
Columna Invitada
Fuera del guion
El tema obligado, en los días recientes, fueron los comentarios sobre la toma de posesión de la presidenta Claudia Sheinbaum. Aparentemente, existió un guion para esa ceremonia, el cual incluyó temas de tipo político, ideológico y cultural.
Un guion que fue un homenaje centrado en Manuel López Obrador, en lo que dominó el relato de logros del sexenio anterior y el aplauso a su presidente. Desde su llegada: el lento acceso de Manuel López Obrador, en contraste con el arribo mucho más rápido de la doctora Sheinbaum, deteniéndose menos a recibir abrazos y posar para los “selfis”. Una ceremonia con tinte partidista, poco republicana, excepto por el beso de la presidenta Sheinbaum a la ministra presidenta de la Suprema Corte.
En el discurso de la presidenta, algunas Ideas que resaltan, probablemente porque parecerían innecesarias. Por ejemplo, el ofrecimiento de que gobernará para todos. Como si no fuera una obligación del Ejecutivo y un derecho de la ciudadanía. No debería ser de otra manera. No se esperaría que se dijera, públicamente, que la presidenta gobernaría sólo para la fracción dominante.
Otro ejemplo es el guiño a los inversionistas, diciendo que no cambiarán las reglas y que se cumplirán los compromisos que ha adquirido el gobierno. Como si fuera algo optativo. Como si no fuera algo que se espera de cualquier gobierno democrático. Es interesante analizar los discursos de aceptación, de toma de posesión de gobiernos, en otros países democráticos. Esos son temas que no se tocan, que se dan por hechos, porque así es una sociedad democrática. Pero aquí, aparentemente, se ve la necesidad de hacerlo.
Y en compensación, en respuesta, se espera que los accionistas, el sector empresarial, inviertan más en el país. Y que cumplan con la Ley. Más allá de lo que ocurrió durante el sexenio de López Obrador, donde efectivamente aumentó la inversión, tanto extranjera como nacional, pero fundamentalmente por una reinversión de las utilidades, con muy escasa aportación de lo que llaman “dinero fresco”: proyectos que parten de cero, que no son meramente mantener la participación que ya existe. Además de un compromiso de no sacar las utilidades del país, que es lo que sería de temer. En realidad, se necesita mucho más que eso.
Estamos viendo en esta toma de posesión una línea, similar a la de los ofrecimientos de campaña, donde aparentemente parecería que la señora presidenta se está ganando la selección como candidata. De la ceremonia en el Zócalo de la Ciudad de México, hay una serie de puntos que son copia de los ofrecimientos del régimen anterior. Con algunos asuntos que destacan, de los cuales probablemente dos son los que más llaman la atención. Precisamente, porque se salen del guion.
Uno es reducir la actividad de Pemex, con énfasis en la producción para el consumo interno y reducir sustancialmente las exportaciones. Algo que va en contra de las ideas de los últimos 80 años o más, donde se trató de tener en Pemex una fuente de divisas, gracias a la exportación. Por otra parte esto, ciertamente, hace sentido, porque cada vez tenemos menor capacidad de extracción de petróleo crudo.
Por otro lado, hablar de las energías limpias. Nosotros estamos comprometidos mundialmente a cumplir con la Agenda para el año 2030, un convenio que difícilmente podremos cumplir, pero al cual nos comprometimos con los organismos internacionales. Esto significa dar un giro importante a las ideas de los que dirigieron la CFE.
La participación privada y social en la generación de energías limpias, no fueron prioridad en el sexenio anterior y, claramente, fueron vistas con desconfianza, para volver a darle la primacía en la generación a la Comisión Federal de Electricidad. Se habla ahora de mayor participación privada en la generación de energía y también que, en la vivienda social. se incorpore la generación a través de energía solar. Y esto tendría que ser parte de la propiedad de cada uno de los dueños de esa vivienda social.
La gran cuestión que no se ha resuelto, no solo en estos eventos, sino en general, en toda la discusión que tenemos en el país, es la pregunta: ¿de dónde saldrá el dinero? Como ocurrió durante la campaña. Y no fue solo la presidenta Sheinbaum quien no le dio suficiente respuesta. Los demás contendientes, en los diversos órdenes de gobierno, tampoco lo hicieron. Este es un gran problema. Todos le han dado la vuelta a la cuestión de una reforma fiscal. Lo cual tiene algún sentido, al tratar de evitar que se espanten los inversionistas nacionales y extranjeros.
