Columna Invitada
No hay nada tan malo…
Antonio Maza Pereda
Hay algo de cierto en el dicho de que: “no hay nada tan malo que no tenga algo de bueno”. O, como se decía en el siglo pasado: “no hay mal que por bien no venga”. En este inicio del 2024, ¿qué tanto se pueden aplicar estos dichos?
Si le creemos a una parte de la clase política, antes de los finales del 2018, no había nada que no fuera totalmente malo y perverso, en opinión de los adherentes a la 4T. Por otro lado, aquellos a los que se les está diciendo permanentemente fifís, conservadores y otras lindezas parecidas, consideran que todo lo que ha ocurrido a partir de diciembre del 2018, es una colección de males irremediables. No cabe duda: este es uno de los aspectos sobresalientes de la polarización que está sufriendo nuestra Sociedad.
Cierto, es difícil encontrar aspectos buenos en los gobiernos de la dictadura perfecta o en los de la transición democrática. Y es difícil también considerar que todo lo que ha ocurrido de diciembre del 2018 a la fecha ha sido totalmente bueno. Tan es así que todas las situaciones que no han salido a la perfección se explican hablando de la maldad de una oposición de la que, se dice, está moralmente derrotada, pero que, de acuerdo con la opinión de la administración actual, conserva tanto poder como para descarrilar los planes que, de acuerdo con la 4T, estaban planeados sin falla.
De acuerdo, me dirá usted. Supongamos que le hacemos caso. ¿Qué bienes estamos encontrando en la Sociedad Mexicana después de 5 años de la susodicha transformación? Es cierto que ha habido logros. También es cierto qué cuestiones, que no se habían atendido suficientemente por décadas, se les está dando atención. Claramente, somos muchos los que creemos qué se han puesto de manifiesto problemas reales, aunque no podemos estar de acuerdo con las maneras como se les está resolviendo. O, al menos, intentando resolverlos.
En mi opinión de un ciudadano sin poder, me parece que el mayor logro de esta media década es un despertar de la Sociedad. Se percibe en la ciudadanía una preocupación por asuntos sociales que claramente no estaban en la discusión del electorado. Muchas veces eran temas que se tomaban como banderas políticas, para incluir grupos de poder que podrían influir en la Sociedad. Cuestiones cómo la pobreza, los llamados ninis, la salud, el reparto desigual de la riqueza, el maltrato a la mujer y otros similares, raramente formaban parte de la discusión diaria. Puntos de los que se hablaba poco y mucho menos se intentaban posibles soluciones.
Cuestiones que ahora están en la agenda pública, como pueden ser la violencia, la debilidad de las estructuras gubernamentales y la de las sociedades intermedias, la importancia de la discusión de las leyes y la omnipresente corrupción, eran puntos que se veían como parte del paisaje, una característica de nuestra idiosincrasia para la que no se veían soluciones. Asuntos de alguna manera permitidos y casi perdonados. Cuestiones buenas para el chisme y la discusión de los que forman parte del afamado círculo rojo, los allegados al poder. Ya no es así. Cada vez más se discute en familia, en grupos sociales, en las famosas redes, cuestiones que han estado presentes en nuestra Sociedad desde tiempo inmemorial, pero que no habían despertado mayor preocupación.
Esto es un cambio fundamental. El hecho de que la Sociedad, el ciudadano común, esté discutiendo estos puntos, a favor o en contra, es algo extraordinariamente importante. No hay modo de hacer funcionar una sociedad cuando la mayoría de sus miembros ve con indiferencia las grandes cuestiones nacionales.
Pero estamos aprendiendo y, creo yo, de buena manera. Cada vez se puede ver más cercana una conciencia de lo que significa verdaderamente la democracia. Por ejemplo: que no basta que exista el voto y que los votos se cuenten, bien contados. Nos damos cuenta de que no basta con votar: hay que analizar, debatir e informar sobre los diferentes puntos de vista, para los grandes asuntos nacionales. Porque no basta con tener muchos votos para que la democracia sea efectiva. Se necesitan votos razonados, fruto del conocimiento y discusión. Y también la conciencia de que una democracia auténtica limita la dictadura de las mayorías. Situación que, algún momento, se planteó como la justificación de la dictadura perfecta, que decía actuar en nombre de las grandes mayorías.
