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Análisis y Opinión

Luchas o contrastes de generaciones

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Yo creo que la generación de padres actuales y más los que tenemos hijos en edades de adolescencia y superiores, somos la primera generación que estamos aprendiendo de nuestros hijos y no sólo enseñándoles. Por supuesto que como en todas las reglas, habrá sus excepciones pero en contexto general, si estoy convencido que así es.

Y me refiero a los padres que tenemos hijos que ya no son niños porque normalmente estos padres estarán por arriba de los 40 años y nos tocó ser una generación que si bien, como todas, en la infancia teníamos nuestros sueños y aspiraciones, la vida se fue encargando de que los dejáramos en un segundo plano para acometer los compromisos que no íbamos encontrando en nuestro camino y de repente, cuando nos dábamos cuenta, ya estábamos tan sumergidos en el día a día que no le dábamos la oportunidad a los sueños e ilusiones seguir siendo una opción ni siquiera de futuro, mucho menos de presente.

Fuimos una generación donde el trabajo mandaba, incluso sobre la familia y lo social. Lo justificábamos pensando que lo que hacíamos era para el bien de nuestra familia y eso justificaba cualquier sacrificio y tal vez por eso, nunca le prestamos atención a los mensajes que la naturaleza o los científicos nos advertían, porque lo relevante era que el trabajo que teníamos, no se podía dejar a menos que tuviéramos otro mejor ya asegurado y nos fuimos desarrollando en esos trabajos (muchas veces ni siquiera nos gustaban) porque era “lo que se debía hacer”. Ya habría oportunidades para disfrutar pero lo importante era seguir creciendo tanto económicamente como en posiciones dentro del mismo.

Como decía, estábamos creciendo como personas y todo lo nuevo era “necesario” tenerlo, sin importar lo que estas novedades pudieran afectar a la naturaleza o incluso a la humanidad. Como toda nueva generación creíamos tener más opciones y más capacidad para explotarlas que las anteriores generaciones pero no nos dimos cuenta o no quisimos darnos cuenta que estábamos cumpliendo más las expectativas de nuestros padres que las nuestras o estábamos tan enfocados en conseguir éxitos laborales dentro de donde estábamos, aunque no fuera nuestro trabajo ideal, que no se nos ocurría o no permitíamos que se nos ocurriera, buscar nuestro trabajo soñado para a partir de ahí, empezar a construir nuestro éxito. Yo diría que fue el boom de la era “Godin”, aunque no lo llamábamos así, pero los empleos más buscados y apreciados eran trabajar ara grandes corporativos en oficinas llenas de gentes, que es la descripción que hoy en día usamos para definir a los “Godínez”.

Toda esta explicación después del primer párrafo, me sirve para poder retomar, justo con lo que comentaba en él y es el hecho de que hoy, si bien la función de los padres es enseñar y guiar a nuestros hijos(as) también podemos aprender de ellos(as). Sobre todo debemos de aprender a que en la actualidad los adolescentes y adultos jóvenes que son nuestros hijos, han tenido una oportunidad que no tuvimos nosotros y mucho menos nuestro padres y demás ancestros. Me refiero a la oportunidad de cuestionar la autoridad, pero no por el hecho de quien tiene el poder y la experiencia para la toma de decisiones sino en el aspecto que hoy el conocimiento está mucho más al alcance de la mano y eso nos permite evaluar los temas no solo desde la perspectiva del conocimiento adquirido y la experiencia desarrollada, sino desde la ilusión y los sueños de nuestros hijos. Algo que las generaciones de antes nunca tuvieron, porque también nunca lo permitieron. Nosotros si podemos contrastar las visiones de futuro desde, al menos, dos ópticas y eso hace que esas visiones tengan dos escenarios que son diferentes, algunas veces incluso hasta opuestos y contrastar cual realmente quisiéramos y/o en cual realmente creemos, pero esto no hace más que enriquecernos y algunas veces, hasta sorprendernos.

Los padres que tienen hijos(as) que aún son niños, prepárense, porque la complejidad de la paternidad para ustedes será aún mayor, pero en contraparte será aún más enriquecedora también.

