Análisis y Opinión
Obispos en elecciones: cambiar o mantener el rumbo
Los obispos católicos de México se encuentran en un especial momento de discernimiento; a partir de este 8 de noviembre y los siguientes tres días se reúnen en el contexto de su tradicional Asamblea Plenaria semestral pero, en esta ocasión, para participar en las votaciones internas en las que se definen más de 80 puestos electivos tanto de gestión administrativa como de animación pastoral de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).
Las condiciones pandémicas han obligado a que sólo participen en esta Asamblea Electiva los 126 obispos electores de los 175 pastores que residen en el país; la razón es evitar la concentración excesiva de personas y también limitar los viajes innecesarios (la reunión es en la Diócesis de Izcalli en el Estado de México pero los obispos literalmente provienen de todos los rincones de la República). Y, aunque en meses pasados se analizó a profundidad si el proceso electoral podría adaptarse a un modelo electrónico a distancia, los estatutos de la propia CEM no lo prevén.
Al igual que en el mundo civil, las elecciones eclesiásticas están traspasadas por varios perfiles a revisar pero esencialmente por la capacidad de representación, de servicio y de responsabilidad. Estas tres cualidades se someten a evaluación en estos días de los puestos ocupados por los obispos en las diferentes Comisiones y Dimensiones episcopales; pero siempre causa singular interés el futuro en las áreas operativas y ejecutivas del Consejo de Presidencia.
En el trienio que concluye 2018-2021 (y que, sin pretenderlo, se insertó en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador), los obispos puestos al frente en este Consejo de Presidencia fueron el arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera López, como presidente; el arzobispo de Morelia, Carlos Garfias Merlos, vicepresidente; el obispo auxiliar de Monterrey, Alfonso Miranda Guardiola, secretario general; el obispo de Cuernavaca, Ramón Castro Castro, tesorero general; y los obispos de Zamora, Javier Navarro, y de Nogales, José Leopoldo González, como primero y segundo vocales.
Los estatutos facultan a los obispos a renovar su posición al frente del servicio para el que fueron electos por dos periodos consecutivos. En el Consejo de Presidencia, tanto el secretario como el tesorero general ya han cubierto dos trienios de trabajo por lo que se esperan nuevos perfiles episcopales que atiendan estas responsabilidades de suma sensibilidad en estos tiempos. Por otro lado, es altamente probable que el presidente de la CEM, Cabrera López, sea reelecto para un segundo trienio al frente del organismo, tanto para sostener el equilibrio de trabajo dentro del episcopado nacional como en la representación de la Iglesia católica ante el gobierno federal. Y, a pesar de la larga hospitalización del vicepresidente Garfias Merlos en meses recientes, gran parte del colegio de obispos parece quererlo sostener en esa posición por su vinculación con las autoridades en el proceso de pacificación y reconciliación nacional.
Hay que decir que todos los puestos en el Consejo pueden ser cambiados tras su primer trienio pero, en el espíritu fraterno, suele reservarse esta decisión casi exclusivamente a casos de gravedad; ya sea por enfermedad que imposibilite al obispo continuar con su servicio o por pérdida de confianza o molestia generalizada tras errores cometidos por el obispo responsable.
En estas elecciones, los obispos mexicanos definirán si mantienen el rumbo o si provocan algunos cambios que puedan considerar estratégicos. Por una parte, el episcopado ha venido trabajando desde 2016 un proyecto pastoral nacional que se confirmó en el 2018, cuya primera fase de operatividad ha correspondido a los titulares de este trienio que concluye y cuyo horizonte mira una década hacia el futuro, 2031-2033. En este terreno, es claro que la Iglesia mexicana tiene ya definida su perspectiva, su método, sus objetivos y compromisos; sin embargo, los cambios sensibles en el país tras el triunfo lopezobradorista, quizá obliguen al colegio episcopal a reconsiderar algunos ajustes en las siempre complejas relaciones interinstitucionales con el poder más que en el aspecto pastoral que se tiene bien definido.
