México
Día de la Santa Cruz, construcciones con fe
En cada construcción, la cruz sigue siendo un faro de esperanza y un recordatorio de la presencia divina en la vida cotidiana.
Ciudad de México.- En el corazón de México, la celebración de la Santa Cruz se entrelaza con la historia, la fe y la tradición de este país.
Desde hace siglos, la presencia de la cruz ha marcado el paisaje y las construcciones, fusionando la religión con el arte y la arquitectura.
Cuando los primeros evangelizadores llegaron a estas tierras, trajeron consigo la cruz como símbolo de redención y salvación.
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Pero la desnudez de los maderos no era del agrado de los pobladores locales, quienes prefirieron adornarlas con colores vibrantes, flores y listones.
Marcando así el inicio de una fusión única entre la fe y la creatividad.
Hoy en día, esta tradición perdura con fervor y devoción.
Cada 3 de mayo, las construcciones en todo el país se visten de fiesta para conmemorar la Santa Cruz.
Desde las majestuosas iglesias hasta los modestos hogares, ninguna obra queda exenta de esta celebración.
Es un día en el que los trabajadores de la construcción, desde albañiles hasta arquitectos e ingenieros, se reúnen junto a sus familias para compartir una comida y celebrar su labor con orgullo y gratitud.
La importancia de esta festividad trasciende las fronteras nacionales.
Durante su último viaje a México, el Papa Juan Pablo II bendijo un monumento dedicado a la Santa Cruz, simbolizando la profunda conexión entre la fe católica y la cultura mexicana.
Este día nos recuerda la alegría y la devoción que caracterizan este día en la Ciudad de México y en todo el país.
En lugares como Veracruz, cuyo nombre significa “la Cruz Verdadera”, en el sureste mexicano, la celebración cobra un significado aún más profundo, recordando la importancia espiritual de este símbolo sagrado.
La Fiesta de la Santa Cruz es más que una celebración religiosa; es un testimonio vivo de la fe y la cultura que han moldeado la identidad de México.
En cada construcción, la cruz sigue siendo un faro de esperanza y un recordatorio de la presencia divina en la vida cotidiana.
ARH