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Columna Invitada

Sociedad rota

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Por Antonio Maza Pereda

A riesgo de ser repetitivo, hay que volver a entrar al tema de la división en nuestra sociedad. Un quiebre, un enfrentamiento entre los miembros de esta. ¿Cuál es su origen? No es algo nuevo. Es cierto que determinadas tendencias políticas han influido más o menos; que algún presidente o dirigente ha aprovechado más este método, pero hay que decir que es un problema que viene de siglos.

Nuestra sociedad, desde el principio de su formación, tuvo áreas donde había poca relación entre los distintos grupos sociales. Algo que viene de los tiempos de la colonia, donde el sistema de castas, que dividía a la población en diferentes tipos de personas, con diferentes derechos y privilegios. Desde los peninsulares, que tenían muchísimos derechos, hasta las castas indígenas o de origen afromexicano, las cuales tenían poquísimos.

También, aparte de este tema puramente racial, hemos tenido otras divisiones: de tipo económico, de estudios o de alcurnia. Por ejemplo, cuando se habla de los pobres, depende mucho de quién lo está diciendo. Es muy posible que una persona de clase adinerada hable, por ejemplo, de un profesor de universitario, diciendo que es “un muerto de hambre”. Mientras que la gente con educación avanzada hable de los “burros cargados de oro”.

Una pregunta interesante sería: ¿ha existido realmente un esfuerzo serio por evitar este tipo de ruptura? Es muy difícil encontrar ejemplos. Se han creado cosas como el Instituto Nacional Indigenista, que supuestamente tenía como objeto mejorar la situación de los grupos indígenas. Pero muchas veces sus soluciones o apoyos resultaron ser acciones cosméticas, que tenían que ver con el modo de hablar o con el modo de tratar a las personas, pero no entraban al punto de fondo. Ese fue el caso del indigenismo, que en algunos tiempos intentaba lograr que los indígenas perdieran su cultura, con el pretexto de “civilizarlos”.

Veamos el apoyo a las personas discapacitadas donde, por ejemplo, la gran mejora que se ha hecho es: ya no decirles inválidos, sino que son personas con capacidades diferentes. Lo cual no deja de ser algo puramente cosmético. Algo en el lenguaje, que tiene alguna importancia, pero que no resuelve de fondo el problema. Por ejemplo: lograr que una persona con una discapacidad motora o visual, cuando obtenga algún tipo de empleo, reciba el mismo salario que alguien que haga trabajos similares.

O hablar de la gran división de nuestra sociedad, que se puede decir que todavía es mundial: la discriminación a la mujer en muchísimos campos, no solamente el laboral. Consideren el trato discriminatorio al género femenino, la poca apreciación por sus logros y la falta de tomar realmente en cuenta sus opiniones, que pueden ser valiosas y enriquecedoras y que no se están aprovechando. Y, por supuesto, en la remuneración. Pero eso sí: nos damos por muy satisfechos porque hablamos de hombres y mujeres, niñas y niños, ingenieros e ingenieras, presidentes y presidentas, como si eso ya resolviera realmente la ruptura de fondo. Y ese es un tema que es importante y que no se está atendiendo, más que de estas formas cosméticas.

Hay que tener muy claro que esto no va a ser una situación que se resuelva rápidamente. Aquí tenemos una cuestión relevante, pero que no ha sido urgente y, por lo tanto, se ha pospuesto de manera indefinida.

Tenemos que encontrar el modo de resolver este problema. Cuando se dan este tipo de rupturas, cuando se tienen este tipo de diferencias, es fácil que un populista, o incluso una persona de buena fe, pero mal orientada, sean escuchados. Simplemente, porque otros, tal vez con mejores ideas, con mejores orientaciones, no están actuando. No nos podemos quejar de que la población prefiera al demagogo, que aprecie sus dádivas, o apoyos. No es culpa de quien acepta esos beneficios, porque no han encontrado otros que les hayan dado algo que les permita aliviar un poco esa división.

En el análisis después de las elecciones en México, nos hemos encontrado muchas quejas en el sentido de decir que la gente votó por quién le diera más y que su actitud política era “estirar la mano” a ver cuánto les llegaba. Curiosamente, a muchos votantes no les importó si el gobernante miente o es inepto. “Otros, nos podían haber dado y no lo hicieron”, nos dicen. “Este, por lo menos, nos dio algo”, agregan.

