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Expectativas ante el cambio del Poder Judicial

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La implementación de los cambios al Poder Judicial sigue generando reacciones, algunas de alegría, otras de temor, y para la inmensa mayoría, de indiferencia. Las consecuencias que ven los opositores son: que se dejará a la ciudadanía indefensa ante los abusos de la autoridad, una autoridad a la cual no se le tiene confianza ni respeto. Por otro lado, los adherentes a la nueva legislación ven en la elección de funcionarios de este Poder, la solución a su ineficiencia. Además, los adeptos a la 4T ven en este tipo de cambios la eliminación de la corrupción y un mayor nivel de democracia en nuestra sociedad civil.

Los opositores temen una situación de gobierno sin contrapesos. Lo cual ha sido una realidad muy extendida en nuestro país. Probablemente, solo durante 18 años, del 2000 al 2018, tuvimos algún tipo de contrapesos importantes a la acción del Poder Ejecutivo. Antes, el ejercicio del Poder no tenía grandes obstáculos. Hablamos del siglo XIX y del siglo XX. En esos siglos, estuvimos básicamente indefensos frente a la Autoridad. Y así vivimos.

Tratábamos de sobrellevar la situación, por distintos medios. Reaccionar a través del conocido sistema de influencias, el influyentismo, que tuvo y tiene todavía un gran papel en nuestro país. Esto, en lo que se refiere a los fuertes, a los que tienen algún tipo de poder, a los que tienen privilegios.

Por otro lado, la población, y sobre todo los opositores, lograban obtener cierta medida de defensa a través de manifestaciones que trastornaban la vida social y obligaban al Gobierno a reaccionar y a llegar a algún tipo de arreglo. Acciones contrarrestadas por los gobiernos, de distintas maneras: desde cooptar a los descontentos, hasta ataques con mayor o menor violencia. Esta fue la situación del país en el que vivimos. Con un gran cinismo, porque creíamos que el mundo era así. A la inmensa mayoría le parecía imposible demandar al Gobierno y derrotarlo en los tribunales. Y eso creemos todavía.

Tuvimos una breve etapa en la cual hubo diferencias, en que hubo posibilidad de tener algún contrapeso al Ejecutivo. Se pudo ver que se podían tener esos balances sin perder gobernabilidad. No tenemos todavía, por desgracia, una fuerte visión cívica, una sólida conciencia de lo que significa el papel de la ciudadanía frente al Poder. Y lo hemos vivido así, en buena parte, porque no hemos tenido una educación que nos permita entender bien cuál es el papel del ciudadano. Hace ya bastantes años que se eliminó la materia del civismo en los estudios básicos y seguimos viviendo con una fuerte carencia en ese aspecto.

En estos últimos días hubo una reunión muy importante, a nivel trinacional, del Gobierno con los representantes de las principales empresas de nuestro país y muy influyentes empresarios de Canadá y de los Estados Unidos. Una ocasión donde la Presidenta aseguró ante esos empresarios que los cambios en el Poder Judicial no significarían un peligro para el desarrollo de sus negocios. Hubo necesidad de que la Presidenta empeñara su palabra para convencer a los inversionistas nacionales y extranjeros y lo hizo de manera exitosa. Pero no deja de tener algo de penoso el hecho de que tuviera que llegar a ese extremo: tener que convencerlos de que no estaban en riesgo, porque la realidad es que sí tenían serias dudas. Lo que en los países con una democracia consolidada no hace falta, porque es impensable que las leyes vayan en detrimento de la economía o que tengan cambios súbitos y radicales. Pero dada la situación como se dieron estos cambios y las reacciones de las empresas calificadoras de crédito de países, que rechazaron esos cambios, hubo necesidad de llegar a esto.

Las dudas tuvieron mucho que ver también con el hecho de que, aparentemente, se pierde una situación que se percibía como mejor. La realidad es que los nombramientos importantes de la Suprema Corte, antes de estos cambios constitucionales, estaban en manos del presidente de la República, quien presentaba ternas para ser aprobadas por el Senado de la República. Con lo cual, dichos nombramientos estaban en manos del partido en el poder, que tenía la posibilidad de imponer modificaciones que no fueran, necesariamente, lo que la ciudadanía estaba esperando. O sea, que no hay una gran modificación.

