Análisis y Opinión
Convivencia con los hijos en el hogar…

En estos días en que tenemos que evitar los contactos con personas fuera del hogar lo más posible, debemos de aprovechar para crear y desarrollar vínculos individuales con cada uno de nuestros hijos. Como bien dice el dicho toda crisis es también una oportunidad, así que podríamos sacarle provecho a la crisis del Coronavirus COVIT-19 y generar actividades en las que podamos convivir de uno a uno con cada hijo(a) y crear actividades que podamos ir desarrollando o recordando con el correr del tiempo.
En la actualidad, con el avance de la tecnología y la penetración de esta en las actividades diarias, no es tan fácil, a veces, poder interactuar con nuestros hijos en sus terrenos y el sacarlos de sus actividades preferidas para hacer algo con su papá tampoco.
Cuando tenemos afinidades con nuestros hijos, es más sencillo, por ejemplo si les gusta el deporte y a nosotros también, podemos practicar algo juntos y eso va creando la afinidad, pero el problema se presenta cuando tratamos de participar con ellos en juegos electrónicos que muchas veces exceden nuestra capacidad manual para operar, digamos los controles de los videojuegos y la interacción se complica.
Si bien las afinidades en los gustos que tengan nuestros hijos nos ayudan, tenemos que encontrar temas o situaciones que nos permitan acercarnos a ello, aun cuando parezca que no tenemos mucho en común. En mi caso, yo he comentado que con mi hija, aunque obviamente no tengo afinidades de género, si hemos desarrollado actividades en común, que nos permiten replicarlas en el tiempo, aun cuando ella ya es mayor de edad, independiente y con temas propios.
Con mi hijo, durante su infancia le gustaban los deportes y aprovechábamos ese gusto para crear afinidades entre él y yo, pero conforme fue creciendo, su pasión por la música, superó cualquier otra afición y al ser yo un absoluto neófito en este tema, las actividades afines se me complicaron más, sin embargo, si encontré dentro de ese tema, acciones que podíamos hacer juntos y que me ayudaban a crear vínculos con él.
Antes de escribir este artículo, platique con mis hijos y les pregunté si ellos se acordaban de lo que habíamos hecho en el 2009 durante la contingencia por la Influenza H1N1, pero ninguno de los dos tenía una anécdota especial que me sirviera para compartir, así que recurriré a otras anécdotas que si bien no fueron desarrolladas por contingencias externas, si nos permitieron crear vínculos entre nosotros.
Ya he contado varias anécdotas con cada uno de mis hijos, pero esta vez, trataré de contar algunas otras, que me permitan explicar más claramente la forma de crear vínculos individuales con cada hijo y la importancia de eso vínculos para los padres y los hijos.
Iniciaré con una anécdota con mi hija que si bien fue cuando ya era mayor de edad, la actividad que hicimos fue una que habíamos desarrollado desde que era muy pequeña. Entre ella y yo, tenemos cierta afinidad en series de televisión, ella conoce mis gustos y generalmente las series que me recomienda son del tipo de series que a mí me gustan, así que normalmente sigo todas sus recomendaciones en series. Sin embargo, desde que era muy chiquita, fuimos seleccionando programas que veíamos juntos y antes de que hubiera opciones como Netflix, Amazon y demás opciones de streaming, donde puedes ver series de corrido, te tenías que conformar con ver los episodios como iban saliendo en la tele, pero en los canales para niños de la televisión de paga, si pasaban episodios prácticamente diario de las caricaturas o series para niños.
Así que fuimos desarrollando una rutina para que después de hacer la tarea, viéramos nuestras series preferidas juntos y esas generalmente las veíamos solo ella y yo.
Y justo esa actividad (ver series juntos) que nos ayudó a acercarnos cuando ella era niña, fue la que, en un momento difícil para ella (Acababa de tronar con su novio de muchos años) me permitió estar con ella, en un tema de uno a uno y (al menos eso espero) haberla ayudado a sobrellevar mejor este tema.
