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Columna Invitada

Días vacíos

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Por Antonio Maza Pereda

Entre los nahuas tenían al final de su año, qué consistía de 18 meses de 20 días cada uno, 360 días en total, cinco días más para completar el año de 365 días. A estos días se les decían de diferentes maneras: días aciagos, tristes, y más frecuentemente días vacíos. Días sin un propósito claro. En conjunto, los días vacíos eran tiempos sin ánimo, sin celebraciones, sin alegría.

Sin llegar a ese extremo, nosotros tenemos también entre la Navidad y el Año Nuevo algunos días que podríamos llamar vacíos. Días en los que no hay ninguna celebración importante: generalmente ya se llevaron a cabo las principales celebraciones de Navidad y estamos a la espera del Año Nuevo. Se acabaron las Posadas, las celebraciones familiares, las escolares y laborales. Las tiendas se encuentran menos concurridas, excepto por la sección de alimentación dónde se están haciendo las compras de lo necesario para la cena de Año Nuevo y, por supuesto, las bebidas correspondientes.

Quienes no han salido de vacaciones se encuentran sin mucho que hacer. Claro, lo que es obligatorio: descansar buscando estar preparados para el regreso a las labores. Son días para dedicar a la familia e incluso a amigos a los que se ve poco. Pero estos días, aparentemente vacíos, podrían ser aprovechados de una manera muy adecuada para la reflexión. Esa misma ausencia de actividades podría propiciar que logremos algo para lo que generalmente no dedicamos tiempo: a pensar en nuestro futuro y, sobre todo, para algunos con un fuerte sentido cívico, dedicarlos a la reflexión de nuestro papel como ciudadanos, padres y madres de familia, profesionales y empleados.

En particular, nosotros como ciudadanía tenemos un tema sumamente importante de reflexión: ¿qué espera de nosotros la Sociedad para el año 2024? Un año que se antoja particularmente importante, debido a la gran cantidad de situaciones dónde la sociedad tiene que tomar decisiones. Asuntos Importantes a nivel político, tanto parciales cómo algunos de tipo general.

El fondo de casi todas nuestras decisiones se concentra en la pregunta: ¿por quién votar? ¿A quién darle nuestra confianza para lograr el desarrollo que necesita nuestra Sociedad? No es una decisión que se pueda tomar a la ligera. Aquellos que están satisfechos con la administración actual, aparentemente tienen más sencilla la decisión: seguir confiando en nuestros actuales gobernantes. Y, por supuesto, aquellos que están a disgusto tienen claro que votarán pon un cambio total. Pero ¿qué ocurre si algunos de nosotros, y puede ser que seamos mayoría, no estemos tan seguros de nuestra decisión?

La solución, claramente, no es la abstención. Cuando nosotros nos abstenemos de ejercer nuestro derecho a votar, le estamos dando el voto a la clase política y a su núcleo duro. Y, francamente, ninguno de los partidos políticos nos ha logrado convencer al 100% de que realmente nos representan. Por supuesto, nos queda la tarea como votantes de instruirnos lo mejor posible, para tratar de hacer la mejor decisión. Pero también es cierto que todos los partidos políticos nos han mentido en algún momento de su historia. Con lo cual nos resulta sumamente complicado tener una decisión correcta. El hecho de votar en conciencia, de acuerdo a lo mejor de nuestras capacidades, no nos garantiza que no estemos votando por las razones equivocadas. ¿Qué hacer en tal caso? Algo que es poco común en nuestras costumbres electorales: dividir el voto.

Si votamos de acuerdo a nuestro mejor criterio, pero conservamos dudas sobre las capacidades de quién estamos eligiendo, podemos votar por él o la candidata que nos haya convencido más, por ejemplo, para ocupar el poder ejecutivo, y al mismo tiempo votar para el poder legislativo por el o los partidos contrarios a ese candidato. Si se puede lograr esto de una manera efectiva, quien quiera que gobierne se verá obligado a consultar y a negociar con sus contrincantes antes de poder imponer un criterio que pudiera parecer dictatorial. Y esto hay que aplicarlo en el congreso federal, los congresos locales y los cabildos de los municipios.