Obviamente, hay diferencias: la selección ya no será nada más de los ministros de la Suprema Corte de Justicia, sino de todos los puestos de importancia dentro del Poder Judicial: jueces, magistrados y otros, los que cambien. Esto, supuestamente, por decisión popular. Candidatos propuestos por el partido en el poder y todavía, en algún otro caso, por selección a través de tómbolas.

Lo que plantea la doctora Sheinbaum es que, al ser electos los funcionarios, habrá menor corrupción. Lo cual no tiene mucha credibilidad. Como si los funcionarios electos nunca pudieran ser corruptos. Hemos tenido toda clase de ejemplos de funcionarios elegidos que, a pesar de su elección, se han corrompido. ¿Qué es lo que nos dice la historia? Que la votación no es garantía de que tengamos funcionarios que no lleguen a corromperse.

La modificación del Poder Judicial es necesaria, pero no es suficiente. El mero hecho de tener votaciones no cambia los vicios y las deficiencias que puede tener este Poder y que, muchas veces, los propios miembros del Poder Judicial reconocen. ¿De veras nos convence este tipo de votación? ¿Nos convencía el sistema anterior? Las propias barras de abogados y asociaciones de este Poder, ¿tienen la credibilidad para proponer candidatos idóneos? Es de dudarse.

Tuvimos un cambio que se daba parcialmente en el Poder Judicial y no se ha logrado totalmente en otros Poderes, sobre todo en el Poder Ejecutivo: el de tener un servIcio civil de carrera. Que las promociones se hagan por experiencia y por méritos. Ahora, no será así.

Por lo pronto, se logró tranquilizar a los inversionistas. Hasta que tengamos algún caso sonado, en el cual un grupo empresarial intente llevar a juicio algún asunto contra el Gobierno o trate de obtener un amparo. Ahí se verá la imparcialidad de los jueces nombrados con nuevas reglas. Ojalá, como dicen algunos opositores, los resultados sean adecuados. Por el bien de nuestro País.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx



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Apartidismo

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De un artículo anterior, surgieron algunas preguntas de mis lectores. “¿Por qué la obstinación en el apartidismo?” “¿Por qué la insistencia en la necesidad de una oposición apartidista?” A lo cual le di una respuesta relativamente breve, diciendo que la razón de ser de los partidos, es obtener el poder para un grupo y lograr que gobierne. Pero al mismo tiempo es su mayor tentación: la corrupción.

Obviamente, tuve algunas observaciones que vale la pena aclarar. Partiríamos de una cita famosa de un político inglés, del siglo XIX, Lord Acton, quien decía, y cito: “el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Claramente, no es el único que ha opinado así. Se encuentran algunas citas parecidas en Maquiavelo y en Rousseau, uno de los ideólogos de la Revolución Francesa. Así como en Mijaíl Bakunin, uno de los fundadores de la corriente moderna del anarquismo.

Lo que se puede criticar aquí es lo absoluto del dicho. Es decir, que no hay ninguna otra opción: que quien tiene poder absoluto, siempre se volverá absolutamente corrupto. Lo que no necesariamente ocurre. Pero también es cierto que es una gran tentación. Claramente, cuando alguien tiene el poder absoluto, es decir, un poder sin contrapesos, un poder sin frenos, verdaderamente requiere ser un verdadero santo para no abusar de ese poder.

El modelo actual de nuestra democracia, no solamente en nuestro país, sino en el mundo entero, es muchas veces tener un poder concentrado en partidos políticos. Desde quien tiene un partido único, hasta quien permite cantidades inmanejables de partidos políticos. Finalmente, se busca concentrar poder, sea a través de las votaciones, o a través de alianzas.