Resumiendo, en esos días, habían subido a Netflix las 8 temporadas de la serie How I met your mother y ella ya la había visto, pero me dijo, tenemos que verla juntos, porque ya viene la temporada 9, que será la última y tenemos que “echarnos” las 8 primeras para ver la final juntos, porque sé que te va a encantar. Y como dije antes, sus recomendaciones prácticamente siempre me funcionan. La vimos juntos y en verdad, no solo me encantó (Es una de mis 3 series favoritas de todas las que he visto) sino que dio, hasta el día de hoy una serie de comentarios o situaciones exclusivas entre ella y yo. Ahora que ella ya no vive conmigo, aún conservamos esa costumbre de tener series que solo vemos juntos, así que nos esperamos hasta que estemos juntos para verlas y no se vale adelantarse.
Lo importante de esto, no es que tengamos que forzar el tener una serie que nos una, sino el hecho de tomar una actividad simple, como lo es ver la televisión y la convirtamos en una actividad de padre-hijo(a), porque esto nos hace permanecer vigentes en la vida de nuestros hijos.
En el caso de mi hijo, cuando él era pequeño, le encantaban las películas de Disney y era impresionante que las veía una y otra vez durante varios días, al grado incluso que se aprendía los diálogos y luego él iba actuando mientras la veía las diferentes escenas de las películas. Cuando fue creciendo y empezaron las primeras películas de Harry Potter, fue lo máximo para él y las representaba durante todo el día. Con él, Harry Potter fue un motivo de actividades entre nosotros, ver que accesorios encontrábamos en las tiendas para completar su atuendo y como además le encantaba disfrazarse, pues nos obligó a salir juntos a buscar todo lo que hubiera para que pudiera interpretar todos los papeles de la película.
Con mi hijo, la tradición de ver juntos la tele, si bien inició con las películas de Disney en Videocasetes VHS y luego en CD, la verdad es que era insostenible, porque las veía tanto, que era imposible seguirle el ritmo. Porque además esas películas a él, le gustaba más verlas solo, así que aunque su hermana, su mamá o yo, las veíamos con el algunas veces, al final, acababa viéndolas él solo. Sin embargo cuando aún era muy pequeño tenía unos 7 años, un día yo estaba viendo una película que se llamaba algo así como “Invasión de Marte” que trataba de que en marte había unos seres “arácnidos” que eran liderados por un gusano mente maestra y los terrícolas luchaban contra estos arácnidos para evitar que conquistaran la tierra. La verdad es un inicio yo pensé que era una película muy agresiva para un niño de su edad, sin embargo a él le encantó y cada vez que salía esa película, le llamaba y la veíamos juntos y creo que la última vez que la vimos fue cuando él tenía unos 15 o 16 años.
Sin embargo, hoy en día, no tenemos algún tipo de serie o película que definamos como para “verla juntos” aunque que estoy seguro que si vuelven a poner esa película, la disfrutaríamos mucho juntos y recordaríamos las veces que la hemos visto juntos.
Pero la actividad que me hizo poder desarrollar un fuerte vínculo con mi hijo fue el Yo-yo. Durante la primaria, le compré un yo-yo y por alguna razón, le agarró un gusto como a ninguna otra actividad, a mí me gustó la idea, porque era algo de lo que yo si conocía y que no había sido malo en mi infancia, así que podía ayudarle a mejorar la técnica. Investigando encontré que en la Parque México en la Condesa, había gente que promocionaba este juego y a partir de ese momento, los sábados en la mañana se volvió “obligatorio” ir al Parque México a ver los nuevos yo-yos, a aprender las nuevas suertes y a convivir con el mundo de “jugadores de yo-yos”. Mi hijo, se hizo un experto y conocía a los más importantes del mundo y veía sus videos y luego me los enseñaba y los comentábamos. Durante casi dos años, el tema central de nuestra relación fue el yo-yo, incluso una vez fuimos hasta plaza Satélite (Nosotros vivíamos hasta el Sur en esos días) a ver una exhibición del campeonato nacional.
Yo creo que una de las principales diferencias de mis hijos es que mi hija es generadora de vínculos individuales por naturaleza, ya en otro escrito les contaré su teoría sobre no mezclar amigos, sino tener amigos diferentes para las diferentes actividades que realiza, pero mi hijo es más afín a vínculos grupales y si mezcla a todos sus amigos en los mismos eventos.