No ha sido fácil la convivencia política de los obispos con los operadores y partidarios del régimen vigente; no sólo con funcionarios federales sino también con ejecutivos estatales o municipales, legisladores y ministros alineados al partido en el poder que, en el mejor de los casos se han mostrado cerrados al diálogo y en el peor, agresivos contra las instituciones religiosas. Lo mismo sucede cuando se ha buscado diálogo con las organizaciones identificadas como ‘la oposición’, puesto que sus obsesiones políticas obnubilan las posibilidades de servicio que pueden dar.
Y, a pesar de las dificultades, es claro que el gobierno federal, organizaciones sociales intermedias y las asociaciones religiosas deben cooperar respetuosamente frente a los desafíos harto conocidos en el país: pobreza, migración, seguridad, educación, salud y participación ciudadana.
Optar por la división y la polarización tendrá funestos resultados para fieles y ciudadanos por igual. A todos les vendría bien trabajar, para variar, alineando intereses y objetivos en bien del pueblo mexicano.
*Director VCNoticias.com
Análisis y Opinión
La paradoja del feminismo estatal: más recursos y menos seguridad
En los últimos años, México ha destinado recursos sin precedentes a políticas de género y cada año van en aumento. El Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) de este 2025, por ejemplo, asignó 508 mil 727 millones de pesos a “igualdad sustantiva”, siguiendo una tendencia alcista. Sin embargo, los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública revelan una realidad sombría: 338 feminicidios en los primeros seis meses de este año y una sostenida presencia de violencia contra las mujeres. Esta cifra no solo expone la ineficacia de las estrategias actuales, sino que plantea una pregunta incómoda: ¿Por qué el aumento presupuestario no parece remediar una ola imparable de violencia contra las mujeres?
Aunque el actual gobierno federal anunció una reducción del 26.5% en feminicidios durante sus primeros 100 días, estas cifras positivas evitan hablar de otro fenómeno más complejo. Tomemos el caso de Guanajuato, el primer lugar nacional en homicidios dolosos de mujeres, ni la alerta de género ni el incremento en subsidios federales realmente terminan reflejándose en la realidad local. Se han creado nuevas y más grandes dependencias, con una estructura burocrática más bien alineada a perspectivas ideologizadas pero con escasos resultados en el bienestar de las mujeres y sus familias.
En estos casos, las propias directivas de esas instituciones han llegado a confesar que ni siquiera existen indicadores aprobados para medir el avance de las acciones contra la violencia.
El problema, como podemos imaginar, es que se intentan ocultar causas reales bajo especulaciones ideológicas. La retórica oficial insiste en que la solución se reduce a legislar más “derechos feministas” y a subsidiar burocracia ideologizada, casi siempre obsesionada con impulsar la normalización del asesinato de la vida en gestación y con la homologación de un varón con disforia de género con una mujer. Pero los hechos revelan que el problema es más profundo.
Por ejemplo, la cultura de violencia (la narcocultura y la cultura de muerte) que no sólo se divulga insensiblemente a través de innumerables mecanismos de cultura (música, cine, streaming, televisión, redes sociales, etc) sino a través de pragmatismos políticos, económicos e industriales, elogia actitudes machistas y de desprecio a la naturaleza femenina biológica y psicológica.
En infinidad de proyectos culturales aplaudidos y recomendados por la industria del entretenimiento se promueve claramente la reducción de la mujer a un objeto sexual; de entrada, se patrocina una exclusiva dinámica de “belleza sexual” a las mujeres desde la temprana infancia (se hipersexualiza a menores de edad) y al final, se exige a las mujeres maduras a intervenir su cuerpo al colmo de aberraciones quirúrgicas para “mantenerlas” vigentes en el mercado del espectáculo y el entretenimiento. O incluso, ahora en otros espacios como la política, la representación social y la empresa.
En el nuevo terreno político se elogian las características asociadas a la masculinidad como la agresividad, la intimidación, la meritocracia y la competencia como ‘esencia de la naturaleza biológica’; pero se desprecian aquellas características tradicionalmente asociadas al genio femenino: justicia, equidad, servicio, cuidado, paciencia y cooperación.
