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Héctor Mario Pérez: Fortalecer la actitud sinodal y profética de la Iglesia
Será Secretario General de la CEM el trienio 2025-2027.
Ciudad de México. — “La Iglesia no existe para sí misma, sino para la misión. Debemos promover el encuentro, el diálogo y la colaboración en una sociedad plural”, reconoce Héctor Mario Pérez Villarreal, obispo auxiliar de México y recién nombrado secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) en una entrevista exclusiva para Siete24.mx.
En una extensa y reflexiva conversación, Pérez Villarreal compartió los retos y prioridades de la Iglesia en el contexto del trienio 2025-2027. Con un enfoque claro en la comunión, la sinodalidad y el profetismo, el obispo destacó la misión transformadora de la Iglesia en medio de una sociedad en constante cambio: “La Iglesia debe ser un instrumento de esperanza, guiando a sus fieles en la construcción del Reino de Dios [pues] el cambio de época exige una Iglesia que sea luz en medio de las tinieblas”, aseguró.
El obispo Héctor Mario, electo para el orden episcopal por el papa Francisco apenas cinco días antes de que la OMS declarase emergencia sanitaria la pandemia de COVID-19 y consagrado en la Basílica de Guadalupe en una ceremonia “a puerta cerrada” en marzo del 2020, considera que una Iglesia “en salida” no debe tener miedo de dialogar con la sociedad.
Ahora, como secretario general de la CEM, tiene la responsabilidad de coadyuvar en la coordinación de la acción institucional y pastoral de la Iglesia mexicana: “El secretario general es el único miembro del Consejo de Presidencia que está de tiempo completo en las labores del organismo. Su función se centra en la comunión y la comunicación, tanto hacia adentro, entre los obispos y agentes pastorales, como hacia afuera, con el gobierno y la sociedad civil”, explicó.
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Esta labor implica mantener el flujo de información y articular esfuerzos nacionales en temas prioritarios como la construcción de la cultura de paz, el acompañamiento en los grandes temas de actualidad eclesial, la vinculación interinstitucional durante tragedias y emergencias humanitarias, así como la representación de la voz oficial de los obispos de México en los espacios de comunicación y diálogo social. Pérez Villarreal por ello subrayó la importancia de no actuar en solitario: “No es que esta secretaría lo haga todo; nos toca animar a quienes trabajan duramente en las diócesis, comisiones y dimensiones”.
“La Iglesia no existe para sí misma, sino para la misión”
Pérez Villarreal considera relevante el contexto histórico que vive la Iglesia: “Estamos a 60 años del Concilio Vaticano II, y su propuesta sigue siendo vigente. Es una Iglesia que escucha a Dios, que escucha los siglos de los tiempos y que escucha a la comunidad. ¿Para qué? Para anunciar, ser más fieles a la misión de Cristo… Desde ahí debemos tener bien claro que somos una Iglesia que no es que tenga todas las respuestas, sino que las tiene Dios, y que Él las va revelando a través de diferentes personas y corazones y experiencias”.
Por ello, reconoció también el trabajo transversal del episcopado mexicano a través del Proyecto Global de Pastoral 2031+2033 (PGP), el cual establece un marco de acción para la Iglesia en México. Dentro de sus prioridades, Pérez Villarreal enfatizó la necesidad de enfrentar el cambio de época y la crisis antropológica: “El hombre duda de quién es, de su vocación y hasta de su propio cuerpo. En esta crisis, la Iglesia debe ser un faro de luz que, desde Jesucristo, proponga al ser humano su origen, destino y misión”.
En ese sentido resaltó la continuidad de las enseñanzas del Concilio Vaticano II, las directrices del papa Francisco y el llamado a ser una Iglesia en salida: “La Iglesia no existe para sí misma, sino para la misión. Debemos promover el encuentro, el diálogo y la colaboración en una sociedad plural”.
“Un objetivo que nos pusimos al inicio de este trienio –compartió– es ser una Iglesia sinodal que continúe evangelizando como pueblo y ser una Iglesia profética que continúe construyendo la justicia y la paz en medio de los pueblos”.
“La sinodalidad es escuchar a Dios y al pueblo”
El obispo destacó el papel que tiene la sinodalidad en la actitud y el actuar contemporáneo de la Iglesia universal y, por supuesto, la mexicana: “El papa Francisco ha propuesto la sinodalidad como elemento constitutivo de la Iglesia” y aunque se reconocen las tensiones que esta perspectiva genera, el obispo defendió su importancia: “La sinodalidad no busca acabar con el ministerio jerárquico, sino enriquecerlo. Para guiar, debemos escuchar, no solo al Santísimo, sino también al pueblo de Dios, donde habita el Espíritu Santo […] La sinodalidad es un camino más evangélico”.