Habría que desarrollar un modelo donde el papel de los partidos fuera diferente. Donde no tuvieran que estar conectados necesariamente con el ejercicio del poder, sino solamente el de concentrar, concertar y combinar las elecciones para poder elegir a quienes deben de gobernar según la ciudadanía. Y una vez hecho esto, dejar de tener un papel en el gobierno en cualquiera de los tres poderes. Claramente, podemos pensar que esto es una utopía. Y también es cierto que es difícil lograr una reforma integral de los partidos políticos. Hay que discutir si el papel de los partidos debe ser temporal, actuando solamente mientras duren las elecciones.

Tenemos que lograr tener “un piso verdaderamente parejo” para todos los participantes. Lo cual, hoy en día, cuesta mucho trabajo lograr. Los partidos existentes han estado recibiendo cantidades importantes de recursos que les han permitido desarrollar capacidades que les permiten estar en ventaja ante sus contrincantes.

Para tener “un piso parejo”, habría que eliminar la posición competitiva, construida por años y décadas de estar recibiendo recursos, que les han permitido crear ventajas que son difíciles de remontar por quienes crean un nuevo partido. En esta utopía, podría pensarse en una moratoria de, por lo menos, unos cinco o diez años, durante la cual los funcionarios de administraciones anteriores a todos los niveles tendrían prohibido participar en los partidos políticos y en las elecciones. Para que no puedan aprovechar un prestigio que fue generado a través de fondos financiados por la ciudadanía y por sus impuestos.

También, obligar a los partidos a cambiar de nombre, colores e imagen, porque eso ha sido resultado de una inversión que hizo la ciudadanía para permitirles operar. Y podría haber otros cambios parecidos. Pero reconozco que esto, verdaderamente, es difícil. Pero el concepto es adecuado. Deberíamos tener una idea clara de cómo se podría crear ese “piso parejo” para los partidos reformados. Se necesitaría también una auditoría ciudadana, independiente de los partidos, que se asegurara de que estas reglas se cumplan.

Y, desde luego, leyes que pudieran hacerse cumplir por jueces adecuadamente preparados para ello. No es fácil, hay que reconocerlo. Hay que tratar de ver hasta dónde se puede llegar, porque esto tiene grandes dificultades. Por un lado: ¿dónde hay ciudadanos que no hayan participado en los niveles importantes de decisión de los partidos existentes, que se formen y tengan la disponibilidad para poder encauzar la democracia con nuevas instituciones? Por otro lado, que tengan conocimiento de la política y de la democracia para poder mejorarla.

Habría que pensar en una transición. Es claro que no podemos aspirar a un remedio rápido, ni completo. Sería una labor de ir construyendo poco a poco lo necesario. Apostar también a la educación de la ciudadanía, para que pueda exigir, a quienes estén desarrollando esas nuevas posibilidades y a quienes los auditen, que reformen esta parte de la democracia. Finalmente, habría que confiar en que esto será posible, gracias al sentido común del votante. Creer lo que en algún momento dijo Abraham Lincoln: que “no se puede engañar a todos durante todo el tiempo”. Ese sentido común, nutrido por un conocimiento profundo de lo que significa ser ciudadano. Eso es lo que puede modificar nuestra situación.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Seguro navideño: el mejor presente

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Sé que este no es un tema fácil. Como ingeniero civil, académico y especialista en resiliencia, entiendo perfectamente lo que significa luchar para que los recursos siempre alcancen. He visto cómo negocios enteros, hogares y familias quedan vulnerables porque nadie se anticipó financieramente un accidente, una enfermedad o, peor aún, una ausencia inesperada.

Hoy quiero ser directo contigo. Estamos en fechas decembrinas donde la mayoría prefiere gastar en cosas pasajeras. Pero, ¿y si hoy decides invertir en algo que realmente proteja financieramente tu vida y la de los tuyos? Porque cuando todo falla, el seguro es la única herramienta que avanza y te permite reconstruir.

