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México

Condición económica dificulta acceso a educación

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Ciudad de México.— El ejercicio del derecho a la educación es inequitativo entre distintos grupos de población y regiones en el país; la condición económica de las familias, la discapacidad y la pertenencia a un grupo indígena son factores que dificultan significativamente el acceso a la escuela, señala el “Estudio Diagnóstico del Derecho a la Educación 2018”.

El documento, presentado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en el marco del Día del Estudiante, señala que mientras 95 por ciento de los alumnos de educación básica en Aguascalientes, Nuevo León, Tlaxcala y la Ciudad de México asisten a escuelas con servicios básicos (incluyendo bebederos), en estados como Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Tabasco, la cifra no llega ni al 55 por ciento.

En materia de género, el estudio indica que en preescolar y primaria, el sexo no hace diferencia en las tasas de asistencia, pero en secundaria la brecha se amplía, con 86 por ciento para mujeres y 84 por ciento para hombres, mientras que en la educación media superior la cifra equivale al 67 por ciento de las mujeres y 63 por ciento de los hombres.

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Se identificó una tasa de inasistencia a la escuela cercana al 33 por ciento en los niños de tres a cinco años, mientras que en los de seis a 11 años es de 4.3 por ciento, en tanto que los de 15 a 17 años, dejan de asistir a la escuela hasta en 37.4 por ciento.

“En 2018, los niños de tres a cinco años presentaron una tasa de asistencia de 77.7 por ciento, lo que podría parecer alto, pero considerando la obligatoriedad, este dato debería ser más cercano al 100 por ciento”, señala el estudio.

Es decir, tres de cada 10 niños de tres a cinco años no van a la escuela por razones como edad, problemas familiares, falta de cupo en los planteles y hasta de dinero de los padres.

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De hecho, la desigualdad en la distribución de los ingresos de los hogares, la pobreza extrema y el grado de marginación son factores que impactan el acceso efectivo del derecho a la educación en la población.

Todos los indicadores vinculados al acceso de la población que supera la edad escolar obligatoria muestran que aquella que tiene un menor nivel económico presenta los mayores porcentajes de analfabetismo y rezago educativo.

Además, la población indígena enfrenta mayores barreras para ejercer su derecho a la educación por temas como falta de oferta y la calidad de los servicios.

Según las cifras recabadas en el estudio, 543 mil 936 personas indígenas entre tres y 17 años de edad no asistían a la educación obligatoria, mientras que 444 mil 275 presentaban rezago educativo, aunque esta cifra corresponden al 2016.

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La brecha en asistencia escolar que se registra entre la población indígena y no indígena puede explicarse por los problemas de accesibilidad física que tiene este grupo poblacional, que generalmente vive en localidades alejadas de las escuelas, además de que no hay servicios educativos para todos los niveles.

Los niños que padecen alguna discapacidad, se encuentran entre los más excluidos y discriminados en su derecho a la educación, advierte el estudio que también apunta que 26.7 por ciento de la población con discapacidad entre 18 y 29 años era analfabeta de acuerdo con datos de 2016.

Ante esta situación, la investigación señala como retos para el futuro: mejorar la infraestructura escolar, propiciar la asistencia a preescolar, disminuir las inequidades de acceso por grupos de población, asegurar una calidad equitativa en la educación en los distintos tipos de escuelas, disminuir el rezago educativo en población adulta y mejorar el aprovechamiento escolar y la formación docente.

(Notimex)

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El mediocampista que jugó con un milagro bajo el corazón: la fe que sostuvo a Alberto García Aspe

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El mediocampista que jugó con un milagro bajo el corazón: la fe que sostuvo a Alberto García Aspe
Foto Facebook / https://www.facebook.com/betogarciaaspe8

En México, pocas figuras del fútbol han encarnado con tanta claridad la mezcla de disciplina, carácter y fe como Alberto García Aspe. Para muchos, su nombre evoca la imagen del futbolista, el mediocampista férreo, preciso, incansable. Para otros —los que conocen su vida fuera de la cancha—, representa algo todavía más profundo: un hombre marcado por un milagro, sostenido por una devoción que lo acompañó silenciosamente en cada partido.