Obviamente, a los partidos políticos les desagrada enormemente este modo de votar. Dicen, y en parte tienen razón, que el voto dividido les reduce la gobernabilidad. Lo cual es de alguna manera cierto. Pero esto depende de a qué le llamamos gobernabilidad. Si por ello entendemos el que se haga la santa voluntad del gobernante, claramente el voto dividido evita que el capricho de un mandatario se lleve a cabo sin mayor análisis.

Obviamente, esta no es la única opción; simplemente la propongo como un modo de reflexión que pudiera ser interesante para llevar a cabo en tus días vacíos. Pero hay más cosas. Podemos dedicarnos a entender a los posibles candidatos que ya se conocen, revisar cuáles han sido sus declaraciones y planear qué tiempo le dedicaremos a estudiar sus propuestas. También será interesante decidir a qué analistas hay que darle seguimiento: sobre todo a aquellos que no se muestren totalmente conectados con alguna de las facciones políticas. Los analistas ideales serán aquellos que reconozcan los puntos buenos y los puntos malos de cada una de las corrientes políticas. Teniendo claro que, por regla general, la imparcialidad no se da en maceta. No estará de más encontrar a otros ciudadanos de a pie, con sentido común y deseos de debatir y discutir las posibilidades que nos presentan las próximas elecciones.

Finalmente, si usted tiene la proactividad y la creatividad para imaginar soluciones diferentes a los grandes problemas nacionales, vale la pena que ponga en blanco y negro sus ideas, de modo que pueda contrastarlas con las de las fuerzas políticas, así como las de sus candidatos y candidatas. Nada sencillo, pero es necesario que tenga usted algunos criterios para poder decidir cómo participar en este período crucial: lo que algunos consideran la decisión más importante que deberemos tomar desde hace algunas décadas.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Inteligencia artificial y temores

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Probablemente, las innovaciones tecnológicas más sonadas en los años 2024 y 2025 tienen que ver con la inteligencia artificial. Algo que no es realmente nuevo, aunque este nombre sí lo es; el término es novedoso y atractivo desde el punto de vista mercadológico. 

Estas innovaciones están generando miedos, que se están usando para hacer crecer este negocio. Buscan convencer al público en general de que, si no entra rápidamente a la inteligencia artificial, perderá sus negocios o su empleo.  Por otro lado, también usan los miedos aquellos que se oponen a estas innovaciones, diciendo que usar la inteligencia artificial es dejar abierta toda la información de la empresa para ser mal usada. Además, organizaciones sociales enfatizan el problema ético que pueden causar estas nuevas tecnologías. Siendo temas importantes, el problema es que esos temores nos impiden ver las ventajas de estas innovaciones. Nos ocupamos de evitar los daños, cuando habría que pensar en los beneficios que podrían traer para todos. 

Hay campañas impresionantes orientadas a la población, sobre todo a la clase media educada. Tratan de convencernos de que quienes tienen más de 40 años ya están fuera de la jugada. “No tienen las capacidades que poseen los jóvenes para entrar a estas tecnologías”, nos dicen. Y se están creando grandes cantidades de cursos donde específicamente se afirma: Estamos buscando personas de más de 40 años y que no tengan conocimientos de cómputo”. Y ofrecen, por ejemplo, una maestría en inteligencia artificial dedicándole 30 días, 15 minutos por día, con lo cual le van a dar el equivalente a ese grado. Es de esperarse que se necesite más que eso.

Recientemente se congregaron, en el Vaticano, 50 expertos en una reunión sobre el asunto. Entre sus presentaciones, predominaron las llamadas a cuidar la ética, pidiendo reconocer que hay riesgos, así como pidiendo reglamentación y la intervención de diferentes autoridades para limitar estos males. Riesgos interesantes, pero que ocurren en todo tipo de comunicación. Con la diferencia del enorme alcance y velocidad de estos nuevos instrumentos. Por otro lado, muchas empresas están prohibiendo a sus empleados utilizar la inteligencia artificial, y han vetado todo lo que se estaba manejando con estos instrumentos. Alegando que no hay una certeza de que esa información no pueda ser mal utilizada.