Tratando de evitar caer en el encasillamiento de las generaciones por años de nacimiento, si quiero comentar que lo normal es que la nueva generación se crea superior a la de sus padres y busquen esquemas que rompan los paradigmas o reglas que marcaban la conducta de la generación anterior (la de sus padres). Pero eso hace también que cuando llegamos a que ambas generaciones (la de hijos y la de sus padres) sean adultas haya grandes brechas difíciles de solucionar.

En épocas anteriores estas diferencias se resolvían relativamente fácil, se imponía la generación de más edad y la de menor edad, asumía su rol, hasta que estuviera en posibilidad de estar al mando y entonces sí, impulsar sus ideas. Porque la realidad era que tampoco la generación de hijos, tenía una forma fácil o sencilla de demostrar su teoría e incluso cuando la pudiera hacer, la autoridad del de más edad, simplemente se imponía.

Por eso ahora para nosotros los que somos padres de hijos pertenecientes a la generación llamada Millennial (Ahora si usaré el nombre de la generación para poder abreviar la descripción de los que perteneces a ella) nos sorprendió a veces agradablemente y otras no tanto, el hecho de ser tan cuestionados por nuestros hijos(as), algo que generalmente nosotros no hicimos con nuestro padres y para la cual no estábamos preparados pero si fuimos los responsables de desarrollarles o permitirles desarrollar esa capacidad de cuestionamiento.

Y el asunto va aún más allá, cuando nos encontramos con los Millennials en la vida laboral y vimos que su actitud ante el trabajo se sale de lo que “se debe de hacer” nos genera más conflicto. Nos sorprendimos cuando cuestionaban a sus jefes, sin tener la experiencia laboral necesaria para hacerlo, criticamos que ellos valoren casi en la misma proporción la parte social que la laboral, cuestionamos que seamos nosotros los que tengamos que aprender a dirigirlos, cuando lo “normal” es que el subalterno se tenga que adaptar al jefe. Los presionamos para que “sienten cabeza” tanto en lo social como lo profesional a la edad en que nosotros lo hacíamos. Seguimos buscando justificaciones para nuestras acciones que han causado tanto daño a la ecología, a la naturaleza, a actuar con “normalidad” a tener la humildad de reconocer lo que dicen los mayores, porque ellos tienen la experiencia y de repente nos damos cuenta que sus hábitos de consumo y comida son más saludables e incluso más amigables con el medio ambiente.

Pero ellos, recibieron de sus padres el derecho a réplica, desde que eran niños, tuvieron acceso a la información incluso desde antes de comprenderla, por lo que fueron capaces de juntar información con sueños y crear futuros muy diferentes a los que hubiéramos imaginado. Pudieron convivir con los mayores en situaciones de igualdad y aprender incluso en reuniones familiares y sociales. Desarrollaron habilidades adicionales por el manejo de la tecnología y todo esto les permitió ver el mundo desde mucho antes con otros ojos, no solo con los ojos de lo que “debe ser” sino con los ojos de lo “puede ser”.

Por ejemplo en mi caso particular, mi hija, desde niña fue muy inquisitiva, para todo lo que le decías, oía o veía venía un ¿Por qué? Y conforme fue accediendo a la tecnología, cada vez los ¿Porqués? Eran más difíciles de responder y no se podía improvisar, porque entonces ella lo consultaba y regresaba con una nueva pregunta. Si bien ella en su infancia no tenía tan claro que quería hacer de grande, al llegar a la adolescencia si empezó a enfocarse mucho más y perseguir lo que quería sin importar que los demás (incluidos sus padres) pensaran que era posible, viable o recomendable. Algo, que al menos dentro de entorno familiar, no era algo común, los padres te daban ciertas libertades en la elección pero dentro de “ciertos límites”.

En el caso de mi hijo, durante la infancia, tampoco es que tuviera muy claro que le interesaba de futuro, aunque el sí, al final de su infancia ya sentía gran afinidad con la música, fue hasta la secundaria cuando esta se convirtió en una vacación, más importante aún que la académica. Si yo le hubiera demostrado a mi padre que la música me importaba más que la escuela, me habría dejado muy claro mi error y me habría tenido que regresar al “buen camino”.