De modo que en este momento estamos encontrando un gran bien: el despertar del ciudadano común, el empoderamiento de los que tradicionalmente han estado sin poder. Un desencanto con los políticos y sus partidos, que puede llevar a un cambio importante en una ciudadanía que, por muchos años, ha estado ausente de las grandes cuestiones nacionales. Y de su discusión, es de esperarse que logremos un mejor balance en nuestra Sociedad.
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx
Dejanos un comentario:
Columna Invitada
Oposición ciudadana
En las últimas semanas, se ha estado hablando de desarrollar una nueva oposición. Quienes lo están proponiendo, hablan de crear un nuevo partido o algo similar. No se está considerando la necesidad y la importancia de tener una oposición ciudadana, desarrollada por votantes que están tratando de intervenir en el desarrollo de nuevas ideas, nuevos conceptos para el manejo del gobierno del país. Una oposición ciudadana que no esté orientada a crear un nuevo partido, a la que podríamos llamar una oposición apartidista.
Es importante considerar que la materia prima de un buen gobierno, es información con alto valor agregado. Desgraciadamente, estamos trabajando básicamente con información que tiene el valor de dato. Un dato que a veces no está confirmado o, en todo caso, su único valor es el hecho de estar disponible. Para que podamos hablar de información, esos datos tienen que estar validados, clasificados y fácilmente recuperables.
Para tener un poco más de valor, podríamos cambiar esa información en conocimiento, agregando análisis, con el mayor valor posible. Ahí ya tendremos validada y disponible esa información con una investigación, un análisis completo. De ahí podríamos pasar a otro nivel, donde el conocimiento se convierte en inteligencia, que ya tiene una idea clara de los hechos, de las consecuencias de ese conocimiento, y se pueden hacer evaluaciones en forma de pronósticos o de escenarios.
Y finalmente llegaríamos al máximo grado de valor que pueden tener esos datos que originalmente eran de muy poco valor, cuando se convierten en sabiduría: tenemos un aprendizaje que permite aplicar esa información a otros campos diferentes de aquel donde se originó.
Se habla de que la información es poder, lo cual en parte es cierto. El problema es que muchos, en el gobierno, consideran que el poder de la información consiste en poderla ocultar, en convertirla en secretos de Estado, para poderla usar según lo deseen. Esa idea de ocultar la información no es algo nuevo. Winston Churchill decía que la verdad es “algo tan valioso, que hay que protegerla mediante una escolta de mentiras”. En pocas palabras, hay que ocultarla y hacerla difícil de entender. Desde luego, muchos operan así. La información es relevante cuando sabemos sus consecuencias, cuando podemos convertirla en sabiduría y cuando nos sirve para tomar decisiones. Desgraciadamente, algunos ocultan información y conocimiento, con el objeto de evitar que sean atacados por las decisiones de su gobierno.
Una de las ideas que podría manejar la sociedad civil, sería la formación de observatorios ciudadanos: grupos de votantes, debidamente formados, que analicen las acciones que están ocurriendo en el país, los trabajos del gobierno y den un juicio sobre ello. Hay varios campos donde se pueden crear estos observatorios. Recientemente, y en parte por una participación importante de las Iglesias, se han creado observatorios de la paz, que están en proceso de desarrollo: un ejemplo de una red de observatorios ciudadanos.
Un observatorio tiene varias tareas a desarrollar, por ejemplo:
¿Cuál es la situación en el asunto que se está estudiando? Supongamos que es el tema de la paz. ¿Cómo está? ¿Cuáles son las raíces sociales? La pobreza, por ejemplo, la impunidad, el mal desempeño de los gobiernos, incluso conceptos de tipo ideológico.