Resumiendo, la creación de vínculos individuales con cada uno de los hijos(as) que tengamos es fundamental para poder permanecer cerca de sus vidas durante todas las etapas pero no tenemos que buscar acciones complicadas, sino que dentro de las acciones más simples, las podemos llevar a ser actividades padre-hijo(a) exclusivas.
Hola a todos, ya está disponible la nueva entrada de mi blog ¡Padre de Verdad! En esta ocasión se titula: Convivencia con los hijos en el hogar en la cual incluyo algunas anécdotas personales, que pueden ser de interés para aprender a crear vínculos individuales con los hijos. ¡Espero que lo disfruten!
Análisis y Opinión
La paradoja del feminismo estatal: más recursos y menos seguridad
En los últimos años, México ha destinado recursos sin precedentes a políticas de género y cada año van en aumento. El Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) de este 2025, por ejemplo, asignó 508 mil 727 millones de pesos a “igualdad sustantiva”, siguiendo una tendencia alcista. Sin embargo, los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública revelan una realidad sombría: 338 feminicidios en los primeros seis meses de este año y una sostenida presencia de violencia contra las mujeres. Esta cifra no solo expone la ineficacia de las estrategias actuales, sino que plantea una pregunta incómoda: ¿Por qué el aumento presupuestario no parece remediar una ola imparable de violencia contra las mujeres?
Aunque el actual gobierno federal anunció una reducción del 26.5% en feminicidios durante sus primeros 100 días, estas cifras positivas evitan hablar de otro fenómeno más complejo. Tomemos el caso de Guanajuato, el primer lugar nacional en homicidios dolosos de mujeres, ni la alerta de género ni el incremento en subsidios federales realmente terminan reflejándose en la realidad local. Se han creado nuevas y más grandes dependencias, con una estructura burocrática más bien alineada a perspectivas ideologizadas pero con escasos resultados en el bienestar de las mujeres y sus familias.
En estos casos, las propias directivas de esas instituciones han llegado a confesar que ni siquiera existen indicadores aprobados para medir el avance de las acciones contra la violencia.
El problema, como podemos imaginar, es que se intentan ocultar causas reales bajo especulaciones ideológicas. La retórica oficial insiste en que la solución se reduce a legislar más “derechos feministas” y a subsidiar burocracia ideologizada, casi siempre obsesionada con impulsar la normalización del asesinato de la vida en gestación y con la homologación de un varón con disforia de género con una mujer. Pero los hechos revelan que el problema es más profundo.
Por ejemplo, la cultura de violencia (la narcocultura y la cultura de muerte) que no sólo se divulga insensiblemente a través de innumerables mecanismos de cultura (música, cine, streaming, televisión, redes sociales, etc) sino a través de pragmatismos políticos, económicos e industriales, elogia actitudes machistas y de desprecio a la naturaleza femenina biológica y psicológica.
En infinidad de proyectos culturales aplaudidos y recomendados por la industria del entretenimiento se promueve claramente la reducción de la mujer a un objeto sexual; de entrada, se patrocina una exclusiva dinámica de “belleza sexual” a las mujeres desde la temprana infancia (se hipersexualiza a menores de edad) y al final, se exige a las mujeres maduras a intervenir su cuerpo al colmo de aberraciones quirúrgicas para “mantenerlas” vigentes en el mercado del espectáculo y el entretenimiento. O incluso, ahora en otros espacios como la política, la representación social y la empresa.
En el nuevo terreno político se elogian las características asociadas a la masculinidad como la agresividad, la intimidación, la meritocracia y la competencia como ‘esencia de la naturaleza biológica’; pero se desprecian aquellas características tradicionalmente asociadas al genio femenino: justicia, equidad, servicio, cuidado, paciencia y cooperación.
Pero, el desprecio a la identidad y naturaleza femenina ha llegado a situaciones sumamente inquietantes en ciertos espacios públicos: como priorizar la protección y acceso a hombres biológicos en categorías de competición femenina o la recepción de subsidios y condiciones gubernamentales orientados originalmente a mujeres vulnerables pero ahora otorgados a varones que afirman tener una identidad femenina.