En un artículo posterior, quiero platicar del apoyo a los sueños de nuestros hijos, como ayuda al crecimiento como personas, no solo de ellos sino también de nosotros, los padres que va de la mano con este tema de contraste de generaciones.

Ya está lista la nueva publicación de tu blog ¡Padre de Verdad! esta vez titulada LUCHA O CONTRASTE DE GENERACIONES. Es un tema que da para reflexionar
https://www.padredeverdad.com/post/luchas-o-contrastes-de-generaciones

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Análisis y Opinión

La paradoja del feminismo estatal: más recursos y menos seguridad

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En los últimos años, México ha destinado recursos sin precedentes a políticas de género y cada año van en aumento. El Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) de este 2025, por ejemplo, asignó 508 mil 727 millones de pesos a “igualdad sustantiva”, siguiendo una tendencia alcista. Sin embargo, los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública revelan una realidad sombría: 338 feminicidios en los primeros seis meses de este año y una sostenida presencia de violencia contra las mujeres. Esta cifra no solo expone la ineficacia de las estrategias actuales, sino que plantea una pregunta incómoda: ¿Por qué el aumento presupuestario no parece remediar una ola imparable de violencia contra las mujeres?

Aunque el actual gobierno federal anunció una reducción del 26.5% en feminicidios durante sus primeros 100 días, estas cifras positivas evitan hablar de otro fenómeno más complejo. Tomemos el caso de Guanajuato, el primer lugar nacional en homicidios dolosos de mujeres, ni la alerta de género ni el incremento en subsidios federales realmente terminan reflejándose en la realidad local. Se han creado nuevas y más grandes dependencias, con una estructura burocrática más bien alineada a perspectivas ideologizadas pero con escasos resultados en el bienestar de las mujeres y sus familias.

En estos casos, las propias directivas de esas instituciones han llegado a confesar que ni siquiera existen indicadores aprobados para medir el avance de las acciones contra la violencia.

El problema, como podemos imaginar, es que se intentan ocultar causas reales bajo especulaciones ideológicas. La retórica oficial insiste en que la solución se reduce a legislar más “derechos feministas” y a subsidiar burocracia ideologizada, casi siempre obsesionada con impulsar la normalización del asesinato de la vida en gestación y con la homologación de un varón con disforia de género con una mujer. Pero los hechos revelan que el problema es más profundo.

Por ejemplo, la cultura de violencia (la narcocultura y la cultura de muerte) que no sólo se divulga insensiblemente a través de innumerables mecanismos de cultura (música, cine, streaming, televisión, redes sociales, etc) sino a través de pragmatismos políticos, económicos e industriales, elogia actitudes machistas y de desprecio a la naturaleza femenina biológica y psicológica.

En infinidad de proyectos culturales aplaudidos y recomendados por la industria del entretenimiento se promueve claramente la reducción de la mujer a un objeto sexual; de entrada, se patrocina una exclusiva dinámica de “belleza sexual” a las mujeres desde la temprana infancia (se hipersexualiza a menores de edad) y al final, se exige a las mujeres maduras a intervenir su cuerpo al colmo de aberraciones quirúrgicas para “mantenerlas” vigentes en el mercado del espectáculo y el entretenimiento. O incluso, ahora en otros espacios como la política, la representación social y la empresa.

En el nuevo terreno político se elogian las características asociadas a la masculinidad como la agresividad, la intimidación, la meritocracia y la competencia como ‘esencia de la naturaleza biológica’; pero se desprecian aquellas características tradicionalmente asociadas al genio femenino: justicia, equidad, servicio, cuidado, paciencia y cooperación.

Pero, el desprecio a la identidad y naturaleza femenina ha llegado a situaciones sumamente inquietantes en ciertos espacios públicos: como priorizar la protección y acceso a hombres biológicos en categorías de competición femenina o la recepción de subsidios y condiciones gubernamentales orientados originalmente a mujeres vulnerables pero ahora otorgados a varones que afirman tener una identidad femenina.