Pérez Villarreal puso el ejemplo de Jesús, quien “escuchó a Dios y al pueblo, mostrando que la escucha es fundamental para una guía fiel y evangélica”. Por eso mismo, aseguró que la sinodalidad representa también un camino más desafiante, aunque “necesario para una Iglesia comprometida con su misión”:
“El profeta no juzga; anuncia verdades que transforman”
En cuanto al papel profético de la Iglesia, Pérez Villarreal enfatizó que no se trata de una crítica obstinada, sino de anunciar la verdad que interpela: “El profeta no juzga desde un pedestal; anuncia verdades fundamentales, especialmente antropológicas, como la dignidad de la vida desde la concepción y la educación integral de los niños”.
Asimismo, destacó la responsabilidad de la Iglesia en la defensa de la creación y el cuidado de la naturaleza: “Debemos ser fieles a la visión de Dios sobre la humanidad, aportando desde nuestra fe para transformar la realidad”, afirmó.
Por ello, recalcó que “anunciar la verdad que interpela no es una crítica, sino un acto de amor y profecía”. Un servicio también complejo pues, aseveró que el cambio de época hoy “hace ver que lo que antes era bueno hoy parece no serlo” y también que “las verdades que antes eran verdades claras y distintas ahora se vuelven confusas”.
Lamentó que esta crisis provoca un ‘condicionamiento’ social donde el ser humano empieza a dudar de lo que es, de quién es y de hacia dónde va. No obstante, augura que dicha crisis “no durará una eternidad” pues, como toda crisis de época, también pasará “y a la Iglesia le toca hacer ese faro de luz, que desde Jesucristo proponga quién es el hombre, para qué, por qué está aquí, de dónde viene y a dónde va”.
“Construir justicia y paz es nuestra responsabilidad como pueblo de Dios”
La entrevista concluyó con un llamado a caminar juntos como pueblo de Dios. Pérez Villarreal subrayó que la misión de la Iglesia es reflejar el amor de Dios en una historia imperfecta “Si el objetivo es ser una Iglesia sinodal que continúe evangelizando como pueblo y una Iglesia profética que construya justicia y paz. Este anuncio debe traducirse en la transformación de la realidad”.
Especialmente en temas como la cultura de paz y en la relación con todas las instituciones y actores de la sociedad, en especial con el gobierno y las autoridades civiles:
“Para sostener esa relación con el gobierno y con cualquier otra institución será en base al respeto. Respeto, que significa escucharnos. Tratando de hacer un lado los prejuicios que muchas veces impiden una comunicación eficaz. Y también tratar de buscar cuáles son nuestras coincidencias. Porque yo estoy seguro de que tenemos diferencias, pero también tenemos misiones distintas […] así como ellos tienen que cumplir con su misión de establecer el orden en todas las comunidades, yo tengo que cumplir la mía de transformar los corazones de esas personas para llegar a la paz. Entonces, no se trata de dialogar para tener un gobierno que vaya a transformar corazones, eso nos toca a nosotros, como tampoco se trata de que la Iglesia vaya a apresar a los delincuentes”.
El problema, afirma el obispo, es cuando alguno de los lados piensa que la misión del otro no es importante: “Cuando yo pienso que tu misión no es importante, entonces no valoro tu palabra y no respeto tu razón”.
—¿Y cuáles son los acentos en la misión que tendrá este trienio de la CEM?
“Dentro de lo que nos hemos propuesto como fundamentales está promover el protagonismo de todo el pueblo en el cumplimiento de la misión. El segundo es transformar nuestras estructuras para que sean más abiertas a escuchar, y no solamente a mandar o dirigir. Tercero, tenemos un compromiso muy especial en este trienio con la paz, con la cultura de la paz. Y, finalmente, el renovar o el mantener viva nuestra misión desde la perspectiva guadalupana. Es decir, renovar nuestras estructuras que a veces se vuelven muy autorreferenciales, y comprender que así como nuestra Madre Santísima salió a encontrarse con nosotros y con el pueblo, nosotros tenemos, como Iglesia, llevar su rostro y salir a llevar la alegría del evangelio y la esperanza que su presencia nos trae”.
JAHA