¿Cuáles son sus tendencias? Este problema de la paz, ¿aumenta o disminuye? ¿En qué área se vuelve más agudo? Y, por supuesto, ¿cuáles son las motivaciones de quienes están actuando en contra de la paz o quienes, por omisión, han permitido que crezca el odio?
Pensar en las raíces de la impunidad. Entre otras cosas, habría que ver cuál es la estructura de los que están contra la paz. ¿Hay grupos desorganizados o se habla de delincuencia organizada? Sabemos con bastante claridad que se está confundiendo la delincuencia organizada con ataques a la paz, que no necesariamente siempre es el único caso.
La otra parte que hay que ver es: cuáles son las propuestas concretas, cuáles son las posibles soluciones para tener la paz. Porque hay muchos modos de tener paz, como ocurrió en algún momento en la llamada pax romana, donde había paz en el imperio romano por la opresión militar que se ejercía sobre muchas comunidades. O lo que ahora se dice de la pax narca: zonas del país donde hay relativa tranquilidad, porque ya quienes dominan son los narcos y no existe oposición.
Otro observatorio importante es el de lo económico. Viendo cuál es la situación, tratando de definir con claridad qué tan buena y qué tan oportuna es la información económica que estamos recibiendo de parte del gobierno.
¿Cuáles son las bases para que haya un buen desarrollo económico? Se habla, entre otras cosas, de la confianza que existe en la sociedad, no solamente hacia el gobierno, sino también hacia la estructura misma de los negocios. ¿Cuáles son las ventajas competitivas y comparativas que tiene nuestro país para poder ser exitoso en ese aspecto económico?
Asuntos de tipo ideológico, en donde se habla de que algún sistema es muy bueno para generar riqueza y otro es el bueno para poder distribuirla.
¿Cuál es la situación global en la economía? No podemos seguir pensando en que somos los únicos que generamos movimiento económico. Estamos en una situación global, nos guste o no, concuerde o no con nuestras raíces ideológicas. Una situación global que se ve no solo en la economía, sino también en el conocimiento, en el aspecto de las patentes y los secretos industriales. Y, un punto importante para poder obtener provecho de la economía y de las investigaciones, es la valoración de la investigación y el desarrollo.
Hay más posibilidades de tener observatorios, que ya no caben en este pequeño ensayo, pero que abordaré próximamente. Lo que es muy relevante en todos estos observatorios es lograr que los observadores puedan obtener el conocimiento, agregarle valor, ver la situación actual y sus tendencias, cuáles son las soluciones y sus consecuencias, y darle difusión. Porque finalmente, generar resultados de observatorios no es suficiente. Se necesita poder poner esa información lo más ampliamente posible en manos de la ciudadanía.
Columna Invitada
Apartidismo
De un artículo anterior, surgieron algunas preguntas de mis lectores. “¿Por qué la obstinación en el apartidismo?” “¿Por qué la insistencia en la necesidad de una oposición apartidista?” A lo cual le di una respuesta relativamente breve, diciendo que la razón de ser de los partidos, es obtener el poder para un grupo y lograr que gobierne. Pero al mismo tiempo es su mayor tentación: la corrupción.
Obviamente, tuve algunas observaciones que vale la pena aclarar. Partiríamos de una cita famosa de un político inglés, del siglo XIX, Lord Acton, quien decía, y cito: “el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Claramente, no es el único que ha opinado así. Se encuentran algunas citas parecidas en Maquiavelo y en Rousseau, uno de los ideólogos de la Revolución Francesa. Así como en Mijaíl Bakunin, uno de los fundadores de la corriente moderna del anarquismo.
Lo que se puede criticar aquí es lo absoluto del dicho. Es decir, que no hay ninguna otra opción: que quien tiene poder absoluto, siempre se volverá absolutamente corrupto. Lo que no necesariamente ocurre. Pero también es cierto que es una gran tentación. Claramente, cuando alguien tiene el poder absoluto, es decir, un poder sin contrapesos, un poder sin frenos, verdaderamente requiere ser un verdadero santo para no abusar de ese poder.
