Historias que Conectan
“No creo en Dios, yo pienso en Él”: lección de Julián Huerta, el bolero otomí
Ciudad de México.— En una banqueta cualquiera de México, donde el ruido de la calle y los pasos apurados parecen no detenerse, Julián Huerta ofrece más que un brillo impecable en los zapatos. Otomí de Atlacomulco, padre de un niño con discapacidad, bolero por vocación y pensador por impulso de amor, comparte a quienes se sientan frente a él un mensaje profundo: “¿Creer o pensar en Dios?”.
El amor de un padre
Julián es padre de Gabriel, un niño con hipotonía que, en sus primeros días de vida, pasó por cinco operaciones. Desde entonces, su mundo cambió. En los pasillos del CRIT, mientras esperaba terapias, comenzó a absorber conocimientos con una retención que no sabía que tenía. Así, entre charlas médicas, conferencias y momentos de reflexión, encontró inspiración en una anécdota atribuida a Albert Einstein, sobre la diferencia entre creer y pensar en Dios.
Pensar, no solo creer: una conversación con Einstein
Para Julián, esa frase lo marcó: “No creo en Dios, pienso en Él. Porque la creencia no se puede discutir, pero el pensamiento sí. Y lo que se discute, mejora”. Desde entonces, cada conversación con sus clientes se convierte en una experiencia que cruza fronteras: de la ciencia al alma, del arte a la espiritualidad, de la tierra al infinito.
Bolear para despertar la mente
Bolear no es sólo pulir calzado para Julián. Es una plataforma para hablar de lo esencial: “toda la gente que se va a bolear viene por una experiencia. Hablamos de ciencia, tecnología, artistas… de Dios”.
Julián dignifica con palabras y acciones una profesión que muchos ven como simple. Él la ha elevado a un arte del pensamiento. Quienes se sientan en su silla no sólo salen con los zapatos relucientes, también con la mente inquieta y el corazón conmovido.
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Pensar en Dios, actuar con Él
Julián ha comprendido, desde su experiencia como padre, que muchas veces las personas “creen y esperan”, pero él prefiere “pensar y actuar”. Afirma con convicción: “cuando hago algo, no estoy creyendo que Dios vendrá a ayudarme. Estoy pensando que lo está haciendo conmigo”.
Ese pensamiento, aprendido en la lucha por la vida de su hijo, ha moldeado su visión del mundo, del dolor y del amor. Dice que los pueblos pensantes se desarrollan más que los creyentes, porque el pensamiento impulsa a actuar, mientras la creencia puede quedarse en espera.
¿El amor acaba?
Julián también escucha a quienes lo consultan sobre temas íntimos, como el amor o el matrimonio. Una vez, alguien le preguntó si debía divorciarse. Su respuesta fue clara: “cuando se acaba la admiración, se acaba el amor. No es el sexo, es la esencia. Si ya no te aporta, si ya no te admira, ya no hay regreso”.
El respeto, la admiración mutua y la verdad, incluso la más dolorosa, son para él los cimientos de cualquier relación auténtica.
No hay que temer
La historia de Julián Huerta es un recordatorio poderoso del valor de cada persona, de cada oficio, de cada lucha personal. Su hijo lo llevó a despertar una conciencia que ahora comparte con quienes lo rodean.
En tiempos donde todo parece dividirse entre ciencia o religión, razón o creencia, Julián ofrece una vía distinta: pensar en Dios. No desde el miedo ni la costumbre, sino desde el encuentro interior con el infinito. Porque, como aprendió en aquella charla de rehabilitación, pensar en Dios transforma más que simplemente creer.
ebv
Historias que Conectan
De Guadalajara al podio mundial: la fuerza interior que llevó a Checo Pérez a desafiar lo imposible
La historia inspiradora de Sergio “Checo” Pérez no comienza en el rugido de un motor ni en el brillo de un podio. Comienza con un niño de Guadalajara que miraba el mundo desde un karting y se atrevió a soñar más grande que sus circunstancias. Un niño que, sin saberlo, un día representaría a un país entero en la máxima categoría del automovilismo.