¿Cuál es la solución? En el largo plazo, a la nación no le conviene esto. Probablemente, hay un problema de liderazgo. ¿Quién tiene el arraigo y el arrastre para encabezar el proceso de reducir esas fracturas? Difícilmente podemos confiar en la clase política. Todos los diferentes partidos se han dedicado con singular alegría a sembrar el odio y provocar la división, siguiendo la frase atribuida a Maquiavelo: “divide y vencerás”.

Tal vez algunos elementos del sector privado podrían tener ese papel. O las iglesias que, en general, salen mejor calificadas en las encuestas de confianza ciudadana, junto con las universidades. Urge reunir a los mejores pensadores de este país para encontrar soluciones, aunque sean parciales, a esta división que nos aqueja. Y concientizar a la ciudadanía de que este problema es vital y hay que atender su solución. Urgentemente.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx



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Apartidismo

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De un artículo anterior, surgieron algunas preguntas de mis lectores. “¿Por qué la obstinación en el apartidismo?” “¿Por qué la insistencia en la necesidad de una oposición apartidista?” A lo cual le di una respuesta relativamente breve, diciendo que la razón de ser de los partidos, es obtener el poder para un grupo y lograr que gobierne. Pero al mismo tiempo es su mayor tentación: la corrupción.

Obviamente, tuve algunas observaciones que vale la pena aclarar. Partiríamos de una cita famosa de un político inglés, del siglo XIX, Lord Acton, quien decía, y cito: “el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Claramente, no es el único que ha opinado así. Se encuentran algunas citas parecidas en Maquiavelo y en Rousseau, uno de los ideólogos de la Revolución Francesa. Así como en Mijaíl Bakunin, uno de los fundadores de la corriente moderna del anarquismo.

Lo que se puede criticar aquí es lo absoluto del dicho. Es decir, que no hay ninguna otra opción: que quien tiene poder absoluto, siempre se volverá absolutamente corrupto. Lo que no necesariamente ocurre. Pero también es cierto que es una gran tentación. Claramente, cuando alguien tiene el poder absoluto, es decir, un poder sin contrapesos, un poder sin frenos, verdaderamente requiere ser un verdadero santo para no abusar de ese poder.

El modelo actual de nuestra democracia, no solamente en nuestro país, sino en el mundo entero, es muchas veces tener un poder concentrado en partidos políticos. Desde quien tiene un partido único, hasta quien permite cantidades inmanejables de partidos políticos. Finalmente, se busca concentrar poder, sea a través de las votaciones, o a través de alianzas.

Habría que desarrollar un modelo donde el papel de los partidos fuera diferente. Donde no tuvieran que estar conectados necesariamente con el ejercicio del poder, sino solamente el de concentrar, concertar y combinar las elecciones para poder elegir a quienes deben de gobernar según la ciudadanía. Y una vez hecho esto, dejar de tener un papel en el gobierno en cualquiera de los tres poderes. Claramente, podemos pensar que esto es una utopía. Y también es cierto que es difícil lograr una reforma integral de los partidos políticos. Hay que discutir si el papel de los partidos debe ser temporal, actuando solamente mientras duren las elecciones.

Tenemos que lograr tener “un piso verdaderamente parejo” para todos los participantes. Lo cual, hoy en día, cuesta mucho trabajo lograr. Los partidos existentes han estado recibiendo cantidades importantes de recursos que les han permitido desarrollar capacidades que les permiten estar en ventaja ante sus contrincantes.

Para tener “un piso parejo”, habría que eliminar la posición competitiva, construida por años y décadas de estar recibiendo recursos, que les han permitido crear ventajas que son difíciles de remontar por quienes crean un nuevo partido. En esta utopía, podría pensarse en una moratoria de, por lo menos, unos cinco o diez años, durante la cual los funcionarios de administraciones anteriores a todos los niveles tendrían prohibido participar en los partidos políticos y en las elecciones. Para que no puedan aprovechar un prestigio que fue generado a través de fondos financiados por la ciudadanía y por sus impuestos.

También, obligar a los partidos a cambiar de nombre, colores e imagen, porque eso ha sido resultado de una inversión que hizo la ciudadanía para permitirles operar. Y podría haber otros cambios parecidos. Pero reconozco que esto, verdaderamente, es difícil. Pero el concepto es adecuado. Deberíamos tener una idea clara de cómo se podría crear ese “piso parejo” para los partidos reformados. Se necesitaría también una auditoría ciudadana, independiente de los partidos, que se asegurara de que estas reglas se cumplan.