Mientras, fenómenos que requieren una atención multidisciplinaria como la educación para las mujeres, la atención a la maternidad, la promoción de mejores condiciones laborales para la plantilla femenina en empresas o la desintegración familiar (que carga con el 40% de las muertes de mujeres y más del 75% de la violencia de género) no parecen merecer la atención de las instituciones estatales. El Estado invierte en deconstruir roles tradicionales y desatiende el núcleo donde se gesta la violencia. En todos lados cunden los hogares fracturados y la erosión de la maternidad como valor social es imparable en medios e instancias de poder.

Revalorar el inimitable genio femenino y la naturaleza de la experiencia biológica y psicológica de las mujeres no parece ser el camino que están tomando el poder político y económico en medio de esta crisis sociocultural; pero quizá ahí está parte de la respuesta que requiere alimentar las políticas públicas. De lo contrario, seguirá sucediendo como hasta ahora: con un cada vez más abultado presupuesto para la “igualdad sustantiva” pero una creciente pérdida de sentido, de identidad, de dignidad y de seguridad en las mujeres.

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Análisis y Opinión

Paz desarmada y desarmante para desactivar la violencia

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Ciudad de México.– México y el mundo ansían paz. Pero la paz no tiene el mismo significado para todos. Mientras algunos sectores, grupos y personajes consideran que las armas y la militarización de la vida cotidiana es una respuesta frente a las diversas violencias; la Iglesia católica y en especial el papa León XIV consideran que la paz debe ser “desarmada y desarmante”.

Por fortuna, hay ejemplos de cómo se construye ese esfuerzo de paz. Desde 2001, la Conferencia de la ONU sobre el Comercio Ilícito de Armas convocó a esfuerzos internacionales para destruir las armas de fuego; hace un cuarto de siglo, la idea era que la búsqueda de paz global se expresara mediante un desarme voluntario entre las naciones. Evidentemente, aquello no ocurrió; pero sí hay muestras importantes de ese anhelo.

La preocupación de dos pontífices.

Fue el papa Francisco quien en la última década enseñó que la búsqueda de paz exige reconocer “el potencial desarmado de la vida” –como expresó en su último mensaje pascual–; Bergoglio insistió en que “la paz auténtica no es posible sin un verdadero desarme.

La exigencia que cada pueblo tiene de proveer a su propia defensa no puede transformarse en una carrera general al rearme”.

El pontífice argentino aseguró que la misericordia y el amor tienen una “fuerza desarmada y desarmante” que ofrecer en medio de las grandes dificultades actuales; por ello también urgió a la sociedad global a seguir este principio para encontrar vías alternas a la “Tercera Guerra Mundial a pedazos” como llamó a los conflictos bélicos y humanitarios en varias regiones del orbe. Posteriormente el papa León XIV recuperó esa idea también para hacer un llamado al mundo entero a ser perseverantes en la paz desarmada y desarmante en medio de un mundo en “policrisis”, la polarización y la conflictividad sociocultural.

Un mundo cada vez más armado.

No obstante, la industria armamentista y la proliferación de armas de fuego en el mundo continúan creciendo. A pesar de esfuerzos institucionales a nivel mundial (como la destrucción de más de 800 mil armas anuales), la industria fabrica hasta diez armas nuevas por cada una eliminada.

Este desequilibrio evidencia un problema sistémico: los gobiernos de los Estados priorizan el desarrollo militar (o paramilitar) sobre el bienestar humano y la justicia social.

Mientras los Estados en conflicto desarrollan y ponen en uso armas de alta tecnología y de gran capacidad de destrucción; la mayoría de los países tienen problemas serios con la proliferación de armas pequeñas que mantienen amenazas críticas para civiles y la vida comunitaria, especialmente a mujeres y niños.

México: Iglesias para el desarme.

En 2024, casi 22 mil personas fueron asesinadas por armas de fuego en México; muchas de ellas por revólveres y armas pequeñas en manos de criminales. Sin embargo, la presencia de armas en el hogar también es un factor alto de homicidios imprudenciales y accidentes. Por ello, en diversas ocasiones, gobiernos locales y federales han implementado programas de desarme voluntario. El más reciente, “Sí al Desarme, Sí a la Paz” del gobierno federal, busca hacer partícipe a la Iglesia católica y a otras denominaciones religiosas para que atrios de parroquias, santuarios y catedrales sean puntos de canje anónimo de armas.

