuerzas de poder sobre las que se están jugando las identidades patrióticas.

En primer lugar, hay que recordar que prácticamente después de la caída de los imperialismos decimonónicos, los ideales que siguieron dando sentido, cohesión y soporte a los Estados-Nación fueron los principios de soberanía, nacionalismo, un lenguaje y un ordenamiento jurídico ejecutados por una burocracia funcional y casi aséptica; y dichos ideales sólo podían alcanzar a las diversidades internas de cada nación por medio de la secularización, el progreso, la razón o la democracia (aunque para finales del siglo pasado, estos ideales se sometieron además a la deificación del mercado, como una fuerza absoluta y universal).

Como apuntan los sociólogos Dubet y Martuccelli, para poder identificar a una sociedad como “moderna” parecía indispensable que el campo del progreso se opusiera al campo de lo reaccionario y que el campo de la razón y de la democracia estuviera en franca animadversión al de la religión y la tradición. Por ello, las categorías políticas de ‘izquierda’ y ‘derecha’ podían tensionarse por mil aspectos, pero siempre convergían en ideales de progreso secularizado y racional. Sin embargo, hoy el gran viraje político parece apuntar a la revaloración de la tradición, lo trascendente, lo emocional y lo religioso.

Donald Trump se convirtió en el primer presidente de los Estados Unidos en reconocer y honrar públicamente la fiesta católica de la Inmaculada Concepción de María (uno de los cuatro dogmas marianos del catolicismo). Aunque en sus casi 250 años de historia, EU ha tenido dos mandatarios católicos (Kennedy y Biden), Trump –declarado cristiano no denominacional– aseguró que la Virgen María ha desempeñado un “papel particular… en nuestra gran historia estadounidense”. 

El mensaje de Trump reivindica la presencia de María en aspectos que configuran la propia identidad estadounidense: la Guerra y la Declaración de la Independencia, el triunfo contra los británicos en Nuevo Orleans, el modelo educativo, la integración migratoria y hasta la masividad arquitectónica del ‘nuevo mundo’; pero además reconoce de la Virgen su “papel insustituible en el avance de la paz, la esperanza y el amor en Estados Unidos y más allá de sus fronteras”.

En México, la presidenta Claudia Sheinbaum, después de llamar por teléfono al papa León XIV en el día de la fiesta litúrgica a la Virgen de Guadalupe reconoció no sólo que el 12 de diciembre es una “fecha especial para el pueblo de México” sino que “más allá de la religión que profese cada persona y de la laicidad del Estado, la Virgen de Guadalupe es símbolo de identidad y paz para las y los mexicanos”.

La expresión es inédita. No sólo porque durante casi siglo y medio de separación Iglesia-Estado, la primera magistratura de la nación parecía estar obligada a “mirar hacia otro lado” mientras el fenómeno social y religioso más importante del país moviliza física y espiritualmente a millones de mexicanos; sino porque, el mantra de la ‘laicidad del Estado’ ha favorecido tanto a una neutralidad institucional ante la religión católica como a diversas expresiones de desprecio antirreligioso institucionalizado especialmente dirigidos contra el catolicismo mexicano. Que la mandataria, quien se ha declarado reiteradamente como ‘no religiosa’ y cuya trayectoria política corre junto a cierta izquierda anticlerical, laicista y secularización, ahora jerarquice a la Virgen de Guadalupe como un símbolo de identidad nacional que antecede a ‘lo religioso’ y al ‘Estado laico’, sin duda es digno de analizarse.

Finalmente, quizá en el mejor de los ejemplos sobre cómo los símbolos religiosos han recobrado un papel preponderante en la dinamización de la nueva política, es el caso del histórico líder de la izquierda francesa y tres veces candidato presidencial Jean-Luc Mélenchon quien fue llamado a comparecer ante la Asamblea Nacional acusado de propiciar vínculos entre su movimiento político y redes islamistas. En su larga disertación, Mélenchon reconoció que su ideología secularista y republicana ha evolucionado desde una “forma cruda de anticlericalismo” a un “discernimiento maduro sobre los símbolos religiosos” en el espacio público pues dijo: “En Francia, es el Estado el que es laico, no la calle”. 

En otra intervención, el dirigente de izquierda reconoció que el hiyab (el velo islámico) sólo es percibido como un ‘sometimiento al hombre’ desde la perspectiva cristiana; pues, relató que, para las mujeres musulmanas se trata de un acto de libertad, pues “no se someten a ningún hombre” sino que “sólo se someten a Dios”. Para Mélenchon, sin decirlo directamente, el velo islámico podría representar un símbolo de libertad para las mujeres musulmanas; una actitud política frente a la discriminación religiosa, el racismo y el integrismo ‘eurocentrista y cristiano’.

En conclusión, la política parece estar abandonando el secularismo racional y el neoliberalismo pragmático como soportes esenciales de la identidad del Estado laico y del progreso nacional; y ante el crecimiento de una nueva política más emocional y propagandística, los símbolos religiosos en la narrativa política ya no son una anécdota. Lo confirmó José Antonio Kast, el presidente electo de Chile: “Primero soy católico y después soy político… decirlo así nos ayuda a dimensionar lo grave que es lo que plantea la izquierda que es la secularización, es decir: alejar lo más íntimo y personal que es tu fe de tu opción pública”. Veremos más ejemplos parecidos.

*Director VCNoticias.com   @monroyfelipe 

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