Y, desde luego, leyes que pudieran hacerse cumplir por jueces adecuadamente preparados para ello. No es fácil, hay que reconocerlo. Hay que tratar de ver hasta dónde se puede llegar, porque esto tiene grandes dificultades. Por un lado: ¿dónde hay ciudadanos que no hayan participado en los niveles importantes de decisión de los partidos existentes, que se formen y tengan la disponibilidad para poder encauzar la democracia con nuevas instituciones? Por otro lado, que tengan conocimiento de la política y de la democracia para poder mejorarla.

Habría que pensar en una transición. Es claro que no podemos aspirar a un remedio rápido, ni completo. Sería una labor de ir construyendo poco a poco lo necesario. Apostar también a la educación de la ciudadanía, para que pueda exigir, a quienes estén desarrollando esas nuevas posibilidades y a quienes los auditen, que reformen esta parte de la democracia. Finalmente, habría que confiar en que esto será posible, gracias al sentido común del votante. Creer lo que en algún momento dijo Abraham Lincoln: que “no se puede engañar a todos durante todo el tiempo”. Ese sentido común, nutrido por un conocimiento profundo de lo que significa ser ciudadano. Eso es lo que puede modificar nuestra situación.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Seguro navideño: el mejor presente

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Sé que este no es un tema fácil. Como ingeniero civil, académico y especialista en resiliencia, entiendo perfectamente lo que significa luchar para que los recursos siempre alcancen. He visto cómo negocios enteros, hogares y familias quedan vulnerables porque nadie se anticipó financieramente un accidente, una enfermedad o, peor aún, una ausencia inesperada.

Hoy quiero ser directo contigo. Estamos en fechas decembrinas donde la mayoría prefiere gastar en cosas pasajeras. Pero, ¿y si hoy decides invertir en algo que realmente proteja financieramente tu vida y la de los tuyos? Porque cuando todo falla, el seguro es la única herramienta que avanza y te permite reconstruir.

Datos duros: El riesgo de no estar asegurado

En México:

• Solo el 2.7% del PIB proviene del sector asegurador, muy por debajo del 8.9% promedio mundial. Esto refleja una falta de cultura de prevención y resiliencia financiera.
• El 56% de los trabajadores están en la informalidad, sin acceso a seguros básicos como gastos médicos o vida.
• Los accidentes en el hogar representan el 20% de las consultas en hospitales públicos (INEGI, 2022). Caídas, quemaduras y cortaduras son las más comunes.

Y en el sector profesional y empresarial:

• El 40% de las pequeñas empresas no sobrevive al primer año después de un evento catastrófico porque no tienen seguros (AMIS, 2021).
• Los gastos médicos mayores son una de las principales causas de endeudamiento familiar. Tan solo una hospitalización puede superar los 50 mil pesos por enfermedad leve y más de 500 mil pesos en casos graves.
• En México, solo 2 de cada 10 profesionistas independientes (como arquitectos, ingenieros, médicos o abogados) cuentan con un seguro de vida o de responsabilidad civil profesional.

El sector profesional: Entre la vulnerabilidad y el riesgo

Como profesionista, tu capital más valioso eres tú mismo: tu capacidad de generar ingresos y tu conocimiento. Pero, ¿qué pasa si un accidente te deja inhabilitado por meses o, peor aún, si una ausencia inesperada deja a tu familia sin sustento?

• Accidentes laborales y personales pueden ocurrir en cualquier momento. Un resbalón en casa, un choque o una caída simple pueden dejarte fuera de circulación.
• El 70% de los mexicanos no cuenta con seguro de gastos médicos (AMIS, 2023). Esto significa que una emergencia de salud golpea directamente tus finanzas, obligándote a usar ahorros o endeudarte.

Los profesionistas no estamos exentos. A menudo, postergamos estas decisiones, convencidos de que “a mí no me va a pasar”. Pero la realidad es otra.

No todo se arregla con “salir adelante”

En mi experiencia, he visto cómo las consecuencias económicas de un imprevisto son las que más duelen:

Familias que venden su casa para cubrir gastos funerarios o médicos.
Hijos que abandonan la escuela porque falta el ingreso del proveedor principal.
Negocios que cierran porque no hay recursos para reiniciar operaciones.

Todo esto es evitable. Un seguro no es para ti, es para los que dependen de ti. Es tu manera de asegurarles que tendrán un futuro estable, pase lo que pase.