En el sexenio de López Obrador, se hablaba de que seguiremos teniendo recursos importantes a obtener, porque tuvimos décadas de corrupción y que eso se puede recuperar y darle un buen uso. Pero es muy poco creíble que la corrupción que se haya acumulado en el sexenio anterior, tenga una magnitud parecida a la corrupción acumulada durante decenas de años. Claramente, si es que se lograron las metas de reducir la corrupción para devolver esos fondos al pueblo, no podemos esperar que esa sea la fuente de financiamiento de todos los nuevos programas que se están anunciando. Este es el punto que tenemos que resolver: ¿cómo lograr un gasto social sostenible?
Hay que ir más allá de estas ofertas, y convertirlas en un auténtico plan de gobierno que no solo incluya lo qué queremos lograr, sino también el cómo. Algo que en general nos ha fallado de gran manera en todos los planes de desarrollo que hemos tenido en este país. Esperemos que en las próximas semanas tengamos mayor claridad. Ahí se verá la capacidad de nuestra presidenta y de su equipo de trabajo.
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx
Columna Invitada
CIFAM Mérida 2025: Familias en armonía, clave para el desarrollo y la paz
El Congreso Internacional de las Familias (CIFAM) Mérida 2025 es un evento celebrado del 14 al 16 de marzo de 2025 en el Centro de Convenciones y Exposiciones Yucatán Siglo XXI, en Mérida, Yucatán. Bajo el lema “Familias en armonía: clave para el desarrollo y la paz”, el congreso reunió a más de 500 familias y cerca de 6,000 asistentes, incluyendo a 103 oradores y talleristas nacionales e internacionales.
Fue un espacio dedicado a resaltar la importancia de la familia en la construcción de sociedades más pacíficas y prósperas, proporcionando herramientas y estrategias para fortalecer el núcleo familiar en un entorno desafiante.
Es la tercera vez que tengo la oportunidad de asistir al Congreso Mundial de las Familias: primero en la Ciudad de México en 2022, luego en Guadalajara en 2024 y ahora en Mérida en 2025.
Al escuchar la participación del gobernador de Yucatán, Joaquín ‘Huacho’ Díaz Mena, me quedé con una muy buena impresión. Un hombre amable a quien tuve la oportunidad de conocer, saludar e intercambiar impresiones en torno a la familia como la principal capacidad preventiva para disminuir el riesgo de materializar la inseguridad y por ello destaco algunos puntos de su intervención durante la inauguración:
- “Este evento nos convoca desde distintos rincones con un propósito común: fortalecer a la familia como base de la sociedad”
- La familia es el núcleo donde aprendemos valores esenciales como el respeto, la responsabilidad, la solidaridad y el amor.
- Es el principal espacio de apoyo y motivación, brindando seguridad en momentos difíciles y alegría en los logros compartidos.
- La globalización, los cambios culturales y la tecnología han generado retos que desafían la estabilidad familiar.
- Problemas como la desintegración social, la violencia intrafamiliar y las dificultades económicas impactan directamente a las familias.
- Es urgente promover estrategias de atención psicológica y acompañamiento desde la infancia hasta la juventud.
- Los padres tienen un papel insustituible en la formación de sus hijos, transmitiendo valores y principios para la vida.
- “La familia no es una estructura obsoleta o prescindible, sino el núcleo donde se forman ciudadanos con sentido de comunidad”
- La falta de atención a los problemas emocionales de los jóvenes puede derivar en adicciones, depresión o desesperanza.
- La sociedad entera tiene la responsabilidad de detectar y atender a tiempo las necesidades de sus integrantes.
- El fortalecimiento familiar contribuye a la construcción de comunidades más justas, solidarias y resilientes.
- Este Congreso es un espacio para el diálogo y la construcción de soluciones que respondan a los desafíos actuales.
- Expresar el amor y los sentimientos a nuestros seres queridos es fundamental para fortalecer los lazos familiares.
- “Nunca ahorremos un ‘te amo’ a nuestros hijos. No basta con pensarlo, es necesario expresarlo con sinceridad”.