Pero detrás del casco, de los reflectores y de los grandes premios hay un relato más profundo: el de un joven que dejó su hogar a los 14 años, que trabajó en un restaurante para poder comer, que vivió la soledad, el miedo y el desarraigo… y aun así, decidió no rendirse.

Hoy, Checo es más que un piloto; es un testimonio viviente de que la fe, la disciplina y el amor por la familia pueden llevarte más lejos que cualquier motor.

Los inicios: un sueño que nació en silencio
Nacido en Guadalajara en 1990, Sergio Michel Pérez Mendoza creció en una familia que entendió que los sueños se construyen con sacrificio. Desde pequeño, encontró en los karts un lenguaje que no necesitaba palabras: velocidad, concentración, intuición. Había algo en él, una mezcla de calma y valentía, que lo hacía diferente.

Pero los sueños grandes casi siempre piden pasos dolorosos. A los 14 años, mientras otros adolescentes cursaban la secundaria, Checo tomó una decisión que partiría su vida en dos: ir solo a Europa para convertirse en piloto profesional. Dejaba atrás amigos, costumbres, idioma y la seguridad del hogar. Su padre lo acompañó… pero al final del día, era un niño solo en Alemania, sosteniendo una ilusión enorme entre las manos.
Forjado en la adversidad: los años difíciles en Europa
La vida en Alemania no fue fácil. Checo no llegaba como estrella, sino como aprendiz. Había días en los que dormía en habitaciones frías, comía lo que podía pagar y trabajaba en un restaurante para completar sus gastos. Entre carreras, lavaba platos. Entre prácticas, aprendía alemán. Entre soledades, fortalecía su espíritu.
Esos años formaron su carácter. No había garantías, no había fiestas, no había comodidades. Pero había algo que nadie podía quitarle: la disciplina.
Si quería llegar a la Fórmula 1, debía ser constante. Debía ser mejor. Debía ser fuerte.
Y lo fue.
En esos momentos de silencio y duda, Checo aprendió el valor de la fe. Aprendió a confiar en algo más grande que él, a mantener la esperanza incluso cuando los resultados no llegaban.

Su llegada a la Fórmula 1: cuando el sueño se vuelve lucha
En 2011, el sueño se cumplió: Checo Pérez debutó en Fórmula 1 con Sauber. Sus primeros podios no tardaron en llegar, y de repente el mundo volteó a ver al mexicano silencioso que manejaba con una elegancia feroz y una inteligencia estratégica única.

Pero entonces llegó el año que pudo romperlo: McLaren.
Las expectativas eran altas, los resultados no. Las críticas fueron duras. Las puertas parecían cerrarse. Para muchos, ese año fue una caída. Pero para Checo fue una lección: el éxito no te define; te define lo que haces cuando no lo encuentras.

En lugar de rendirse, volvió a empezar. Force India y luego Racing Point serían el lugar donde recuperaría su fuego… y donde escribiría uno de los capítulos más hermosos de su carrera.


La victoria en Sakhir: el día en que México volvió a respirar
El Gran Premio de Sakhir 2020 es ya una parte permanente de la memoria mexicana.
Checo sufrió un choque en la primera vuelta. Cayó hasta el último lugar. Y aun así, vuelta tras vuelta, adelantamiento tras adelantamiento, construyó una remontada que parecía imposible.
Y ganó.
Después de 50 años sin una victoria mexicana en Fórmula 1, Checo levantó la bandera, levantó a un país y se levantó a sí mismo.
Ese triunfo no solo fue histórico: abrió la puerta que cambiaría su destino para siempre.
Red Bull lo llamó.
La historia estaba por comenzar de nuevo.

Red Bull y la nueva etapa: disciplina, madurez y propósito
Unirse al equipo más dominante de la F1 no es fácil. Hay presión, expectativas, comparaciones constantes. Pero Checo no llegó para imitar a nadie: llegó para cumplir un rol único.
Se volvió el aliado clave, el corredor que sostiene estrategias, que defiende posiciones imposibles, que arriesga cuando debe y que mantiene la calma cuando otros se quiebran.

Su manejo defensivo se convirtió en leyenda. Su inteligencia de carrera, en un arma estratégica indispensable.
Pero, sobre todo, Checo mostró madurez. Mostró que un piloto no es solo velocidad: es estabilidad emocional, trabajo constante, humildad y fe.