¿Cuánto cuesta protegerte? Menos de lo que crees

Existe la idea equivocada de que los seguros son caros. La realidad es que hoy en día hay opciones para todos los presupuestos:

Un seguro básico de vida puede costar menos de $15 pesos diarios.
Un seguro de gastos médicos menores comienza en $800 pesos anuales e incluye consultas, accidentes y hasta hospitalización básica.
Seguros de responsabilidad civil profesional protegen tu patrimonio si algún error en tu trabajo causa daños a terceros.

Si puedes gastar en cafés, suscripciones digitales o salidas, entonces estás en condiciones de pensar en proteger tu vida, tu familia y tu profesión.

La resiliencia no es suerte, es planeación

La muerte, un accidente o una enfermedad no avisan. La diferencia entre quienes se levantan y quienes no radica en la preparación financiera.
Invertir en un seguro no es un lujo, es un acto de responsabilidad. Es una forma de decirles a los que amas: “No importa lo que pase, ustedes estarán bien”.
Hay planes, programas, oportunidades, no todo es cerrado. Todo se puede. Hagámoslo juntos.

¿Y si mañana no estás?

Hazte esta pregunta con toda seriedad:
¿Tu familia tendrá cómo salir adelante?
¿Tu negocio podrá sobrevivir?
¿Quedarán protegidos o vulnerables?

La vida es incierta, pero tu amor y responsabilidad no deberían serlo.

No lo dejes para mañana

Hoy tienes la oportunidad de proteger lo que más importa: tu futuro, tu familia y tu patrimonio. Actúa antes de que sea demasiado tarde.
Llama, cotiza y decide. Porque cuando llegue ese día —y llegará—, tu legado será la tranquilidad que les dejaste.
Porque resiliencia no es resistir el golpe, es estar preparado para levantarse sin perderlo todo.
El seguro es el mejor presente que puedes dar.

Mtro. Guillermo Moreno Ríos
Ingeniero civil, académico, editor y especialista en Gestión Integral de Riesgos y Seguros. Creador de Memovember, Cubo de la Resiliencia y Promotor del Bambú.
incide.guillermo@gmail.com

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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¿Verdaderamente, necesitamos una oposición?

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La respuesta es sí, pero no cualquier tipo de oposición. Los partidos que actualmente están haciéndola de oposición, están en una situación de implosión. ¿Qué quiere decir eso? Que se vuelven pequeños y más pequeños, cada vez menos y menos relevantes, menos prestigiados. Y eso no puede durar mucho. Los partidos satélites, los que forman parte de la alianza gobernante, tampoco tienen mucho futuro. Seguirán en la medida que les permitan vivir y les convengan a la 4T.

Por otro lado, se está proponiendo la creación de nuevos partidos. No queda muy claro quiénes serían los más adecuados. Es claro que eso no basta. Habrá que tener un sistema para crear nuevos partidos, porque son útiles para organizar a la ciudadanía en las elecciones. Pero más allá, es importante tener formaciones ciudadanas, lo que algunos tratadistas llaman las “organizaciones intermedias”. Que no son el Estado, que es la expresión máxima de la organización de la sociedad. Pero tampoco son la familia, que es su célula, sino que tienen un lugar intermedio. Lo que necesitamos es una oposición apartidista. ¿Qué significa esto? Una oposición que no dependa de los partidos y que, de alguna manera, rechace ser parte de estos.

¿Cuál es la razón de fondo de no querer tener una oposición apartidista? La esencia de los partidos políticos es obtener y consolidar el poder. Crear una base que les permita gobernar. Para eso existen. Si no tienen esa idea, ciertamente no sirven como partidos. La función de los partidos es, precisamente, ganar elecciones. Y ahí está también su gran tentación. Es que, al final de cuentas, quien busca gobernar, busca la gobernabilidad.

No hay gobernabilidad más completa que la de los totalitarismos. Que son, justamente, formaciones políticas que buscan eliminar cualquier posible oposición o contrapeso para poder gobernar de manera absoluta. De esto se dan diferentes variantes. Y otras maneras de gobierno, incluyendo diferentes tipos de tiranía. Esa es la gran tentación de los partidos políticos. Claro, también están lo que se llaman los poderes fácticos. Asociaciones empresariales, por ejemplo. Grupos de asociaciones que viven de las mercedes del gobierno y que dependen de ello. El famoso cuarto poder, el poder de la prensa, que también forma parte de este tipo de oposición, de alguna manera. Y otros más: grupos corporativos, religiosos y hasta algunos de la delincuencia organizada.

