Columna Invitada
Primer debate: ¿Quién ganó?
Por Antonio Maza Pereda
Una pregunta que, en principio, parece un tanto ociosa. Nadie, por supuesto, va a aceptar qué ha perdido: todos se han declarado ganadores y han presentado encuestas que, generalmente, apoyan su causa.
Habría que empezar por preguntarnos: ¿a qué le llamamos ganar? El objeto de un debate es informar, convencer y apoyar a la decisión del voto. Y si no lo logra, malamente se puede decir que fue un buen debate. La pregunta no debería de ser quién ganó, sino de qué manera ha cambiado la intención del voto a favor de los debatientes. Esto es mucho más difícil de medir. Habría que tener un grupo de votantes a los que se les midiera la intención de voto antes y después del debate y medir si realmente hubo una diferencia. Sin haber hecho algo así, no se puede decir si el primer debate contribuyó a cambiar la decisión de voto. Y aun haciéndolo así, la auténtica respuesta se sabrá hasta que se den las elecciones. Habrá que esperar para poder responder a esta pregunta.
En cuanto al tono de los candidatos, podría decirse que Xóchitl Gálvez estuvo generalmente a la ofensiva, Claudia Sheinbaum estuvo mayormente a la defensiva y Álvarez Máynez estuvo tratando de desmarcarse de ambas posiciones. Con la ventaja de que no tenía nada que defender.
El énfasis de las candidatas fue sobre el pasado, con pocas ideas a futuro. Hubo pocas sorpresas, pocas ideas realmente nuevas y una gran cantidad de generalidades. Por poner un ejemplo, para acabar la corrupción se habló de evitar la impunidad. Lo cual es una generalidad: nadie va a decir que está en favor de la impunidad. Lo importante, y nadie lo dijo, es cómo lograr que no exista la impunidad. Crear nuevas organizaciones para substituir a las que actualmente son inoperantes, sigue siendo una propuesta insuficiente. Falta más detalle y, en todo caso, hay que reconocer que se requieren estudios más profundos.
En el caso de las candidatas, la impresión es que están tratando de convencer a los que ya están convencidos. Hablaron para su núcleo duro, y muy poco para los indecisos, y mucho menos tuvieron argumentos para cambiar la intención de aquellos que ya han decidido su voto. No cabe duda de que tienen mucha confianza en los partidos que las cobijan. O al menos eso es lo que refleja su discurso.
Claro que los candidatos tienen una fe, casi religiosa, en que las soluciones a los problemas nacionales están en los partidos. Y es de esperarse. Prácticamente, hubo pocas referencias para reestructurar el gobierno dándole más participación a la sociedad civil. Obviamente, esto fue mucho más claro en el caso de la doctora Sheinbaum, que por sus convicciones de izquierda considera que el gobierno debe de tener el papel más importante posible en la conducción del país. Probablemente, a algunos nos hubiera gustado escuchar que se le dará a la sociedad civil un papel más relevante en los asuntos públicos.
Se criticó mucho el esquema para el debate, que decidió el Instituto Nacional Electoral (INE). El formato fue rígido, con un exceso de temas, y estorbó que se pudiera profundizar en muchos de ellos. A pesar de que fue un debate muy largo, de 2 horas. Hay que reconocer, por otra parte, que en nuestro país tenemos poca costumbre de debatir. Esto se ve tanto en esta clase de eventos como en la prensa, la radio, la televisión y las redes sociales. Abundancia de ataques, insultos, epítetos y una gran ausencia de argumentación lógica. Probablemente, no es nuestra culpa: hay poco debate público y pocos ejemplos de debates presidenciales. En otros países, desde la secundaria se empiezan a formar equipos de debate, se hacen torneos y el público asiste a estos, con lo cual se tiene una idea mucho más precisa de cómo se llevan a cabo estos eventos. Aún nos falta bastante por aprender.
También se puede criticar a los moderadores. De ellos se puede decir que fueron neutros en exceso y les permitieron a los participantes salirse de las reglas, negarse a contestar lo que se les preguntaba, evadir los temas y se quedaron en la administración de los tiempos. Que, por cierto, fueron bastante bien manejados.