Pero, el desprecio a la identidad y naturaleza femenina ha llegado a situaciones sumamente inquietantes en ciertos espacios públicos: como priorizar la protección y acceso a hombres biológicos en categorías de competición femenina o la recepción de subsidios y condiciones gubernamentales orientados originalmente a mujeres vulnerables pero ahora otorgados a varones que afirman tener una identidad femenina.
Mientras, fenómenos que requieren una atención multidisciplinaria como la educación para las mujeres, la atención a la maternidad, la promoción de mejores condiciones laborales para la plantilla femenina en empresas o la desintegración familiar (que carga con el 40% de las muertes de mujeres y más del 75% de la violencia de género) no parecen merecer la atención de las instituciones estatales. El Estado invierte en deconstruir roles tradicionales y desatiende el núcleo donde se gesta la violencia. En todos lados cunden los hogares fracturados y la erosión de la maternidad como valor social es imparable en medios e instancias de poder.
Revalorar el inimitable genio femenino y la naturaleza de la experiencia biológica y psicológica de las mujeres no parece ser el camino que están tomando el poder político y económico en medio de esta crisis sociocultural; pero quizá ahí está parte de la respuesta que requiere alimentar las políticas públicas. De lo contrario, seguirá sucediendo como hasta ahora: con un cada vez más abultado presupuesto para la “igualdad sustantiva” pero una creciente pérdida de sentido, de identidad, de dignidad y de seguridad en las mujeres.
Análisis y Opinión
Paz desarmada y desarmante para desactivar la violencia
Ciudad de México.– México y el mundo ansían paz. Pero la paz no tiene el mismo significado para todos. Mientras algunos sectores, grupos y personajes consideran que las armas y la militarización de la vida cotidiana es una respuesta frente a las diversas violencias; la Iglesia católica y en especial el papa León XIV consideran que la paz debe ser “desarmada y desarmante”.
Por fortuna, hay ejemplos de cómo se construye ese esfuerzo de paz. Desde 2001, la Conferencia de la ONU sobre el Comercio Ilícito de Armas convocó a esfuerzos internacionales para destruir las armas de fuego; hace un cuarto de siglo, la idea era que la búsqueda de paz global se expresara mediante un desarme voluntario entre las naciones. Evidentemente, aquello no ocurrió; pero sí hay muestras importantes de ese anhelo.
La preocupación de dos pontífices.
Fue el papa Francisco quien en la última década enseñó que la búsqueda de paz exige reconocer “el potencial desarmado de la vida” –como expresó en su último mensaje pascual–; Bergoglio insistió en que “la paz auténtica no es posible sin un verdadero desarme.
La exigencia que cada pueblo tiene de proveer a su propia defensa no puede transformarse en una carrera general al rearme”.
El pontífice argentino aseguró que la misericordia y el amor tienen una “fuerza desarmada y desarmante” que ofrecer en medio de las grandes dificultades actuales; por ello también urgió a la sociedad global a seguir este principio para encontrar vías alternas a la “Tercera Guerra Mundial a pedazos” como llamó a los conflictos bélicos y humanitarios en varias regiones del orbe. Posteriormente el papa León XIV recuperó esa idea también para hacer un llamado al mundo entero a ser perseverantes en la paz desarmada y desarmante en medio de un mundo en “policrisis”, la polarización y la conflictividad sociocultural.
Un mundo cada vez más armado.
No obstante, la industria armamentista y la proliferación de armas de fuego en el mundo continúan creciendo. A pesar de esfuerzos institucionales a nivel mundial (como la destrucción de más de 800 mil armas anuales), la industria fabrica hasta diez armas nuevas por cada una eliminada.
Este desequilibrio evidencia un problema sistémico: los gobiernos de los Estados priorizan el desarrollo militar (o paramilitar) sobre el bienestar humano y la justicia social.
Mientras los Estados en conflicto desarrollan y ponen en uso armas de alta tecnología y de gran capacidad de destrucción; la mayoría de los países tienen problemas serios con la proliferación de armas pequeñas que mantienen amenazas críticas para civiles y la vida comunitaria, especialmente a mujeres y niños.
México: Iglesias para el desarme.