Pero lo que necesitamos, de lo que estamos hablando, es que en la Sociedad Civil, la que no es parte de los partidos, y que no depende de ellos, puede y debe tener otras funciones. Con sus ventajas y sus desventajas. Entre otras que, por definición, está atomizada, muy dividida, muy dispersa, y carece de organización, que es probablemente la mayor de sus debilidades.

Este concepto de una oposición apartidista no es común y no existe en muchos países. Es necesario desarrollar estos conceptos, de los que hay poca experiencia, pero que son fundamentales. ¿Cuáles serían las funciones que uno esperaría de una oposición apartidista? Por supuesto, se daría por hecho que no tratan de obtener el poder para sí mismos, sino que buscan instruir y conducir a la sociedad, a los ciudadanos, para que participen en política desde su lugar, en organizaciones intermedias. Algunos ejemplos:

Análisis de la situación política y social del país. Actualmente, lo que tenemos es casi un monopolio estatal de la información, más algunas fuentes adicionales, entre otras, la prensa, los medios organizados, las redes sociales. Necesitamos cambiar el papel que tienen los partidos en la difusión y análisis de la información. Los partidos, como es costumbre, siempre negarán lo positivo que ha hecho su opositor y también destacarán lo negativo. Es fundamental tener información sin sesgo o, al menos, diferentes modos de interpretarla.

Educación política y social de la ciudadanía, del votante. Que conozcamos las bases de la política y de lo social. Entender las consecuencias de las leyes y de la propia Constitución, de manera de poder informar y discutir de modo informado.

Un gobierno en la sombra. Algo que existe en algunos países, que a veces lo aplican los propios partidos políticos, y que en México no se ha logrado consolidar, aunque ha habido algunos intentos. La función del gobierno en la sombra es analizar lo que el gobierno está ofreciendo y lo que está logrando. Proponer opciones. Analizar las consecuencias de los hechos del gobierno, en los tres poderes de la Unión. Estaría formado por especialistas y ciudadanos comunes que se dediquen precisamente a analizar la labor del gobierno.

Agenda ciudadana. Actualmente, su definición está en manos del gobierno y de los poderes fácticos. Y han sido extraordinariamente exitosos para influir en el votante. Buscar el monopolio de esa agenda, es fundamental para cualquier gobierno autoritario. Necesitamos tener alternativas, evitar ese monopolio y dar a la ciudadanía otras opciones. Y esto se crea analizando, básicamente, cuáles son las prioridades de la ciudadanía y las del país.

Debate civilizado, bien informado, sin tendencias de tipo partidista, hasta despersonalizado, donde no se trate de atacar a las personas. Evitar el ataque personal, que nos ha hecho muchísimo daño en nuestro país. Cuando se ataca a un gobernante porque tiene el pelo blanco, o porque tiene kilos de más o de menos, hemos perdido la base, la noción de debatir. Se trata de evaluar sus propuestas, sus resultados, sus actuaciones, pero de un modo despersonalizado. Tener un debate civilizado, evitando cualquier ataque a las personas, que es una de las formas más usadas de falacia que se usa en la política mexicana.

Auditoría ciudadana de la labor de los gobiernos, con auditores que no tengan una relación ni dependencia del gobierno. De manera que puedan dar una opinión desinteresada. El gobierno tiene sus propios medios para hacer su auditoría; es una evaluación pagada por ellos mismos. Falta una auditoría independiente.

Será un largo camino, la solución no es sencilla, pero es imprescindible. No podemos pensar en salir de una situación tan estancada como la que estamos teniendo, sobre todo pensando en que se está dejando de escuchar a un porcentaje muy importante de la ciudadanía. Presenciamos la decadencia de una oposición partidista y una ciudadanía en confusión, con temor, y sin ver de qué manera puede contribuir al bienestar del país, sin pasar por el yugo de los partidos políticos. Tenemos que salir de esta situación. Y los partidos, viejos y nuevos, no nos sacarán de ella.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Celebración de vida de Jorge Gómez del Campo Laborín

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Lo conocí de niño en el Club Juvenil Cowri, como el papá de un compañero. Respetuoso, prudente, con un humor peculiar y agudo, me llamaba la atención siempre su actitud conciliadora y tono de voz ameno y cálido, que lo hacía destacar en cualquier conversación.

Mientras estudiaba ingeniería civil, descubrí que era una figura clave en el ámbito empresarial y construcción en nuestra entidad. En 1995, lo traté más de cerca al apoyar su candidatura a la presidencia de la Cámara Nacional de la Industria de la Construcción (CMIC), delegación Sonora. Al ganar, me propuso fuera presidente de Jóvenes Empresarios. Así inició nuestra relación cercana, marcada por personalidades opuestas pero complementarias, que nos permitió trabajar juntos con respeto, apoyo y una gran admiración.