Sin llegar a los niveles de los insultos, hubo ataques que en algún momento llegaron a lo personal. A la doctora Sheinbaum se le acusó de ser una mujer fría y sin corazón, una verdadera dama del hielo. Como si eso fuera lo importante. Grandes mujeres gobernantes, como Margaret Thatcher, la dama de hierro, y Golda Meir podrían haber sido consideradas como poco cariñosas, y eso no hizo que fueran malas gobernantes. Del otro lado, la doctora Sheinbaum evitó cuidadosamente decir el nombre de Xóchitl Gálvez y en todos los casos se refirió a ella como la candidata del PRIAN. Confiando, evidentemente, en que ese apodo le funcionó bastante bien al presidente López Obrador en su debate y durante sus famosas mañaneras. Hay algo de cierto: el lastre más importante que tiene la ingeniera Gálvez es el desprestigio de los partidos que la promueven. Y, evidentemente, doña Claudia se encargó de que no se nos olvidara quién la patrocina.
El maestro Álvarez Máynez cayó en lo mismo: hablando constantemente de la vieja política, entendiendo por ello los actuales partidos políticos y sus coaliciones, contra la nueva política representada por su partido. Todo lo cual desdice del concepto de la discusión. Se dice que en un debate cuando empiezan los insultos y descalificaciones es porque se acabaron los argumentos. El invitado de piedra en el debate fue AMLO. No se le atacó de manera directa ni se le defendió explícitamente. Pero muchas de las críticas tuvieron que ver con sus decisiones de gobierno.
Un argumento de la doctora Sheinbaum es que de los presentes en el debate ella era la única con experiencia de gobierno. Lo cual en cierto modo es verdad: ninguno de sus oponentes tiene la experiencia de gobernar una entidad con 9 millones, doscientos mil habitantes, más otros 3 millones de población flotante. Pero si eso fuera un argumento válido, significaría que solo los que pertenecen a los partidos en el poder o que participaron en ellos cuando esos partidos tuvieron cargos públicos, serían los adecuados para gobernar. De hecho, es un argumento para justificar la permanencia en el poder de la clase política. Si lo creemos, estaremos aceptando que solo los partidos nos pueden gobernar.
Pero finalmente sí se puede hablar de un ganador. Uno que, hasta donde me doy cuenta, no se ha mencionado. Y ese ganador es la sociedad civil. Las cuestiones seleccionadas entre los miles que se remitieron al INE, fueron preguntas muy válidas, que van al fondo del asunto de la mejora en nuestra situación política, económica y social. Expresadas de manera clara y contundente. Una vez más, el ciudadano de a pie, el sin poder, está demostrando que tiene más claridad en cuanto a las necesidades del país y las áreas que requieren mejora, en tanto que la clase política pretende darnos las mismas recetas que ya han fracasado una y otra vez.
Desgraciadamente, las reglas para la participación de los ciudadanos independientes en los cargos de elección popular hacen extraordinariamente difícil la posibilidad de que compitan contra los partidos establecidos. Y un ejemplo muy presente es el caso de la ingeniera Xóchitl Gálvez, quien si hubiera tratado de competir fuera del apoyo de los partidos políticos, le hubiera sido muy difícil lograr su registro.
¿Quiere decir todo esto, qué la idea de tener debates es inútil? ¿Es insuficiente? De ningún modo. El formato requiere una cirugía mayor, pero estamos a tiempo de modificar la forma de los debates para que sean más significativos. En cambio, tener una verdadera cultura del debate es algo que requerirá enseñanza, una práctica muy extendida y bastante tiempo. Lo cual no quiere decir que se abandone. Al contrario: urge formar a nuestros jóvenes y a la población en general en el uso de los debates en otra clase de asuntos, de manera que logremos práctica en estos menesteres.
Quedan aún dos debates por delante en esta campaña electoral. Se tienen que hacer cambios importantes, tanto en la forma como en el fondo, para que estos debates contribuyan a evitar el abstencionismo y permitan, a las grandes cantidades de indecisos, tomar una resolución informada para ejercer su voto.
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx
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Columna Invitada
Oposición ciudadana
En las últimas semanas, se ha estado hablando de desarrollar una nueva oposición. Quienes lo están proponiendo, hablan de crear un nuevo partido o algo similar. No se está considerando la necesidad y la importancia de tener una oposición ciudadana, desarrollada por votantes que están tratando de intervenir en el desarrollo de nuevas ideas, nuevos conceptos para el manejo del gobierno del país. Una oposición ciudadana que no esté orientada a crear un nuevo partido, a la que podríamos llamar una oposición apartidista.