Mientras, fenómenos que requieren una atención multidisciplinaria como la educación para las mujeres, la atención a la maternidad, la promoción de mejores condiciones laborales para la plantilla femenina en empresas o la desintegración familiar (que carga con el 40% de las muertes de mujeres y más del 75% de la violencia de género) no parecen merecer la atención de las instituciones estatales. El Estado invierte en deconstruir roles tradicionales y desatiende el núcleo donde se gesta la violencia. En todos lados cunden los hogares fracturados y la erosión de la maternidad como valor social es imparable en medios e instancias de poder.
Revalorar el inimitable genio femenino y la naturaleza de la experiencia biológica y psicológica de las mujeres no parece ser el camino que están tomando el poder político y económico en medio de esta crisis sociocultural; pero quizá ahí está parte de la respuesta que requiere alimentar las políticas públicas. De lo contrario, seguirá sucediendo como hasta ahora: con un cada vez más abultado presupuesto para la “igualdad sustantiva” pero una creciente pérdida de sentido, de identidad, de dignidad y de seguridad en las mujeres.
Análisis y Opinión
Paz desarmada y desarmante para desactivar la violencia
Ciudad de México.– México y el mundo ansían paz. Pero la paz no tiene el mismo significado para todos. Mientras algunos sectores, grupos y personajes consideran que las armas y la militarización de la vida cotidiana es una respuesta frente a las diversas violencias; la Iglesia católica y en especial el papa León XIV consideran que la paz debe ser “desarmada y desarmante”.
Por fortuna, hay ejemplos de cómo se construye ese esfuerzo de paz. Desde 2001, la Conferencia de la ONU sobre el Comercio Ilícito de Armas convocó a esfuerzos internacionales para destruir las armas de fuego; hace un cuarto de siglo, la idea era que la búsqueda de paz global se expresara mediante un desarme voluntario entre las naciones. Evidentemente, aquello no ocurrió; pero sí hay muestras importantes de ese anhelo.
La preocupación de dos pontífices.
Fue el papa Francisco quien en la última década enseñó que la búsqueda de paz exige reconocer “el potencial desarmado de la vida” –como expresó en su último mensaje pascual–; Bergoglio insistió en que “la paz auténtica no es posible sin un verdadero desarme.
La exigencia que cada pueblo tiene de proveer a su propia defensa no puede transformarse en una carrera general al rearme”.
El pontífice argentino aseguró que la misericordia y el amor tienen una “fuerza desarmada y desarmante” que ofrecer en medio de las grandes dificultades actuales; por ello también urgió a la sociedad global a seguir este principio para encontrar vías alternas a la “Tercera Guerra Mundial a pedazos” como llamó a los conflictos bélicos y humanitarios en varias regiones del orbe. Posteriormente el papa León XIV recuperó esa idea también para hacer un llamado al mundo entero a ser perseverantes en la paz desarmada y desarmante en medio de un mundo en “policrisis”, la polarización y la conflictividad sociocultural.
Un mundo cada vez más armado.
No obstante, la industria armamentista y la proliferación de armas de fuego en el mundo continúan creciendo. A pesar de esfuerzos institucionales a nivel mundial (como la destrucción de más de 800 mil armas anuales), la industria fabrica hasta diez armas nuevas por cada una eliminada.
Este desequilibrio evidencia un problema sistémico: los gobiernos de los Estados priorizan el desarrollo militar (o paramilitar) sobre el bienestar humano y la justicia social.
Mientras los Estados en conflicto desarrollan y ponen en uso armas de alta tecnología y de gran capacidad de destrucción; la mayoría de los países tienen problemas serios con la proliferación de armas pequeñas que mantienen amenazas críticas para civiles y la vida comunitaria, especialmente a mujeres y niños.
México: Iglesias para el desarme.