Difícil es que yo pudiera aportar algo más a la magnífica Celebración de Vida que le hace su hijo, Jorge Gómez del Campo Abascal y que reproduzco íntegramente:

“Mi papá era un constructor. Un gran constructor. La construcción era su profesión y una de sus grandes pasiones.

Construyó edificios, calles, fraccionamientos, casas, hospitales, carreteras, presas, etcétera. Pero construyó mucho más que eso. Fue constructor de empresas e instituciones. Siempre generoso con su tiempo y su conocimiento, participó en y lideró incontables fundaciones, patronatos y organismos, tanto empresariales como relacionados con la educación, que fue otra de sus grandes pasiones, así como de ayuda y servicio social, en especial para la gente más necesitada.

No voy a nombrar las instituciones en lo individual porque en verdad fueron muchísimas, además él no era alguien que anduviera pregonando lo que hacía por los demás, al contrario, lo hacía en silencio y con mucho gusto, predicó siempre con el ejemplo. Un gran ejemplo.

Fue también un gran constructor de amistades y relaciones. Amigo entrañable de sus amigos, sus amigos skokian, sus amigos ingenieros, de sus compadres del alma, era incluso gran amigo de nuestros amigos. Jamás hablaba mal de alguien, mucho menos de sus amigos, y jamás escuchamos ni supimos de alguien que hablara mal de él, todo lo contrario.

Si en ocasiones incomodó a alguien por no comprometer sus valores y sus principios, nunca se le reprochó, precisamente porque sabían perfectamente que lo hacía por eso, sus valores y sus principios eran inquebrantables.

Su mayor obra, su mejor construcción, su gran orgullo fue sin duda su familia. Fue un intachable hombre de familia y siempre nos inculcó, con el ejemplo, el amor a la familia. El respeto y cariño con que se refería y trataba a sus padres, a sus suegros, a sus hermanos, cuñados y cuñadas, a sus tíos y a sus primos Laborin y Gómez del Campo, a sus sobrinos, era de admirase y así nos lo enseñó, siempre con el ejemplo. Para él nunca hubo algo más importante que la familia y Dios.

Hombre de fe, esposo y padre ejemplar, fiel compañero de mi madre toda la vida, muy mandilón. Como padre y abuelo fue el mejor, siempre cariñoso y presente, nos dio la mejor educación, insisto, siempre con el ejemplo.

Fue siempre un caballero, educado, ecuánime, nunca bajo ninguna circunstancia perdía la compostura, nunca. Siempre se dio a respetar y fue respetado, en todas partes.

Nunca nos regañaba, con la mirada era suficiente, el departamento de regaños se lo delegó a mi mamá y ella si ejerció ese poder. Nos dejó un gran legado y un gran ejemplo, unos zapatos muy difíciles de llenar, trataremos porque él no esperaría menos, pero que difícil va a ser.

Cuando empezó con su enfermedad, hace como 6 años, todavía lúcido, pero consiente de lo que se venía, le comentó a mi mamá que toda su vida la dedicó a bien vivir y estaba satisfecho y ahora le tocaba prepararse y entregarse a Dios para bien morir.

Y así fue, murió en paz con él, con Dios y con la vida, rodeado de su familia y seres queridos. Con esa paz con la que siempre vivió.

Se graduó de la vida con honores, Magna Cum Laude, y hoy seguramente ya está con Dios Nuestro Señor y nos seguirá guiando desde allá con su recuerdo. A nombre de mi familia, mamá, hermanos, cuñadas, hijos sobrinos y tíos, muchas gracias a todos por acompañarnos y también a los que no pudieron venir, pero nos acompañan en espíritu.

Dios los bendiga y los acompañe. ¡Gracias!”

A Doña Soledad, a Jorge, Soledad, Alejandro, Ana María, Jerónimo, Carlos, a sus yernos, nueras y 20 nietos, a todos sus seres queridos, desde aquí los abrazo con el gran cariño que siempre le tuve a Don Jorge.

Descanse en Paz.

Mtro. Guillermo Moreno Ríos
Ingeniero civil, académico, editor y especialista en Gestión Integral de Riesgos y Seguros. Creador de Memovember, Cubo de la Resiliencia y Promotor del Bambú.
incide.guillermo@gmail.com

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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