Es importante considerar que la materia prima de un buen gobierno, es información con alto valor agregado. Desgraciadamente, estamos trabajando básicamente con información que tiene el valor de dato. Un dato que a veces no está confirmado o, en todo caso, su único valor es el hecho de estar disponible. Para que podamos hablar de información, esos datos tienen que estar validados, clasificados y fácilmente recuperables.
Para tener un poco más de valor, podríamos cambiar esa información en conocimiento, agregando análisis, con el mayor valor posible. Ahí ya tendremos validada y disponible esa información con una investigación, un análisis completo. De ahí podríamos pasar a otro nivel, donde el conocimiento se convierte en inteligencia, que ya tiene una idea clara de los hechos, de las consecuencias de ese conocimiento, y se pueden hacer evaluaciones en forma de pronósticos o de escenarios.
Y finalmente llegaríamos al máximo grado de valor que pueden tener esos datos que originalmente eran de muy poco valor, cuando se convierten en sabiduría: tenemos un aprendizaje que permite aplicar esa información a otros campos diferentes de aquel donde se originó.
Se habla de que la información es poder, lo cual en parte es cierto. El problema es que muchos, en el gobierno, consideran que el poder de la información consiste en poderla ocultar, en convertirla en secretos de Estado, para poderla usar según lo deseen. Esa idea de ocultar la información no es algo nuevo. Winston Churchill decía que la verdad es “algo tan valioso, que hay que protegerla mediante una escolta de mentiras”. En pocas palabras, hay que ocultarla y hacerla difícil de entender. Desde luego, muchos operan así. La información es relevante cuando sabemos sus consecuencias, cuando podemos convertirla en sabiduría y cuando nos sirve para tomar decisiones. Desgraciadamente, algunos ocultan información y conocimiento, con el objeto de evitar que sean atacados por las decisiones de su gobierno.
Una de las ideas que podría manejar la sociedad civil, sería la formación de observatorios ciudadanos: grupos de votantes, debidamente formados, que analicen las acciones que están ocurriendo en el país, los trabajos del gobierno y den un juicio sobre ello. Hay varios campos donde se pueden crear estos observatorios. Recientemente, y en parte por una participación importante de las Iglesias, se han creado observatorios de la paz, que están en proceso de desarrollo: un ejemplo de una red de observatorios ciudadanos.
Un observatorio tiene varias tareas a desarrollar, por ejemplo:
¿Cuál es la situación en el asunto que se está estudiando? Supongamos que es el tema de la paz. ¿Cómo está? ¿Cuáles son las raíces sociales? La pobreza, por ejemplo, la impunidad, el mal desempeño de los gobiernos, incluso conceptos de tipo ideológico.
¿Cuáles son sus tendencias? Este problema de la paz, ¿aumenta o disminuye? ¿En qué área se vuelve más agudo? Y, por supuesto, ¿cuáles son las motivaciones de quienes están actuando en contra de la paz o quienes, por omisión, han permitido que crezca el odio?
Pensar en las raíces de la impunidad. Entre otras cosas, habría que ver cuál es la estructura de los que están contra la paz. ¿Hay grupos desorganizados o se habla de delincuencia organizada? Sabemos con bastante claridad que se está confundiendo la delincuencia organizada con ataques a la paz, que no necesariamente siempre es el único caso.
La otra parte que hay que ver es: cuáles son las propuestas concretas, cuáles son las posibles soluciones para tener la paz. Porque hay muchos modos de tener paz, como ocurrió en algún momento en la llamada pax romana, donde había paz en el imperio romano por la opresión militar que se ejercía sobre muchas comunidades. O lo que ahora se dice de la pax narca: zonas del país donde hay relativa tranquilidad, porque ya quienes dominan son los narcos y no existe oposición.
Otro observatorio importante es el de lo económico. Viendo cuál es la situación, tratando de definir con claridad qué tan buena y qué tan oportuna es la información económica que estamos recibiendo de parte del gobierno.
¿Cuáles son las bases para que haya un buen desarrollo económico? Se habla, entre otras cosas, de la confianza que existe en la sociedad, no solamente hacia el gobierno, sino también hacia la estructura misma de los negocios. ¿Cuáles son las ventajas competitivas y comparativas que tiene nuestro país para poder ser exitoso en ese aspecto económico?
Asuntos de tipo ideológico, en donde se habla de que algún sistema es muy bueno para generar riqueza y otro es el bueno para poder distribuirla.