Datos duros: El riesgo de no estar asegurado

En México:

• Solo el 2.7% del PIB proviene del sector asegurador, muy por debajo del 8.9% promedio mundial. Esto refleja una falta de cultura de prevención y resiliencia financiera.
• El 56% de los trabajadores están en la informalidad, sin acceso a seguros básicos como gastos médicos o vida.
• Los accidentes en el hogar representan el 20% de las consultas en hospitales públicos (INEGI, 2022). Caídas, quemaduras y cortaduras son las más comunes.

Y en el sector profesional y empresarial:

• El 40% de las pequeñas empresas no sobrevive al primer año después de un evento catastrófico porque no tienen seguros (AMIS, 2021).
• Los gastos médicos mayores son una de las principales causas de endeudamiento familiar. Tan solo una hospitalización puede superar los 50 mil pesos por enfermedad leve y más de 500 mil pesos en casos graves.
• En México, solo 2 de cada 10 profesionistas independientes (como arquitectos, ingenieros, médicos o abogados) cuentan con un seguro de vida o de responsabilidad civil profesional.

El sector profesional: Entre la vulnerabilidad y el riesgo

Como profesionista, tu capital más valioso eres tú mismo: tu capacidad de generar ingresos y tu conocimiento. Pero, ¿qué pasa si un accidente te deja inhabilitado por meses o, peor aún, si una ausencia inesperada deja a tu familia sin sustento?

• Accidentes laborales y personales pueden ocurrir en cualquier momento. Un resbalón en casa, un choque o una caída simple pueden dejarte fuera de circulación.
• El 70% de los mexicanos no cuenta con seguro de gastos médicos (AMIS, 2023). Esto significa que una emergencia de salud golpea directamente tus finanzas, obligándote a usar ahorros o endeudarte.

Los profesionistas no estamos exentos. A menudo, postergamos estas decisiones, convencidos de que “a mí no me va a pasar”. Pero la realidad es otra.

No todo se arregla con “salir adelante”

En mi experiencia, he visto cómo las consecuencias económicas de un imprevisto son las que más duelen:

Familias que venden su casa para cubrir gastos funerarios o médicos.
Hijos que abandonan la escuela porque falta el ingreso del proveedor principal.
Negocios que cierran porque no hay recursos para reiniciar operaciones.

Todo esto es evitable. Un seguro no es para ti, es para los que dependen de ti. Es tu manera de asegurarles que tendrán un futuro estable, pase lo que pase.

¿Cuánto cuesta protegerte? Menos de lo que crees

Existe la idea equivocada de que los seguros son caros. La realidad es que hoy en día hay opciones para todos los presupuestos:

Un seguro básico de vida puede costar menos de $15 pesos diarios.
Un seguro de gastos médicos menores comienza en $800 pesos anuales e incluye consultas, accidentes y hasta hospitalización básica.
Seguros de responsabilidad civil profesional protegen tu patrimonio si algún error en tu trabajo causa daños a terceros.

Si puedes gastar en cafés, suscripciones digitales o salidas, entonces estás en condiciones de pensar en proteger tu vida, tu familia y tu profesión.

La resiliencia no es suerte, es planeación

La muerte, un accidente o una enfermedad no avisan. La diferencia entre quienes se levantan y quienes no radica en la preparación financiera.
Invertir en un seguro no es un lujo, es un acto de responsabilidad. Es una forma de decirles a los que amas: “No importa lo que pase, ustedes estarán bien”.
Hay planes, programas, oportunidades, no todo es cerrado. Todo se puede. Hagámoslo juntos.

¿Y si mañana no estás?

Hazte esta pregunta con toda seriedad:
¿Tu familia tendrá cómo salir adelante?
¿Tu negocio podrá sobrevivir?
¿Quedarán protegidos o vulnerables?

La vida es incierta, pero tu amor y responsabilidad no deberían serlo.

No lo dejes para mañana

Hoy tienes la oportunidad de proteger lo que más importa: tu futuro, tu familia y tu patrimonio. Actúa antes de que sea demasiado tarde.
Llama, cotiza y decide. Porque cuando llegue ese día —y llegará—, tu legado será la tranquilidad que les dejaste.
Porque resiliencia no es resistir el golpe, es estar preparado para levantarse sin perderlo todo.
El seguro es el mejor presente que puedes dar.