Su historia, justo en estos días en que México celebra a la Virgen de Guadalupe, nos recuerda que la fuerza interior de una persona puede cambiar su destino más que cualquier aplauso o estadística.

Un corazón flechado por la Guadalupana

Antes de ser un referente del fútbol mexicano, García Aspe vivió un proceso que él mismo ha descrito como una conversión, un despertar interior en el que la Virgen de Guadalupe tuvo un papel central. No fue un episodio aislado ni un gesto simbólico. Fue un camino profundo en el que —en sus propias palabras— María “flechó su corazón”.

Esa experiencia dio origen a una devoción que lo acompañaría durante décadas: la imagen de la Guadalupana, discretamente guardada bajo su camiseta de juego, pegada al pecho como un recordatorio silencioso de que nada se logra solo con fuerza física; todo se sostiene con gracia, gratitud y propósito.

Muchos vieron al jugador implacable. Pocos sabían que debajo del uniforme latía un corazón sostenido por una fe viva que le daba equilibrio en medio de la presión, la fama y la exigencia profesional.

Un milagro que marcó su vida

García Aspe ha hablado abiertamente de un milagro que transformó su vida espiritual y que reforzó su devoción a la Virgen de Guadalupe. Para él, no fue un simple suceso extraordinario, sino el punto en el que entendió que su carrera, su familia y su propósito estaban entrelazados con algo más grande que el éxito deportivo.

Hace algunos años, durante una concentración previo a una liguilla del fútbol mexicano, su esposa se puso muy mal y llegó de emergencia al hospital para acompañarla y que pudiera ser intervenida quirúrgicamente. Durante el traslado al quirófano platicaron con una enfermera de nombre Guadalupe quien les comentó que todo saldría bien, después de la cirugía en donde “a Dios gracias todo salió bien”, buscaron a la enfermera, sólo conocían su nombre. Tras la búsqueda se dieron cuenta que no existía ninguna enfermera con dicho nombre en el hospital.

Ese milagro se convirtió en un ancla emocional, una certeza interior que lo acompañó en los momentos difíciles y que le permitió mantener una postura serena y equilibrada en un medio donde muchos pierden el rumbo.

Disciplina fuera y dentro de la cancha

Si algo definió su carrera fue la disciplina. Pero esa disciplina no nació solo del entrenamiento: nació de su vida espiritual.

Los pilares que hoy sostiene —la oración, la Eucaristía, la confesión, el ayuno, la lectura de la Biblia— formaron un marco interior que le dio claridad para tomar decisiones, medir sus acciones y mantenerse congruente con sus valores.

En la cancha, esa congruencia se traducía en liderazgo sin protagonismos, temple en los momentos de crisis y respeto por el rival. Fuera de ella, le permitió construir una vida familiar estable, discreta y profundamente cuidada. Su fe no lo separó del fútbol; al contrario, lo sostuvo dentro de él.

El contraste que inspiró a muchos

A quienes llegaron a conocerlo de cerca siempre les llamó la atención el contraste: un jugador rudo, directo, competitivo… y un hombre de espiritualidad suave, devota, profundamente humana.

Ese contraste, lejos de ser una contradicción, era la explicación.

Su fortaleza nació de su fe.
La disciplina nació de una vida ordenada interiormente.
La serenidad nació de saber que no jugaba solo.

Muchos jóvenes futbolistas encontraron en él un ejemplo técnico y un modelo de integridad. Demostró que se puede competir al más alto nivel sin sacrificar valores, sin perder el piso y sin convertir la fama en un centro de gravedad.