- Yucatán ha implementado la “Ley para la Protección de la Familia del Estado de Yucatán” como un compromiso concreto para garantizar el desarrollo y bienestar de las familias.
- Aquí es importante destacar que el gobernador habla con la voz completa al defender la familia y los valores como una principal herramienta para combatir la inseguridad. Lo anterior y acorde a lo que mencionó la presidenta Claudia Sheinbaum el pasado 9 de marzo, es decir, va más allá del discurso, ya que Yucatán tiene tiempo haciendo lo correcto. Desde 2011 es reconocido como uno de los estados más seguros de México gracias a su baja tasa de homicidios dolosos, con 0.90 casos por cada 100,000 habitantes en 2024, muy por debajo de la media nacional de 11.33. Además, según el INEGI, mantiene una de las menores percepciones de inseguridad del país. Su estabilidad institucional, estar fuera de las principales rutas del narcotráfico y una cultura que fomenta la vigilancia comunitaria y la cohesión social son factores clave que fortalecen su seguridad y sobre todo, resaltar que la política de familia y seguridad ha traspasado administraciones y colores partidistas. ¡Bien por los yucatecos!
Debemos copiar lo bueno de lo que se hace en otros estados.
Felicito también desde esta trinchera, a todos los organizadores de este magno evento, que esperemos pronto poder traernos a Sonora, pero no será el 2026, ese ya nos lo ganó el estado de Nuevo León.
Mtro. Guillermo Moreno Ríos
Ingeniero civil, académico, editor y especialista en Gestión Integral de Riesgos y Seguros. Creador de Memovember, Cubo de la Resiliencia y Promotor del Bambú.
incide.guillermo@gmail.com
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx
Columna Invitada
El reto es participar en las elecciones
El 1 de junio se llevarán a cabo elecciones para elegir por primera vez ministros, magistrados y jueces. No quiero hablar de la reforma judicial, si es correcta o no. Muchos sabemos la respuesta. Lo Importante es enfocarnos en lo que debemos hacer los ciudadanos para aportar. Debemos incidir en la política, nos hacen falta representantes reales que promuevan leyes justas. Nos hace falta ser escuchados y ser servidos. No es posible, que, en un país con casi 90 millones de creyentes en Cristo, no somos escuchados y no somos servidos con políticas públicas afines a nuestros valores. La razón de esta desgracia es que dejamos de participar y hemos dado cheques en blanco a los políticos. Esto tiene que cambiar.
He escuchado a algunas personas decir que no van a votar porque no quieren convalidar el fraude. Esta declaración es un grave desacierto. No es un fraude, es una ley vigente, que fue aprobada y publicada en el Diario Oficial de la Federación. Si no participamos en la elección, alguien más elegirá a las personas juzgadoras por nosotros. No podemos decir que queremos apoyar la democracia o que somos partidarios de ésta si no nos involucramos, no aportamos y no votamos. No hacer nada equivale a convalidar las decisiones de quienes hoy ocupan el poder.
En estas elecciones, los expertos prevén una participación muy baja de la población con credencial de elector. Es decir, se dice que el gobierno está apostando a que con los votos “fijos” de sus clientes electorales le basta para colocar nueve perfiles afines en la Suprema Corte de Justicia. Esto debería motivarnos a participar. Si todos los creyentes participamos, claro que podemos colocar un buen perfil en la Corte. También en los juzgados y tribunales. Si participamos, podemos INCIDIR POSITIVAMENTE.
Pensemos en los futuros ministros a la Suprema Corte. De una boleta con 64 nombres y sus respectivos números, los ciudadanos tendremos que escribir únicamente los números de 5 candidatas y 4 candidatos. Estos ministros durarán 12 años en el cargo, es decir el doble de tiempo que un gobernador. Además, estos ministros serán mucho más poderosos que los ministros actuales, ya que además de que son menos, conocerán de todos los asuntos. Es decir, un ministro conocerá de civil, penal, administrativo y laboral. De todos los asuntos, por 12 años. Más poder en menos personas. ¿De verdad es prudente no incidir?