Mtro. Guillermo Moreno Ríos
Ingeniero civil, académico, editor y especialista en Gestión Integral de Riesgos y Seguros. Creador de Memovember, Cubo de la Resiliencia y Promotor del Bambú.
incide.guillermo@gmail.com

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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¿Verdaderamente, necesitamos una oposición?

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La respuesta es sí, pero no cualquier tipo de oposición. Los partidos que actualmente están haciéndola de oposición, están en una situación de implosión. ¿Qué quiere decir eso? Que se vuelven pequeños y más pequeños, cada vez menos y menos relevantes, menos prestigiados. Y eso no puede durar mucho. Los partidos satélites, los que forman parte de la alianza gobernante, tampoco tienen mucho futuro. Seguirán en la medida que les permitan vivir y les convengan a la 4T.

Por otro lado, se está proponiendo la creación de nuevos partidos. No queda muy claro quiénes serían los más adecuados. Es claro que eso no basta. Habrá que tener un sistema para crear nuevos partidos, porque son útiles para organizar a la ciudadanía en las elecciones. Pero más allá, es importante tener formaciones ciudadanas, lo que algunos tratadistas llaman las “organizaciones intermedias”. Que no son el Estado, que es la expresión máxima de la organización de la sociedad. Pero tampoco son la familia, que es su célula, sino que tienen un lugar intermedio. Lo que necesitamos es una oposición apartidista. ¿Qué significa esto? Una oposición que no dependa de los partidos y que, de alguna manera, rechace ser parte de estos.

¿Cuál es la razón de fondo de no querer tener una oposición apartidista? La esencia de los partidos políticos es obtener y consolidar el poder. Crear una base que les permita gobernar. Para eso existen. Si no tienen esa idea, ciertamente no sirven como partidos. La función de los partidos es, precisamente, ganar elecciones. Y ahí está también su gran tentación. Es que, al final de cuentas, quien busca gobernar, busca la gobernabilidad.

No hay gobernabilidad más completa que la de los totalitarismos. Que son, justamente, formaciones políticas que buscan eliminar cualquier posible oposición o contrapeso para poder gobernar de manera absoluta. De esto se dan diferentes variantes. Y otras maneras de gobierno, incluyendo diferentes tipos de tiranía. Esa es la gran tentación de los partidos políticos. Claro, también están lo que se llaman los poderes fácticos. Asociaciones empresariales, por ejemplo. Grupos de asociaciones que viven de las mercedes del gobierno y que dependen de ello. El famoso cuarto poder, el poder de la prensa, que también forma parte de este tipo de oposición, de alguna manera. Y otros más: grupos corporativos, religiosos y hasta algunos de la delincuencia organizada.

Pero lo que necesitamos, de lo que estamos hablando, es que en la Sociedad Civil, la que no es parte de los partidos, y que no depende de ellos, puede y debe tener otras funciones. Con sus ventajas y sus desventajas. Entre otras que, por definición, está atomizada, muy dividida, muy dispersa, y carece de organización, que es probablemente la mayor de sus debilidades.

Este concepto de una oposición apartidista no es común y no existe en muchos países. Es necesario desarrollar estos conceptos, de los que hay poca experiencia, pero que son fundamentales. ¿Cuáles serían las funciones que uno esperaría de una oposición apartidista? Por supuesto, se daría por hecho que no tratan de obtener el poder para sí mismos, sino que buscan instruir y conducir a la sociedad, a los ciudadanos, para que participen en política desde su lugar, en organizaciones intermedias. Algunos ejemplos:

Análisis de la situación política y social del país. Actualmente, lo que tenemos es casi un monopolio estatal de la información, más algunas fuentes adicionales, entre otras, la prensa, los medios organizados, las redes sociales. Necesitamos cambiar el papel que tienen los partidos en la difusión y análisis de la información. Los partidos, como es costumbre, siempre negarán lo positivo que ha hecho su opositor y también destacarán lo negativo. Es fundamental tener información sin sesgo o, al menos, diferentes modos de interpretarla.