La familia como su verdadero campeonato

Dentro de los capítulos menos conocidos de la vida de García Aspe está su profundo compromiso con su familia. Ha sido reservado al respecto —y eso mismo dice mucho.

En un mundo donde la exposición se ha vuelto moneda corriente, él eligió la discreción como acto de amor y protección. Sus decisiones profesionales estuvieron marcadas por un principio: nada vale más que el hogar.

Ese cuidado es, quizá, una de las partes más valiosas de su legado.
Un recordatorio de que el éxito verdadero se mide en los vínculos que se fortalecen, no en los reflectores que se encienden.

Reinventarse cuando el estadio se apaga

El retiro profesional ha golpeado con fuerza a muchos atletas. En su caso, la transición fue un acto de madurez y de propósito. Pasó por roles de directivo, analista, mentor y formador de jóvenes. Pero, sobre todo, cultivó su vida interior.

La fe que lo acompañó en su carrera se volvió el mapa para lo que vino después.
Y así demostró que el valor de una persona no depende de la permanencia en los escenarios, sino de la solidez de su vida interior.

Un legado que trasciende goles y estadísticas

Hoy, García Aspe es recordado como uno de los mediocampistas más icónicos del fútbol mexicano. Pero su historia va más allá del fútbol. Es la historia de un hombre que:

  • Encontró un milagro en su camino
  • Puso su vida bajo el amparo de María
  • Construyó una familia fuerte
  • Se reinventó con humildad
  • Dejó un testimonio de fe que inspira sin imponer

En un país que celebra a la Virgen de Guadalupe, la vida de Alberto García Aspe nos recuerda que la fe no se trata de superstición, sino de dirección; no se trata de fuerza, sino de sentido.

Y que a veces, para llegar a la meta más importante, necesitamos escuchar la voz que habla en silencio, justo donde inicia el corazón.

Síguelo en sus redes sociales

Si esta historia te inspiró, te invitamos a seguir a Alberto García Aspe en sus redes sociales, donde continúa compartiendo reflexiones, momentos personales y el testimonio de la fe que ha guiado su vida dentro y fuera de la cancha. 

Acompáñalo y sé parte de la comunidad que encuentra en su voz un recordatorio de que la disciplina, la familia y la fe siguen siendo caminos firmes para construir una vida con sentido.

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La vida suena; niña de 12 años vence al cáncer

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La vida suena; niña de 12 años vence al cáncer
Foto ISSSTE

Ciudad de México.— El sonido metálico recorrió el pasillo del Hospital Regional de Alta Especialidad en Torreón, Coahuila. Una niña de 12 años tomó la cuerda con firmeza y tocó la campana que marca el cierre de un tratamiento oncológico. Su sonrisa abrió un espacio de alivio después de meses de hospitales, cirugías y quimioterapias. Aquella escena resumió el trayecto de una familia que apostó por la vida y de un equipo médico que acompañó cada paso.

Llegada que cambió el rumbo

La menor ingresó al hospital por un dolor abdominal que se volvió persistente. El equipo médico realizó tomografías y análisis que permitieron identificar un tumor maligno en el ovario. La noticia trazó un camino complejo, aunque con una ruta clara: atender sin demora y sumar especialistas de distintas áreas para responder a un diagnóstico que exigía precisión.

Equipo completo para una meta única

El hospital integró a pediatría, cirugía, oncología, nefrología, neumología, cardiología hematología y otras especialidades. El trabajo coordinado abrió paso a evaluaciones constantes para medir cada avance. La niña enfrentó seis meses de tratamiento que incluyeron tres cirugías, una de ellas urgente, además de seis sesiones de quimioterapia.

Durante el proceso, el área de psicología dio acompañamiento a la familia para sostener la rutina hospitalaria y el impacto de cada etapa clínica.

El día que la campana sonó

La menor concluyó el protocolo oncológico después de superar cada intervención y cada estudio. Cuando el equipo confirmó la recuperación, la familia se reunió en el pasillo donde se encuentra la campana que los pacientes tocan al terminar su tratamiento.