En 2024, casi 22 mil personas fueron asesinadas por armas de fuego en México; muchas de ellas por revólveres y armas pequeñas en manos de criminales. Sin embargo, la presencia de armas en el hogar también es un factor alto de homicidios imprudenciales y accidentes. Por ello, en diversas ocasiones, gobiernos locales y federales han implementado programas de desarme voluntario. El más reciente, “Sí al Desarme, Sí a la Paz” del gobierno federal, busca hacer partícipe a la Iglesia católica y a otras denominaciones religiosas para que atrios de parroquias, santuarios y catedrales sean puntos de canje anónimo de armas.
A través de este programa, los ciudadanos pueden recibir hasta 26 mil pesos por armas cortas que el ejército mexicano destruye.
Sin embargo, hay otro propósito: fomentar una cultura no violenta desde la infancia; de hecho, los menores de edad pueden sustituir los juguetes bélicos por materiales educativos en esos mismos puntos de canje.
A lo largo de este 2025, la estrategia recolectó 420 armas cortas y 218 granadas en el Estado de México. Es la entidad que lidera el desarme voluntario nacional.
En el arranque del programa de esta administración, la presidencia de la República eligió a la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe como primer espacio de canje. El sacerdote Efraín Hernández Díaz, rector de la Basílica, respaldó la iniciativa al asegurar que “los atrios inspiran confianza para intercambiar armas. Como Iglesia, apoyamos iniciativas que promuevan el respeto a la vida”.
¿En qué consiste la paz desarmada?
La noción de paz “desarmada y desarmante” –atribuida al papa Francisco y reforzada por León XIV– propone en primer lugar el desarme físico que es eliminar instrumentos de violencia; pero también un “desarme espiritual” que implica erradicar la hostilidad en relaciones humanas.
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Esta propuesta católica contrasta con los fundamentos de la “Guerra Justa” y la ética de los conflictos bélicos. Desde esta perspectiva, ningún conflicto o problema puede justificar la eliminación de la vida humana. Así, la “paz desarmada” no legitima el uso de instrumentos bélicos en la defensa ante agresiones (propone, por el contrario, el diálogo, la diplomacia y la negociación); tampoco justifica la famosa “respuesta proporcional” (que en el fondo es un ‘ojo por ojo’ entre naciones o colectivos en conflicto) y no ‘deshumaniza’ a los agentes militares como una categoría humana distinta de los civiles (prescindibles o calculados como ‘bajas esperadas’).
La propuesta de paz desarmada y desarmante exige compromisos individuales, comunitarios e institucionales; desde el canje voluntario y la educación no violenta, hasta sostener compromisos contra la proliferación de armas.
Como apunta la ONU: “La paz no se afianza en ausencia de confianza mutua”, la actitud ‘desarmada y desarmante’ obliga a fortalecer dicha confianza. Pues una sociedad que evita resolver con armas sus conflictos, se encamina a una potencial reconciliación.
Director VCNoticias.com @monroyfelipe
ARH
Análisis y Opinión
Rabbuní, del turismo religioso a la experiencia transformadora
Ciudad de México.- El pasado 25 de marzo, un simbólico día para la comunidad católica puesto que celebra la Anunciación del Señor, se realizó una premiere del filme Rabbuní, un documental que sigue la singular experiencia de un grupo de mujeres peregrinas a Tierra Santa interrumpida por las intempestivas acciones bélicas entre Hamás e Israel en octubre de 2023.
La elección del día para su premiere no pudo ser más acertada porque el mundo católico conmemora el Misterio de la Encarnación de la Palabra en el seno de una mujer (la Virgen María), momento en el cual se inicia una nueva historia para la humanidad.
El documental sigue la experiencia de un grupo de mujeres participantes del taller de oración en Tierra Santa impartido por la predicadora y guía Marian Reynoso, y acompañadas espiritualmente por el sacerdote Legionario de Cristo, Juan Solana, director y fundador del Centro Magdala, un espacio que es al mismo tiempo casa de huéspedes, destino bíblico arqueológico y santuario espiritual a las orillas del Mar de Galilea.
Tierra Santa es, ante todo, un gran destino de turismo religioso. Según el ministerio de Turismo de Israel, hasta antes del inicio de la guerra de 2023 (y de la pandemia de 2020), se alcanzaron picos de hasta 5 millones de visitantes internacionales por año, de los cuales el 20% aseguró que su ingreso al país se debía a un peregrinaje espiritual o a un ‘tour’ basado en la fe.