Educación política y social de la ciudadanía, del votante. Que conozcamos las bases de la política y de lo social. Entender las consecuencias de las leyes y de la propia Constitución, de manera de poder informar y discutir de modo informado.

Un gobierno en la sombra. Algo que existe en algunos países, que a veces lo aplican los propios partidos políticos, y que en México no se ha logrado consolidar, aunque ha habido algunos intentos. La función del gobierno en la sombra es analizar lo que el gobierno está ofreciendo y lo que está logrando. Proponer opciones. Analizar las consecuencias de los hechos del gobierno, en los tres poderes de la Unión. Estaría formado por especialistas y ciudadanos comunes que se dediquen precisamente a analizar la labor del gobierno.

Agenda ciudadana. Actualmente, su definición está en manos del gobierno y de los poderes fácticos. Y han sido extraordinariamente exitosos para influir en el votante. Buscar el monopolio de esa agenda, es fundamental para cualquier gobierno autoritario. Necesitamos tener alternativas, evitar ese monopolio y dar a la ciudadanía otras opciones. Y esto se crea analizando, básicamente, cuáles son las prioridades de la ciudadanía y las del país.

Debate civilizado, bien informado, sin tendencias de tipo partidista, hasta despersonalizado, donde no se trate de atacar a las personas. Evitar el ataque personal, que nos ha hecho muchísimo daño en nuestro país. Cuando se ataca a un gobernante porque tiene el pelo blanco, o porque tiene kilos de más o de menos, hemos perdido la base, la noción de debatir. Se trata de evaluar sus propuestas, sus resultados, sus actuaciones, pero de un modo despersonalizado. Tener un debate civilizado, evitando cualquier ataque a las personas, que es una de las formas más usadas de falacia que se usa en la política mexicana.

Auditoría ciudadana de la labor de los gobiernos, con auditores que no tengan una relación ni dependencia del gobierno. De manera que puedan dar una opinión desinteresada. El gobierno tiene sus propios medios para hacer su auditoría; es una evaluación pagada por ellos mismos. Falta una auditoría independiente.

Será un largo camino, la solución no es sencilla, pero es imprescindible. No podemos pensar en salir de una situación tan estancada como la que estamos teniendo, sobre todo pensando en que se está dejando de escuchar a un porcentaje muy importante de la ciudadanía. Presenciamos la decadencia de una oposición partidista y una ciudadanía en confusión, con temor, y sin ver de qué manera puede contribuir al bienestar del país, sin pasar por el yugo de los partidos políticos. Tenemos que salir de esta situación. Y los partidos, viejos y nuevos, no nos sacarán de ella.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Celebración de vida de Jorge Gómez del Campo Laborín

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Lo conocí de niño en el Club Juvenil Cowri, como el papá de un compañero. Respetuoso, prudente, con un humor peculiar y agudo, me llamaba la atención siempre su actitud conciliadora y tono de voz ameno y cálido, que lo hacía destacar en cualquier conversación.

Mientras estudiaba ingeniería civil, descubrí que era una figura clave en el ámbito empresarial y construcción en nuestra entidad. En 1995, lo traté más de cerca al apoyar su candidatura a la presidencia de la Cámara Nacional de la Industria de la Construcción (CMIC), delegación Sonora. Al ganar, me propuso fuera presidente de Jóvenes Empresarios. Así inició nuestra relación cercana, marcada por personalidades opuestas pero complementarias, que nos permitió trabajar juntos con respeto, apoyo y una gran admiración.

Difícil es que yo pudiera aportar algo más a la magnífica Celebración de Vida que le hace su hijo, Jorge Gómez del Campo Abascal y que reproduzco íntegramente:

“Mi papá era un constructor. Un gran constructor. La construcción era su profesión y una de sus grandes pasiones.