La niña levantó la vista antes de jalar la cuerda. El sonido se extendió mientras el personal médico, de enfermería y de apoyo celebró alrededor. “Me trataron muy bonito. Gracias a mis pediatras, doctores, enfermeras, internos, limpieza y cocina. Son parte de mi familia ahora”, expresó la menor.

Historia que fortalece a un hospital joven

El caso alcanzó un significado especial para el Hospital Regional de Alta Especialidad, una unidad reciente en Torreón. Su directora, la doctora Margarita Martínez Moreno, afirmó que el momento representó el esfuerzo conjunto entre el equipo clínico y la familia de la paciente.

Mientras, la oncóloga pediatra Cristina Romero Luna señaló que la experiencia confirma la capacidad del hospital para atender escenarios complejos y avanzar hacia nuevos retos.

La historia permaneció en el hospital como un mensaje de lo que ocurre cuando la salud logra abrir caminos de esperanza.

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México

Productividad sin agotamiento: una pausa y un minuto de descanso

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Productividad sin agotamiento: una pausa y un minuto de descanso
Foto Cuartoscuro

Ciudad de México.— La pausa se convirtió en uno de los temas en la agenda laboral y actualmente representa una herramienta estratégica para proteger la salud mental, mejorar el enfoque y elevar la productividad de forma sostenida.

De acuerdo a los resultados del estudio Retos y perspectivas del trabajo realizado por WeWork, no se trata de detener el trabajo, sino de permitir que las personas recuperen claridad y regresen con energía renovada.

Se revela que 54% del talento en México vive frustración laboral, principalmente por esquemas poco flexibles. La mayor parte replanteó sus prioridades después de la pandemia de Covid-19, lo que vuelve inviable mantener modelos rígidos sin considerar periodos de descanso.

Además, el estudio también detalló que el 60% de las personas en el país reordenó sus prioridades y hoy valora más su bienestar, su vida personal y su salud mental.

Desgaste

El trabajo remoto mostró que la productividad puede mantenerse sin traslados prolongados y el híbrido consolidó un punto medio donde el enfoque individual convive con la colaboración presencial. Aun así, los datos apuntan a una verdad contundente: sin pausas, cualquier modelo se desgasta.

Descanso

“El descanso está dejando de verse como un beneficio opcional. Hoy es una condición imprescindible para que los equipos puedan sostener su crecimiento. Cuando las personas cuentan con espacios que les permiten respirar, concentrarse y conectar, el trabajo fluye mejor y la innovación se vuelve natural”, comenta Leydis Castro, People Partner Manager en WeWork.

Instituciones internacionales como la American Psychological Association y la Organización Mundial de la Salud han documentado que jornadas extensas elevan riesgos de ansiedad, depresión y deterioro emocional. Estudios recientes difunden que 26% de la población trabaja más de 48 horas semanales, con impacto particular en jóvenes de 20 a 35 años.

Este contexto cambió la forma en que las personas evalúan su satisfacción laboral. Según Talent Trends de PageGroup, nueve de cada diez personas que recientemente iniciaron un nuevo trabajo continuarían escuchando ofertas, mientras que seis de cada diez cambiaron de puesto desde la pandemia. El mensaje es claro: si una organización no entiende que la calidad de vida es una prioridad, el talento buscará otro lugar.

Una pausa laboral

La pausa adquiere protagonismo. Es en esos minutos breves, el café, el pasillo, la charla corta, donde surgen ideas, se fortalecen vínculos y se mejora la comunicación. Los equipos cansados tienden a equivocarse más y colaborar peor. Los equipos descansados se adaptan mejor, aprenden más rápido y agregan más valor.