Los mencionados expertos hablaron debeneficios de la inteligencia artificial. Señalaron aspectos muy positivos. Se habla de la mejora en la salud, educación accesible, sostenibilidad ambiental, eficiencia en los procesos y, aunque parezca raro, promoción de la paz. En términos muy genéricos, sin entrar a detalle como lo hicieron en el campo de los peligros de la inteligencia artificial. Habrá que estudiar a fondo los posibles beneficios de esta.

Hay que profundizar en esto y discernir sus consecuencias. Este es el nuevo mundo que se nos está presentando. No es la solución abandonar esta innovación. No es sensato usar los miedos para obstaculizar o hacer más rápida la adopción de estas tecnologías. Hay que balancear, en nuestros análisis, los riesgos, y los beneficios. Y, sobre todo, estar preparados para aprovecharlos. No son los miedos el mejor consejero para aceptar las innovaciones de tipo tecnológico o en cualquier otro campo. Un tema para debatir, participar y opinar. Se necesitan más opiniones. Las de otros, como usted y yo, reflexionando con sentido común, sobre nuestro papel en este tema.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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PAN salado

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TU DECIDES

Por Pablo Mier y Terán

Hubo un tiempo en que el PAN sabía a pan. Pan recién horneado, con corteza firme y migajón reconocible. Uno podía estar de acuerdo o no con su receta, pero al menos identificaba los ingredientes: doctrina, oposición clara, un aire de congruencia moral y política. Hoy, en cambio, muchos ciudadanos muerden el PAN y hacen el mismo gesto que cuando el bolillo salió salado, duro o, peor aún, con sabor a otra cosa.

La escena frente a la sede nacional del partido fue reveladora. No llegaron adversarios ni militantes de otros colores, sino guanajuatenses y organizaciones civiles que, durante décadas, fueron clientela fiel del horno panista. Gente que no fue a pedir candidaturas ni puestos, sino algo más básico: que el PAN vuelva a parecer PAN. Su reclamo fue simple y devastador: en Guanajuato el partido está entregando el estado, electoral e ideológicamente, a Morena, traicionando los principios que decía defender, libia es tibia se quejaron los manifestantes; Romero, no queremos tu mugrero, decían a gritos.

Traducido al lenguaje de la panadería: cambiaron la receta sin avisar al cliente. Prometían pan artesanal y ahora sirven un producto industrial, hecho con moldes ajenos y sabores importados. Vida, familia y libertades fundamentales —los ingredientes estrella del PAN durante décadas— aparecen hoy en la etiqueta, pero ya no se sienten en el paladar. Y cuando el sabor no coincide con el discurso, el consumidor deja el pan en la mesa.

El problema no es solo local. Mientras en Chile la derecha, por ser coherente con sus principios y su carisma fundacional, acaba de ganar una elección presidencial con un discurso duro pero reconocible, aquí el PAN presume formar parte de un “resurgimiento derechista” continental sin decidirse a serlo de verdad. Quiere la foto internacional, pero no el compromiso interno. Quiere decir “somos oposición”, mientras vota, gobierna o legisla como si pidiera permiso para no incomodar a la 4T.

El contraste es brutal. En Chile, el péndulo político se movió porque la izquierda gobernante se moderó hasta perder identidad, y la derecha supo capitalizar el hartazgo. En México ocurre algo inverso y más triste: la izquierda gobierna sin moderarse y conserva el poder, mientras la oposición se diluye, se acomoda o se mimetiza. El resultado es un PAN que ya no confronta, no propone con claridad y, peor aún, no se reconoce a sí mismo.

Por eso el reclamo de Guanajuato duele más que cualquier encuesta. No es un ataque externo, es una crítica desde la mesa familiar. Los manifestantes recordaron que el PAN nació de una doctrina, no de una coyuntura, y que un partido fundado por uno de los Siete Sabios de México no puede sobrevivir solo a base de cálculo electoral y silencios convenientes. Cuando un partido olvida a quién representa, termina representando a nadie.

El PAN de hoy parece ese pan que nadie pidió: ni suficientemente conservador para quienes creían en su ideario, ni auténticamente liberal para atraer nuevos comensales. Salado, desabrido y con una textura rara, como si hubiera pasado demasiado tiempo en el anaquel del poder local.