El modelo actual de nuestra democracia, no solamente en nuestro país, sino en el mundo entero, es muchas veces tener un poder concentrado en partidos políticos. Desde quien tiene un partido único, hasta quien permite cantidades inmanejables de partidos políticos. Finalmente, se busca concentrar poder, sea a través de las votaciones, o a través de alianzas.
Habría que desarrollar un modelo donde el papel de los partidos fuera diferente. Donde no tuvieran que estar conectados necesariamente con el ejercicio del poder, sino solamente el de concentrar, concertar y combinar las elecciones para poder elegir a quienes deben de gobernar según la ciudadanía. Y una vez hecho esto, dejar de tener un papel en el gobierno en cualquiera de los tres poderes. Claramente, podemos pensar que esto es una utopía. Y también es cierto que es difícil lograr una reforma integral de los partidos políticos. Hay que discutir si el papel de los partidos debe ser temporal, actuando solamente mientras duren las elecciones.
Tenemos que lograr tener “un piso verdaderamente parejo” para todos los participantes. Lo cual, hoy en día, cuesta mucho trabajo lograr. Los partidos existentes han estado recibiendo cantidades importantes de recursos que les han permitido desarrollar capacidades que les permiten estar en ventaja ante sus contrincantes.
Para tener “un piso parejo”, habría que eliminar la posición competitiva, construida por años y décadas de estar recibiendo recursos, que les han permitido crear ventajas que son difíciles de remontar por quienes crean un nuevo partido. En esta utopía, podría pensarse en una moratoria de, por lo menos, unos cinco o diez años, durante la cual los funcionarios de administraciones anteriores a todos los niveles tendrían prohibido participar en los partidos políticos y en las elecciones. Para que no puedan aprovechar un prestigio que fue generado a través de fondos financiados por la ciudadanía y por sus impuestos.
También, obligar a los partidos a cambiar de nombre, colores e imagen, porque eso ha sido resultado de una inversión que hizo la ciudadanía para permitirles operar. Y podría haber otros cambios parecidos. Pero reconozco que esto, verdaderamente, es difícil. Pero el concepto es adecuado. Deberíamos tener una idea clara de cómo se podría crear ese “piso parejo” para los partidos reformados. Se necesitaría también una auditoría ciudadana, independiente de los partidos, que se asegurara de que estas reglas se cumplan.
Y, desde luego, leyes que pudieran hacerse cumplir por jueces adecuadamente preparados para ello. No es fácil, hay que reconocerlo. Hay que tratar de ver hasta dónde se puede llegar, porque esto tiene grandes dificultades. Por un lado: ¿dónde hay ciudadanos que no hayan participado en los niveles importantes de decisión de los partidos existentes, que se formen y tengan la disponibilidad para poder encauzar la democracia con nuevas instituciones? Por otro lado, que tengan conocimiento de la política y de la democracia para poder mejorarla.
Habría que pensar en una transición. Es claro que no podemos aspirar a un remedio rápido, ni completo. Sería una labor de ir construyendo poco a poco lo necesario. Apostar también a la educación de la ciudadanía, para que pueda exigir, a quienes estén desarrollando esas nuevas posibilidades y a quienes los auditen, que reformen esta parte de la democracia. Finalmente, habría que confiar en que esto será posible, gracias al sentido común del votante. Creer lo que en algún momento dijo Abraham Lincoln: que “no se puede engañar a todos durante todo el tiempo”. Ese sentido común, nutrido por un conocimiento profundo de lo que significa ser ciudadano. Eso es lo que puede modificar nuestra situación.
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx
Columna Invitada
Seguro navideño: el mejor presente
Sé que este no es un tema fácil. Como ingeniero civil, académico y especialista en resiliencia, entiendo perfectamente lo que significa luchar para que los recursos siempre alcancen. He visto cómo negocios enteros, hogares y familias quedan vulnerables porque nadie se anticipó financieramente un accidente, una enfermedad o, peor aún, una ausencia inesperada.