Los espacios flexibles y los modelos híbridos facilitan esa dinámica. Permiten alternar ambientes según la tarea, integrar pausas intencionales y mantener colaboración sin fricciones. Ambos estudios coinciden en que estos esquemas reducen el estrés y hoy están entre las preferencias del talento mexicano.

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CDMX

Milagros que resisten: La Basílica de Guadalupe y su historia de fe indestructible

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Ciudad de México.- La imagen de la Virgen de Guadalupe reúne cada año a millones de personas que buscan consuelo, identidad y esperanza. En el corazón del Tepeyac, este recinto guarda no solo la tilma atribuida a Juan Diego, sino también episodios que revelan fragilidad humana, tensiones históricas y una sorprendente resistencia material y espiritual.

La Basílica de Guadalupe, ubicada en la alcaldía Gustavo A. Madero, es considerada el templo católico más visitado de México y uno de los más concurridos del mundo.

En este sitio conviven dos recintos: la antigua basílica, construida entre 1695 y 1709, y la moderna, inaugurada en 1976.

Durante siglos, la estructura del templo antiguo sufrió hundimientos debido al suelo lacustre, lo que llevó a especialistas a advertir riesgos severos.

Según testimonios históricos difundidos por medios nacionales, el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez propuso una nueva basílica en los años setenta, basada en estudios del ingeniero Manuel González Flores que alertaban sobre la inestabilidad del terreno.

Aunque se consideró demoler el recinto del siglo XVIII, una decisión de la jerarquía eclesiástica salvó el templo colonial.

Este gesto permitió conservar un edificio con profundo valor cultural para los fieles.

La construcción del templo contemporáneo atrajo incluso a voluntarios que se ofrecieron a trabajar sin cobrar, pidiendo únicamente alimento.

Su diseño circular favorece que todos los visitantes observen la imagen desde cualquier punto.

A lo largo del tiempo, la tilma ha estado en el centro de episodios que marcaron la historia religiosa del país.

En 1785, un trabajador derramó ácido nítrico sobre el ayate.

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El material debió desintegrarse de inmediato, sin embargo, la mancha se redujo con los días y la imagen permaneció legible.

El hecho continúa formando parte de los relatos que preserva el santuario.

Por otra parte en 1921 ocurrió el atentado más recordado.

Un hombre colocó dinamita oculta en un ramo de flores frente a la imagen. La explosión destruyó parte del altar y retorció un crucifijo de metal de 34 kilos, pero no dañó la tilma ni el vidrio que la protegía.

El Cristo doblado se mantiene en exhibición dentro de la basílica como testigo del ataque, ocurrido en un periodo de tensión entre el Estado y la Iglesia que antecedió a la Guerra Cristera.

Estos episodios reforzaron la percepción de que la imagen ha sobrevivido a circunstancias extremas.

Para muchos creyentes, esa resistencia simboliza protección y cercanía espiritual en momentos de incertidumbre.

El Cerro del Tepeyac se mantiene como un espacio donde convergen historias personales, tradiciones familiares y preguntas profundas sobre identidad. Investigaciones arqueológicas han encontrado rastros de antiguos templos dedicados a Tonantzin, lo que recuerda que este sitio fue sagrado desde mucho antes de la evangelización.

Esa continuidad hace que el lugar convoque a personas con distintas búsquedas.

La antigua basílica alberga criptas con restos de obispos y personajes históricos. También existen relatos sobre túneles que conectaban el Tepeyac con otros recintos religiosos, aunque varias versiones carecen de documentación oficial.

Más allá de los mitos, el sitio conserva un valor social que rebasa lo religioso.

Hoy, millones de visitantes llegan con la esperanza de agradecer, pedir o simplemente sentirse acompañados.

La permanencia de la tilma, la preservación del templo colonial y la modernidad del recinto actual permiten que el santuario siga contando una historia de resistencia material y espiritual.

La Basílica de Guadalupe continúa ofreciendo un lugar para reconstruir sentido y renovar vínculos comunitarios y muestras de fe.

ARH

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