Hay buenos candidatos, muy pocos, pero los hay. Si queremos promover la democracia, involucrémonos, participemos y votemos. Yo si creo que podemos tener ministros creyentes, partidarios de la vida, la familia y las libertades individuales. Y sobre todo, creo que podemos ganarle a quienes apuestan que nos quedaremos con los brazos cruzados. Porque estamos llamados a combatir el mal del mundo con acciones de bien. Estamos llamados a la CARIDAD, y ésta también involucra salir de nuestra flojera y apatía para buscar el bien en todos los aspectos de nuestra vida.
No votar es promover el mal. Votar por las mejores opciones es promover el bien. No importa lo que digan, nademos contracorriente. ¡Si somos muchos, les daremos el susto de su vida!
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx
Columna Invitada
Prioridad de la imagen
En el ámbito de los políticos y de lo político, una de las grandes prioridades en este momento es la imagen. Construirla, desarrollarla, proteger la que se tiene, son las prioridades más allá del buen resultado de su desempeño y, a veces, más allá del cumplimiento de las obligaciones a las que se han comprometido por el bien del país.
Y esto lo encontramos de muchas maneras. El gran propósito de la imagen es verse bien ante el público, ante los medios, ante la opinocracia. Se busca la buena imagen como la prioridad número uno. Esto viene, por supuesto, del concepto que, en mi opinión, ha sido bastante pernicioso: el marketing político, dedicado sobre todo a construir una imagen pública.
Es interesante como se le dio más importancia hace unos días al famoso desaire, cuando estando la señora presidenta entrando al zócalo de la Ciudad de México, un grupo de los principales funcionarios y miembros de su partido, aparentemente sin intención, le dieron la espalda y no se dieron cuenta de que estaba entrando a la plaza. Hasta que ella misma, tocó al último, quien estaba en la cola de los que volteaban en otra dirección. Y ese hecho, el famoso desaire, se comentó, se discutió, se examinó de una manera exhaustiva. Quitándole importancia al Día Internacional de la Mujer, que objetivamente es más relevante y que pasó a un segundo lugar, porque no tenía que ver con la imagen de la presidenta.
Vemos el caso, tristísimo, de la semana pasada, del descubrimiento de los así llamados campos de exterminio. En este caso, la Comisión de Derechos Humanos del Pueblo, negó el hecho de que pudieran considerarse campos de exterminio, diciendo que un verdadero campo de exterminio serían los casos como el de los nazis. Sin mencionar, por supuesto, a los campos de exterminio de los grupos de izquierda como los que ocurrieron en los tiempos de Stalin, los de Mao-Tse-Tung o, más recientemente, en Camboya con Pot-Pot, que tuvo una cantidad importante de millones de muertos.
Lo fundamental era negar que efectivamente se pudieran clasificar los hechos de esa manera. No les preocupó mayormente si eran muchos o pocos los muertos, si hubo o no omisión de las autoridades encargadas de la seguridad pública, porque lo relevante era negar una manera de presentar lo que le restaba imagen a este gobierno.
Es interesante cómo se da el manejo de las prioridades. Algunos ejemplos: manejar como algo muy importante (que, por cierto, sí lo es), el apoyo a los ancianos, para ponerlo por encima en prioridad frente al tema de la violencia que abarca el país, que nos ataca a todos. Otros casos: el realce y la importancia que se le ha dado al aumento de los salarios mínimos, (también muy importante), considerándolo como una prioridad por encima del crecimiento de la economía del país. Pero finalmente, la mejora en los salarios mínimos es un tema de imagen mucho más fácil de vender a la clientela normal de Morena, mientras que el crecimiento de la economía del país, aunque a todos nos afecta, pobres y ricos, es algo más difícil de medir, más difícil de entender, y siempre estará sujeto a opiniones.
Vale la pena profundizar un poco en el tema de las madres buscadoras, y en el caso muy concreto, el asunto del rancho en Teuchitlán, Jalisco, donde aparecieron, al parecer, al menos 200 fallecidos e incinerados. Nos encontramos con gran cantidad de reacciones, comenzando por la señora presidenta, que quiso defender el gobierno de su antecesor, diciendo que ya basta de criticarlo. No se comentó el hecho de que la Guardia Nacional, que investigó ese rancho a finales del año pasado, no reportó nada de lo que estaba ocurriendo ahí. No encontró lo que encontraron civiles sin entrenamiento para la búsqueda de este tipo de situaciones. Tampoco se habló de la posibilidad de cuestionar al gobierno de Jalisco, cuando estos hechos ocurrieron durante el gobierno del Movimiento Ciudadano.