A través de este programa, los ciudadanos pueden recibir hasta 26 mil pesos por armas cortas que el ejército mexicano destruye.

Sin embargo, hay otro propósito: fomentar una cultura no violenta desde la infancia; de hecho, los menores de edad pueden sustituir los juguetes bélicos por materiales educativos en esos mismos puntos de canje.

A lo largo de este 2025, la estrategia recolectó 420 armas cortas y 218 granadas en el Estado de México. Es la entidad que lidera el desarme voluntario nacional.

En el arranque del programa de esta administración, la presidencia de la República eligió a la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe como primer espacio de canje. El sacerdote Efraín Hernández Díaz, rector de la Basílica, respaldó la iniciativa al asegurar que “los atrios inspiran confianza para intercambiar armas. Como Iglesia, apoyamos iniciativas que promuevan el respeto a la vida”.

¿En qué consiste la paz desarmada?

La noción de paz “desarmada y desarmante” –atribuida al papa Francisco y reforzada por León XIV– propone en primer lugar el desarme físico que es eliminar instrumentos de violencia; pero también un “desarme espiritual” que implica erradicar la hostilidad en relaciones humanas.

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Esta propuesta católica contrasta con los fundamentos de la “Guerra Justa” y la ética de los conflictos bélicos. Desde esta perspectiva, ningún conflicto o problema puede justificar la eliminación de la vida humana. Así, la “paz desarmada” no legitima el uso de instrumentos bélicos en la defensa ante agresiones (propone, por el contrario, el diálogo, la diplomacia y la negociación); tampoco justifica la famosa “respuesta proporcional” (que en el fondo es un ‘ojo por ojo’ entre naciones o colectivos en conflicto) y no ‘deshumaniza’ a los agentes militares como una categoría humana distinta de los civiles (prescindibles o calculados como ‘bajas esperadas’).

La propuesta de paz desarmada y desarmante exige compromisos individuales, comunitarios e institucionales; desde el canje voluntario y la educación no violenta, hasta sostener compromisos contra la proliferación de armas.

Como apunta la ONU: “La paz no se afianza en ausencia de confianza mutua”, la actitud ‘desarmada y desarmante’ obliga a fortalecer dicha confianza. Pues una sociedad que evita resolver con armas sus conflictos, se encamina a una potencial reconciliación.

Director VCNoticias.com @monroyfelipe

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Análisis y Opinión

Rabbuní, del turismo religioso a la experiencia transformadora

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Ciudad de México.- El pasado 25 de marzo, un simbólico día para la comunidad católica puesto que celebra la Anunciación del Señor, se realizó una premiere del filme Rabbuní, un documental que sigue la singular experiencia de un grupo de mujeres peregrinas a Tierra Santa interrumpida por las intempestivas acciones bélicas entre Hamás e Israel en octubre de 2023.

La elección del día para su premiere no pudo ser más acertada porque el mundo católico conmemora el Misterio de la Encarnación de la Palabra en el seno de una mujer (la Virgen María), momento en el cual se inicia una nueva historia para la humanidad.

El documental sigue la experiencia de un grupo de mujeres participantes del taller de oración en Tierra Santa impartido por la predicadora y guía Marian Reynoso, y acompañadas espiritualmente por el sacerdote Legionario de Cristo, Juan Solana, director y fundador del Centro Magdala, un espacio que es al mismo tiempo casa de huéspedes, destino bíblico arqueológico y santuario espiritual a las orillas del Mar de Galilea.

Tierra Santa es, ante todo, un gran destino de turismo religioso. Según el ministerio de Turismo de Israel, hasta antes del inicio de la guerra de 2023 (y de la pandemia de 2020), se alcanzaron picos de hasta 5 millones de visitantes internacionales por año, de los cuales el 20% aseguró que su ingreso al país se debía a un peregrinaje espiritual o a un ‘tour’ basado en la fe.