Fuera de la pista, su brújula siempre ha sido la misma: su familia.
Carola Martínez y sus hijos le recuerdan quién es y por qué lucha. Entre viajes, conferencias y carreras, Checo siempre regresa a ese núcleo donde nada tiene que ver con el ruido del mundo, sino con la verdad que lo sostiene.
Los valores que lo sostienen: familia, fe y convicción
Checo no presume sus valores; los vive.
Quien lo ha escuchado en entrevistas sabe que su fe es discreta pero esencial. Y que su familia es su motor más poderoso.

Ha dicho en varias ocasiones que su mayor miedo no es perder una carrera, sino no estar a la altura de lo que sus hijos piensan de él. Que su mayor victoria es volver a casa con paz. Y que la disciplina que lo llevó lejos no nació en un paddock, sino en los principios que aprendió en su hogar.
Por eso su historia inspira. Porque detrás del casco hay un hombre que nunca olvidó quién era.
El mensaje para México y para cualquiera que enfrenta una batalla silenciosa
La historia inspiradora de Checo Pérez no es solo la de un piloto. Es la de un niño que se fue antes de tiempo, la de un joven que aguantó la soledad y la incertidumbre, la de un hombre que decidió no rendirse cuando parecía que todo se derrumbaba.
Su trayectoria nos recuerda que los sueños duelen, pero también transforman.
Que la fe sostiene cuando las fuerzas fallan. Que la familia es el lugar donde siempre se vuelve.
Y que la verdadera victoria está en ser fiel a lo que uno es, incluso cuando el mundo entero te pide ser otra cosa.
Checo no solo corre. Inspira.
Y eso lo convierte en uno de los símbolos más profundos del espíritu mexicano.

⭐ Invitación a seguirlo
Si su historia te movió, sigue de cerca el camino de Checo Pérez. Detrás de cada carrera hay un hombre que inspira con su disciplina, su amor por la familia y su convicción inquebrantable.
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Jorge Medina: la Navidad que el perdón redefinió su vida familiar
Ciudad de México.— La Navidad que el cantante Jorge Medina, exvocalista de la Arrolladora Banda el Limón de René Camacho, identifica como la más importante de su vida ocurrió lejos de los escenarios y en medio de un proceso personal determinante. Se trató del 24 de diciembre de 2002, cuando desde una clínica de rehabilitación tomó la decisión de modificar su forma de vivir y se reencontró con su hija recién nacida. Ese episodio permanece como el eje de su testimonio sobre la familia, el perdón y la reconstrucción personal.

Para Jorge Medina, la Navidad quedó asociada a un aprendizaje “No todas las navidades son los regalos, sino el momento que puedas vivir con tu familia”.

Orígenes y recuerdos de infancia
Jorge Luis Medina Ramos nació el 19 de noviembre de 1973 en Cacalotán, municipio de Rosario, Sinaloa. Su infancia transcurrió entre la separación de sus padres y situaciones que marcaron la dinámica familiar durante sus primeros años. Su madre enfrentó ese periodo con apoyo de otros miembros de la familia, entre ellos los abuelos y padrinos, que asumieron un papel relevante en su crianza.
Las celebraciones navideñas de esa etapa estuvieron caracterizadas por limitaciones materiales, pero de amor y el esfuerzo de los adultos por mantener la ilusión infantil. Los regalos consistieron en objetos sencillos, pero los mejores de su vida: unas pistolitas de juguete. Esos recuerdos se integraron a su memoria familiar y reaparecieron años después.

