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Convenio regulará venta y uso de mercurio
Tokio.— El Convenio de Minamata sobre el Mercurio entró este miércoles en vigor a fin de proteger a la salud humana y al medio ambiente de este elemento natural, y a fin de evitar otra tragedia como lo sucedido en 1956.
Tocó a Japón hacer el reconocimiento oficial de los efectos en la salud humana del mercurio. En abril de 1956 el hospital de una planta industrial en el suroeste japonés recibió a una paciente joven con severo adormecimiento de sus extremidades.
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También padecía de incapacidad para comer y hablar, ante lo cual las autoridades hospitalarias avisaron el 1 de mayo de 1956 de un caso grave de desorden cerebral de origen desconocido, que se conoce como “reconocimiento oficial de la Enfermedad de Minamata”.
La joven fue una más de las personas con entumecimiento o temblor en las extremidades, reducción del campo visual, dificultad para oír y para la coordinación de movimientos (ataxia).
En algunos casos la invalidez era permanente y en otros más graves se perdía la conciencia y algunos pacientes murieron, señala el documento “Enseñanzas de la enfermedad de Minamata y el manejo del mercurio en Japón”.
Casi un año después, en marzo de 1957, el ministerio japonés de Salud y Bienestar atribuyó la enfermedad a envenenamiento por consumo de pescados y mariscos provenientes de la bahía de Minamata.
Sin embargo, el agente tóxico permanecía sin ser ubicado. Primero se estimó que podría ser selenio, manganeso o talio, pero en julio de 1959, el equipo que investigaba la enfermedad en la Universidad de Kumamoto determinó que se trataba de un compuesto de organomercurio.
En noviembre del mismo 1959 el Consejo japonés de Investigación de Salubridad Alimentaria reiteró que con toda probabilidad, el agente causante de la Enfermedad de Minamata era algún compuesto de organomercurio, pero sin determinar el origen.
Poco después aumentó la certeza de que el origen era una planta de la Shin-Nioppon Chisso Hiryo K.K., que cambio luego a Corporación Chisso. Los pescadores de Minamata fueron los primeros en exigir solución e indemnización, pues habían detenido sus faenas.
Para diciembre de ese 1959 la concesión de indemnizaciones y la aplicación de medidas de atenuación redujeron la intensidad del problema, pero sin que hubiera plena certeza del origen de la Enfermedad de Minamata.
En 1965 la misma enfermedad apareció en la prefectura de Niigata, ubicada más de mil 300 kilómetros al nororiente de Minamata. Un panel científico determinó que la contaminación provenía de la planta de Showa Denko.
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Aún demoró tres años que el ministerio de Salud y Bienestar junto con la Agencia de Ciencia y Tecnología anunciaran que la enfermedad de Minamata era producida por compuestos de metilmercurio.
Y en Niigata el origen eran esos mismos compuestos de metilmercurio, recuerda el documento elaborado por el ministerio del Medio Ambiente de Japón.
El metilmercurio era un subproducto del proceso de manufactura de acetaldehído, usado para la producción de plásticos y plastificantes en la planta de Chisso, el más grande Japón en esa época, y donde el mercurio era indispensable.
En mayo de 1968 Chisso detuvo la manufactura de acetaldehído, luego de que fueron vertidas entre 80 a 150 toneladas de mercurio y compuestos de metilmercurio.
El trabajo del ministerio japonés reconoce que los 12 años que transcurrieron desde el reconocimiento oficial se debieron a la preocupación de las consecuencias negativas sobre la economía, el empleo y los ingresos fiscales.
A nivel internacional, el texto del Convenio de Minamata sobre el Mercurio indica que a partir de 2001 iniciaron los trabajos para tomar medidas sobre los efectos del elemento químico.
En ese 2001 el Consejo de Administración del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente invitó al Director Ejecutivo del PNUMA a evaluar el mercurio y sus compuestos a nivel mundial.
Se debería de incluir las consecuencias en la salud, las fuentes, el transporte a larga distancia y las tecnologías de prevención y control de los efectos del mercurio.
Siguieron medidas de control voluntario por parte de los países, que en 2009 el Consejo de Administración del PNUMA determinó que no habían sido suficientes para atender el problema, y se analizó la creación de un instrumento jurídicamente vinculante.
Este instrumento comenzó a ser elaborado en 2010, con el mandato para terminar las negociaciones en 2013, año en que efectivamente fueron terminadas y aprobadas el 10 de octubre de 2013, a partir de lo cual quedó abierto a la firma.
La Convención que entró en vigor este miércoles fija controles al suministro y comercio del mercurio, limita su extracción primaria, controla los productos a los que se añade ese elemento y los procesos de fabricación en que interviene.
Se fiscaliza también la extracción artesanal de oro y en pequeña escala, además de que dedica un capítulo específico a las emisiones y liberaciones de este metal. También se toma en cuenta su almacenamiento y sus desechos.
Se estima que con el cumplimiento de las obligaciones fijadas por el Convenio, se logre con el paso del tiempo la reducción de los niveles de mercurio en el medio ambiente y se de protección efectiva a la salud humana
De acuerdo a la información del PMUNA, el Convenio de Minamata sobre el mercurio ha sido firmado por 128 países y ratificado por 74.
AGP