En materia de credos, 1.5 millones de los turistas religiosos refirieron tener una identidad cristiana y el resto se reparte entre creyentes judíos y musulmanes.
El Centro Magdala y los Talleres de Oración por supuesto buscan captar e incentivar algo del inmenso volumen de turistas y peregrinos que año con año (incluso en situaciones tan adversas como la pandemia o los conflictos bélicos) llegan a estos destinos espirituales y trascendentales para las tres principales religiones monoteístas: cristianos, judíos y musulmanes.
Sin embargo, en palabras tanto de Reynoso como de Solana, la intención de sus servicios es que el turismo religioso sea oportunidad de una experiencia auténticamente transformadora. Y el documental refleja justo esa singularidad.
A la mitad del peregrinaje de estas mujeres a Tierra Santa para participar del taller de oración de Marian Reynoso junto al Centro Magdala en octubre de 2023, estalló el conflicto bélico entre Israel y Hamás.
Fue entonces que la producción audiovisual que se realizaba sobre los talleres, que seguía los recorridos turísticos-espirituales de las mujeres en Israel y que tenía sentido de registro y divulgación publicitaria se convirtió en un pequeño documental de espiritualidad, oración, confianza, abandono y resignificación del peregrinaje a los lugares sagrados de la fe.
El propio productor audiovisual, Ramiro Martínez, refiere en el documental: “Nos cayó de sorpresa que, en ese momento, estábamos en un país que empezaba a entrar en guerra”. A pesar de las comprensibles limitaciones técnicas, el filme refleja cómo cambió el panorama en el territorio usualmente acondicionado para comodidad de los turistas, tras las incursiones guerrilleras de Hamás y el despliegue de la masiva maquinaria bélica israelí.
Un cambio de ambiente que supuso afectaciones logísticas para las peregrinas y para los facilitadores de los servicios de acompañamiento. Sin embargo, esas nuevas condiciones, al mismo tiempo, ayudaron a profundizar la actitud espiritual de las participantes ante la adversidad.
Finalmente, el documental quizá involuntariamente refleja dos aspectos de reflexión relevantes para nuestra época: la revaloración de ciertas cualidades atribuidas tradicionalmente a la feminidad y la resolución entre la propiedad y la apropiación de la Tierra Santa.
Sobre el primero: El documental muestra aspectos poco valorados en nuestros días de la singularidad y autenticidad del genio femenino, cualidades que son verdaderas fortalezas ante la incertidumbre. Más allá de las fuerzas físicas, políticas o económicas, la feminidad muestra valor y carácter en el consuelo, el acompañamiento, en la cercanía y la confianza, en compartir la esperanza, en la expresión de amor incondicional, en el respeto y en el cuidado de lo que es bueno, justo y bello.
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Sobre lo segundo: El histórico conflicto sobre la propiedad de los territorios en los que se asientan los centros espirituales y religiosos de Tierra Santa, así como todas las estratagemas políticas y económicas que utiliza el poder para avasallarlos, dominarlos, robarlos y usufructuarlos, tienen una frontera simbólica de inevitable derrota: la fe de los creyentes y peregrinos.
Dentro de la identidad, conciencia y libertad religiosa de los fieles no hay dominio de ningún poder temporal; para ellos, Dios es el dueño de la tierra, de los hombres, del destino y de la salvación de lo que en su voluntad está predicho. Y así lo experimentaron las peregrinas del documental pues, cuando el mundo estalló en guerra, la auténtica paz se mantuvo en sus corazones.
*Director VCNoticias.com
ARH
Análisis y Opinión
Carta pastoral para un continente con miedo
Europa se hunde vertiginosamente en el miedo y la incertidumbre; el sistema político que le dio brillo y relevancia global se agota, y la crisis se hace evidente porque los liderazgos ya no hablan con eufemismos. Y todos sabemos que, cuando escasea la creatividad, refulge la fuerza bruta; pero también crece la soberbia, la autorreferencialidad, la agresiva autopreservación y el desprecio por el extraño.