Construyó edificios, calles, fraccionamientos, casas, hospitales, carreteras, presas, etcétera. Pero construyó mucho más que eso. Fue constructor de empresas e instituciones. Siempre generoso con su tiempo y su conocimiento, participó en y lideró incontables fundaciones, patronatos y organismos, tanto empresariales como relacionados con la educación, que fue otra de sus grandes pasiones, así como de ayuda y servicio social, en especial para la gente más necesitada.

No voy a nombrar las instituciones en lo individual porque en verdad fueron muchísimas, además él no era alguien que anduviera pregonando lo que hacía por los demás, al contrario, lo hacía en silencio y con mucho gusto, predicó siempre con el ejemplo. Un gran ejemplo.

Fue también un gran constructor de amistades y relaciones. Amigo entrañable de sus amigos, sus amigos skokian, sus amigos ingenieros, de sus compadres del alma, era incluso gran amigo de nuestros amigos. Jamás hablaba mal de alguien, mucho menos de sus amigos, y jamás escuchamos ni supimos de alguien que hablara mal de él, todo lo contrario.

Si en ocasiones incomodó a alguien por no comprometer sus valores y sus principios, nunca se le reprochó, precisamente porque sabían perfectamente que lo hacía por eso, sus valores y sus principios eran inquebrantables.

Su mayor obra, su mejor construcción, su gran orgullo fue sin duda su familia. Fue un intachable hombre de familia y siempre nos inculcó, con el ejemplo, el amor a la familia. El respeto y cariño con que se refería y trataba a sus padres, a sus suegros, a sus hermanos, cuñados y cuñadas, a sus tíos y a sus primos Laborin y Gómez del Campo, a sus sobrinos, era de admirase y así nos lo enseñó, siempre con el ejemplo. Para él nunca hubo algo más importante que la familia y Dios.

Hombre de fe, esposo y padre ejemplar, fiel compañero de mi madre toda la vida, muy mandilón. Como padre y abuelo fue el mejor, siempre cariñoso y presente, nos dio la mejor educación, insisto, siempre con el ejemplo.

Fue siempre un caballero, educado, ecuánime, nunca bajo ninguna circunstancia perdía la compostura, nunca. Siempre se dio a respetar y fue respetado, en todas partes.

Nunca nos regañaba, con la mirada era suficiente, el departamento de regaños se lo delegó a mi mamá y ella si ejerció ese poder. Nos dejó un gran legado y un gran ejemplo, unos zapatos muy difíciles de llenar, trataremos porque él no esperaría menos, pero que difícil va a ser.

Cuando empezó con su enfermedad, hace como 6 años, todavía lúcido, pero consiente de lo que se venía, le comentó a mi mamá que toda su vida la dedicó a bien vivir y estaba satisfecho y ahora le tocaba prepararse y entregarse a Dios para bien morir.

Y así fue, murió en paz con él, con Dios y con la vida, rodeado de su familia y seres queridos. Con esa paz con la que siempre vivió.

Se graduó de la vida con honores, Magna Cum Laude, y hoy seguramente ya está con Dios Nuestro Señor y nos seguirá guiando desde allá con su recuerdo. A nombre de mi familia, mamá, hermanos, cuñadas, hijos sobrinos y tíos, muchas gracias a todos por acompañarnos y también a los que no pudieron venir, pero nos acompañan en espíritu.

Dios los bendiga y los acompañe. ¡Gracias!”

A Doña Soledad, a Jorge, Soledad, Alejandro, Ana María, Jerónimo, Carlos, a sus yernos, nueras y 20 nietos, a todos sus seres queridos, desde aquí los abrazo con el gran cariño que siempre le tuve a Don Jorge.

Descanse en Paz.

Mtro. Guillermo Moreno Ríos
Ingeniero civil, académico, editor y especialista en Gestión Integral de Riesgos y Seguros. Creador de Memovember, Cubo de la Resiliencia y Promotor del Bambú.
incide.guillermo@gmail.com

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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