En 2024, casi 22 mil personas fueron asesinadas por armas de fuego en México; muchas de ellas por revólveres y armas pequeñas en manos de criminales. Sin embargo, la presencia de armas en el hogar también es un factor alto de homicidios imprudenciales y accidentes. Por ello, en diversas ocasiones, gobiernos locales y federales han implementado programas de desarme voluntario. El más reciente, “Sí al Desarme, Sí a la Paz” del gobierno federal, busca hacer partícipe a la Iglesia católica y a otras denominaciones religiosas para que atrios de parroquias, santuarios y catedrales sean puntos de canje anónimo de armas.
A través de este programa, los ciudadanos pueden recibir hasta 26 mil pesos por armas cortas que el ejército mexicano destruye.
Sin embargo, hay otro propósito: fomentar una cultura no violenta desde la infancia; de hecho, los menores de edad pueden sustituir los juguetes bélicos por materiales educativos en esos mismos puntos de canje.
A lo largo de este 2025, la estrategia recolectó 420 armas cortas y 218 granadas en el Estado de México. Es la entidad que lidera el desarme voluntario nacional.
En el arranque del programa de esta administración, la presidencia de la República eligió a la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe como primer espacio de canje. El sacerdote Efraín Hernández Díaz, rector de la Basílica, respaldó la iniciativa al asegurar que “los atrios inspiran confianza para intercambiar armas. Como Iglesia, apoyamos iniciativas que promuevan el respeto a la vida”.
¿En qué consiste la paz desarmada?
La noción de paz “desarmada y desarmante” –atribuida al papa Francisco y reforzada por León XIV– propone en primer lugar el desarme físico que es eliminar instrumentos de violencia; pero también un “desarme espiritual” que implica erradicar la hostilidad en relaciones humanas.
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Esta propuesta católica contrasta con los fundamentos de la “Guerra Justa” y la ética de los conflictos bélicos. Desde esta perspectiva, ningún conflicto o problema puede justificar la eliminación de la vida humana. Así, la “paz desarmada” no legitima el uso de instrumentos bélicos en la defensa ante agresiones (propone, por el contrario, el diálogo, la diplomacia y la negociación); tampoco justifica la famosa “respuesta proporcional” (que en el fondo es un ‘ojo por ojo’ entre naciones o colectivos en conflicto) y no ‘deshumaniza’ a los agentes militares como una categoría humana distinta de los civiles (prescindibles o calculados como ‘bajas esperadas’).
La propuesta de paz desarmada y desarmante exige compromisos individuales, comunitarios e institucionales; desde el canje voluntario y la educación no violenta, hasta sostener compromisos contra la proliferación de armas.
Como apunta la ONU: “La paz no se afianza en ausencia de confianza mutua”, la actitud ‘desarmada y desarmante’ obliga a fortalecer dicha confianza. Pues una sociedad que evita resolver con armas sus conflictos, se encamina a una potencial reconciliación.
Director VCNoticias.com @monroyfelipe
ARH
Análisis y Opinión
Rabbuní, del turismo religioso a la experiencia transformadora
Ciudad de México.- El pasado 25 de marzo, un simbólico día para la comunidad católica puesto que celebra la Anunciación del Señor, se realizó una premiere del filme Rabbuní, un documental que sigue la singular experiencia de un grupo de mujeres peregrinas a Tierra Santa interrumpida por las intempestivas acciones bélicas entre Hamás e Israel en octubre de 2023.
La elección del día para su premiere no pudo ser más acertada porque el mundo católico conmemora el Misterio de la Encarnación de la Palabra en el seno de una mujer (la Virgen María), momento en el cual se inicia una nueva historia para la humanidad.
El documental sigue la experiencia de un grupo de mujeres participantes del taller de oración en Tierra Santa impartido por la predicadora y guía Marian Reynoso, y acompañadas espiritualmente por el sacerdote Legionario de Cristo, Juan Solana, director y fundador del Centro Magdala, un espacio que es al mismo tiempo casa de huéspedes, destino bíblico arqueológico y santuario espiritual a las orillas del Mar de Galilea.
Tierra Santa es, ante todo, un gran destino de turismo religioso. Según el ministerio de Turismo de Israel, hasta antes del inicio de la guerra de 2023 (y de la pandemia de 2020), se alcanzaron picos de hasta 5 millones de visitantes internacionales por año, de los cuales el 20% aseguró que su ingreso al país se debía a un peregrinaje espiritual o a un ‘tour’ basado en la fe.