¿Cuál es la situación global en la economía? No podemos seguir pensando en que somos los únicos que generamos movimiento económico. Estamos en una situación global, nos guste o no, concuerde o no con nuestras raíces ideológicas. Una situación global que se ve no solo en la economía, sino también en el conocimiento, en el aspecto de las patentes y los secretos industriales. Y, un punto importante para poder obtener provecho de la economía y de las investigaciones, es la valoración de la investigación y el desarrollo.
Hay más posibilidades de tener observatorios, que ya no caben en este pequeño ensayo, pero que abordaré próximamente. Lo que es muy relevante en todos estos observatorios es lograr que los observadores puedan obtener el conocimiento, agregarle valor, ver la situación actual y sus tendencias, cuáles son las soluciones y sus consecuencias, y darle difusión. Porque finalmente, generar resultados de observatorios no es suficiente. Se necesita poder poner esa información lo más ampliamente posible en manos de la ciudadanía.
Columna Invitada
Apartidismo
De un artículo anterior, surgieron algunas preguntas de mis lectores. “¿Por qué la obstinación en el apartidismo?” “¿Por qué la insistencia en la necesidad de una oposición apartidista?” A lo cual le di una respuesta relativamente breve, diciendo que la razón de ser de los partidos, es obtener el poder para un grupo y lograr que gobierne. Pero al mismo tiempo es su mayor tentación: la corrupción.
Obviamente, tuve algunas observaciones que vale la pena aclarar. Partiríamos de una cita famosa de un político inglés, del siglo XIX, Lord Acton, quien decía, y cito: “el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Claramente, no es el único que ha opinado así. Se encuentran algunas citas parecidas en Maquiavelo y en Rousseau, uno de los ideólogos de la Revolución Francesa. Así como en Mijaíl Bakunin, uno de los fundadores de la corriente moderna del anarquismo.
Lo que se puede criticar aquí es lo absoluto del dicho. Es decir, que no hay ninguna otra opción: que quien tiene poder absoluto, siempre se volverá absolutamente corrupto. Lo que no necesariamente ocurre. Pero también es cierto que es una gran tentación. Claramente, cuando alguien tiene el poder absoluto, es decir, un poder sin contrapesos, un poder sin frenos, verdaderamente requiere ser un verdadero santo para no abusar de ese poder.
El modelo actual de nuestra democracia, no solamente en nuestro país, sino en el mundo entero, es muchas veces tener un poder concentrado en partidos políticos. Desde quien tiene un partido único, hasta quien permite cantidades inmanejables de partidos políticos. Finalmente, se busca concentrar poder, sea a través de las votaciones, o a través de alianzas.
Habría que desarrollar un modelo donde el papel de los partidos fuera diferente. Donde no tuvieran que estar conectados necesariamente con el ejercicio del poder, sino solamente el de concentrar, concertar y combinar las elecciones para poder elegir a quienes deben de gobernar según la ciudadanía. Y una vez hecho esto, dejar de tener un papel en el gobierno en cualquiera de los tres poderes. Claramente, podemos pensar que esto es una utopía. Y también es cierto que es difícil lograr una reforma integral de los partidos políticos. Hay que discutir si el papel de los partidos debe ser temporal, actuando solamente mientras duren las elecciones.
Tenemos que lograr tener “un piso verdaderamente parejo” para todos los participantes. Lo cual, hoy en día, cuesta mucho trabajo lograr. Los partidos existentes han estado recibiendo cantidades importantes de recursos que les han permitido desarrollar capacidades que les permiten estar en ventaja ante sus contrincantes.
Para tener “un piso parejo”, habría que eliminar la posición competitiva, construida por años y décadas de estar recibiendo recursos, que les han permitido crear ventajas que son difíciles de remontar por quienes crean un nuevo partido. En esta utopía, podría pensarse en una moratoria de, por lo menos, unos cinco o diez años, durante la cual los funcionarios de administraciones anteriores a todos los niveles tendrían prohibido participar en los partidos políticos y en las elecciones. Para que no puedan aprovechar un prestigio que fue generado a través de fondos financiados por la ciudadanía y por sus impuestos.
También, obligar a los partidos a cambiar de nombre, colores e imagen, porque eso ha sido resultado de una inversión que hizo la ciudadanía para permitirles operar. Y podría haber otros cambios parecidos. Pero reconozco que esto, verdaderamente, es difícil. Pero el concepto es adecuado. Deberíamos tener una idea clara de cómo se podría crear ese “piso parejo” para los partidos reformados. Se necesitaría también una auditoría ciudadana, independiente de los partidos, que se asegurara de que estas reglas se cumplan.