Hoy quiero ser directo contigo. Estamos en fechas decembrinas donde la mayoría prefiere gastar en cosas pasajeras. Pero, ¿y si hoy decides invertir en algo que realmente proteja financieramente tu vida y la de los tuyos? Porque cuando todo falla, el seguro es la única herramienta que avanza y te permite reconstruir.
Datos duros: El riesgo de no estar asegurado
En México:
• Solo el 2.7% del PIB proviene del sector asegurador, muy por debajo del 8.9% promedio mundial. Esto refleja una falta de cultura de prevención y resiliencia financiera.
• El 56% de los trabajadores están en la informalidad, sin acceso a seguros básicos como gastos médicos o vida.
• Los accidentes en el hogar representan el 20% de las consultas en hospitales públicos (INEGI, 2022). Caídas, quemaduras y cortaduras son las más comunes.
Y en el sector profesional y empresarial:
• El 40% de las pequeñas empresas no sobrevive al primer año después de un evento catastrófico porque no tienen seguros (AMIS, 2021).
• Los gastos médicos mayores son una de las principales causas de endeudamiento familiar. Tan solo una hospitalización puede superar los 50 mil pesos por enfermedad leve y más de 500 mil pesos en casos graves.
• En México, solo 2 de cada 10 profesionistas independientes (como arquitectos, ingenieros, médicos o abogados) cuentan con un seguro de vida o de responsabilidad civil profesional.
El sector profesional: Entre la vulnerabilidad y el riesgo
Como profesionista, tu capital más valioso eres tú mismo: tu capacidad de generar ingresos y tu conocimiento. Pero, ¿qué pasa si un accidente te deja inhabilitado por meses o, peor aún, si una ausencia inesperada deja a tu familia sin sustento?
• Accidentes laborales y personales pueden ocurrir en cualquier momento. Un resbalón en casa, un choque o una caída simple pueden dejarte fuera de circulación.
• El 70% de los mexicanos no cuenta con seguro de gastos médicos (AMIS, 2023). Esto significa que una emergencia de salud golpea directamente tus finanzas, obligándote a usar ahorros o endeudarte.
Los profesionistas no estamos exentos. A menudo, postergamos estas decisiones, convencidos de que “a mí no me va a pasar”. Pero la realidad es otra.
No todo se arregla con “salir adelante”
En mi experiencia, he visto cómo las consecuencias económicas de un imprevisto son las que más duelen:
Familias que venden su casa para cubrir gastos funerarios o médicos.
Hijos que abandonan la escuela porque falta el ingreso del proveedor principal.
Negocios que cierran porque no hay recursos para reiniciar operaciones.
Todo esto es evitable. Un seguro no es para ti, es para los que dependen de ti. Es tu manera de asegurarles que tendrán un futuro estable, pase lo que pase.
¿Cuánto cuesta protegerte? Menos de lo que crees
Existe la idea equivocada de que los seguros son caros. La realidad es que hoy en día hay opciones para todos los presupuestos:
Un seguro básico de vida puede costar menos de $15 pesos diarios.
Un seguro de gastos médicos menores comienza en $800 pesos anuales e incluye consultas, accidentes y hasta hospitalización básica.
Seguros de responsabilidad civil profesional protegen tu patrimonio si algún error en tu trabajo causa daños a terceros.
Si puedes gastar en cafés, suscripciones digitales o salidas, entonces estás en condiciones de pensar en proteger tu vida, tu familia y tu profesión.
La resiliencia no es suerte, es planeación
La muerte, un accidente o una enfermedad no avisan. La diferencia entre quienes se levantan y quienes no radica en la preparación financiera.
Invertir en un seguro no es un lujo, es un acto de responsabilidad. Es una forma de decirles a los que amas: “No importa lo que pase, ustedes estarán bien”.