Diciembre de 2002 y el ingreso a rehabilitación
El 11 de diciembre de 2002, Jorge Medina ingresó a la Clínica Promesas para iniciar un proceso de rehabilitación. Su hija había nacido semanas antes, el 19 de noviembre de ese mismo año. Durante la noche del 24 de diciembre participó en una dinámica terapéutica enfocada en la revisión de su historia personal. El ejercicio lo llevó a recordar su niñez en Cacalotán, la casa donde vivió con su madrina María y su padrino Genaro, así como imágenes asociadas a su entorno familiar. Esos recuerdos formaron parte del proceso de reflexión dentro del tratamiento.
Reencuentro con su hija
Al concluir esa sesión le informaron que recibiría un regalo, una muñeca: su hija. El significado del momento se concretó cuando pudo ver a su hija después de 28 días sin contacto. El reencuentro ocurrió dentro del periodo de rehabilitación y se convirtió en el recuerdo navideño que Jorge Medina identifica como central en su vida adulta.
Ese episodio quedó vinculado a la decisión de continuar con el proceso de cambio personal y a la búsqueda de reconstrucción familiar.
Perdón como parte del proceso
Jorge Medina relaciona ese periodo con el perdón, entendido como un elemento del proceso de sanación personal y familiar. El reconocimiento de las adicciones y la decisión de modificarlas formaron parte de ese camino.

El cantante subraya la importancia de la reconciliación dentro de las familias, especialmente en contextos donde existen distancias o conflictos prolongados.

Vida familiar y continuidad
Jorge Medina está casado con Mónica Sánchez desde hace más de 30 años y son padres de tres hijos. La relación ha atravesado etapas de dificultad y reconstrucción a lo largo del tiempo. La continuidad familiar se ha sostenido en compromisos asumidos después de los momentos de crisis.
Mónica Sánchez ha expresado públicamente mensajes de agradecimiento por la vida compartida, por la paternidad ejercida y por la familia que han construido.
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Mariami, bebé que recibió una arteria capaz de crecer con su corazón
Madrid.— A los siete meses de vida, Mariami entró a un quirófano con un corazón que no podía seguir su propio ritmo y salió con una arteria pulmonar capaz de crecer junto a ella, un avance médico que marca un antes y un después en la cirugía cardiaca infantil en España y en Europa.

Diagnóstico temprano y decisión inédita
Mariami nació con una malformación congénita cardiaca que comprometía el funcionamiento de una de sus válvulas. En escenarios habituales, este tipo de afecciones conduce a una cadena de intervenciones quirúrgicas conforme el niño crece, debido a que los implantes tradicionales no se adaptan al desarrollo del corazón infantil.
El equipo médico del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid, España, optó por una vía distinta. En lugar de implantar una prótesis que exigiría recambios periódicos, decidieron realizar un trasplante parcial de corazón mediante la implantación de una arteria pulmonar procedente de un donante de la misma edad que la paciente. El objetivo fue claro: permitir que el tejido trasplantado creciera al mismo ritmo que el corazón de Mariami.
Primer trasplante parcial de corazón en un bebé en España
La intervención convirtió a Mariami en la primera bebé menor de un año en Europa y la primera paciente en España en recibir un trasplante parcial de corazón con estas características. La cirugía se realizó con éxito y su evolución clínica fue favorable desde las primeras horas posteriores al procedimiento.
Tras permanecer únicamente dos días en la Unidad de Cuidados Intensivos, la menor pasó a planta de hospitalización, donde continuó su recuperación. El equipo médico confirmó que la nueva arteria pulmonar se integró adecuadamente y cumplía su función sin complicaciones inmediatas.

Técnica compleja con precedentes pioneros
El procedimiento reunió tres hitos quirúrgicos en una sola intervención. Por un lado, el trasplante parcial de válvulas cardiacas. Por otro, la utilización de grupos sanguíneos incompatibles entre donante y receptora. Además, se recurrió a una donación en asistolia controlada, técnica que el propio hospital había introducido en España en años anteriores.

La Oficina Regional de Trasplantes de Madrid y la Organización Nacional de Trasplantes avalaron todo el proceso, desde la identificación del donante hasta la coordinación de los equipos implicados. El trasplante consistió en implantar únicamente las válvulas necesarias, sin sustituir el músculo cardiaco, dado que Mariami no presentaba fallo muscular que justificara un trasplante completo.

Crecimiento como factor clave en cardiología infantil
Hasta ahora, los niños que requerían un recambio valvular recibían implantes fabricados con materiales biológicos o sintéticos que no crecen, una limitación que obliga a múltiples cirugías a lo largo de la infancia y la adolescencia.
Con esta estrategia, el tejido valvular humano trasplantado mantiene su capacidad de adaptación al crecimiento corporal. El jefe de Cirugía Cardíaca Infantil del Gregorio Marañón, Juan Miguel Gil-Jaurena, explicó que esta alternativa evita las reintervenciones sucesivas que afrontaban los pacientes pediátricos con implantes convencionales.