Y, desde luego, leyes que pudieran hacerse cumplir por jueces adecuadamente preparados para ello. No es fácil, hay que reconocerlo. Hay que tratar de ver hasta dónde se puede llegar, porque esto tiene grandes dificultades. Por un lado: ¿dónde hay ciudadanos que no hayan participado en los niveles importantes de decisión de los partidos existentes, que se formen y tengan la disponibilidad para poder encauzar la democracia con nuevas instituciones? Por otro lado, que tengan conocimiento de la política y de la democracia para poder mejorarla.
Habría que pensar en una transición. Es claro que no podemos aspirar a un remedio rápido, ni completo. Sería una labor de ir construyendo poco a poco lo necesario. Apostar también a la educación de la ciudadanía, para que pueda exigir, a quienes estén desarrollando esas nuevas posibilidades y a quienes los auditen, que reformen esta parte de la democracia. Finalmente, habría que confiar en que esto será posible, gracias al sentido común del votante. Creer lo que en algún momento dijo Abraham Lincoln: que “no se puede engañar a todos durante todo el tiempo”. Ese sentido común, nutrido por un conocimiento profundo de lo que significa ser ciudadano. Eso es lo que puede modificar nuestra situación.
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx
Columna Invitada
Seguro navideño: el mejor presente
Sé que este no es un tema fácil. Como ingeniero civil, académico y especialista en resiliencia, entiendo perfectamente lo que significa luchar para que los recursos siempre alcancen. He visto cómo negocios enteros, hogares y familias quedan vulnerables porque nadie se anticipó financieramente un accidente, una enfermedad o, peor aún, una ausencia inesperada.
Hoy quiero ser directo contigo. Estamos en fechas decembrinas donde la mayoría prefiere gastar en cosas pasajeras. Pero, ¿y si hoy decides invertir en algo que realmente proteja financieramente tu vida y la de los tuyos? Porque cuando todo falla, el seguro es la única herramienta que avanza y te permite reconstruir.
Datos duros: El riesgo de no estar asegurado
En México:
• Solo el 2.7% del PIB proviene del sector asegurador, muy por debajo del 8.9% promedio mundial. Esto refleja una falta de cultura de prevención y resiliencia financiera.
• El 56% de los trabajadores están en la informalidad, sin acceso a seguros básicos como gastos médicos o vida.
• Los accidentes en el hogar representan el 20% de las consultas en hospitales públicos (INEGI, 2022). Caídas, quemaduras y cortaduras son las más comunes.
Y en el sector profesional y empresarial:
• El 40% de las pequeñas empresas no sobrevive al primer año después de un evento catastrófico porque no tienen seguros (AMIS, 2021).
• Los gastos médicos mayores son una de las principales causas de endeudamiento familiar. Tan solo una hospitalización puede superar los 50 mil pesos por enfermedad leve y más de 500 mil pesos en casos graves.
• En México, solo 2 de cada 10 profesionistas independientes (como arquitectos, ingenieros, médicos o abogados) cuentan con un seguro de vida o de responsabilidad civil profesional.
El sector profesional: Entre la vulnerabilidad y el riesgo
Como profesionista, tu capital más valioso eres tú mismo: tu capacidad de generar ingresos y tu conocimiento. Pero, ¿qué pasa si un accidente te deja inhabilitado por meses o, peor aún, si una ausencia inesperada deja a tu familia sin sustento?
• Accidentes laborales y personales pueden ocurrir en cualquier momento. Un resbalón en casa, un choque o una caída simple pueden dejarte fuera de circulación.
• El 70% de los mexicanos no cuenta con seguro de gastos médicos (AMIS, 2023). Esto significa que una emergencia de salud golpea directamente tus finanzas, obligándote a usar ahorros o endeudarte.
Los profesionistas no estamos exentos. A menudo, postergamos estas decisiones, convencidos de que “a mí no me va a pasar”. Pero la realidad es otra.
No todo se arregla con “salir adelante”
En mi experiencia, he visto cómo las consecuencias económicas de un imprevisto son las que más duelen:
Familias que venden su casa para cubrir gastos funerarios o médicos.