Hay planes, programas, oportunidades, no todo es cerrado. Todo se puede. Hagámoslo juntos.
¿Y si mañana no estás?
Hazte esta pregunta con toda seriedad:
¿Tu familia tendrá cómo salir adelante?
¿Tu negocio podrá sobrevivir?
¿Quedarán protegidos o vulnerables?
La vida es incierta, pero tu amor y responsabilidad no deberían serlo.
No lo dejes para mañana
Hoy tienes la oportunidad de proteger lo que más importa: tu futuro, tu familia y tu patrimonio. Actúa antes de que sea demasiado tarde.
Llama, cotiza y decide. Porque cuando llegue ese día —y llegará—, tu legado será la tranquilidad que les dejaste.
Porque resiliencia no es resistir el golpe, es estar preparado para levantarse sin perderlo todo.
El seguro es el mejor presente que puedes dar.
Mtro. Guillermo Moreno Ríos
Ingeniero civil, académico, editor y especialista en Gestión Integral de Riesgos y Seguros. Creador de Memovember, Cubo de la Resiliencia y Promotor del Bambú.
incide.guillermo@gmail.com
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx
Columna Invitada
¿Verdaderamente, necesitamos una oposición?
La respuesta es sí, pero no cualquier tipo de oposición. Los partidos que actualmente están haciéndola de oposición, están en una situación de implosión. ¿Qué quiere decir eso? Que se vuelven pequeños y más pequeños, cada vez menos y menos relevantes, menos prestigiados. Y eso no puede durar mucho. Los partidos satélites, los que forman parte de la alianza gobernante, tampoco tienen mucho futuro. Seguirán en la medida que les permitan vivir y les convengan a la 4T.
Por otro lado, se está proponiendo la creación de nuevos partidos. No queda muy claro quiénes serían los más adecuados. Es claro que eso no basta. Habrá que tener un sistema para crear nuevos partidos, porque son útiles para organizar a la ciudadanía en las elecciones. Pero más allá, es importante tener formaciones ciudadanas, lo que algunos tratadistas llaman las “organizaciones intermedias”. Que no son el Estado, que es la expresión máxima de la organización de la sociedad. Pero tampoco son la familia, que es su célula, sino que tienen un lugar intermedio. Lo que necesitamos es una oposición apartidista. ¿Qué significa esto? Una oposición que no dependa de los partidos y que, de alguna manera, rechace ser parte de estos.
¿Cuál es la razón de fondo de no querer tener una oposición apartidista? La esencia de los partidos políticos es obtener y consolidar el poder. Crear una base que les permita gobernar. Para eso existen. Si no tienen esa idea, ciertamente no sirven como partidos. La función de los partidos es, precisamente, ganar elecciones. Y ahí está también su gran tentación. Es que, al final de cuentas, quien busca gobernar, busca la gobernabilidad.
No hay gobernabilidad más completa que la de los totalitarismos. Que son, justamente, formaciones políticas que buscan eliminar cualquier posible oposición o contrapeso para poder gobernar de manera absoluta. De esto se dan diferentes variantes. Y otras maneras de gobierno, incluyendo diferentes tipos de tiranía. Esa es la gran tentación de los partidos políticos. Claro, también están lo que se llaman los poderes fácticos. Asociaciones empresariales, por ejemplo. Grupos de asociaciones que viven de las mercedes del gobierno y que dependen de ello. El famoso cuarto poder, el poder de la prensa, que también forma parte de este tipo de oposición, de alguna manera. Y otros más: grupos corporativos, religiosos y hasta algunos de la delincuencia organizada.
Pero lo que necesitamos, de lo que estamos hablando, es que en la Sociedad Civil, la que no es parte de los partidos, y que no depende de ellos, puede y debe tener otras funciones. Con sus ventajas y sus desventajas. Entre otras que, por definición, está atomizada, muy dividida, muy dispersa, y carece de organización, que es probablemente la mayor de sus debilidades.
