Laboratorio de Ideas
Mujeres en tiempos de crisis
Estaba hablando hace poco con unos amigos, por internet obviamente, y me recomendaban -a raíz de mi artículo anterior en la que contaba cómo estaba afrontando la vida durante la cuarentena- que hablara del papel de las mujeres durante esta etapa.
En las últimas semanas, contenidos en medios digitales han señalado el papel relevante de jefas de gobierno en diferentes lugares del mundo que han demostrado mayor eficiencia y eficacia a la hora de enfrentar el virus. Estos son casos como Alemania, Finlandia, Nueva Zelanda o Taiwan.
Algunos expertos señalan cómo, por ser mujeres, les ha costado más trabajo llegar al poder, las hace más flexibles a la hora de tomar decisiones, tienen más opciones y pueden sortear mejor las crisis.
En paralelo hay una crisis que se está gestando, la del hambre. A la par del aumento de los casos por Covid 19, la consecuente decisión de los países de limitar la movilidad de personas, ha derivado en pérdidas de empleos y la imposibilidad, en algunos casos, de conseguir sustento para las familias.
Por lo mismo, en diversos países de Latinoamérica se están creando movimientos de mujeres contra el hambre, llamados banderas. Dependiendo del país es el color de la bandera que usan: blancas, rojas o azules, pero el fondo es el mismo: en caso de no tener recursos para comer, izan o cuelgan una bandera, para que los vecinos o la gente que pase sepa que no tienen alimentos y las ayuden.
No soy socióloga, psicóloga… ni siquiera experta en mujeres. Apenas puedo lidiar con mis adolescentes en cuarentena, pero desde mi propia trinchera y la que he vivido en diferentes etapas de mi vida -y en distintos países- puedo decirles que entiendo por qué las mujeres somos buenas afrontando las crisis y tomando buenas decisiones:
- Nunca vamos a dejar a nadie sin comer. Mi abuela tiene un dicho que después de varios años entendí y tenía toda la razón: “tranquila, mijita, que eso es hambre”. No importaba el tipo de problema que tuviéramos, ella siempre nos daba primero de comer y luego preguntaba qué necesitábamos. La mitad de las veces con el estómago lleno, se nos olvidaban los problemas o masticando los solucionábamos.
- Sabemos negociar. Otra de sus famosas frases era: “nunca des una mala noticia a alguien con el estómago vacío”. La aplicaba con mi abuelo. Cuando tenía que negociar o contarle algo que no le gustaría, le preparaba alguno de sus platos favoritos y luego hablaba con él. Siempre ganaba la partida.
- Somos pacientes. Todos aquellos que hemos vivido con hijos pequeños sabemos que no es una carrera de velocidad, sino de resistencia.
- Sabemos entender el entorno. Ese “don” maternal que tenemos nos permite percibir mejor lo que dicen y sienten las personas a nuestro alrededor por lo que podemos ser más conciliadoras, tolerantes cuando las situaciones se vuelven difíciles, y buscar recursos alternativos.
- Seguimos nuestra intuición. Tenemos un “sexto sentido” que nos ayuda a anticiparnos a eventos y actuar en consecuencia. Lo comprobé con mi mamá. Cuando era niña yo creía que mi mamá era bruja -y con el tiempo no me quedó ninguna duda- porque siempre que hacíamos algo mal, alguien no nos convenía o no nos sentíamos bien, ella lo sabía.
- Cuidamos de los demás. La típica frase de “lleva el paraguas por si llueve” o “saca suéter porque seguro va a hacer frío”, ha salvado a más de un hijo de resfriarse. Por lo mismo, cerrar fronteras para evitar un virus es una decisión que una mujer tomaría sin problema.
- Somos más experimentales. Todo aquél que haya cocinado, sabe que el toque secreto no existe. Más bien es que cuando se nos acaba un ingrediente, le metemos otro y termina tomando un mejor sabor que la receta original. Así somos, cuando las condiciones cambian, nos adaptamos a ellas.
- No nos da miedo el trabajo duro. Aquellos que duden que una mujer es capaz de cualquier cosa, no habían vivido con una en cuarentena capaz de ayudarle a los hijos mientras están en clases en línea, seguir con el trabajo de oficina a distancia, hacer comida y tener la casa al día, sacar al perro a pasear y hasta sonreír al final del día para hacer sentir mejor a los que la rodean.
Por todo lo anterior, no me extraña en lo más mínimo que en periodo de crisis, sean ellas capaces de solucionar problemas con base en su sentido común, el más común de los sentidos.