Hijos que abandonan la escuela porque falta el ingreso del proveedor principal.
Negocios que cierran porque no hay recursos para reiniciar operaciones.
Todo esto es evitable. Un seguro no es para ti, es para los que dependen de ti. Es tu manera de asegurarles que tendrán un futuro estable, pase lo que pase.
¿Cuánto cuesta protegerte? Menos de lo que crees
Existe la idea equivocada de que los seguros son caros. La realidad es que hoy en día hay opciones para todos los presupuestos:
Un seguro básico de vida puede costar menos de $15 pesos diarios.
Un seguro de gastos médicos menores comienza en $800 pesos anuales e incluye consultas, accidentes y hasta hospitalización básica.
Seguros de responsabilidad civil profesional protegen tu patrimonio si algún error en tu trabajo causa daños a terceros.
Si puedes gastar en cafés, suscripciones digitales o salidas, entonces estás en condiciones de pensar en proteger tu vida, tu familia y tu profesión.
La resiliencia no es suerte, es planeación
La muerte, un accidente o una enfermedad no avisan. La diferencia entre quienes se levantan y quienes no radica en la preparación financiera.
Invertir en un seguro no es un lujo, es un acto de responsabilidad. Es una forma de decirles a los que amas: “No importa lo que pase, ustedes estarán bien”.
Hay planes, programas, oportunidades, no todo es cerrado. Todo se puede. Hagámoslo juntos.
¿Y si mañana no estás?
Hazte esta pregunta con toda seriedad:
¿Tu familia tendrá cómo salir adelante?
¿Tu negocio podrá sobrevivir?
¿Quedarán protegidos o vulnerables?
La vida es incierta, pero tu amor y responsabilidad no deberían serlo.
No lo dejes para mañana
Hoy tienes la oportunidad de proteger lo que más importa: tu futuro, tu familia y tu patrimonio. Actúa antes de que sea demasiado tarde.
Llama, cotiza y decide. Porque cuando llegue ese día —y llegará—, tu legado será la tranquilidad que les dejaste.
Porque resiliencia no es resistir el golpe, es estar preparado para levantarse sin perderlo todo.
El seguro es el mejor presente que puedes dar.
Mtro. Guillermo Moreno Ríos
Ingeniero civil, académico, editor y especialista en Gestión Integral de Riesgos y Seguros. Creador de Memovember, Cubo de la Resiliencia y Promotor del Bambú.
incide.guillermo@gmail.com
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Columna Invitada
¿Verdaderamente, necesitamos una oposición?
La respuesta es sí, pero no cualquier tipo de oposición. Los partidos que actualmente están haciéndola de oposición, están en una situación de implosión. ¿Qué quiere decir eso? Que se vuelven pequeños y más pequeños, cada vez menos y menos relevantes, menos prestigiados. Y eso no puede durar mucho. Los partidos satélites, los que forman parte de la alianza gobernante, tampoco tienen mucho futuro. Seguirán en la medida que les permitan vivir y les convengan a la 4T.
Por otro lado, se está proponiendo la creación de nuevos partidos. No queda muy claro quiénes serían los más adecuados. Es claro que eso no basta. Habrá que tener un sistema para crear nuevos partidos, porque son útiles para organizar a la ciudadanía en las elecciones. Pero más allá, es importante tener formaciones ciudadanas, lo que algunos tratadistas llaman las “organizaciones intermedias”. Que no son el Estado, que es la expresión máxima de la organización de la sociedad. Pero tampoco son la familia, que es su célula, sino que tienen un lugar intermedio. Lo que necesitamos es una oposición apartidista. ¿Qué significa esto? Una oposición que no dependa de los partidos y que, de alguna manera, rechace ser parte de estos.
¿Cuál es la razón de fondo de no querer tener una oposición apartidista? La esencia de los partidos políticos es obtener y consolidar el poder. Crear una base que les permita gobernar. Para eso existen. Si no tienen esa idea, ciertamente no sirven como partidos. La función de los partidos es, precisamente, ganar elecciones. Y ahí está también su gran tentación. Es que, al final de cuentas, quien busca gobernar, busca la gobernabilidad.