Este concepto de una oposición apartidista no es común y no existe en muchos países. Es necesario desarrollar estos conceptos, de los que hay poca experiencia, pero que son fundamentales. ¿Cuáles serían las funciones que uno esperaría de una oposición apartidista? Por supuesto, se daría por hecho que no tratan de obtener el poder para sí mismos, sino que buscan instruir y conducir a la sociedad, a los ciudadanos, para que participen en política desde su lugar, en organizaciones intermedias. Algunos ejemplos:
Análisis de la situación política y social del país. Actualmente, lo que tenemos es casi un monopolio estatal de la información, más algunas fuentes adicionales, entre otras, la prensa, los medios organizados, las redes sociales. Necesitamos cambiar el papel que tienen los partidos en la difusión y análisis de la información. Los partidos, como es costumbre, siempre negarán lo positivo que ha hecho su opositor y también destacarán lo negativo. Es fundamental tener información sin sesgo o, al menos, diferentes modos de interpretarla.
Educación política y social de la ciudadanía, del votante. Que conozcamos las bases de la política y de lo social. Entender las consecuencias de las leyes y de la propia Constitución, de manera de poder informar y discutir de modo informado.
Un gobierno en la sombra. Algo que existe en algunos países, que a veces lo aplican los propios partidos políticos, y que en México no se ha logrado consolidar, aunque ha habido algunos intentos. La función del gobierno en la sombra es analizar lo que el gobierno está ofreciendo y lo que está logrando. Proponer opciones. Analizar las consecuencias de los hechos del gobierno, en los tres poderes de la Unión. Estaría formado por especialistas y ciudadanos comunes que se dediquen precisamente a analizar la labor del gobierno.
Agenda ciudadana. Actualmente, su definición está en manos del gobierno y de los poderes fácticos. Y han sido extraordinariamente exitosos para influir en el votante. Buscar el monopolio de esa agenda, es fundamental para cualquier gobierno autoritario. Necesitamos tener alternativas, evitar ese monopolio y dar a la ciudadanía otras opciones. Y esto se crea analizando, básicamente, cuáles son las prioridades de la ciudadanía y las del país.
Debate civilizado, bien informado, sin tendencias de tipo partidista, hasta despersonalizado, donde no se trate de atacar a las personas. Evitar el ataque personal, que nos ha hecho muchísimo daño en nuestro país. Cuando se ataca a un gobernante porque tiene el pelo blanco, o porque tiene kilos de más o de menos, hemos perdido la base, la noción de debatir. Se trata de evaluar sus propuestas, sus resultados, sus actuaciones, pero de un modo despersonalizado. Tener un debate civilizado, evitando cualquier ataque a las personas, que es una de las formas más usadas de falacia que se usa en la política mexicana.
Auditoría ciudadana de la labor de los gobiernos, con auditores que no tengan una relación ni dependencia del gobierno. De manera que puedan dar una opinión desinteresada. El gobierno tiene sus propios medios para hacer su auditoría; es una evaluación pagada por ellos mismos. Falta una auditoría independiente.
Será un largo camino, la solución no es sencilla, pero es imprescindible. No podemos pensar en salir de una situación tan estancada como la que estamos teniendo, sobre todo pensando en que se está dejando de escuchar a un porcentaje muy importante de la ciudadanía. Presenciamos la decadencia de una oposición partidista y una ciudadanía en confusión, con temor, y sin ver de qué manera puede contribuir al bienestar del país, sin pasar por el yugo de los partidos políticos. Tenemos que salir de esta situación. Y los partidos, viejos y nuevos, no nos sacarán de ella.
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx
-
Méxicohace 2 días
En Navidad, resurge la pregunta, ¿ Y si Dios existe, qué?
-
CDMXhace 2 días
Exposición de nacimientos: Una celebración del arte y la tradición en México
-
Méxicohace 2 días
Cultura Woke: una amenaza para la persona y la familia, advierte Enrique Rojas
-
Entretenimientohace 1 día
Muere la cantante mexicana Dulce a los 69 años