Sin embargo, un breve pero profético texto católico en castellano y euskera desde el Cantábrico oriental ofrece esperanza para un continente sumido en el miedo.
Hoy los líderes europeos ya no esconden su más claras ambiciones en sus discursos y emiten epítetos contra fuerzas ajenas que categorizan como amenazas: Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, quiere “ReArmar Europa” para reforzar militarmente al continente, invertir en armas y en defensa para “los tiempos peligrosos”; Emmanuel Macron, desembolsó la carta nuclear para ponerla en una aparente mesa de unidad europea; el aún canciller alemán Scholz habla sobre la “disuasión nuclear” pero también respalda lo que el canciller electo, Friedrich Merz, ya prometió: “aumentos masivos en gastos de defensa”.
Esto que declaran los líderes europeos confirma la máxima política: “El poder que se critica es el poder que no se tiene, pero que se desea”. El problema, sin embargo, es que la comunidad europea no sabe qué es lo que desea. El líder de la izquierda francesa, Jean-Luc Mélechon lo sintetiza así: “Europa, como nunca en la historia, está humillada”.
Es en este contexto en el que nace una singular carta pastoral titulada ‘El contraste paciente’ de los obispos del País Vasco y de la Provincia de Navarra en España; el documento parte de una importante autocrítica a las lecturas que desde la modernidad y la razón instrumental se hacen de la crisis antropológica y cultural contemporánea porque, aunque comparten la convicción de que “la herencia cristiana ha perdido capacidad para interpretar el presente y orientar el futuro” y constatan el fin de la alianza “entre el trono y el altar”, también advierten que la visión que reduce la complejidad de la misión cristiana a un mero enfrentamiento contra las fuerzas del mal, alimenta las guerras y la lógica de la confrontación. Recupero un fragmento iluminador:
“La mentalidad del ‘nosotros contra ellos’ se sustenta en una convicción fundamental: nuestro bando posee la razón y cuenta con la bendición divina para justificar el combate. Es una fe que se alimenta de la confrontación y que necesita caricaturizar al adversario y sostenerse en tensiones reales o imaginadas, en enfrentamientos sucesivos, algunos justificados o inevitables. Su núcleo es la certeza de que Dios –o la razón, o la verdad, o todo a la vez– está de nuestra parte y ello justifica combatir al adversario por cualquier medio… En esta perspectiva, pertenecer al bando divino debería garantizar la victoria” (26-29).
Los obispos recuerdan en este texto que la relación entre la comunidad creyente y el mundo, a lo largo de la historia y en diferentes contextos políticos y culturales, ha tenido que oscilar entre la denuncia que confronta y el testimonio que transforma; y, para el momento agudo de conflicto que vive Europa (aunque seguro aplica para otras realidades contemporáneas) es necesario un “testimonio paciente”.
El mensaje es profundamente contraintuitivo a las tensiones epocales que vivimos: es necesario trascender a los bandos, a veces con el silencio elocuente, procurando un testimonio coherente de vida, sin fomentar confrontaciones entre ‘justos’ e ‘injustos’, siempre buscando amar al enemigo y recordando que “en el llamado a la conversión, elverdadero enemigo lleva nuestro nombre”.
Los obispos comprenden que es más fácil simplificar, que no es sencillo cambiar de convicciones ni dejar el bando de quienes alimentan la confrontación; pero exhortan a dar un primer paso: a optar por los márgenes, a construir fraternidad desde la cercanía a los más vulnerables, integrando su voz y necesidades a la sociedad que los olvida, los desprecia y los instrumentaliza en sus narrativas bélicas en pos “del poder que se desea” y que los líderes políticos sienten que se les esfuma entre los dedos.
Como en otras crisis epocales, en el que los poderes buscan el dominio por vía de la guerra o la hegemonía; el testimonio humilde y paciente de los pueblos guarda un poder trascendente, transformador por vía de la paciencia y del habitus (prácticas y costumbres); son esos testimonios los que al final contrastan auténticamente con las sociedades construidas sobre el miedo, el resentimiento y la autopreservación. Ojalá a Europa le quede esa reserva de virtud y paciencia.
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