No hay gobernabilidad más completa que la de los totalitarismos. Que son, justamente, formaciones políticas que buscan eliminar cualquier posible oposición o contrapeso para poder gobernar de manera absoluta. De esto se dan diferentes variantes. Y otras maneras de gobierno, incluyendo diferentes tipos de tiranía. Esa es la gran tentación de los partidos políticos. Claro, también están lo que se llaman los poderes fácticos. Asociaciones empresariales, por ejemplo. Grupos de asociaciones que viven de las mercedes del gobierno y que dependen de ello. El famoso cuarto poder, el poder de la prensa, que también forma parte de este tipo de oposición, de alguna manera. Y otros más: grupos corporativos, religiosos y hasta algunos de la delincuencia organizada.
Pero lo que necesitamos, de lo que estamos hablando, es que en la Sociedad Civil, la que no es parte de los partidos, y que no depende de ellos, puede y debe tener otras funciones. Con sus ventajas y sus desventajas. Entre otras que, por definición, está atomizada, muy dividida, muy dispersa, y carece de organización, que es probablemente la mayor de sus debilidades.
Este concepto de una oposición apartidista no es común y no existe en muchos países. Es necesario desarrollar estos conceptos, de los que hay poca experiencia, pero que son fundamentales. ¿Cuáles serían las funciones que uno esperaría de una oposición apartidista? Por supuesto, se daría por hecho que no tratan de obtener el poder para sí mismos, sino que buscan instruir y conducir a la sociedad, a los ciudadanos, para que participen en política desde su lugar, en organizaciones intermedias. Algunos ejemplos:
Análisis de la situación política y social del país. Actualmente, lo que tenemos es casi un monopolio estatal de la información, más algunas fuentes adicionales, entre otras, la prensa, los medios organizados, las redes sociales. Necesitamos cambiar el papel que tienen los partidos en la difusión y análisis de la información. Los partidos, como es costumbre, siempre negarán lo positivo que ha hecho su opositor y también destacarán lo negativo. Es fundamental tener información sin sesgo o, al menos, diferentes modos de interpretarla.
Educación política y social de la ciudadanía, del votante. Que conozcamos las bases de la política y de lo social. Entender las consecuencias de las leyes y de la propia Constitución, de manera de poder informar y discutir de modo informado.
Un gobierno en la sombra. Algo que existe en algunos países, que a veces lo aplican los propios partidos políticos, y que en México no se ha logrado consolidar, aunque ha habido algunos intentos. La función del gobierno en la sombra es analizar lo que el gobierno está ofreciendo y lo que está logrando. Proponer opciones. Analizar las consecuencias de los hechos del gobierno, en los tres poderes de la Unión. Estaría formado por especialistas y ciudadanos comunes que se dediquen precisamente a analizar la labor del gobierno.
Agenda ciudadana. Actualmente, su definición está en manos del gobierno y de los poderes fácticos. Y han sido extraordinariamente exitosos para influir en el votante. Buscar el monopolio de esa agenda, es fundamental para cualquier gobierno autoritario. Necesitamos tener alternativas, evitar ese monopolio y dar a la ciudadanía otras opciones. Y esto se crea analizando, básicamente, cuáles son las prioridades de la ciudadanía y las del país.
Debate civilizado, bien informado, sin tendencias de tipo partidista, hasta despersonalizado, donde no se trate de atacar a las personas. Evitar el ataque personal, que nos ha hecho muchísimo daño en nuestro país. Cuando se ataca a un gobernante porque tiene el pelo blanco, o porque tiene kilos de más o de menos, hemos perdido la base, la noción de debatir. Se trata de evaluar sus propuestas, sus resultados, sus actuaciones, pero de un modo despersonalizado. Tener un debate civilizado, evitando cualquier ataque a las personas, que es una de las formas más usadas de falacia que se usa en la política mexicana.
Auditoría ciudadana de la labor de los gobiernos, con auditores que no tengan una relación ni dependencia del gobierno. De manera que puedan dar una opinión desinteresada. El gobierno tiene sus propios medios para hacer su auditoría; es una evaluación pagada por ellos mismos. Falta una auditoría independiente.
Será un largo camino, la solución no es sencilla, pero es imprescindible. No podemos pensar en salir de una situación tan estancada como la que estamos teniendo, sobre todo pensando en que se está dejando de escuchar a un porcentaje muy importante de la ciudadanía. Presenciamos la decadencia de una oposición partidista y una ciudadanía en confusión, con temor, y sin ver de qué manera puede contribuir al bienestar del país, sin pasar por el yugo de los partidos políticos. Tenemos que salir de esta situación. Y los partidos, viejos y nuevos, no nos sacarán de ella.
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx
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