Por el contrario, ven a las madres buscadoras como una especie de apéndice de la oposición. Ellas se quejan de no ser atendidas y de que no reciben ni garantías ni apoyo para sus búsquedas. Tan es así, que existen asesinatos de las madres buscadoras. Hay reacciones que llegan a lo ridículo. El actual presidente del Senado, (quien ya anunció que quiere ser presidente del país), pone en duda si efectivamente hubo muertes. “Son zapatos los que se encontró”, dice el señor. “Pero eso no quiere decir que hayan sido desaparecidos”, agrega. Aparentemente, como decía algún comentarista político, este buen señor piensa que esos zapatos eran de los niños que se portaron mal y que los santos reyes se los quitaron para no entregarles sus regalitos.
Verdaderamente, es increíble que haya políticos del más alto nivel que quieran negar lo evidente. El famoso concepto de “abrazos y no balazos”, apenas está empezando a mostrar los resultados perniciosos que ha tenido para nuestro país.
Pero el fondo es mucho mayor. El gran problema de que en nuestra clase política se le da tanta importancia a la imagen. Ese es un asunto fundamental. Y mientras no tengamos eso resuelto, las prioridades no serán las que deberían de ser. Mientras consideremos que lo prioritario es la buena imagen, son los votos, es poder seguir en el gobierno, las soluciones que necesita este país no nos llegarán.
Una marca de un gran estadista es que no se guía por su imagen: se guía por las necesidades reales de su país, por un conocimiento y un deseo de decir la verdad. Un buen ejemplo de ello es Winston Churchill, que al inicio de la Segunda Guerra Mundial tuvo que enfrentarse a la situación de dirigir a un país con miedo, con grandes divisiones, y que se encontraba ante una guerra que aparentemente no tenía solución. Y en lugar de buscar tener la imagen y popularidad, hubo aquel famoso discurso donde dijo que solo podía “prometer sangre, sudor y lágrimas”. Nada menos mercadológico, nada peor para ganar popularidad. Aparentemente, estaba comunicando de una manera contraproducente. Sin embargo, ese estadista se dio cuenta de que lo importante era decirle la verdad a su pueblo, porque de ahí era donde iba a obtener el apoyo necesario.
Eso es exactamente lo que nos está haciendo falta en nuestro país. Que nuestros dirigentes, a todos los niveles y sus opositores, se rijan por la verdad y no por la imagen. Para muchos, la imagen reina en nuestra clase política. Hay que desterrar ese reinado.
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Columna Invitada
¿Podemos confiar en los medios?
Si no logramos tener en la comunicación tan fundamental, en la vida diaria, de esa vivencia de la esperanza, nuestro futuro será bastante dudoso
En este momento, la gran escasez, es de esperanza. Y no necesariamente porque nosotros, en lo personal, estemos desesperanzados. Básicamente, pensemos en los medios, tanto los profesionales, los oficiales, como los privados, los de las redes sociales, que nos tienen constantemente en un estado de duda, de agobio y desesperanza. Y esto es algo que nos mantiene inquietos.
Pensemos en dos noticias importantes de los últimos días. Uno es el caso de las guerras tradicionales. El otro, el de las guerras comerciales. Ambos, entre naciones. Ambos, con el potencial de dañar a agresores y agredidos. Porque, en una guerra, todos los bandos pierden.
El enfrentamiento entre Trump y su vicepresidente Vance con el señor Zelensky, presidente de Ucrania, quienes nos dieron un verdadero show que deja a la humanidad en la desesperanza. Poco importa saber quién ganó, quién perdió, quién tenía la razón, si alguien fue grosero o si ambos lo fueron, si ambos deberían de pedir disculpas o no. Simplemente, el resultado, después de haber visto un enfrentamiento de este estilo, no nos deja nada. No nos deja una posibilidad clara de que esta guerra, tan compleja, se vaya a resolver pronto.
Y por el estilo: en estos mismos días, se hace realidad la ya tan anunciada amenaza de poner aranceles a distintos países, entre otros México. Tras de un tiempo de espera, el señor Trump cumplió con sus amenazas y de poco sirvieron reuniones, ofrecimientos de acciones por Canadá y México para cumplir las peticiones del presidente de los EE. UU.