En materia de credos, 1.5 millones de los turistas religiosos refirieron tener una identidad cristiana y el resto se reparte entre creyentes judíos y musulmanes.

El Centro Magdala y los Talleres de Oración por supuesto buscan captar e incentivar algo del inmenso volumen de turistas y peregrinos que año con año (incluso en situaciones tan adversas como la pandemia o los conflictos bélicos) llegan a estos destinos espirituales y trascendentales para las tres principales religiones monoteístas: cristianos, judíos y musulmanes.

Sin embargo, en palabras tanto de Reynoso como de Solana, la intención de sus servicios es que el turismo religioso sea oportunidad de una experiencia auténticamente transformadora. Y el documental refleja justo esa singularidad.

A la mitad del peregrinaje de estas mujeres a Tierra Santa para participar del taller de oración de Marian Reynoso junto al Centro Magdala en octubre de 2023, estalló el conflicto bélico entre Israel y Hamás.

Fue entonces que la producción audiovisual que se realizaba sobre los talleres, que seguía los recorridos turísticos-espirituales de las mujeres en Israel y que tenía sentido de registro y divulgación publicitaria se convirtió en un pequeño documental de espiritualidad, oración, confianza, abandono y resignificación del peregrinaje a los lugares sagrados de la fe.

El propio productor audiovisual, Ramiro Martínez, refiere en el documental: “Nos cayó de sorpresa que, en ese momento, estábamos en un país que empezaba a entrar en guerra”. A pesar de las comprensibles limitaciones técnicas, el filme refleja cómo cambió el panorama en el territorio usualmente acondicionado para comodidad de los turistas, tras las incursiones guerrilleras de Hamás y el despliegue de la masiva maquinaria bélica israelí.

Un cambio de ambiente que supuso afectaciones logísticas para las peregrinas y para los facilitadores de los servicios de acompañamiento. Sin embargo, esas nuevas condiciones, al mismo tiempo, ayudaron a profundizar la actitud espiritual de las participantes ante la adversidad.

Finalmente, el documental quizá involuntariamente refleja dos aspectos de reflexión relevantes para nuestra época: la revaloración de ciertas cualidades atribuidas tradicionalmente a la feminidad y la resolución entre la propiedad y la apropiación de la Tierra Santa.

Sobre el primero: El documental muestra aspectos poco valorados en nuestros días de la singularidad y autenticidad del genio femenino, cualidades que son verdaderas fortalezas ante la incertidumbre. Más allá de las fuerzas físicas, políticas o económicas, la feminidad muestra valor y carácter en el consuelo, el acompañamiento, en la cercanía y la confianza, en compartir la esperanza, en la expresión de amor incondicional, en el respeto y en el cuidado de lo que es bueno, justo y bello.

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Sobre lo segundo: El histórico conflicto sobre la propiedad de los territorios en los que se asientan los centros espirituales y religiosos de Tierra Santa, así como todas las estratagemas políticas y económicas que utiliza el poder para avasallarlos, dominarlos, robarlos y usufructuarlos, tienen una frontera simbólica de inevitable derrota: la fe de los creyentes y peregrinos.

Dentro de la identidad, conciencia y libertad religiosa de los fieles no hay dominio de ningún poder temporal; para ellos, Dios es el dueño de la tierra, de los hombres, del destino y de la salvación de lo que en su voluntad está predicho. Y así lo experimentaron las peregrinas del documental pues, cuando el mundo estalló en guerra, la auténtica paz se mantuvo en sus corazones.

*Director VCNoticias.com

@monroyfelipe

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Carta pastoral para un continente con miedo

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Europa se hunde vertiginosamente en el miedo y la incertidumbre; el sistema político que le dio brillo y relevancia global se agota, y la crisis se hace evidente porque los liderazgos ya no hablan con eufemismos. Y todos sabemos que, cuando escasea la creatividad, refulge la fuerza bruta; pero también crece la soberbia, la autorreferencialidad, la agresiva autopreservación y el desprecio por el extraño.