Manuela Camino, jefa de Trasplante Cardíaco Infantil del centro, subrayó que esta vía abre una solución duradera para malformaciones y cardiopatías congénitas graves, especialmente aquellas en las que las válvulas no se desarrollan de forma adecuada desde el nacimiento.

Realidad que afecta a miles de familias
En España nacen alrededor de 4 mil niños cada año con cardiopatías congénitas, lo que equivale a unos 10 bebés cada día y a uno de cada 100 nacimientos. Se trata de la malformación congénita más frecuente y una de las principales causas de cirugía cardiaca infantil.
El caso de Mariami introduce una alternativa terapéutica especialmente relevante para los pacientes más pequeños, quienes se benefician en mayor medida de soluciones que acompañan su crecimiento y reducen la exposición repetida a intervenciones de alto riesgo.

Donación de corazones infantiles
La técnica también amplía las posibilidades de aprovechamiento de las donaciones de corazón infantil, que son limitadas. Según los especialistas, este modelo permite abrir hasta tres escenarios nuevos: el uso de válvulas de corazones sanos sin receptor adecuado por tamaño, la utilización de válvulas de corazones con músculo no funcional y el llamado trasplante dominó, en el que las válvulas de un niño que recibe un trasplante completo pueden beneficiar a uno o dos pacientes adicionales.

Beatriz Domínguez-Gil, directora general de la Organización Nacional de Trasplantes, señaló que el procedimiento refleja la coordinación del Sistema Nacional de Salud y agradeció a la familia donante por hacer posible una nueva oportunidad de vida.
Reacciones institucionales y médicas
La consejera de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Fátima Matute, calificó la intervención como un hito para la sanidad pública madrileña y reconoció el trabajo del Servicio de Cardiología del Gregorio Marañón, al que definió como un referente nacional.
En la misma línea, la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, expresó públicamente su reconocimiento a los profesionales y a las familias donantes.
Desde el ámbito clínico, los especialistas coincidieron en que el trasplante parcial de corazón podría convertirse en la primera opción de tratamiento para determinados casos en el futuro, sin excluir las cirugías convencionales cuando no exista un donante adecuado en un tiempo razonable.
Vida cotidiana tras el quirófano: madre e hija
Mientras los datos clínicos y las cifras dimensionan el avance médico, en la habitación del hospital la escena es distinta. Maka Dandurishvili, madre de Mariami, relató que su hija se encuentra bien, juega, tiene energía y mantiene la rutina propia de un bebé de su edad.

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Fe, disciplina y lucha libre: Fuerza Divina evangeliza desde el ring
Ciudad de México.— En la Parroquia de Santa Lucía, en la Diócesis de Azcapotzalco, Ciudad de México, un sacerdote combina el alzacuello con una máscara de lucha libre para encontrarse con niños y jóvenes en uno de los deportes más populares de México. Sobre el ring, Fuerza Divina no busca espectáculo sino cercanía, disciplina y una forma concreta de transmitir valores desde la fe católica.

Sacerdote en el circuito independiente
Fuerza Divina cumple 15 años como sacerdote diocesano y el mismo tiempo como luchador profesional dentro del circuito independiente. Su doble vocación se desarrolla sin abandonar el ministerio pastoral ni las responsabilidades parroquiales. Por esa razón no pertenece a empresas con agendas fijas sino a un esquema que le permite cumplir primero con la comunidad y, cuando es posible, subir al cuadrilátero.
La parroquia se convirtió también en espacio deportivo. Ahí funciona una escuela de lucha libre donde participan niños, adolescentes y adultos, con un ring instalado para clases y funciones abiertas a la comunidad. El deporte se integra a la vida parroquial como una herramienta de formación y convivencia.

La lucha libre como vocación temprana
El interés por la lucha libre apareció en la infancia. Aunque la fascinación estuvo presente desde pequeño, sus padres le exponían la dureza de ese deporte. Durante el seminario mantuvo una vida deportiva activa en disciplinas como básquetbol y futbol, hasta que el rumbo cambió en la etapa de formación al diaconado.