La política, como bien dijeron los propios manifestantes, se sostiene con coherencia entre doctrina, plataforma y representación. Cuando eso se rompe, el pan se echa a perder. Y no importa cuántos logotipos o slogans se le pongan encima: si no recupera el sabor original, la gente buscará otra panadería. O, peor aún para Acción Nacional, dejará de consumir pan.

Pablo Mier y Terán @pablomieryteran

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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México en movimiento, un país que acoge historias de tránsito, destino y retorno migratorio

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Por: Malcom Aquiles

Durante décadas, México se ha convertido en un territorio de intensa movilización de personas dentro y fuera del país, éstos flujos se integran de manera diversa y hacia distintos destinos, por ello es considerado como un país de origen, tránsito, destino y retorno de migración. 

La vecindad geográfica con Estados Unidos, coloca a México como el principal corredor migratorio del mundo, lo que implica un reto en la búsqueda por garantizar los derechos de todas las personas que se encuentran en el territorio. En el 2023, las autoridades registraron un incremento en el volumen de personas provenientes de Honduras, Colombia, China, Cuba e incluso Estados Unidos, equivalente al 44% de las Tarjetas de Residencia Temporal (TRT) emitidas ese año.

Pero, ¿qué provoca estos movimientos de población? La mayoría de ellos se derivan de la búsqueda de oportunidades laborales y mejora económica, aunque también hay casos de reunificación familiar, así como desplazamientos relacionados con la huida derivada de la inseguridad, violencia y desigualdad.

Cada vez son más los casos de personas que acuden a México en la búsqueda de protección internacional, como refugiados, para lo cual, nuestro país se rige por la Ley sobre Refugiados, Protección Complementaria y Asilo Político (LRPCAP), en la que destacan seis principios: no devolución, no discriminación, interés superior de la niñez, unidad familiar, no sanción por ingreso irregular, y confidencialidad.  

De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en el primer trimestre de 2024 se registró un récord histórico de 360,146 eventos de personas en situación migratoria irregular. De estos, el 60% correspondió a hombres adultos, el 28% a mujeres adultas y el 12% a niñas, niños y adolescentes (NNA), en igual proporción entre ambos sexos. Además, uno de cada cuatro eventos involucró a personas de Venezuela, mientras que el 30% se distribuyó entre ciudadanos de Honduras, Guatemala y Ecuador.

Ante este contexto de movilidad, debemos agregar la cantidad de personas que han sido devueltas de Estados Unidos, que conforme a datos de la Unidad de Política Migratoria (UPM), en enero de 2025, se trató de 14,309 mexicanas y mexicanos. Las entidades receptoras de estas personas, fueron Tamaulipas (4,182), Sonora (3,031) y Baja California (2,756).

Una situación lamentable y alarmante, tiene que ver con las 1,302 niñas, niños y adolescentes que fueron devueltos en el mismo periodo, de los cuales 674 viajaban solos. La situación podría incrementarse al considerar que existen alrededor de 12.2 millones de mexicanos de primera generación viviendo en el país vecino y otros 13.6 millones de segunda generación.

Con motivo del Día Internacional del Migrante, el 18 de diciembre, vale la pena preguntarnos: ¿por dónde empezar? La respuesta pasa por la sensibilidad, por asumir que las personas migrantes no son cifras ni amenazas, sino vidas en tránsito que necesitan seguridad, empatía y oportunidades. Una de las claves está en fortalecer la capacitación de las y los funcionarios públicos en materia de movilidad humana, con especial atención a la niñez y la adolescencia.

Además, existen diversas organizaciones, como World Vision México, que brindan ayuda humanitaria en diferentes sentidos, partiendo de la entrega de paquetes de alimentos básicos, artículos de higiene y limpieza, insumos de higiene menstrual y kits de higiene personal y familiar.

Dejemos de mirar con recelo a las personas en situación migratoria, de señalarnos como quienes vienen a arrebatarnos las oportunidades laborales y fomentemos un espacio de unión y confianza con ellos, pues la calidez con la que recibamos a quienes llegan puede marcar una diferencia profunda en sus vidas. Cuando se les ofrecen herramientas socioemocionales, oportunidades educativas y espacios seguros, especialmente a las niñas, niños y adolescentes, la frontera entre un futuro esperanzador y uno marcado por la vulnerabilidad se transforma.