Hay varios asuntos alrededor. Por un lado, los temas mismos. Situaciones complejas, difíciles, que no se pueden manejar con simplicidad. Pero, más importante, hay una deformación constante, buscada y desarrollada de la opinión pública. Donde se escuchan informaciones, se presentan datos y se tuercen, se muestran parcialmente, solamente para darle peso a sus ideas.
El resultado de esta comunicación, es desesperanza, miedo, rencores, fanatismo, odio. Tenemos no solamente ese tipo de resultados sino, algo tal vez más importante: nos estamos acostumbrando a tener una apariencia de razonamiento. Se ha hablado mucho de la posverdad, un tema tal vez más para filósofos y especialistas en el lenguaje. Vivimos las llamadas fake news; se nos está diciendo que ya la realidad no es lo que importa, que la razón no cuenta. Es una transformación, una deformación de la percepción de la realidad. A esas visiones deformadas se les hace pasar por razones. Y lo peor, es que lo estamos creyendo. Ante esta situación, ¿podemos confiar en los medios?
¿Cuál es el objeto de esta transformación, de esta deformación? ¿Será acaso buscar la paz? ¿O será tal vez el dinero o el prestigio? Parece que una parte del objetivo es crear y obtener ventajas de tipo económico. Pero también una parte importante es que tal vez, de ambos lados, hay una búsqueda de ganar a costa de la derrota del otro. No hay en esta discusión una búsqueda del concepto de ganar-ganar. Parecen decir: “Te aplico mi poder y no puedes hacer más que aceptar mi voluntad”. Y lo hacemos frente a la prensa o en la plaza pública, donde no voy a aceptar que el otro pudiera tener, ni siquiera, un poquito de razón. Donde quiero quedar bien, porque estoy frente a quienes van a decir: ¿Quién ganó?
En ambos eventos nos encontramos con supuestos argumentos, con frases como: “no nos agradecen, no duran ustedes ni dos días sin nuestro apoyo, nos están faltando al respeto” o en el otro caso, como: “tomaron decisiones unilateralmente, no nos han tomado en cuenta, nosotros somos un pueblo soberano y ustedes no lo están considerando”. Finalmente, argumentos que son más de emotividad y no necesariamente de razón. Y que después de haberlos dicho, es muy difícil echarse atrás.
El punto es cómo avasallar al enemigo, cómo poner fin a sus anhelos. Están poniendo sus ilusiones en mentiras. Y no debemos ser así. Necesitamos poder arriesgarnos a tener esperanza y tenemos que defender nuestra esperanza con respeto, con delicadeza; sostener nuestros puntos de vista, y vivir de acuerdo con esa esperanza. Y esto es verdaderamente importante.
Si no logramos tener en la comunicación tan fundamental, en la vida diaria, de esa vivencia de la esperanza, nuestro futuro será bastante dudoso. Tenemos que acostumbrarnos a tratar de convencer porque lo vivimos, ya que nosotros lo estamos demostrando con nuestro modo de ser, que creemos en aquello que estamos tratando de usar como argumento.
Tenemos problemas, casi siempre, por convertir el análisis en un asunto de política. La comunicación tiene un fondo político por el mero hecho de que trata de lo público, y también al revés: todas las cosas públicas terminan teniendo una faceta de comunicación. El propósito de una buena comunicación es poder construir una comunidad. Pero una comunidad no se construye de la manera como lo estamos presenciando. No se construye sin armonía, no se construye venciendo y derrotando a los demás.
Se trata de aceptar que puede haber diferentes puntos de vista y que, muchas veces, esos aspectos son valiosos. No se trata solamente de tener un buen método para vencer, que es lo que estamos manejando en este momento: hay que tratar de construir la paz tanto en los extremos tan dolorosos como puedan ser la situación en el Medio Oriente o en Ucrania, como la paz en nuestros hogares, en nuestras familias, en el trabajo diario, en la Sociedad. Y, por difícil que parezca, también en la política.
Es importante construir garantías, de manera que pueda haber confianza. Mientras no tengamos confianza los unos en los otros, la paz es imposible. No se trata de lograr la paz para el vencedor y, desgraciadamente, lo que estamos viviendo en este momento es que algunos quieren tener paz, a costa de que otros pierdan.
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx
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