Sin embargo, un breve pero profético texto católico en castellano y euskera desde el Cantábrico oriental ofrece esperanza para un continente sumido en el miedo.

Hoy los líderes europeos ya no esconden su más claras ambiciones en sus discursos y emiten epítetos contra fuerzas ajenas que categorizan como amenazas: Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, quiere “ReArmar Europa” para reforzar militarmente al continente, invertir en armas y en defensa para “los tiempos peligrosos”; Emmanuel Macron, desembolsó la carta nuclear para ponerla en una aparente mesa de unidad europea; el aún canciller alemán Scholz habla sobre la “disuasión nuclear” pero también respalda lo que el canciller electo, Friedrich Merz, ya prometió: “aumentos masivos en gastos de defensa”.

Esto que declaran los líderes europeos confirma la máxima política: “El poder que se critica es el poder que no se tiene, pero que se desea”. El problema, sin embargo, es que la comunidad europea no sabe qué es lo que desea. El líder de la izquierda francesa, Jean-Luc Mélechon lo sintetiza así: “Europa, como nunca en la historia, está humillada”.

Es en este contexto en el que nace una singular carta pastoral titulada ‘El contraste paciente’ de los obispos del País Vasco y de la Provincia de Navarra en España; el documento parte de una importante autocrítica a las lecturas que desde la modernidad y la razón instrumental se hacen de la crisis antropológica y cultural contemporánea porque, aunque comparten la convicción de que “la herencia cristiana ha perdido capacidad para interpretar el presente y orientar el futuro” y constatan el fin de la alianza “entre el trono y el altar”, también advierten que la visión que reduce la complejidad de la misión cristiana a un mero enfrentamiento contra las fuerzas del mal, alimenta las guerras y la lógica de la confrontación. Recupero un fragmento iluminador:

“La mentalidad del ‘nosotros contra ellos’ se sustenta en una convicción fundamental: nuestro bando posee la razón y cuenta con la bendición divina para justificar el combate. Es una fe que se alimenta de la confrontación y que necesita caricaturizar al adversario y sostenerse en tensiones reales o imaginadas, en enfrentamientos sucesivos, algunos justificados o inevitables. Su núcleo es la certeza de que Dios –o la razón, o la verdad, o todo a la vez– está de nuestra parte y ello justifica combatir al adversario por cualquier medio… En esta perspectiva, pertenecer al bando divino debería garantizar la victoria” (26-29).

Los obispos recuerdan en este texto que la relación entre la comunidad creyente y el mundo, a lo largo de la historia y en diferentes contextos políticos y culturales, ha tenido que oscilar entre la denuncia que confronta y el testimonio que transforma; y, para el momento agudo de conflicto que vive Europa (aunque seguro aplica para otras realidades contemporáneas) es necesario un “testimonio paciente”.

El mensaje es profundamente contraintuitivo a las tensiones epocales que vivimos: es necesario trascender a los bandos, a veces con el silencio elocuente, procurando un testimonio coherente de vida, sin fomentar confrontaciones entre ‘justos’ e ‘injustos’, siempre buscando amar al enemigo y recordando que “en el llamado a la conversión, elverdadero enemigo lleva nuestro nombre”.

Los obispos comprenden que es más fácil simplificar, que no es sencillo cambiar de convicciones ni dejar el bando de quienes alimentan la confrontación; pero exhortan a dar un primer paso: a optar por los márgenes, a construir fraternidad desde la cercanía a los más vulnerables, integrando su voz y necesidades a la sociedad que los olvida, los desprecia y los instrumentaliza en sus narrativas bélicas en pos “del poder que se desea” y que los líderes políticos sienten que se les esfuma entre los dedos.

Como en otras crisis epocales, en el que los poderes buscan el dominio por vía de la guerra o la hegemonía; el testimonio humilde y paciente de los pueblos guarda un poder trascendente, transformador por vía de la paciencia y del habitus (prácticas y costumbres); son esos testimonios los que al final contrastan auténticamente con las sociedades construidas sobre el miedo, el resentimiento y la autopreservación. Ojalá a Europa le quede esa reserva de virtud y paciencia.

*Director VCNoticias.com @monroyfelipe

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