Al final, cada gesto importa, porque detrás de cada movimiento migratorio hay un corazón que late, una historia que se sostiene y una esperanza que busca dónde echar raíces.

Malcom Aquiles Pérez
Director de incidencia en Políticas Públicas y Movilización World Vision México

Antropólogo social de formación, cuenta con más de diez años de experiencia en gestión de proyectos y desarrollo de capacidades a equipos para las etapas de diagnóstico, diseño, monitoreo y evaluación.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Cuando la política es resiliente

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Cada quien habla desde su experiencia. Yo hablo desde lo que he visto y lo que me ha tocado vivir. En el caso de Maloro Acosta, mi testimonio no nace ni de la adulación ni del pleito político, sino de muchos años de observar, coincidir, disentir y, sobre todo, reconocer.

No es la primera vez que refiero su trabajo en materia de derechos humanos desde el plano internacional, ni su participación en espacios de liderazgo con jóvenes universitarios. Lo he hecho a lo largo de más de siete años escribiendo estas columnas, y como lo he hecho también con distintos actores de la vida pública de Sonora, de diversas fuerzas políticas.

Lo hago porque he sido testigo de su trayectoria y de su transformación: de aquel joven inquieto y arrebatado —a veces impulsivo, a veces indomable— al hombre que hoy intenta caminar desde un punto de mayor equilibrio. Muchos lo han visto únicamente en la tormenta; pocos han observado cómo se mantiene de pie cuando el viento arrecia. Quizá por eso Maloro ha sido siempre un “ave de tempestades”: no rehúye el clima adverso y suele encontrar en él una oportunidad de replantearse, con una personalidad intensa, frontal y apasionada.

No lo niego: en su camino hubo episodios que no fueron miel sobre hojuelas, ni para él ni para otros. También he visto errores, tensiones y desacuerdos. Pero he visto, igualmente, injusticias y señalamientos sin sustento. Y aunque es cierto que nadie es monedita de oro, una cosa es la crítica legítima y otra muy distinta convertirse en piñata comunitaria.

Lo que sí reconozco es que, con esas mismas piedras que le arrojaron, hoy se ha dedicado a reconstruirse. Esa capacidad de levantarse, revisar, corregir y reconfigurar el rumbo es la que distingue a quienes solo resisten de quienes verdaderamente evolucionan. En ese proceso, su familia —Martha y sus hijos— ha sido un eje de estabilidad y un soporte emocional evidente.

Por eso, cuando hoy lo veo aceptar la invitación para integrarse a una plataforma política distinta a aquella en la que militó por años, no me resulta extraño. Ocho años de ausencia local y de apartidismo lo respaldan. La vida le ha puesto nuevas tormentas y nuevos retos, y él ha sabido avanzar dentro de ellos. No siempre al ritmo que habría deseado, pero siempre hacia adelante.

Lo he visto actuar en otros escenarios: participar en procesos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, impulsar comisionados, mover discusiones, debatir, convencer y generar cambios. ¿Por qué no hacerlo ahora en su propia tierra? Eso, en lo personal, lo reconozco. Sé que él sabía que no sería sencillo, pero también sabía que era necesario.

Cada quien habla desde su experiencia. La mía es clara: lo he visto cambiar, tropezar, reconstruirse, crecer y avanzar. Y eso, para mí, en lo personal y en lo profesional, tiene un nombre preciso: resiliencia.

Hoy, con la perspectiva que da el tiempo, digo que me siento orgulloso de haber colaborado con él en el pasado y honrado de seguir haciéndolo ahora desde otra trinchera. No siempre hemos coincidido, y precisamente ahí radica la fortaleza. Visiones distintas, estrategias distintas, talentos y defectos distintos.

Pero con una meta común: el bien común, la familia y, siempre, de cara a Dios.

Mtro. Guillermo Moreno Ríos
Ingeniero civil, académico, editor y especialista en Gestión Integral de Riesgos y Seguros. Creador de Memovember, Cubo de la Resiliencia y Promotor del Bambú.
[email protected]

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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