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“Nuestra Madre Tierra”, el Papa Francisco explica la visión cristiana de la ecología y la custodia de la vida humana

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Ciudad de México.— “Nuestra Madre Tierra”, es el libro del Papa Francisco, de la editorial del Vaticano, donde habla de la importancia del arrepentimiento del ser humano sobre su estilo de vida.

El libro contiene una recopilación de los discursos, mensajes y homilías en los que Francisco se ha pronunciado en defensa del medioambiente y ha instado a la promoción de una vida digna para cada ser humano.

Francisco afirma que sin un verdadero arrepentimiento del ser humano sobre su estilo de vida no servirá para nada la lucha contra la protección del medioambiente.

“Sueño sinceramente con un crecimiento en la conciencia y un verdadero arrepentimiento por parte de todos nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI, creyentes y no, por parte de nuestras sociedades, por dejarnos llevar por lógicas que dividen, crean hambre, aíslan y condenan. Sería bonito poder pedir perdón a los pobres, a los excluidos; entonces podríamos arrepentirnos sinceramente incluso del mal hecho a la tierra, el mar, el aire, los animales…”.

También se pronuncia sobre la creciente concentración de poder y riqueza en manos de muy pocos y de las llamadas sociedades del bienestar, de los alocados gastos militares, de la cultura del descarte y de una falta de consideración del mundo desde el punto de vista de las periferias, de la falta de protección de niños y menores, de los ancianos vulnerables, de los niños no nacidos.

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Por medio del Génesis, el Pontífice remarca que la custodia de la creación y la custodia de la vida humana están íntimamente conectadas y son indisociables. Asimismo, debido a estas razones, reclama el libre acceso a los bienes de la tierra necesarios para la supervivencia, situando en primer lugar el agua, sin discriminación alguna entre los pueblos.

La creación es concebida como el fruto del amor de Dios, por cada una de sus criaturas, sobre todo por el ser humano, al que concedió el don de la creación, el lugar donde “estamos invitados a descubrir una presencia”.

“Pero esto significa que es la capacidad de comunión del hombre la que condiciona el estado de la creación (…) Por lo tanto, es el destino del hombre el que determina el destino del universo”, indica el pontífice.

Por otro lado, la conexión entre el hombre y la creación vive en el amor y se corrompe si fracasa y no reconoce el don que se le ha dado. La explotación irresponsable de los recursos para lograr poder y riqueza, en manos de unos pocos, comporta un desequilibrio que lleva a destruir el mundo y a las personas.

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ebv

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