En materia de credos, 1.5 millones de los turistas religiosos refirieron tener una identidad cristiana y el resto se reparte entre creyentes judíos y musulmanes.
El Centro Magdala y los Talleres de Oración por supuesto buscan captar e incentivar algo del inmenso volumen de turistas y peregrinos que año con año (incluso en situaciones tan adversas como la pandemia o los conflictos bélicos) llegan a estos destinos espirituales y trascendentales para las tres principales religiones monoteístas: cristianos, judíos y musulmanes.
Sin embargo, en palabras tanto de Reynoso como de Solana, la intención de sus servicios es que el turismo religioso sea oportunidad de una experiencia auténticamente transformadora. Y el documental refleja justo esa singularidad.
A la mitad del peregrinaje de estas mujeres a Tierra Santa para participar del taller de oración de Marian Reynoso junto al Centro Magdala en octubre de 2023, estalló el conflicto bélico entre Israel y Hamás.
Fue entonces que la producción audiovisual que se realizaba sobre los talleres, que seguía los recorridos turísticos-espirituales de las mujeres en Israel y que tenía sentido de registro y divulgación publicitaria se convirtió en un pequeño documental de espiritualidad, oración, confianza, abandono y resignificación del peregrinaje a los lugares sagrados de la fe.
El propio productor audiovisual, Ramiro Martínez, refiere en el documental: “Nos cayó de sorpresa que, en ese momento, estábamos en un país que empezaba a entrar en guerra”. A pesar de las comprensibles limitaciones técnicas, el filme refleja cómo cambió el panorama en el territorio usualmente acondicionado para comodidad de los turistas, tras las incursiones guerrilleras de Hamás y el despliegue de la masiva maquinaria bélica israelí.
Un cambio de ambiente que supuso afectaciones logísticas para las peregrinas y para los facilitadores de los servicios de acompañamiento. Sin embargo, esas nuevas condiciones, al mismo tiempo, ayudaron a profundizar la actitud espiritual de las participantes ante la adversidad.
Finalmente, el documental quizá involuntariamente refleja dos aspectos de reflexión relevantes para nuestra época: la revaloración de ciertas cualidades atribuidas tradicionalmente a la feminidad y la resolución entre la propiedad y la apropiación de la Tierra Santa.
Sobre el primero: El documental muestra aspectos poco valorados en nuestros días de la singularidad y autenticidad del genio femenino, cualidades que son verdaderas fortalezas ante la incertidumbre. Más allá de las fuerzas físicas, políticas o económicas, la feminidad muestra valor y carácter en el consuelo, el acompañamiento, en la cercanía y la confianza, en compartir la esperanza, en la expresión de amor incondicional, en el respeto y en el cuidado de lo que es bueno, justo y bello.
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Sobre lo segundo: El histórico conflicto sobre la propiedad de los territorios en los que se asientan los centros espirituales y religiosos de Tierra Santa, así como todas las estratagemas políticas y económicas que utiliza el poder para avasallarlos, dominarlos, robarlos y usufructuarlos, tienen una frontera simbólica de inevitable derrota: la fe de los creyentes y peregrinos.
Dentro de la identidad, conciencia y libertad religiosa de los fieles no hay dominio de ningún poder temporal; para ellos, Dios es el dueño de la tierra, de los hombres, del destino y de la salvación de lo que en su voluntad está predicho. Y así lo experimentaron las peregrinas del documental pues, cuando el mundo estalló en guerra, la auténtica paz se mantuvo en sus corazones.
*Director VCNoticias.com
ARH
Análisis y Opinión
Carta pastoral para un continente con miedo
Europa se hunde vertiginosamente en el miedo y la incertidumbre; el sistema político que le dio brillo y relevancia global se agota, y la crisis se hace evidente porque los liderazgos ya no hablan con eufemismos. Y todos sabemos que, cuando escasea la creatividad, refulge la fuerza bruta; pero también crece la soberbia, la autorreferencialidad, la agresiva autopreservación y el desprecio por el extraño.