El encuentro con Fray Tormenta marcó un punto de inflexión. El histórico sacerdote-luchador lo invitó a entrenar con los Cachorros de Fray Tormenta, grupo que surgió alrededor del orfanato fundado en Texcoco, Estado de México. A partir de ahí inició una preparación formal con distintos profesores de lucha libre y asumió el deporte como una vía de evangelización dirigida a nuevas generaciones.
Legado de Fray Tormenta
Fuerza Divina forma parte de una tradición poco común dentro de la Iglesia mexicana. Fray Tormenta, cuyo nombre es Sergio Gutiérrez Benítez, alternó durante años el ministerio sacerdotal con la lucha profesional para sostener un orfanato que llegó a albergar a más de 200 niños en situación de abandono. Muchos de ellos cursaron estudios profesionales y encontraron un camino distinto al de la calle.
Ese antecedente abrió una puerta que hoy continúa en Azcapotzalco. El ejemplo de Fray Tormenta permanece como referencia de una labor social que combinó fe, deporte y atención directa a la niñez vulnerable.

El ring como metáfora de la vida
Para Fuerza Divina, la lucha libre representa una lectura cotidiana de la vida cristiana. El cuadrilátero expone esfuerzo, caídas y disciplina, elementos que se repiten en la experiencia humana y espiritual. Cada combate exige preparación, dominio del cuerpo y control de las emociones, en especial de la ira.
La técnica busca proteger al compañero. Los movimientos aparentan impacto, pero están diseñados para evitar daño. Por ello el entrenamiento y la licencia profesional resultan indispensables.
Fuerza Divina cuenta con licencia del Estado de México y tramita la correspondiente a la Ciudad de México, requisito que garantiza seguridad y responsabilidad dentro del deporte.
Vía de cercanía con niños y jóvenes
La presencia del sacerdote en el ring genera una relación distinta con la comunidad. Niños y jóvenes se acercan con confianza para pedir orientación. Algunos encuentran en el deporte una alternativa frente a adicciones, violencia o dinámicas de aislamiento. Otros participan en retiros y actividades parroquiales a partir del vínculo construido en el entrenamiento.
La escuela de lucha recibe a personas de distintas edades. No todos continúan debido a la exigencia de la disciplina, pero quienes permanecen incorporan rutinas, hábitos y un sentido de compromiso que trasciende el ámbito deportivo.

Obediencia y autorización eclesial
El ejercicio de la lucha libre no es secreto y cuenta con el permiso del obispo de la Diócesis de Azcapotzalco, Adolfo Miguel. La actividad deportiva de Fuerza Divina se desarrolla bajo el principio de obediencia y con prioridad en el servicio parroquial. El propio sacerdote subraya que el ministerio no impide actividades deportivas o artísticas siempre que se respeten los compromisos pastorales.
Esta apertura se inscribe en una visión de evangelización que busca nuevas formas y lenguajes para transmitir el Evangelio, sin desplazar la centralidad de la vida sacramental.
Origen de la máscara
La identidad de Fuerza Divina se completa con una máscara cargada de símbolos. El diseño surgió en un sueño que lo llevó a dibujar el concepto de inmediato. El equipo fue elaborado por el luchador Euphoria, del Consejo Mundial de Lucha Libre.

El triángulo representa a Dios Padre. La cruz al centro simboliza a Jesucristo como salvación. La paloma alude al Espíritu Santo. Las flamas evocan Pentecostés y el nacimiento de la Iglesia. Las ínfulas recuerdan la mitra episcopal y el magisterio. El alfa y omega remiten al principio y fin de todas las cosas. Cada elemento conecta la identidad luchística con la fe que profesa.
Misión que continúa
En Santa Lucía, Azcapotzalco, la lucha libre convive con la misa, el entrenamiento con la catequesis y el ring con el altar. Fuerza Divina encarna una forma singular de presencia pastoral que dialoga con la cultura popular sin abandonar el rigor del ministerio sacerdotal.

A 15 años de iniciar este camino, el sacerdote-luchador mantiene una misión clara: acompañar, formar y ofrecer a niños y jóvenes una alternativa donde el deporte, la disciplina y la fe se encuentren en un mismo espacio.
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