Sin embargo, un breve pero profético texto católico en castellano y euskera desde el Cantábrico oriental ofrece esperanza para un continente sumido en el miedo.
Hoy los líderes europeos ya no esconden su más claras ambiciones en sus discursos y emiten epítetos contra fuerzas ajenas que categorizan como amenazas: Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, quiere “ReArmar Europa” para reforzar militarmente al continente, invertir en armas y en defensa para “los tiempos peligrosos”; Emmanuel Macron, desembolsó la carta nuclear para ponerla en una aparente mesa de unidad europea; el aún canciller alemán Scholz habla sobre la “disuasión nuclear” pero también respalda lo que el canciller electo, Friedrich Merz, ya prometió: “aumentos masivos en gastos de defensa”.
Esto que declaran los líderes europeos confirma la máxima política: “El poder que se critica es el poder que no se tiene, pero que se desea”. El problema, sin embargo, es que la comunidad europea no sabe qué es lo que desea. El líder de la izquierda francesa, Jean-Luc Mélechon lo sintetiza así: “Europa, como nunca en la historia, está humillada”.
Es en este contexto en el que nace una singular carta pastoral titulada ‘El contraste paciente’ de los obispos del País Vasco y de la Provincia de Navarra en España; el documento parte de una importante autocrítica a las lecturas que desde la modernidad y la razón instrumental se hacen de la crisis antropológica y cultural contemporánea porque, aunque comparten la convicción de que “la herencia cristiana ha perdido capacidad para interpretar el presente y orientar el futuro” y constatan el fin de la alianza “entre el trono y el altar”, también advierten que la visión que reduce la complejidad de la misión cristiana a un mero enfrentamiento contra las fuerzas del mal, alimenta las guerras y la lógica de la confrontación. Recupero un fragmento iluminador:
“La mentalidad del ‘nosotros contra ellos’ se sustenta en una convicción fundamental: nuestro bando posee la razón y cuenta con la bendición divina para justificar el combate. Es una fe que se alimenta de la confrontación y que necesita caricaturizar al adversario y sostenerse en tensiones reales o imaginadas, en enfrentamientos sucesivos, algunos justificados o inevitables. Su núcleo es la certeza de que Dios –o la razón, o la verdad, o todo a la vez– está de nuestra parte y ello justifica combatir al adversario por cualquier medio… En esta perspectiva, pertenecer al bando divino debería garantizar la victoria” (26-29).
Los obispos recuerdan en este texto que la relación entre la comunidad creyente y el mundo, a lo largo de la historia y en diferentes contextos políticos y culturales, ha tenido que oscilar entre la denuncia que confronta y el testimonio que transforma; y, para el momento agudo de conflicto que vive Europa (aunque seguro aplica para otras realidades contemporáneas) es necesario un “testimonio paciente”.
El mensaje es profundamente contraintuitivo a las tensiones epocales que vivimos: es necesario trascender a los bandos, a veces con el silencio elocuente, procurando un testimonio coherente de vida, sin fomentar confrontaciones entre ‘justos’ e ‘injustos’, siempre buscando amar al enemigo y recordando que “en el llamado a la conversión, elverdadero enemigo lleva nuestro nombre”.
Los obispos comprenden que es más fácil simplificar, que no es sencillo cambiar de convicciones ni dejar el bando de quienes alimentan la confrontación; pero exhortan a dar un primer paso: a optar por los márgenes, a construir fraternidad desde la cercanía a los más vulnerables, integrando su voz y necesidades a la sociedad que los olvida, los desprecia y los instrumentaliza en sus narrativas bélicas en pos “del poder que se desea” y que los líderes políticos sienten que se les esfuma entre los dedos.
Como en otras crisis epocales, en el que los poderes buscan el dominio por vía de la guerra o la hegemonía; el testimonio humilde y paciente de los pueblos guarda un poder trascendente, transformador por vía de la paciencia y del habitus (prácticas y costumbres); son esos testimonios los que al final contrastan auténticamente con las sociedades construidas sobre el miedo, el resentimiento y la autopreservación. Ojalá a Europa le quede esa reserva de virtud y paciencia.
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